Proyecto: volver a ser hombres

Modesto Salgado, director de Proyecto Hombre, junto a la presidenta de la Diputación Provincial, Ana Guarinos, tras la firma del convenio.

Por Elena Clemente

La semana pasada leí que la asociación Proyecto Hombre de Guadalajara estaba recibiendo durante los últimos años menos pacientes con adicción a la cocaína. Buena noticia. La mala es que, con la misma rapidez que descendían estos casos, estaban aumentando los adictos al alcohol.

Medio centenar de guadalajareños tratan su adicción al alcohol en Proyecto Hombre. Tienen entre 30 y 40 años y llevan consumiendo desde que eran adolescentes. Son más de los que había hace unos años. Desde Proyecto Hombre, consideran que el aumento es «tremendo».

El dato lo reveló Modesto Salgado, director de Proyecto Hombre, durante la firma de un convenio con la presidenta de la Diputación, Ana Guarinos, que asciende a 15.000 euros (5.000 más que el año pasado) y que permitirá financiar un programa de tratamiento ambulatorio de las personas adictas a la cocaína.

El dinero viene como maná en el desierto porque la asociación ha tenido que hacer un ERE, uno más de los que se están haciendo en Guadalajara, para reducir gastos de personal y así poder mantener todos los programas de atención, que intentan salvar del abismo a 300 personas con diferentes tipos de adicción.

Es de agradecer que Diputación incremente su cuantía. Porque Proyecto Hombre sólo se mantiene gracias a las donaciones de familias y pacientes y de las subvenciones públicas y en momentos de crisis, donde lo más fácil es recortar y decir: «es que no hay dinero», hay que alabar el buen gesto, responsable por otro lado, de aumentar las donaciones para que prosigan su labor asociaciones como Proyecto Hombre.

Tuve la oportunidad de acercarme a las instalaciones de Proyecto Hombre en Guadalajara -hace diez años visité por primera vez la Comunidad Terapeútica que la asociación tiene en un pueblo del Bierzo leonés- con motivo de la finalización de un curso de cría. Un grupo de diez drogodependientes del centro nos enseñaron sus habilidades a lomos de un caballo. El curso les había dado un título profesional y les había ayudado a superar su adicción. Charlé con algunos de ellos y me hablaron de sueños, querían trabajar, había destellos de ilusión.

Proyecto Hombre no es un lugar cualquiera. Es un refugio para muchas personas, un espacio donde crecer en comunidad, en equipo, donde uno no se mira el ombligo sino intenta conocerse mejor y darse a los demás. Es un lugar donde «uno no se manifiesta ni como un gigante, ni como un enano, sino como un hombre parte del todo».

Por eso hoy quería alabar la tarea de proyectos como este, aplaudir el apoyo de administraciones públicas a este tipo de programas y recordar que hay iniciativas que merece la pena apoyar, que hay que apoyar, pese a la crisis. Precisamente por ella.

Una carretera infernal hacia el paraíso

La carretera de Peralejos es una vía estrecha, con baches, fuertes pendientes y curvas cerradas que bordean el barranco./Foto: B. Ferrer

Por Marta Perruca

En Peralejos de las Truchas las montañas parecen cortadas con cuchillo, y de ellas brota a borbotones una frondosa vegetación, que bebe de las aguas cristalinas del río Tajo.

Todos los años, nos desplazamos en familia a este pequeño Edén, donde el río dibuja a su paso unos rincones idóneos para el baño, adornados por un marco natural incomparable.

La mañana del pasado 1 de agosto se levantó con un sol de justicia, aunque unas fuertes rachas de viento golpeaban con virulencia las copas de los árboles.

En Peralejos de las Truchas las montañas parecen cortadas con cuchillo./ Foto: M.P.

Nos encontrábamos sumidos en la belleza y tranquilidad del paraje conocido como “El Vado” cuando rompió ese silencio, que sólo es capaz de susurrar la naturaleza, el grito de una avioneta. Un vecino de la zona confirmó nuestras sospechas: un incendio se había declarado a mediodía en el cercano término municipal de Chequilla.

A lo largo de la tarde, se intensificó el trasiego de helicópteros y avionetas.

Hasta ese momento, nos encontrábamos sumidos en una relativa tranquilidad enmascarada por la ignorancia, pero la presencia de algunos evacuados de Chequilla y Alcoroches, en el municipio, hizo que nos forjáramos una idea aproximada de la gravedad de los acontecimientos que se estaban desarrollando a escasos kilómetros, hasta donde se desplazó incluso la Unidad Militar de Emergencias (UME).

Algunos trabajadores nos informaron al término del día de que el fuego había estado avanzando a marchas forzadas hacia Peralejos durante la tarde, pero que un cambio en la dirección del viento mantuvo a salvo al término municipal. No pueden decir lo mismo las localidades de Chequilla (cuyas hermosas praderas se ven ahora calcinadas), Traid y Alcoroches.

Entonces, pensé: ¿y si el viento no hubiera jugado a nuestro favor? ¿Qué pasaría si las inclemencias del fuego atacaran a nuestro pequeño paraíso veraniego?

En este pequeño pueblecito, uno de los más turísticos del Parque Natural, no recuerdan cuándo fue la última vez que se reparó su carretera: La CM 2016, una vía estrecha y serpenteante llena de baches y fuertes desniveles, cuyas cerradas curvas bordean en ocasiones el barranco.

Se trata de una de las localidades más pobladas de la comarca, con unos 120 vecinos censados en una zona en la que, como recordábamos la semana pasada,  la densidad de población no llega a los dos habitantes por kilómetro cuadrado. Su escuela cuenta con ocho alumnos matriculados, y tal y como comentaba una vecina del municipio, se ha librado del cierre  precisamente por la impracticabilidad de esta vía durante el invierno, a consecuencia de las fuertes heladas. Los alumnos del instituto, sin embargo, no tienen otro remedio que viajar a Molina en transporte escolar con trayectos de más de una hora, ya que el autobús hace escala en varios municipios. No obstante, las cercanas escuelas de Orea y Alcoroches se lamentan porque no abrirán sus puertas el curso que viene.

