2012, el año de la supervivencia

 Mateo Garralda fue el elegido para sustituir a Bolea al frente del Quabit. // Foto: www.as.com

Mateo Garralda fue el elegido para sustituir a Bolea al frente del Quabit. // Foto: http://www.as.com

Por Roberto del Barrio

En el último Hexágono del año, me veo obligado a mirar hacia atrás y desempolvar los recuerdos de los últimos 365 días. Se va un 2012 convulso a nivel nacional, agónico en lo económico en todos los sectores. Obviamente, también en el deporte. Me es imposible no pensar que esta maldita crisis ha coincidido en el tiempo con la que podría haber sido una época dorada del deporte alcarreño. Con el Depor en Segunda División y el Quabit en Asobal como punta de lanza, prácticamente toda la estructura inferior ha quedado destruida. Como poco, herida de muerte.

El paso del tiempo no me hace olvidar las desapariciones del C.B. Guadalajara y el añorado Gestesa, protagonista no hace tanto en la División de Honor de fútbol sala. Me pregunto: ¿Podrían haber convivido ambos con los equipos de fútbol y balonmano en categorías punteras? Quiero creer que sí. No se me escapa que todo aquel boom deportivo desligado del patrocino de la construcción fue excesivo al inicio del milenio, quizá irreal, pero tampoco que, de forma más racional y con una gestión apropiada, hubiera sido posible.

De hecho, pese a las vacas flacas, Guadalajara disfruta de su mejor momento en el deporte rey, con un Deportivo instalado en el fútbol profesional. Eso sí, el club alcarreño ha aterrizado en la élite con el paso cambiado respecto al entorno económico que, de ser otro, le hubiera propiciado algunos beneficios evidentes. Seguramente, en un escenario de bonanza el Pedro Escartín hubiera sufrido una profunda remodelación o se hubiera construido un estadio nuevo a la altura de la categoría. Un impulso que no se ha podido coger -ni se espera- por las gigantes inversiones necesarias, ahora mismo utópicas tanto para la iniciativa privada como para las instituciones (las fuerzas políticas de Guadalajara, las actuales y las pasadas, sabrán en conciencia si hicieron todo lo posible por conseguir una nueva instalación como sí lograron en Cuenca y Puertollano, por ejemplo).

El CEBA ha vuelto a acercar la LEB Plata a Guadalajara. // Foto: www.basquetbalear.com

El CEBA ha vuelto a acercar la LEB Plata a Guadalajara. // Foto: http://www.basquetbalear.com

Pese a esa circunstancia, el Depor lucha por optimizar sus pequeños recursos, como lo hace el Quabit, que parece haber subido un escalón en la Liga Asobal. El club decidió dar un giro a su propuesta el pasado verano con la destitución de Fernando Bolea y el nombramiento de Garralda como entrenador. La apuesta está rescatando buenos resultados -el equipo marcha octavo en la tabla-, sustentada también en una competición debilitada que ha disparado las distancias entre los dos gigantes -Barcelona y Atlético de Madrid- y el resto de los mortales.

Son los dos grandes supervivientes de un año en el que Guadalajara ha seguido perdiendo presencia en el fútbol sala (Alamín y U.D. Guadalajara renunciaron a la Segunda B en la que sí permanencen Azulejos Brihuega y Sigüenza F.S.) y en el baloncesto femenino, en el que el C.B. Íber tampoco ha podido resistir en categoría nacional. Por contra, los amantes de la canasta han recibido al Guadalajara Ciudad de Congresos (CEBA), un equipo vinculado al MAD-CROC Fuenlabrada de forma absoluta que, al menos, aunque de forma muy poco sentimental, ha devuelto la LEB Plata a la capital.

Pero no me olvido de los humildes que siguen en la lucha: del esfuerzo del Azuqueca y el Marchamalo en Tercera División (con una nueva presencia en el play-off de los rojinegros), del Basket Azuqueca en la Liga EBA de baloncesto o de los retos siempre brillantes del Club Alcarreño de Salvamento y Socorrismo y el Club Atletismo Unión Guadalajara (Hummel-Hullera). También de los que se dejan la piel por promocionar el deporte entre los más jóvenes y en cualquier rincón con judo, taekwondo, ajedrez, natación o cualquier otra disciplina. En estos momentos, todos luchan contra la ausencia de apoyos y merecen todo el reconocimiento del mundo. Siguen sobreviviendo pese a todo y contra todo. Vendrán tiempos mejores, supongo…

Recortando, que es gerundio

Julio Martínez, periodista.

Julio Martínez, periodista.

