Necesito pop

La Semana de la Música se celebró íntegramente en el Espacio Tyce.//Foto: Alfonso López (Producciones Malvhadas).

Por Elena Clemente

Ayer dimos la bienvenida a una nueva oferta cultural en la ciudad. Habrá un ciclo de jazz en el Espacio Tyce, ese lugar de la ciudad que pedía a gritos ritmo y contenido. Esta misma semana, el concejal de Juventud ya anunciaba nuevos aires para esta sala, con el programa Inter@cTyce, que convertirá al Foro de la Juventud en una oferta de tres en uno: zona recreativa, zona de videojuegos y conciertos.

Pese a ser bienvenido, llega tarde, francamente. Bastante ha llovido desde la sonora lucha que mantuvieron PSOE -Eusebio Robles era delegado provincial de Juventud- y PP -Jaime Carnicero, entonces edil del área- a causa del proyecto Foro de la Juventud, que poco se parece -todo hay que decirlo- a la restaurada nave del Fuerte. Mucho ruido y pocas nueces ha tenido un proyecto que, sobre papel, se antojaba mucho más ambicioso y práctico de lo que ha resultado ser.

Dejaremos, sin embargo, espacio para la duda para calibrar así qué respuesta obtendrán del público, de los jóvenes (y no tanto) de la ciudad, todas las actividades que por fin el Ayuntamiento pone en marcha para dinamizar uno de los espacios que tiene. Ellos tienen en su mano que continúen o conviertan, de nuevo, el Tyce en tierra yerma. Así lo ha dicho la concejala de Cultura, Isabel Nogueroles, que se ha mostrado optimista.

En otras épocas, faltaban espacios, ahora sobran. En la nómina municipal, figuran el Buero Vallejo, que ya de por sí, cuesta llenar en algunas ocasiones, y el Centro Municipal Integrado ‘Eduardo Guitián’ de Aguas Vivas, al que de momento han ido a parar dependencias administrativas pero es un gran espacio que bien podría albergar exposiciones o conciertos igualmente. No me olvido del Centro Cívico. Viendo estos espacios alternativos tan modernos y amplios, el Ayuntamiento podría jubilar el edificio negro y ofrecer un hueco -y aire fresco- a las asociaciones de la ciudad que en él se apiñan, en el Tyce o el CMI. Igual que lo han hecho con otras, que disfrutan de salas estupendas en el Centro Social Los Valles.

Bienvenidas sean, en cualquier caso, las nuevas ofertas culturales. Gustos aparte, son variadas y atinadas para el público joven. Lo del jazz es otro cantar. Una apuesta arriesgada que, por eso, hay que aplaudir doblemente. Ójala continúe. Como espero que lo haga el Festival Panorámico Musical, un evento que resiste todos los envites. Con apenas 2.000 euros, que no llegan ni para pagar a la mitad de algunos de los grupos que vendrán, se ha logrado hacer un evento digno. Se ha conseguido gracias a asociaciones, como la metalera Sounds from the deep y, obviamente a Panorámico Musical, a la implicación de la sala Bumerang, de un pub -Amén-, el bar A Mala Uva y, especialmente, la sala Óxido, que acoge este sábado el Qubo Fucking Fest.

«Es el festival de la resistencia», decía durante la presentación del evento la pasada semana, Jordi Badel, presidente de la Asociación Festival Panorámico Musical. Y también avanzaba que esta edición marcará el futuro del festival. Un evento hecho por colectivos y apoyado por patrocinadores privados y escasas subvenciones públicas. Me da un poco de pena recordar épocas gloriosas del Panorámico, que fue capaz de traer a los mismísimos Teenage Fun Club, Russian Red o Raimundo Amador y hecho en falta apoyo público para una iniciativa igual de minoritaria (o menos), si me apuran, que el jazz. No pido que vuelvan los grandes tiempos del Panorámico, pero me pregunto: ¿Por qué una localidad como Aranda de Duero, en Burgos, con poco más de 33.000 habitantes tiene un reputado festival de música independiente, como Sonorama, totalmente consolidado en el panorama nacional, y Guadalajara no?

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