Puente sobre el río Cabrillas en la carretera CM-2016./ B. Ferrer

Aunque interminables, son sólo dos kilómetros -desde el punto en el que cambia el firme hasta el puente sobre el río Cabrillas- los que incomunican el municipio cuando las condiciones son adversas,  los que en la época estival y con una población inflada de turistas y vecinos estacionales, imagino que habrían convertido en un trabajo de chinos la evacuación del municipio, si hubiera sido necesaria.

En 1995 comenzaron las obras de acondicionamiento de la vía, pero el presupuesto disponible sólo alcanzó para ejecutar un tramo. Luego, un cambio en el color político del Ayuntamiento arrojó este proyecto al olvido. Algunos en el pueblo comentan que el arreglo no se llevó a cabo bajo el argumento del impacto ambiental que podrían causar las obras en pleno Parque Natural, pero Peralejos no necesita una autovía, lo único que quiere es una carretera digna que dote de seguridad el asiduo trayecto de sus vecinos, que se juegan la vida a diario en las cerradas curvas que surcan el barranco mediante una vía demasiado estrecha, lo que a mí entender no es más que otra muestra del abandono que sufre la zona.

Diré como anécdota, que apenas unos días más tarde del incendio me sorprendió que todos los medios de comunicación se hicieron eco de una nota de prensa en la que el delegado de la Junta en Guadalajara, José Luis Condado, anunciaba que se destinarían 389.000 euros al arreglo del firme de la carretera CM-3210, “en el tramo entre la intersección con la CM-2111, a la altura de Molina” y cuando, por curiosidad, consulté Google Maps para constatar de qué carretera se trataba, resulta que la CM-3210 se encuentra en la provincia de Albacete, y que lejos de Molina, la CM-2111 es la que discurre entre Orea y Pinilla de Molina.

Al parecer, el tren del Parque Natural, en lugar de llegar con progreso e infraestructuras a la zona, ha puesto palos en las ruedas a su desarrollo, pasando de largo por este tramo cruel y olvidado, que los peralejanos han asumido ya como parte de la naturaleza de su paraíso casi inexpugnable.

En mi opinión, la carretera de Peralejos es un nuevo ejemplo de que, ahora más que nunca, los ciudadanos necesitamos que las cuestiones políticas se queden al  margen, para dejar paso a una gestión eficaz de prioridades, que satisfaga las necesidades de los ciudadanos.

El equipo, el entrenador y el palco

Interior del centro de interpretación de Checa, en el Alto Tajo. // Foto: Amaia Goicoechea.

Por Rubén Madrid

Escuché una vez decir al entrenador de fútbol Luis Aragonés que los jugadores de la plantilla que tenía a su cargo en cada momento eran siempre los mejores del mundo. Así lo creía y así lo hacía creer a sus muchachos. Y ciertamente los Findi, Luque y Eto’o de aquel Real Mallorca de la temporada 1999/2000 no ganaron la Liga, pero conquistaron los puestos de Champions con el aliento del sabio de Hortaleza diciéndoles que para él eran insuperables, aunque las portadas fuesen para el Real Madrid de Raúl, Roberto Carlos, Casillas y compañía que, por cierto, quedaron quintos.

Llama la atención que el consejero de Cultura y Educación, Marcial Marín, no tenga en tan buena consideración a su equipo. Que vea tan incapaces a sus muchachos de asumir el objetivo: hacer rentable una infraestructura cultural o turística, como sí cree que lo pueden hacer otros chavales que no son de su cantera.

¿Han funcionado tan rematadamente mal hasta ahora el teatro Moderno, los parques arqueológicos o los centros de interpretación cuyo modelo de gestión hay que «repensar»? Una vez más, ¿sólo nos vale la rentabilidad económica? Y, en ese caso, ¿cómo es posible que la mera cesión de la gestión a una empresa pueda hacerlos «rentables» y que la Administración regional sea incapaz de ello, como implícitamente reconoce con sus palabras? Si una empresa puede sacar beneficios al cabo de un año de gestión de la Cueva de los Casares, pongamos por ejemplo, ¿por qué no aprovechar esos excedentes para las maltrechas arcas regionales?

Evidentemente, los zoquetes no entendemos de economía.

A partir del día 1 se abre el concurso para la gestión de los parques arqueológicos, como el de Recópolis de Guadalajara; y los centros de interpretación turística de Corduente, Orea, Checa, Zaorejas, Mandayona y el Hayedo de la Tejera Negra. En el aire están el teatro Moderno y la Cueva de los Casares.

Parque arqueológico de Recópolis. // Foto: A.G.

Los ciudadanos nos hemos gastado antes de ayer más de un millón de euros en el centro de interpretación de Checa, por poner un ejemplo. Otros más de dos y medio de nuestros impuestos han ido a parar a los centros del Parque Natural del Río Dulce, Mandayona y Pelegrina. El coste en excavaciones, musealización y apertura al público de la ciudad visigoda de Recópolis durante los últimos años resulta difícilmente calculable, por el volumen y la cantidad de partidas orientadas a este parque arqueológico. ¿Regresarán a las arcas regionales estas inversiones? ¿Nos basta, después de hacer estos desembolsos, con que una empresa nos haga perder de vista el gasto que nos ocasionan las facturas de la luz y el sueldo de un puñado de empleados?

Dice el consejero que hay muchos particulares interesados en Recópolis. ¡Desde luego!