Por Julio Martínez *

De un tiempo a esta parte, estoy atemorizado. Sobre todos los viernes, cuando nuestra vicepresidenta, Soraya Sáez de Santamaría, se dirige a la nación. Algunos, por los recortes, la denominan jardinera, otros, podadora. Pero lo que nadie sabe predecir es por dónde va a meter la motosierra. Todos los sectores han pasado por sus manos. Educación, sanidad, inmigrantes, funcionarios, jubilados, dependientes, infraestructuras, medio ambiente… Me quedo sin resuello al recordar la lista. Unas decisiones tomadas en aras de una austeridad que nadie comprende y para dar confianza a unos etéreos mercados, cuya comprensión es más propia de Iker Jiménez que de los ciudadanos de a pie, como usted y como yo.

Sin embargo, el Gobierno de España no va solo en este camino. Muchas Comunidades Autónomas le están siguiendo la estela. Aquí, en Castilla La Mancha, tenemos a su alumna aventajada: María Dolores de Cospedal, a la que no se le ha movido la peineta ni un milímetro cuando se ha enfundado el traje leñadora y se ha puesto pegar hachazos al Estado de Bienestar. Las medidas de nuestra presidenta han sido, ante todo, injustas, debido a que no han afectado a todos por igual. Porque, ¿alguien sabe que la dotación económica para altos cargos en la región se ha incrementado en el último año? Yo, así, también soy austero.

Mientras tanto, los que menos tienen han de soportar lo más crudo de la acción ejecutiva regional. Aumento de ratios y de horas lectivas a profesores, bajada de sueldo a todos los funcionarios, reducción de ayudas a la dependencia, despido de interinos… Estas son algunas de las medidas que se han aprobado en Fuensalida. Eso sin olvidar decisiones tan controvertidas como la suspensión de un mes de empleo y sueldo al profesor de El Casar que informó por escrito a sus alumnos sobre las razones que le llevaron en marzo de este año a secundar la huelga convocada por los sindicatos. Una actitud, la del docente, que por mucho que les pese a los gestores autonómicos, puede encuadrar dentro de la redacción del artículo 20.1 de la Constitución, relativa a la libertad de expresión y de cátedra.

Todos estos recortes, que, como se ve, también afectan a la democracia, se están dejando notar de forma pronunciada en las zonas rurales de Guadalajara. Un claro ejemplo de ello son el cierre de las aulas escolares con menos de 10 alumnos –hasta ahora el mínimo estaba fijado en cuatro estudiantes– o la clausura de los servicios de Urgencias de varios centros de salud.

Decisiones como éstas no sólo van a suponer la estocada definitiva a una zona que, de por sí, ya se encontraba escasa de servicios, sino que también se incrementará el peligro ante cualquier eventualidad médica que se produzca fuera de los horarios de atención ordinaria. De acuerdo a la orden publicada por la Consejería de Sanidad y Asuntos Sociales el 17 de octubre de 2012, las tarjetas sanitarias pertenecientes a los centros de Hiendelaencina y Tamajón, hasta ahora con atención las 24 horas, pasarán a depender, en caso de dolencia sobrevenida, de los complejos de Atienza y Cogolludo, respectivamente. Una medida que supondrá un incremento en los traslados en casi una hora, por unas carreteras que, en invierno, suelen estar expuestas a copiosas nevadas y fuertes heladas.

Además, el ahorro de estas medidas no es tanto y el beneficio de mantenerlas es mucho. De hecho, la población de la Sierra no desea ni una universidad en cada pueblo, ni que el AVE llegue a cada una de las fuentes viejas que existen en la zona. Hace unos días, hablaba con una emprendedora de Bustares y me decía que lo que solicitan es que, solamente, se mantengan los servicios con los que contaban hasta ahora. Nada más. Y precisamente en esta conservación me vino a la cabeza la campaña que desarrollaron Mario González y José María Bris hace unos años, en favor de mayores inversiones para la serranía.

Pero ahora, que gobierna Cospedal, ¿dónde se han quedado sus reclamaciones?

 * Julio Martínez es, en la actualidad, colaborador de diversos medios digitales como Guadaque.com, Culturaenguada.es y La Plazuela. A lo largo de su carrera ha pasado por diferentes medios escritos como radiofónicos de la provincia alcarreña como Nueva Alcarria, Noticias Guadalajara, Guadalajara Dos Mil, Ser Guadalajara, Punto Radio; así como por la Agencia Aragonesa de Noticias. Además, a día de hoy, se encuentra cursando estudios para especializarse en ‘Historia de la prensa mexicana’ en la Universidad de Salamanca.

