
Mateo Garralda fue el elegido para sustituir a Bolea al frente del Quabit. // Foto: http://www.as.com
Por Roberto del Barrio
En el último Hexágono del año, me veo obligado a mirar hacia atrás y desempolvar los recuerdos de los últimos 365 días. Se va un 2012 convulso a nivel nacional, agónico en lo económico en todos los sectores. Obviamente, también en el deporte. Me es imposible no pensar que esta maldita crisis ha coincidido en el tiempo con la que podría haber sido una época dorada del deporte alcarreño. Con el Depor en Segunda División y el Quabit en Asobal como punta de lanza, prácticamente toda la estructura inferior ha quedado destruida. Como poco, herida de muerte.
El paso del tiempo no me hace olvidar las desapariciones del C.B. Guadalajara y el añorado Gestesa, protagonista no hace tanto en la División de Honor de fútbol sala. Me pregunto: ¿Podrían haber convivido ambos con los equipos de fútbol y balonmano en categorías punteras? Quiero creer que sí. No se me escapa que todo aquel boom deportivo desligado del patrocino de la construcción fue excesivo al inicio del milenio, quizá irreal, pero tampoco que, de forma más racional y con una gestión apropiada, hubiera sido posible.
De hecho, pese a las vacas flacas, Guadalajara disfruta de su mejor momento en el deporte rey, con un Deportivo instalado en el fútbol profesional. Eso sí, el club alcarreño ha aterrizado en la élite con el paso cambiado respecto al entorno económico que, de ser otro, le hubiera propiciado algunos beneficios evidentes. Seguramente, en un escenario de bonanza el Pedro Escartín hubiera sufrido una profunda remodelación o se hubiera construido un estadio nuevo a la altura de la categoría. Un impulso que no se ha podido coger -ni se espera- por las gigantes inversiones necesarias, ahora mismo utópicas tanto para la iniciativa privada como para las instituciones (las fuerzas políticas de Guadalajara, las actuales y las pasadas, sabrán en conciencia si hicieron todo lo posible por conseguir una nueva instalación como sí lograron en Cuenca y Puertollano, por ejemplo).

El CEBA ha vuelto a acercar la LEB Plata a Guadalajara. // Foto: http://www.basquetbalear.com
Pese a esa circunstancia, el Depor lucha por optimizar sus pequeños recursos, como lo hace el Quabit, que parece haber subido un escalón en la Liga Asobal. El club decidió dar un giro a su propuesta el pasado verano con la destitución de Fernando Bolea y el nombramiento de Garralda como entrenador. La apuesta está rescatando buenos resultados -el equipo marcha octavo en la tabla-, sustentada también en una competición debilitada que ha disparado las distancias entre los dos gigantes -Barcelona y Atlético de Madrid- y el resto de los mortales.
Son los dos grandes supervivientes de un año en el que Guadalajara ha seguido perdiendo presencia en el fútbol sala (Alamín y U.D. Guadalajara renunciaron a la Segunda B en la que sí permanencen Azulejos Brihuega y Sigüenza F.S.) y en el baloncesto femenino, en el que el C.B. Íber tampoco ha podido resistir en categoría nacional. Por contra, los amantes de la canasta han recibido al Guadalajara Ciudad de Congresos (CEBA), un equipo vinculado al MAD-CROC Fuenlabrada de forma absoluta que, al menos, aunque de forma muy poco sentimental, ha devuelto la LEB Plata a la capital.
Pero no me olvido de los humildes que siguen en la lucha: del esfuerzo del Azuqueca y el Marchamalo en Tercera División (con una nueva presencia en el play-off de los rojinegros), del Basket Azuqueca en la Liga EBA de baloncesto o de los retos siempre brillantes del Club Alcarreño de Salvamento y Socorrismo y el Club Atletismo Unión Guadalajara (Hummel-Hullera). También de los que se dejan la piel por promocionar el deporte entre los más jóvenes y en cualquier rincón con judo, taekwondo, ajedrez, natación o cualquier otra disciplina. En estos momentos, todos luchan contra la ausencia de apoyos y merecen todo el reconocimiento del mundo. Siguen sobreviviendo pese a todo y contra todo. Vendrán tiempos mejores, supongo…