Uno puede creer más en un modelo de gestión público o en otro privado. Lo que se pediría siempre es honestidad. Nos están acostumbrando demasiado a que los ciudadanos sembremos, aun cuando cada vez tenemos menos semillas, y otros pocos cosechen. Se puede entender que la Junta decida que una empresa privada invierta en la construcción de un centro y, por tanto, lo explote una vez abierto para amortizarlo y sacarle provecho. Resulta inadmisible, en cambio, ‘regalar’ unas instalaciones pagadas por todos para que un gestor privado saque la rentabilidad que no saben o no quieren sacar los señores a los que, una vez más, pagamos entre todos, desde el consejero hasta el último funcionario de su Consejería.

Y, por cierto, quedan dos dudas sin resolver: ¿cómo hará rentable una empresa Recópolis? ¿Subiéndonos el precio de las entradas a las instalaciones que nosotros mismos hemos pagado de nuestro bolsillo? Habrá que explicarlo.

«Los centros de interpretación van a seguir, pero bien gestionados por empresas privadas». El mensaje no tiene doblez: las administraciones administran mal por naturaleza. Marín se reconoce tan mal gestor como el peor de los gestores socialistas. Sólo hay dos opciones: falla el entrenador o falla la plantilla. Sabemos lo que haría Luis Aragonés en ambos casos: en el primero, marcharse; en el segundo, dar ánimos a los suyos y convencerles de que son «los mejores» para cumplir con los objetivos. Habrá balance a final de temporada: si la afición se siente agraviada, acabará pitando al palco, a la Presidencia.

Sin agua, sin futuro

En la imagen, el pantano de Entrepeñas cuando en 2010 contaba con un buen nivel de reservas.  Foto: A.S.

Por Abraham Sanz

Que el problema del agua es algo recurrente en esta provincia, es de sobra conocido. Pero también lo es que no existe una solución satisfactoria para los pueblos ribereños que ven como su oro azul es algo tan efímero que no permite crear ningún tipo de iniciativa basada en él que permita reflotar la economía de una zona rural abocada cada vez más a la depresión por falta de alternativas.

Antaño se ideó un plan, que aunque no recogía todas las demandas de los municipios de la zona, si que prometía una serie de infraestructuras que permitiría apoyar a unos pueblos donde la despoblación es cada vez más acuciante, en contraste con la multitud de viviendas que se hicieron años atrás al albor de la ejecución de estos pantanos que se vinieron a llamar el Mar de Castilla.  Se trataba de un plan ambicioso que planeaba no sólo la construcción de un sistema de abastecimiento que asegurase el suministro a estos pueblos, sino que también incluía mejoras en muchas de sus carreteras y la construcción de otros dos azudes, uno en Sacedón y otro en Buendía.

El primero de los proyectos quizá era el más importante puesto que aseguraría el agua a 62 municipios porque, a pesar de tener el pantano a escasos kilómetros, muchos municipios veían como en verano debían contar con las cisternas de la Diputación para tener agua para ducharse, cocinar o beber; mientras se veía como el liquido se encaminaba hacia Murcia para satisfacer otras necesidades que nada tenían que ver con lo que aquí sucedía. Sin embargo, esto no es aislado, sino que este mismo año se han vuelto a producir y ha habido municipios de Cuenca y Guadalajara con cortes de hasta 9 horas; así como otros siete tuvieron que pedir de nuevo esta ayuda de agua para llenar sus depósitos. Sin duda, algo dantesco cuando estamos hartos de escuchar que primero se han de atender las necesidades de la cuenca cedente, pero resulta que los votos de esta cuenca son menos importantes que los de la zona de Levante. Es más importante que en la huerta murciana no falte de nada, que un ciudadano de Mantiel pueda ducharse tranquilamente en la mañana de un sábado.

Aunque, lo más doloroso es que esta obra tan necesaria con la que se llenaban la boca políticos de un lado y ahora de otro, no estará lista hasta 2013, acumulando retraso tras retraso y haciendo que pueblos como Chillarón o Pareja pasen penurias con cortes de agua o faltas de presión. Sobre los azudes ya, mejor ni hablar. El de Sacedón lleva años estudiándose y nunca se logra una solución que aseguraría un caudal mínimo en Entrepeñas y que permitiría un uso recreativo del mismo y, consigo, reactivar la actividad económica en este municipio.

Pero, ¿cómo vamos a hablar de azudes si apenas queda agua? Y es que los pantanos de cabecera de un año a esta parte han visto como sus reservas se han reducido a la mitad, en especial, durante este verano donde en apenas un mes han disminuido 100 hectómetros, haciendo levantarse en armas de nuevo a los municipios ribereños. Declaraciones de todo tipo ya se han escuchado e, incluso, el Ayuntamiento de Sacedón ha colgado de su balcón una pancarta mostrando su contrariedad a la política trasvasista del Ejecutivo Central.

En enero se autorizó el envío de 228 hm3 para los seis primeros meses de 2012, aunque luego se redujo en 40 hm3; y en junio se aprobó otro de 114 hm3 para el próximo trimestre. Una auténtica barbaridad porque no sólo se esquilma las reservas del Tajo, sino que puede hacer que otra vez los pantanos de cabecera ofrezcan una imagen esperpéntica y desalentadora que poco puede ayudar ya a la maltrecha economía de estos pueblos.

Lo peor de todo no es que Confederación Hidrográfica del Tajo y Gobierno sigan haciendo de su capa un sayo en este tema y continúen sin aprobar el plan de cuenca para este río con el que se regularían los trasvases; sino que inicialmente no se quería incluir a los municipios ribereños y, salvo conciencia de última hora, poca repercusión tendrá  su aportación. Más que nada porque, aunque no sirvió de mucho , antes contaban con el apoyo institucional de la Junta de Comunidades y de su presidente Barreda, que luchó por el fin de este acueducto de una manera quizá más retórica que plausible. Ahora ya ni eso, a Cospedal le ha comido la lengua el gato desde que está en el Gobierno y es incapaz de levantar la voz hacia su jefe para defender algo que interesa y mucho a Castilla-La Mancha. Ya pasó algo similar con el ATC y finalmente terminó esta infraestructura en la región; ahora, hasta que los pantanos no sean más que lodazales, pocas esperanzas tendremos los alcarreños y, aún menos, los ribereños de que el Gobierno regional alce la voz en contra de la actual política trasvasista. Nadie duda de la legalidad porque lo es, pero ya no es ni ética ni moral con los pueblos de Entrepeñas y Buendía.