La que se avecina

María Dolores de Cospedal e Ignacio González, presidentes de Castilla La Mancha y Comunidad de Madrid respectivamente. // Foto: estrelladigital.com

La presidenta de Castilla La Mancha, María Dolores de Cospedal, y su homólogo en la Comunidad de Madrid, Ignacio González. // Foto: estrelladigital.es

Por Yago López

Dice el refranero que cuando veas las barbas de tu vecino cortar pongas las tuyas a remojar. Pues ya pueden empezar los habitantes de Castilla La Mancha a echarse a temblar viendo lo que está sucediendo en la Comunidad vecina de Madrid, cuyo equipo de Gobierno parece haberle tomado ventaja a Cospedal en eso de privatizar los servicios públicos esenciales. Pero estas mismas medidas, que ya se han producido aquí a pequeña escala, se aplicarán con la misma intensidad o mayor que en Madrid más temprano que tarde, ya lo creo que se aplicarán.

Esta semana, los sucesores de Esperanza Aguirre se han pasado de nuevo por el forro el clamor popular en defensa de la sanidad pública, las continuas huelgas y manifestaciones -con un más que notable seguimiento- del sector sanitario, y han aprobado, sin admitir una sola enmienda de la oposición, lo que han venido a denominar Ley de Acompañamiento de los Presupuestos Regionales de la Comunidad de Madrid.

Dicha Ley incluye en su contenido un Plan de Sostenibilidad Sanitaria que, simple y llanamente, da miedo. De primeras da vía libre a la privatización de golpe y porrazo de seis hospitales y 27 centros de salud de la región. Casi nada. Medida que responde a la necesidad, dicen desde el Gobierno, de abaratar el gasto sanitario en la Comunidad ante la imposibilidad de sostenerlo con los ingresos actuales. Miren a ver si no les suena el discurso y apuesten conmigo cuánto tiempo tardará en seguir este camino el consejero Echániz. Yo creo que es cuestión de meses, si no de semanas.

En ambas comunidades ocurre que en demasiadas ocasiones el discurso del ahorro se cae por su propio peso y deja ver a las claras que más que medidas de austeridad, obligadas por la nefasta situación económica de las administraciones, de lo que se trata es de aplicar recetas claramente ideológicas al amparo del paraguas de la crisis. No se entiende si no cómo es posible que ni el propio consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid, el señor Fernández-Lasquetty, supiera responder, ni siquiera de manera aproximada, la cuantía que se pretende ahorrar con estas privatizaciones, una semana antes de aprobarlas en la Asamblea.

Una circunstancia común en estas dos regiones, donde sus Ejecutivos están dilapidando el sistema de bienestar socialdemócrata construido en las últimas tres décadas, a base de aplicar medidas propias de un liberalismo salvaje en nombre de una recuperación económica que, a pesar de las promesas, cada día que pasa parece más lejana.

Todo este embrollo deja una pregunta fundamental. ¿Quién sale beneficiado y quién perjudicado con estas privatizaciones? En el último punto parece claro que el ciudadano. Por mucho que se empeñe el PP en asegurar que la sanidad seguirá siendo pública, con patéticos vídeos promocionales realizados con pésimo gusto por sus Nuevas Generaciones, lo cierto es que no será así ni por asomo.

Hago un inciso para hablar del vídeo en cuestión, donde una mujer saca una tarjeta de crédito para pagar la consulta y un médico le mira como pensando “hay que ser palurda e idiota”, mientras en un tono paternalista le dice “no señora, es la de siempre”. Todo ello envuelto en una estética abominable que no alcanza ni la categoría de cutre. Un ataque masivo contra los sentidos, incluido el común.

Después de pedirles que intenten olvidar para siempre este vídeo si han tenido la valentía de pinchar en el enlace retomo el porqué no será pública la sanidad si se privatiza su gestión. Lo fundamental es que pasará de ser un servicio al ciudadano con cargo a sus impuestos a ser un negocio. Y como todo negocio que se preste persigue un beneficio. Y ése es el quid de la cuestión, por mucho que se quiera desviar la atención poniendo el foco en nimiedades.

Una gerencia en un hospital público debe velar por dar un servicio al ciudadano lo más eficiente posible haciendo uso de los recursos que están a disposición del centro en función de las necesidades del paciente. Sin embargo, en una gestión privada lo interesante para la empresa adjudicataria es dar el servicio mínimo requerido con el objeto de sacar el mayor beneficio posible. Atenderán  a los pacientes que vengan con un resfriado, pero lo harán un poco más rápido, ¿o creen que no aumentarán a los médicos la presión asistencial? Pero eso no es lo peor. Para que les hagan una radiografía deberán ir con el brazo colgando y si tienen una enfermedad que requiera un tratamiento largo y costoso mejor que no piensen mucho en que a la empresa encargada de su atención le vendría mejor, económicamente hablando,  que se muriera.

Las pequeñas cosas

La puerta, lo poco que queda de una vieja casa en un 'pueblo negro'.//Foto: C.Jordá.

La puerta, lo poco que queda de una vieja casa en un ‘pueblo negro’.//Foto: C.Jordá.

Por Elena Clemente

Antolín busca el suelo más firme posible para levantar un muro sin cemento ni hormigón. Muestra cómo se levantaban las típicas parideras en los pueblos de la arquitectura negra y dorada. A golpe de martillo, rellenando con piedras falsas, la antigua construcción que servía de guarda de ganado para nuestros bisabuelos, llega hasta nuestros días como ejemplo de lo que significó y significa esta arquitectura para la comarca pero también como muestra de lo que se puede perder si la vida en los pueblos se hace cada día menos vida y más supervivencia.

Antolín es un vecino de toda la vida de unos de los pueblos con más renombre de la cara oriental de pico Ocejón, un mausoleo de piedra negra cuya ascensión es más que un premio y su postal, la que regala cada vez que llegas a su cumbre, una película imborrable.

Al otro lado del Ocejón, en otro pueblo con encanto, Miguel reconstruye con un amigo un muro de pizarra, un muro sin ningún tipo de mortero. En la construcción se aprovecha todo el material, sin desechar nada. Severino, a sus muchísimos años, cuenta a viva voz la historia de la iglesia de San Bartolomé, en Campisábalos: «estas iglesias miran a Italia, siempre al saliente», dice con sabiduría popuular, la que sólo da los años.

Los tres protagonizan algunos de los videos de una iniciativa original que lucha por el mantenimiento de la comarca. Son empresarios de turismo rural, que se han reunido en viajandoporlospueblosnegros.blogspot.com.es

Los pueblos se llenan de vida y de futuro con gente que enseña las tradiciones, que cree que vivir en la naturaleza y no en la ciudad es todavía posible. Quienes hacen las cuentas, quizás lo saben, pero es tiempo de crisis, que todo lo disculpa. En los Presupuestos para 2013 de Diputación, los planes provinciales se reducen a la mitad respecto a 2012, las obras hidráulicas descienden hasta en un 70% y el convenio para arreglar caminos rurales solo refleja la mitad de lo que se tenía que consignar. Es el pan de cada día para los pequeños pueblos de la provincia, esos lugares de las pequeñas cosas, de las cosas cotidianas. No debe sorprender, si cada vez más, asistimos al decrecimiento de una provincia, sin núcleos con población.

La reducción de la deuda con los bancos, que roza el 120%, es -no hay duda- un lastre que es importante zanjar, pero es más vital, sin duda, invertir en esas pequeñas cosas de la vida -llámese transporte escolar o red de canalización- porque siguen siendo prioritarias las gentes antes que los bancos.

Por eso, cuesta entender que el porcentaje destinado a inversiones para el próximo año -no llega ni al 20%- sea inferior al porcentaje de la amortización de la deuda. «Lo que más molesta es pagar la hipoteca de la casa; tomar una caña, se disfruta más», reflexiona el diputado de Hacienda, Lorenzo Robisco, para explicar el montante dedicado a menguar el déficit de la institución.

Sí, tiene razón. Pero: ¿de qué sirven las casas sin inquilinos? La inversión nunca ha de entenderse como un gasto sino precisamente como lo que es: una inversión, una siembra.

«No al exterminio de la comarca de Molina»

Imagen de la planta de biomasa de Corduente. // Foto: Guadaque.com

Por Marta Perruca

Hace unos días estaba decidida a dejar aparcadas todas mis preocupaciones cotidianas hasta el 7 de enero: sumirme en una especie de paréntesis y disfrutar de mi familia y mis amigos entre burbujas de champán, turrones y polvorones. Tenía el firme compromiso de ser feliz, al menos durante este periodo de tiempo, porque creo que tengo motivos para ello, a pesar de todo. Supongo que, como yo, muchos otros empezarían estas vacaciones con ese mismo  propósito, pero después de estos primeros días navideños y de que no nos ha tocado un duro en la lotería, he comprendido que es una empresa harto complicada.

Escuchaba ayer en la radio el mensaje navideño de nuestra presidenta del Gobierno en la Junta, María Dolores de Cospedal, convencida de que nuestros esfuerzos no van a caer en saco roto y de que los desempleados de esta comunidad autónoma, pronto van a poder conseguir un empleo, porque ese es su principal compromiso. Habrá que verlo, porque la realidad de estos tiempos, al menos en mi pequeño pueblo, ya sabéis, Molina de Aragón, es muy distinta.