El agua es fuente de riqueza allá donde se encuentra y si no se conserva, hace que lo que existe a su alrededor empobrezca. Así está ocurriendo en una comarca ribereña a la que le obligaron a cambiar su actividad hacia una floreciente economía basada en su Mar de Castilla y que, a día de hoy, no hacen más que esquilmarles sus reservas, aniquilando así toda posibilidad de desarrollo. Los ribereños vuelven a estar solos en una lucha cuyo fin estará enlazado al final del acueducto Tajo-Segura, pero, ¿hay fin para éste?

Guadalajara, ¿ciudad del deporte?

El Palacio Multiusos, instalación de referencia, tampoco ha conseguido incrementar la afluencia de espectadores. / Foto: Blas de Lezo (Voley Guada)

Por Roberto del Barrio

Vaya por delante mi visión periférica del tema. Mi vinculación con Guadalajara no va más allá de cinco años y no pretendo meterme ni en la piel ni en el corazón de los alcarreños. Quizá también por esa condición mi prisma será diferente, externo y poco condicionado. Hablo de la situación del deporte como fenómeno social, de la identificación de la ciudad con sus equipos, con sus logros, con sus decepciones.

Es evidente que los últimos años han supuesto un auténtico lastre para muchos clubes y disciplinas. Más allá del aterrizaje en la élite del Depor y del regreso del balonmano a la Asobal, el panorama se ha convertido en desolador. Algunas pésimas gestiones y especialmente la vinculación de los patrocinios con la construcción, al igual que ha sucedido con otros sectores (el de los medios de comunicación, por ejemplo), han destrozado el mapa deportivo, otrora repleto de proyectos ilusionantes. Atrás quedan los mejores años del baloncesto masculino y femenino, del fútbol sala o de la primera etapa del voleibol en Superliga -la experiencia de la última temporada ha sido fugaz-. En definitiva, una especie de burbuja que no seré yo quien defienda.

Pero mi análisis no se centrará en los excesos cometidos. Como «inmigrante» en esta tierra, me sorprende más la escasa alarma social que ha supuesto este evidente retroceso. El Club Baloncesto Guadalajara se extinguió el pasado verano después de 39 años y la U.D. Gestesa de la última década dilapidó su legado cayendo de forma estrepitosa. No he percibido ningún desasosiego general en la calle. Me choca, no puedo evitarlo, y más conociendo la historia y comprobando la aceptación que sobre todo el deporte de la canasta despertó en la ciudad no hace tanto tiempo.

Sin embargo, hace unos días escuché al concejal de Deportes declarar en una entrevista que «no es ninguna hecatombe dar un paso atrás para después arrancar» y que «Guadalajara respira deporte». Para argumentar su segunda afirmación se refería a los eventos nacionales e internacionales previstos para los próximos meses (campeonato del Mundo de Kárate, Copa Presidente del Mundial 2013 de balonmano y varios campeonatos de España), a la relación de los últimos años con las selecciones nacionales y al impacto económico que todo ello refleja en la capital, cifrado aproximadamente en un millón de euros al año.

La cuestión es si esa rama organizativa de Guadalajara es suficiente para considerarla una ciudad volcada con el deporte, máxime cuando en pleno desierto los clubes más representativos encuentran enormes dificultades para aumentar su masa social. Reconozco que yo fui de los críticos con la camapaña de abonados del Deportivo, tardía y cara, tras su ascenso a Segunda División, pero el tiempo ha acabado por convencerme de que la afición más numerosa de Guadalajara es excatamente la que es. El presidente Retuerta desvelaba hace unos días que el club, después de rebajar sensiblemente los precios para la presente temporada, contará con unos 3.000 socios de pago (a los que hay que añadir los miembros de las escuelas). Una cifra difícilmente superable, porque el momento económico actual no invita a excesos, claro está, pero también porque costará algun tiempo convencer a los indecisos de que su equipo está en Julián Besteiro y no tanto en Madrid. Desde luego, no habrá mejor acicate para ello que la Liga Adelante, aunque entradas como las del sábado ante el Girona -2.000 espectadores- me siguen presentando dudas (sólo dejando pequeño el Escartín cada dos semanas habrá autoridad moral para pedir un nuevo estadio a las instituciones). La palabra clave es «identificación».

En ese sentido, el voleibol de máxima categoría no congregaba a más de 150-200 personas en sus partidos del pasado curso y el Quabit, en su tercer año en Asobal, contará con el respaldo de sus habituales 300 socios. Con este puzzle y sin rastro del posible renacimiento de patrocinadores poderosos, ¿es Guadalajara una ciudad del deporte? ¿Es una ciudad que palpita y siente lo necesario por «su deporte»? El concejal Eladio Freijo hace un curioso cálculo. Fidelizando regularmente a 4.000 espectadores en el Multiusos a un precio de tres euros, todos los clubes de la ciudad salvarían su esponsorización. Tan idílico como impensable, según reconocía. Y más cuando sólo el fútbol es capaz de generar ingresos importantes y el deporte de clubes, a nivel nacional, vive un momento de absoluto desprestigio con competiciones devaluadas y deportistas obligados a ser amateurs (incluso a jugar de forma gratuita) para poder subsistir. El escenario no es el propicio, pero Guadalajara debe defender con uñas y dientes su orgullo deportivo y recuperar el terreno perdido. Es justo y necesario.

Interinidades

Blanca Calvo, en la Biblioteca de Dávalos.