Como marca la tradición, acudía a las hogueras que se encienden en distintos puntos de la ciudad en la víspera de Navidad pero, a diferencia de otros años, no se escuchaban los villancicos, ni las risas y las chanzas de los molineses, que en otros tiempos empezaban con alegría estos días festivos, tocados con el gorrito de Papá Noel y pertrechados con panderetas, zambombas y botellas de anís. Tampoco encontré la algarabía de costumbre en los bares que, por el contrario, se lamentaban de los estragos de la crisis y, tras la tradicional cena de Nochebuena, eran escasas las felicitaciones. Bueno, la verdad es que cuando yo digo eso de “¡Feliz Navidad!”, tampoco es que me lo crea mucho.

Una de las hogueras que se encendió en Molina de Aragón en Nochebuena. // Foto: M.P.

Una de las hogueras que se encendió en Molina de Aragón en Nochebuena. // Foto: M.P.

Desde luego, no me extraña nada. Y es que no pasa semana sin que esta comarca reciba un nuevo varapalo. A los despidos de Geacam en los montes; los de los interinos, que han afectado de manera especial a esta zona; al cierre de escuelas rurales; al traslado de la ambulancia al Pobo de Dueñas; a  la eliminación de las urgencias del centro de salud de esta localidad; la clausura de los centros de interpretación etc., se suma ahora el cierre de la planta de biomasa de Corduente,  que deja en la calle a 13 trabajadores y afecta a otros diez puestos de trabajo indirectos.

Tan solo tres años se ha mantenido en funcionamiento esta planta, propiedad de Iberdrola, que se abría en 2009 como uno de los compromisos de la Junta tras el monstruoso incendio de julio de 2005,  con la expectativa de generar 250 puestos de trabajo en esta zona deprimida. Uno de los pocos que se veían satisfechos, porque parece que aquí ya puede desatarse un huracán, temblar la tierra, caer un meteorito o llover sapos y culebras, que nadie acudirá a rescatarnos cuando, una vez se desencadene la tragedia, nos encontremos indefensos contemplando el panorama desolador que ha dejado. Lo único que hemos recibido, a pesar de los beneficios que se han obtenido con la venta de la madera son promesas vacías. Si no, ¿dónde está el parador?, ¿dónde, la autovía hasta Monreal del Campo?

A veces pienso que tenemos que felicitarnos de que nuestra población esté envejecida, porque gracias a nuestros mayores, jubilados y pensionistas, muchas familias pueden poner un plato sobre la mesa.

Con un tejido industrial casi inexistente -esta comarca se alimenta del sector servicios, en menor medida, de la agricultura, y de los puestos que hasta hace poco aseguraba la Administración- esa veintena de empleos, que desaparecerán con este año, suponen un duro golpe para la zona.

Afirman que nunca fue rentable, que cierra por pérdidas continuadas y que está pendiente de un estudio de viabilidad tras llevar a cabo una modificación técnica, para lo que no dan plazos, pero la realidad es que esta planta cierra siendo apenas un bebé, dejando una chimenea horrorosa en las mismas puertas del Parque Natural del Alto Tajo y al menos, a una veintena de trabajadores en la calle.

Al tiempo que se conocía la noticia surgían movimientos en las redes sociales para que los vecinos de esta tierra digan “No al exterminio de la comarca de Molina”. Visto lo visto, considero que sería demasiado ingenuo pensar que nos van a salvar ahora cuando nos han tenido tanto tiempo olvidados y postergados en una maraña de pepeleos, que se perderán en alguna mesa de despacho y me temo que no nos queda otra que pertrecharnos de entusiasmo y trabajar para hacer viable la vida en nuestros pueblos, para que nuestro futuro no se convierta en una quimera.

Os invito a disfrutar de estas fiestas, a ser felices y a aparcar los problemas durante unos días. Después de Reyes bien podremos empezar a levantarnos y a buscar una salida que dependa de quienes realmente hacen pueblo, comarca, provincia, país… porque desde luego, si tenemos que confiar en que se vean satisfechos los compromisos políticos de las altas esferas podemos ir firmando nuestra sentencia de muerte.

Libertad de expresión

periodistasPor Rubén Madrid

Hablaré de nosotros mismos, aunque sólo sea por un día. Había dudado entre abordar en mi artículo de hoy el efecto psicológico que necesariamente tendrá en Guadalajara la lluvia de millones a apenas diez minutos de aquí, con El Gordo en Alcalá de Henares; sobre la razón todavía incomprensible por la que las gentes de la cultura no han sido invitadas a un evento de primera magnitud como ha sido el X aniversario del Buero Vallejo (el enfado está corriendo entre bastidores) o si hacer un análisis serio (¿sería posible?) de ese vídeo navideño que algunos llaman ya «el teletienda de Cospedal».

Pese a todo, este compás de espera que han supuesto las últimas horas con el fin de semana, Nochebuena y Navidad, me ha decantado, por una vez y sin que sirva de precedente, por ofrecer algunas ideas que me andan rondando en la cabeza sobre el panorama periodístico, aprovechando que casi se puede decir que el artículo de esta semana me sitúa en el límite de la cesión de los honores del premio Libertad de Expresión a la compañera y amiga Beatriz Pariente.

Repasando la nómina de los últimos premios Libertad de Expresión, me ha llamado poderosamente la atención el nombre de algunos de los compañeros allí presentes y el destino trágico de muchos de sus medios. Que se han cerrado a marchas forzadas periódicos no es ninguna novedad. Que no siempre han sobrevivido los mejores medios ni los mejores periodistas, también. Y que dos de las ganadoras como Concha Balenzategui o Paz Ruiz Utrilla no estén ejerciendo a pleno rendimiento en una redacción… resulta sencillamente una privación tremenda e incomprensible para el periodismo de esta ciudad.

Resultan notables estos hechos, como también que ninguno de los seis galardonados sigamos en los medios donde escribíamos cuando fuimos premiados y que los cuatro últimos hayamos pertenecido a periódicos de papel que ya han desaparecido: La Tribuna cerró en esta provincia; Guadalajara Dos Mil desapareció dejando atrás treinta años de historia; El Día se ha reconvertido en un mal periódico regional; y Nueva Alcarria, de nuevo bisemanario, ha reculado y ya no acude cada día a los quioscos.

Beatriz Pariente, Premio Libertad de Expresión.

Beatriz Pariente, Premio Libertad de Expresión.

Este año 2012 resultará bochornoso porque ha dejado las hemerotecas tiritando, de modo que los historiadores del mañana, si siguen acudiendo a los papeles que amarillean en los archivos, se sorprenderán de la pobreza cultural de una provincia que en pleno siglo XXI no tenía ningún diario provincial. He dicho en multitud de ocasiones que el recurso a los digitales que ahora proliferan, en el mejor de los casos con plantillas escasísimas de personal que intentan cubrir la agenda como buenamente pueden, sólo es un parche, porque lo deseable serían redacciones amplias con periodistas siguiendo a fondo temas o parcelas de nuestra realidad. Por no hablar de otras cabeceras que nunca pisan la calle y cuyo mérito periodístico radica en que un señor posicione las noticias en Google y espere a que la información institucional le llegue al correo para colgar unas piezas con apariencia de noticias y pasar la factura a las instituciones, encantadas de su libertad de expresión en estas plataformas.

Me alegra, pese a todo, que el periodismo que gana premios sea, como ha vuelto a ocurrir, fruto de un laborioso trabajo de contraste de fuentes y seguimiento de temas, un modo de hacer que resulta incómodo cuando se hace bien. Los mejores periodistas que he conocido me han enseñado que algo marcha bien cuando nuestro trabajo da calambre y no deja indiferente a quienes detentan el mando de turno. Al fin y al cabo, es tremendamente normal que un periodista tenga algo de detective, algo de inspector y otro algo más de ‘métomentodo’.

Pese a todo, y como ha escrito Gabilondo en su muy recomendable libro de periodismo ‘El fin de una era’, los tiempos que corren aprietan la mordaza, todavía más en la prensa local. Recientemente han pasado por nuestras administraciones los manifiestos de la federación de asociaciones de periodistas (FAPE) recordando que «sin periodismo no hay democracia». Siempre me ha parecido un lema tan ambiguo como incompleto, porque, a decir verdad, tampoco el periodismo garantiza la democracia, si por periodismo tenemos los medios comprados por tipos como Aguirre o Bono; y por democracia, a estos dos iconos del poder político autonómico que, eso sí, arrasaban en las urnas.

Si a esto le añadimos otras prácticas tan comunes hoy por hoy como las amenazas y las llamadas al orden tras publicar una información, los impagos de las administraciones, los cambios de sección o despidos sugeridos desde los despachos, las negativas a facilitar información a la prensa, las ruedas de prensa sin preguntas (Cospedal volvió a hacerlo en el aniversario del Buero Vallejo) o las maniobras para dar publicidad a la carta… tenemos que, en realidad, el lema más atinado sería «sin democracia no hay periodismo».

Por eso, quienes aprietan la mordaza, aquellos que respaldan estas prácticas (y lo saben) harían bien en ser coherentes, no aprobar con su voto manifiestos que dicen lo contrario ni ocupar su asiento en los actos sobre libertad de expresión. También deberían no convocar premios que encarnen los valores de, por poner el caso más próximo, Manu Leguineche, premio que surgió de una presidencia que no predicaba precisamente con el ejemplo. O, al menos, cabría esperar que nos evitasen tener que escuchar la moralina de la libertad de expresión en sus discursos y en las felicitaciones al premiado. Al final, más pronto que tarde, acabamos por vernos las caras. Y no son las palabras, sino los hechos, los que nos retratan.