Por Blanca Calvo

Todos los humanos somos interinos porque todos estamos sometidos a la muerte. Algunos humanos, además, tienen una segunda interinidad porque viven situaciones con caducidad específica. Unos lo hacen por gusto     –los políticos son un buen ejemplo: se presentan voluntariamente a las elecciones a pesar de que saben que su mandato está limitado–, pero a otros les empuja la necesidad de ganarse la vida, y ese es el caso de los funcionarios interinos, que saben que tendrán que marchar cuando un funcionario fijo cubra su plaza y que ahora, sin que se haya dado esa circunstancia, en Castilla-La Mancha acaban de ser despedidos en un 80% aunque se diga lo contrario.

En las últimas décadas, la Administración Pública española ha impuesto abusivamente el adjetivo “interino” a muchos de sus trabajadores, manteniendo a miles de personas en la provisionalidad durante años e incluso décadas. ¿Por qué lo ha hecho, cuando la propia Administración, al crear la figura de funcionario interino, dispuso que esa situación sólo podría durar dos años como máximo? ¿Por dejadez y pereza, para no tener que organizar las oposiciones que aseguraran definitivamente las plantillas de los centros públicos?

Quizá en parte haya sido por eso, pero sospecho que la verdadera razón es que la precariedad debilita y hace a la gente más manejable. O, lo que es lo mismo, a los interinos se les puede dominar, y la prueba es el despido masivo que están sufriendo en estos días en nuestra región. Quizá, por eso, han abusado de la figura de interino equipos de gobierno de todos los niveles gubernamentales y de todas, o casi todas, las ideologías.

En la Biblioteca Pública, el domingo pasado había ocho funcionarios interinos; hoy hay sólo dos. Con lágrimas en los ojos, los trabajadores fijos hemos tenido que decir adiós esta semana a seis personas –siete si contamos a la técnica de actividades que, por otra vía, ha sido cesada al mismo tiempo- con las que convivíamos desde hace muchos años (tantos como 21 en el caso de la interina más antigua). Se nos ha roto el corazón al verlos marchar sin poder hacer nada para evitarlo (supongo que hay muchos otros centros en nuestra región con el mismo estado de ánimo por esa misma razón, pero yo hablo del que mejor conozco).

Pero no sólo hemos perdido algo muy valioso nosotros. Tú, que estás leyendo este artículo, también. Porque gracias a Ana Alonso, Raúl Alcázar, Concha Carlavilla, Pilar Díaz Villalbilla, Elena Ferrer, Carmen Pérez Haro y Paloma Utrilla, los siete compañeros cesados, la Biblioteca ha sido hasta ahora lo que ha sido: un centro público abierto y cordial que ha atendido a cada persona como si fuera la única. Tú, lector, seguro que has visto muchos días a esos siete magníficos, les has preguntado algo, les has pedido ayuda. Pues debes saber que, a partir de ahora, no los vas a tener y que, al perderlos, has perdido unos servidores fabulosos: amables, trabajadores, competentes… Los has perdido tú porque, cuando estaban en horario de trabajo, estaban a tu servicio. Porque todo lo público es tuyo. Porque la Biblioteca es tuya

El domingo pasado, la plantilla de TU Biblioteca, lector, era de 44 personas; hoy es de 31 tirando a 30, lo cual significa que ha perdido la tercera parte de su capital humano. Y ello se debe a que, en esta semana, el Diario Oficial ha publicado una nueva Relación de Puestos de Trabajo en la que TU Biblioteca pierde todas las plazas vacantes, tanto las que estaban cubiertas por los interinos arriba citados como las que estaban libres. El único criterio que se ha usado para “racionalizar” la plantilla es ese: que la plaza anulada no estuviera cubierta por un funcionario fijo, y ello ha dado como resultado que, ahora, TU Biblioteca sea un centro desequilibrado con más “jefes” que “subordinados”, y uso las comillas porque los trabajadores de TU Biblioteca procuramos ignorar las categorías laborales y todos hacemos lo que es necesario hacer en cada momento. Gracias a eso, a estar dispuestos a hacer lo que es necesario hacer en cada momento, los trabajadores fijos nos guardaremos nuestra pena dentro y, en los próximos días, procuraremos reorganizar los restos del naufragio para poder darte, a ti y a todos los demás dueños de la Biblioteca, el mejor servicio posible. Como siempre hemos intentado.

No va a ser fácil. La plantilla de la Biblioteca ha tenido 44 personas desde que, en 2004, se trasladó al Palacio de Dávalos, porque se calculaba que esa era la cantidad necesaria para un espacio tan grande, para una ciudad como la nuestra, para una biblioteca que, por fin, empezaba a parecerse a la que nos merecíamos. Los años han demostrado que ese cálculo estaba bien hecho: en este tiempo, cada una de esas 44 personas ha sido necesaria y ha tenido su función específica, tanto si era interina como si era fija, porque interino no es sinónimo de innecesario.

Tú, lector, sabrás disculparnos a partir de ahora cuando no podamos conseguir los mismos resultados que antes, cuando trabajaban en TU biblioteca Ana, Raúl, Concha, Pilar, Elena, Carmen y Paloma. Ya entonces hacíamos un esfuerzo para que no se notaran las vacantes no cubiertas, lo cual, con ellos a nuestro lado, no resultaba demasiado difícil. Sin ellos habrá que cerrar en algunas ocasiones -como ha sido necesario cerrar por las tardes en las dos semanas pasadas-, y algunos procesos que antes se hacían con inmediatez, podrían ralentizarse.

…A no ser que las autoridades reflexionen y echen atrás una decisión, la del despido de los interinos, que parece poco madurada. Esos procesos de marcha atrás no suelen darse en la política, pero quizá si tú, lector, lo pides… Recuerda que la Biblioteca es tuya. Y ahora te necesita.

* Blanca Calvo es directora de la Biblioteca Pública de Guadalajara desde 1981. Impulsora desde hace más de dos décadas de uno de los eventos más importantes de la ciudad, el Maratón de Cuentos, también ha desempeñado cargos públicos, entre los más destacados los que la pusieron al frente de la Alcaldía de Guadalajara en 1991-1992 y de la Consejería de Cultura de Castilla-La Mancha entre 2005 y 2007.

Solos ante el desahucio

Pancarta de la PAH por un deshaucio en Ciudad Valdeluz / Foto: Acampadaguada.

Por Yago López

Sin duda, en gran parte por culpa de nuestra profesión, lo susceptible de ser noticia, como el capitalismo, funciona por ciclos. Por poner un ejemplo, hay momentos en que cada día conocemos un nuevo caso en que un perro ataca a una persona y, sin embargo, pueden pasar meses sin ver una sola reseña en los medios sobre este tipo de incidentes. Esas cosas pasan, claro que ocurren, pero aquellos que tenemos focos sólo ponemos luz cuando queremos, podemos o nos dejan.

Lo realmente grave sucede cuando nos hacemos eco de un drama humano como el que sufren las familias desahuciadas y tras flagelarnos por lo injusto del sistema, luego todos -y cuando digo todos me refiero a medios de comunicación, políticos y ciudadanos de a pie- dejamos caer en el olvido una problemática que como las llamas de un incendio se va extendiendo sin que haya servicio alguno de bomberos que se atisbe.

Meses atrás, sin pretender resultar frívolo, parecía que estaba de moda informar sobre estos casos, con periodistas en directo en cada desahucio. Al mismo tiempo, los dirigentes y la oposición se rasgaban las vestiduras desde los púlpitos de las administraciones vociferando la necesidad de un cambio en la ley hipotecaria, usándolo incluso como arma electoral. Por su parte, la población creaba colectivos de apoyo en redes sociales y sobre el terreno para dejar claro a los afectados que no estaban solos, evitando en muchos casos los desahucios a pecho descubierto. El clamor era generalizado y el cambio en la legislación parecía inminente.

Sin embargo, sólo en Guadalajara las ejecuciones hipotecarias en lo que va de año superan ampliamente el centenar de casos y aunque hay quien sigue luchando por acabar con este tipo de prácticas en general los desahucios parecen haber caído en un profundo silencio mediático. En realidad daría igual el número de casos, uno sólo ya es demasiado, y, a pesar de todo, ahora, quizás por conocido estamos más inmunizados que nunca ante este drama.

Por ponerle rostro a la tragedia que supone perder la casa y continuar pagando una deuda eterna hablemos de María. Pensionista con más de 65 años, vive en la capital alcarreña y si nada lo impide, en unos meses perderá definitivamente su casa por avalar a su hijo Pedro, quien ya tuvo que entregar al banco su vivienda recientemente. Todo porque le concedieron un nuevo préstamo hipotecario sobre el que ya tenía para pagar los recibos atrasados a los que no pudo hacer frente cuando se quedó sin trabajo y le pusieron como condición que esta vez le avalara su madre. Jugada maestra para la entidad que se quedará con las dos casas y conservará una deuda que para una familia con pocos ingresos, se antoja irresoluble de por vida. Es legal, sí señor, pero es intolerable.

Por ello, resulta imprescindible poner sobre la mesa de nuevo el debate sobre la modificación de la ley hipotecaria para solucionar una insostenible situación que está destrozando la vida a miles de personas. Son centenares de familias en Guadalajara las que se enfrentan a este drama y como habitantes de la provincia tienen voz en el Congreso y en el Senado. La tiene Antonio Román, Encarnación Jiménez, Magdalena Valerio, Juan Antonio de Las Heras, Jesús Alique, Porfirio Herrero o Ana González. Saquen a la palestra de nuevo este asunto, apúntense el tanto y saquen si quieren el rédito electoral que les plazca, pero no permanezcan impasibles mientras centenares de familias a las que representan se van a la ruina para siempre.

Tampoco la población puede no darse por aludida. Apoyar a las plataformas que se oponen a estos desahucios resulta imprescindible en parte porque mañana te puede tocar a ti y, sobre todo y en definitiva, porque lo que está sucediendo es terriblemente injusto.

Moderno, el teatro de todos

Espectáculo infantil ‘Cucamonas’./ Foto: cpvilladequer.blogspot.com

Por Elena Clemente

Recuerdo mi segundo concierto de los maravillosos The Sunday Drivers, en el Moderno. Un sonido increíble, una cercanía que aún me pone los pelos de punta. El fantástico ‘Little heart attacks’ sonando…El teatro, lleno hasta la bandera, con el público pegado a sus paredes… Es sólo un recuerdo pero no el único que me viene a la mente ahora, cuando el coqueto teatro Moderno, en pleno centro de Guadalajara, ha cerrado sus puertas.

Otro recuerdo: el concierto de los catalanes Sidonie… lleno, de nuevo, hasta la bandera, el público bailando sin parar, apostado en paredes, sentado en el suelo…una fiesta. Recuerdo películas en versión original, escolares nerviosos detrás del telón a punto de salir a escena por primera vez, profesores ilusionados. También sesiones golfas del Arcipreste, entregas de premios, montajes de sesión oficial que no tenían cabida en el Buero, conversaciones con miembros de ATA, la asociación teatral alcarreña, motor y organizadores de un buen festival que ha pasado, lamentablemente, también a la historia.

Recuerdo pre-estrenos de obras que luego giraron por el país, como la adaptación teatral de la película ‘Closer’, con Belén Rueda a la cabeza. El equipo usó el Moderno para sus ensayos y el pre-estreno antes de desembarcar en Madrid. A mi mente vienen también niños, muchos, que disfrutaban aprendiendo a ser espectadores de cine con criterio, gracias a la Linterna Mágica.