[Aprovecho para felicitar a la compañera Bea Pariente por su premio Libertad de Expresión. Si un galardón con el peso del nombre que este tiene sirve para reconocer algo más que un reportaje, y me gustaría pensar que sí, en su caso resulta del todo merecido: no es fácil encontrar a un compañero que reúna tantas condiciones profesionales y humanas, que haya construido una carrera periodística tan sólida e intachable sin armar ningún ruido y que tenga tan presente el compromiso con el señor que cada día (ahora, dos veces por semana) acude al quiosco para saber qué fue lo que pasó. Enhorabuena, Bea; y a ustedes, lectores, feliz Navidad y feliz 2013].

Oídos sordos

La marea verde en defensa de la Educación pública ha sido uno de los colectivos que más ha protestado contra los recortes. // Foto: La Crónica

La marea verde en defensa de la Educación pública ha sido uno de los colectivos que más ha protestado contra los recortes. // Foto: La Crónica

Por Abraham Sanz

La Navidad suele ser época de balances puesto que un año más está a punto de expirar. Es un momento de reflexión en el que dar cuenta de tanto lo que se ha hecho, como de lo que queda por hacer así como para comprobar aciertos y errores. Aunque sin duda, este año, si por algo se ha caracterizado es por la movilización social ante un Gobierno que ha decidido ponerse una venda en los ojos haciendo bueno el refrán de “ojos que no ven, corazón que no siente”.

2012 ha sido un año donde todos nos hemos hartado de hablar de primas de riesgo, de agencias de calificación, de economía, pero sobre todo de paro. Cifras de récord que atestiguan la existencia de una sociedad cada vez más empobrecida y cada vez más resignada a una suerte que ha hecho que, por ejemplo, en Guadalajara haya 5.000 parados más este año. Cifras que deberían atemorizar porque han surgido nuevos problemas como los injustos desahucios donde muchos han sido víctimas de los engaños de los bancos; y han rebrotado otros más antiguos como el hambre o la falta de recursos económico que han motivado que muchas familias deban recurrir a organizaciones sociales para conseguir pasar este trance.

Y para más inri, vemos como el Gobierno no sólo mira hacia otro lado cuando ve estas cifras; sino que ha decidido también reducir la prestación por desempleo bajo la premisa de que la gente no trabaja porque no quiere; la compensación que aporta el Fogasa a trabajadores procedentes de empresas que no pagan o que no pueden afrontar su, cada vez, más irrisoria indemnización; y aún está por ver que algún empresario, de menor envergadura que Díaz Ferrán, sea sancionado duramente por su lamentable gestión que llevó a muchos de sus trabajadores a la calle. Pero, luego, claro, echaremos la culpa a los sindicatos como nos pide algunos dirigentes en un mensaje que desafortunadamente llega a calar sin pensar en que gracias a estas organizaciones, muchos avances en temática laboral se lograron durante todos estos años.

Esta situación derivó en dos huelgas generales que no tuvieron el seguimiento deseado y posible, puesto que el miedo a posibles represalias en un mundo en crisis, les hizo ser no secundar mayoritariamente esta huelga, pero sí las posteriores manifestaciones en contra del camino de la política laboral del PP. Ambas fueron todo un éxito así como la multitud de convocatorias que se sucedieron diversos fines de semana del año para protestar contra la política de recortes popular.

La ola más intensa de protestas fueron provenientes de la marea verde en defensa de la Educación pública, un sector que está siendo totalmente vilipendiado por el Gobierno regional y que, en breve el ministro Wert terminará de rematarlo con su nueva ley de Educación. Mira si será importante este sector que cada Gobierno, en la historia de la democracia, ha modificado esta ley a su gusto cuando cualquier cambio en la misma debería surgir tras un gran pacto de Estado entre las fuerzas políticas mayoritarias.

Y los motivos de protestas no son pocos. Se termina la gratuidad de libros; aulas con cada vez más alumnos; menos profesores y menos apoyos para una educación más individualizada; menos medios y más exigencias; y cada vez un número más reducido de aulas rurales que no hace otra cosa que terminar con el último acicate que tenían algunos pueblos de volver a contar con la vida que tuvieron tiempo atrás. Por no hablar de la enseñanza gratuita de 0 a 3 años que, fue otra de las promesas que pasó a mejor vida y que hace que más de una familia se piense mucho no sólo en llevar sus hijos a las guarderías, sino en traerlos al mundo.