Y sensaciones: las ganas de ver a Russian Red –Lourdes Hernández presentaba su debut ‘Cigarettes’- y mi garganta seca cuando esta madrileña abrió su boca. Cortesía del festival Panorámico Musical, que programó en el Moderno varios conciertos. También recuerdo la amabilidad de Loli, siempre atenta a todo: en la taquilla, en los pasillos, facilitando las cosas a la prensa…

El Moderno me trae buenos recuerdos pero también sinsabores: su cierre me parece injusto. Especialmente para su público. El Moderno no es un teatro más, es el teatro con mayúsculas, una casa de cultura para el pueblo, un ateneo, el único espacio para que las muchas asociaciones culturales de la ciudad puedan mostrar su talento, el teatro en el que los niños disfrutaban y aprendían, el cine del centro –el único tambíen- al que ir para ver un tipo de películas que difícilmente podías ver en tu ciudad si no querías ir a Madrid, el teatro de las pequeñas cosas, el escenario donde compañías guadalajareñas y castellano-manchegas podían mostrar lo que hacen, en su tierra, en su casa. Un teatro que llenaba sus sesiones infantiles los domingos –muchos niños se quedaban fuera porque sus 200 butacas estaban ocupadas-, con precios más que asequibles… un teatro de todos, para todos.

Decir que la crisis tiene la culpa de su cierre me parece una excusa fácil. Recurrente en estos tiempos que corren, donde la palabra recortes suena ya hueca. La cultura no morirá nunca, aunque se cierren teatros, pero hay que reflexionar sobre la utilidad de los espacios culturales. El Moderno es un teatro de titularidad regional. Depende, por tanto, de la Junta de Comunidades. Su coste, según datos aportados desde Toledo, supera los 50.000 euros al año. Puede ser mucho o poco, según como se mire, según la importancia que se quiera dar a todo lo que el Moderno aporta, también desde el punto de vista empresarial, porque son muchas las compañías que si no enseñan sus montajes, tendrán que ‘cerrar’, como cualquier empresa.

Entiendo que una administración pública está para gestionar lo público y para escuchar también lo que el público, la sociedad, pide y/o necesita. No son más que representantes de los ciudadanos, por lo tanto, al menos habrá que sentarse a hablar con ellos, a buscar soluciones que ambas partes apoyen. Decir que la crisis obliga a… suena a lo de siempre.

La gran virtud del teatro Moderno es que era una gran casa de la cultura. No sólo ofrecía cultura, también la generaba –dentro de su propio entorno, desde la calle-. Por eso, ya nada volverá a ser igual si una empresa privada se encarga de la gestión del espacio. Se ofrecerá cultura, no lo dudo, pero se perderá mucho, a no ser que se busque una fórmula que no deje al margen parte de la actividad que tenía el Moderno. Y una última reflexión: si el teatro cierra, no habrá cultura que gestionar. Entonces ¿para qué se necesitan gestores públicos? Habrá que recortar…

El futuro de la comarca de Molina

La manifestación transcurrió por el Paseo de los Adarves.// Foto: M.P.

Por Marta Perruca

El 11 de mayo de 2011 un terremoto sacudió la localidad murciana de Lorca, dejando a sus espaldas diez víctimas mortales e importantes daños materiales. El 16 de julio de 2005 un incendio calcinó más de 13.000 hectáreas de monte en el Ducado de Medinaceli y causó la muerte a 11 trabajadores de un retén.

Algo después de un año, el pasado 12 de julio, y fruto de la catástrofe murciana, se abrían las puertas del Parador de Lorca. En las mismas circunstancias de desastre se comprometía una infraestructura turística similar para la comarca de Molina de Aragón hace siete años, pero a pesar de que todo está dispuesto, y de que el mismísimo presidente del Gobierno se ha comprometido a ejecutar este parador durante la presente  legislatura, eso sí, con algunos ajustes en sus dimensiones, las obras siguen sin arrancar.

Debido a mi condición de molinesa y, teniendo en cuenta los últimos acontecimientos que tuvieron lugar el pasado sábado, 18 de agosto, en forma de una multitudinaria manifestación, no podía inaugurar los jueves de “El Hexágono” sin hablar de esta comarca deprimida.

La lluvia hizo su aparición durante el acto reivindicativo.//Foto: M.P.

Desde mi punto de vista, la convocatoria de La Otra Guadalajara, la Coordinadora de Asociaciones del Movimiento Civil de la Comarca de Molina y la Comunidad del Real Señorío para reclamar el inicio de las obras del Parador y en contra de los recortes de la Junta, marcó un hito importante en la historia de Molina.

Primero, porque a esta cita volvieron a acudir unidas todas las fuerzas políticas con presencia en el Ayuntamiento molinés  (PP, PSOE, IU e IpM), con la diferencia de que el portavoz del PP, Jesús Herranz, lo hacía ahora en calidad de alcalde, tras la dimisión del primer edil socialista, David Pascual, y a pesar de que muchas de las premisas que se defendieron atentan contra los intereses de la Ejecutiva provincial y regional de su partido.

El otro hecho importante tiene que ver con la participación. La comarca nunca se había unido antes por un fin común hasta que, hace tres años, la Coordinadora se constituyó para organizar una cita reivindicativa por el futuro de la comarca, que ha tenido sus replicas durante los años posteriores. En mi opinión,el número  de asistentes no es tan importante como el hecho de que los distintos municipios de la comarca, a pesar de su dispersión geográfica y del chaparrón que cayó aquella tarde, acudieran “todos juntos por una comarca viva” como gritaban en años anteriores, esta vez bajo los lemas “Recortes aquí ¡No!” y “Todos juntos: ¡Parador ya!”

No es de extrañar, teniendo en cuenta que algunos de los recortes, que se aproximaban amenazantes, no llegaron a materializarse, como es el caso de la supresión de la UVI Móvil o de los juzgados, probablemente por las protestas que estas medidas han suscitado en la zona. No pueden decir lo mismo la escuela rural, las urgencias en algunos de los municipios y el cuerpo de extinción de incendios forestales, entre otras cosas.

El otro día hablaba con una amiga que vive en uno de los pueblos de esta comarca, no importa su nombre, solo diré que se trata de un municipio con más de un centenar de vecinos empadronados, en una zona en la que la densidad no llega a los dos habitantes por kilómetro cuadrado. Esta amiga me comentaba que la escuela, con ocho alumnos matriculados, se ha librado finalmente de la tijera del Gobierno regional, pero que, sin embargo, han cerrado la guardería y el centro de Internet.

Como la gran mayoría de los vecinos de esta comarca, mi amiga considera que recortar en el medio rural es dejar a los pueblos sin nada. Suprimir determminados recursos en la capital puede pasar incluso desapercibido, o se puede suplir su carencia con los que todavía permanecen activos. Cerrar servicios en los pueblos significa dejar a sus vecinos sin lo único que tienen.

Un momento de la lectura del manifiesto.//Foto: M.P.

Según el manifiesto que se leyó al término del acto, impedir los recortes supone el mantenimiento de los pueblos de esta comarca, mientras que el Parador es su futuro.

La comarca está agraviada por los continuos atrasos y las promesas incumplidas. Sin embargo, considero que, aunque sin duda el Parador traería unos puestos de trabajo vitales para esta zona, de nada servirá si la comarca entera no se pone las pilas: Si los municipios no se preparan para recibir a los futuros visitantes; si las empresas de turismo no echan mano de toda su creatividad para poner a disposición del turista los muchos encantos de nuestra tierra; si la hostelería no se pone a la altura; o si los comercios no están dispuestos a practicarse un lavado de cara y a ampliar sus horarios.

De nada servirá contar con una infraestructura de estas características si Molina no puede nutrirla con trabajadores formados en Hostelería, una asignatura que el Consistorio tuvo en cuenta cuando empezó a rehabilitar la antigua residencia de estudiantes como Escuela, pero que se quedó «en agua de borrajas» por falta de financiación.

Molina no tendrá atractivo para los usuarios del Parador si las calles de su cabecera no se adecentan, y si no existen emprendedores dispuestos a nutrir los bajos de las vetustas casas del casco con pequeñas tiendas de artesanía, por ejemplo, tabernas o terrazas que hagan agradable el paseo.

No basta con que las administraciones apuesten por la comarca. Los molineses tenemos que creer en nuestro potencial, tenemos que convencernos de que tenemos un futuro.

Menos leña al fuego

Cospedal, durante el incendio en el Parque Nacional de Cabañeros / Foto: JCCM.

Por Rubén Madrid

Otro verano de pertinaz sequía y Guadalajara vuelve a arder por sus cuatro puntos cardinales: Alcarria, Campiña, Serranía y, sobre todo, Señorío de Molina. Era de esperar, pero al menos estábamos mejor preparados que nunca. Por vez primera los forestales habían estado limpiando el monte durante todo el año.

Dijo el otro día la consejera María Luisa Soriano que en lo que llevamos de 2012 ha habido unos 280 incendios en la región, más otros 700 conatos. Un conato es eso: abortar unas llamas cuyo indicio adquiere la categoría de incendio si no se ataja a tiempo. Su balance, por tanto, era positivo: «no podemos luchar contra las condiciones, pero sí podemos estar alerta y poner todos los medios para proteger los montes».

Hasta aquí, todo bien, en un verano en el que hemos revivido la tragedia de La Riba con su incendio de 2005 y el triste balance de responsabilidades penales: un único condenado a sólo dos años de cárcel por encender una barbacoa que se escapó de su control. La consecuencia ya la saben: once muertos y unas 13.000 hectáreas quemadas.

Frente a las más que razonables dudas que arrojaron la gestión política y la respuesta técnica ante aquella catástrofe, los actuales responsables de la Junta, encabezados por la presidenta regional Cospedal y la provincial Guarinos -que hizo de La Riba una batalla personal- se han empeñado en demostrar que tienen un modo muy diferente de reaccionar ante la declaración de un incendio en un lugar alejado de las capitales y alimentado por condiciones meteorológicas muy adversas.

Tanto Cospedal como Guarinos se trasladaron en plena faena hasta Chequilla, en el que ha sido el incendio más peliagudo de este verano. Está bien acercarse hasta el fuego para sentir el chasquido de las ramas y dar a entender que importa lo que está pasando; y es de rigor tirarse al monte con la vara para amenazar a los pirómanos y los negligentes con penas más duras por arrasar con el patrimonio natural de todos y poner en riesgo la vida de las gentes de estos siempre maltratados pueblecitos.

Todo esto está muy bien, claro, pero ante todo hay que pasar de la forma al fondo y creerse los discursos. Y nadie pone «todos los medios» en la lucha contra el fuego, utilizando la expresión de la propia consejera, si recorta precisamente los medios disponibles, da un paso atrás en las condiciones de trabajo de los profesionales y mengua los recursos materiales y humanos en la lucha contra un enemigo que se alía tan bien con las desgracias, que nunca vienen solas.

La propuesta de reducción de plantilla a través de un ERE -así la dieron a conocer inicialmente los sindicatos- o de variación de contratos en Geacam sin despidos, pero donde, en todo caso, durante una cuarta parte del año no habrá limpieza de los montes, jamás será un avance (al fin se había logrado tratar el monte los doce meses del año) ni supone poner «todos los medios».

El mejor combate contra el fuego, lo dicen los expertos una y otra vez, se lleva a cabo en invierno. La mejor política contra incendios no pasa por subirse al helicóptero para trasladarse hasta el frente para insuflar ánimos a la tropa y serenar a la retaguardia. No hay mejor dispositivo contra el fuego que el que jamás tiene lugar. Conviene echarle menos leña al fuego y hacer caso del refranero: no se quemará quien no juegue con fuego.