Ahora la marea ha cambiado de color y en vez de verde, es blanca y, aunque en Guadalajara su ola no ha llegado con intensidad, está destapando a las claras la realidad de una sanidad cada vez más diezmada que, en la capital alcarreña se traduce en una obra simbólica totalmente ya parada. Una construcción que va a camino de convertirse en un monumento al olvido como lo fue aquel hotel –donde ahora se enclava el Erosky- que se situaba al borde de la A-2 durante años. Esta infraestructura sanitaria se inició porque se requería, en ello fueron coincidentes PSOE y PP en las elecciones y, ahora resulta que ese derecho a una sanidad mejor, cayó en saco roto.

Los trabajadores de Transaltozano, en una de sus protestas. // Europa Press

Los trabajadores de Transaltozano, en una de sus protestas. // Europa Press

Pero no sólo estos sectores se han echado a la calle, sino también funcionarios –que vieron recortados sus derechos- a quienes se les ha privado de su paga  extra estas Navidades. Cuestión que puede sentar precedentes y ser la excusa para que las empresas se vuelvan a cargar otro derecho adquirido gracias a la labor sindical de años atrás. También coparon la calle los trabajadores de Geacam, los profesionales del transporte sanitario por la pésima gestión de la empresa Transaltozano; los trabajadores de diferentes empresas que han sido sacudidas por diferentes ERE que han reducido los trabajos en los polígonos industriales; los profesionales de la comunicación que en los dos últimos años han visto que cada vez hay menos oportunidades de informar.

Tantos y tantos colectivos han tomado la calle en Guadalajara y ninguno ha obtenido una respuesta ni del Gobierno regional ni del municipal ni del Estatal. Los dirigentes populares siguen enclavados en sus trece de seguir con sus políticas hasta el final, a costa de quien sea y pese a quien le pese. ¿Y cómo lo están consiguiendo? Es fácil, haciendo oídos sordos a la sociedad.

P.D.- Desde El Hexágono queremos agradecer a todos nuestros lectores su apoyo durante estos días, y desearles una ¡Feliz Navidad! en compañía de sus seres queridos.

Noches de paz

Akorra, en una jugada del último partido ante el Racing de Santander. // Foto: Mariano Viejo (www.deportivoguadalajara.es)

Akorra, en una jugada del último partido ante el Racing de Santander. // Foto: Mariano Viejo (www.deportivoguadalajara.es)

Por Roberto del Barrio

Será una Navidad feliz. Definitivamente, sí. El Depor despidió el 2012 con un empate ante el Racing que no se fraguó en su mejor encuentro pero que queda enmarcado, obligatoriamente, en un ilusionante tramo final. La mejoría del conjunto alcarreño ha desembocado en unas vacaciones placenteras y en una sensación dulce, casi entrañable al estilo más clásico de estas fechas tan señaladas.

Digamos que si en los dos primeros meses del torneo la música que emanaba del vestuario se traducía en canciones de desamor extremo con el acento apocalíptico de Álex Ubago, el fin de año del equipo de Terrazas bien podría visualizarse con un matasuegras, un villancico panderetero y un gorro de Papa Noel como tocado de gala en la cabeza del técnico vasco. Fuera de la zona de descenso y con el aval de cinco jornadas sin perder, el Depor se va de vacaciones como un equipo optimista y convencido de que el extenso argumentario del líder de la manada va tomando forma.

Terrazas no vaticina el fin del mundo –al menos por el momento-, pero arriesga más que Nostradamus y los Mayas. Lo hace hacia el exterior y es asumible que casi en mayor medida de cara a sus jugadores, que habrán empezado a creerse obligatoriamente las ambiciosas profecías del míster. Además, no pronostica a milenios vista, lo cual se agradece entre este gremio tan maltratado que se dedica a contar, analizar y opinar sobre lo que sucede cada semana, cada día y, últimamente, casi cada tweet.

Carlos Terrazas firma un autógrafo en un acto navideño del club celebrado la semana pasada. // Foto: Mariano Viejo (www.deportivoguadalajara.es)

Carlos Terrazas firma un autógrafo en un acto navideño del club celebrado la semana pasada. // Foto: Mariano Viejo (www.deportivoguadalajara.es)

Me pongo a imaginar y atisbo a Terrazas recibiendo la Navidad en su Bilbao natal pensando en cómo alargar la progresión de este Depor hasta poder sentir bajo sus pies un verdadero nivel de play-off (estén seguros de que se clasifique o no el arsenal de teorías terracistas acabará por encontrar un dato, una secuencia o una cita literaria que relacione al Depor y su estadística con el objetivo marcado). Lo pasará mal sin fútbol, pero que muy mal, hasta el punto de rastrear cualquier resquicio para encontrar algún partido que añadir a su libreta, sea de solteros contra casados, de toreros contra colaboradores de Sálvame o el torneo de medios que se avecina en Guadalajara, cuyo ínfimo nivel heriría gravemente su sensibilidad futbolística. No le recomiendo acudir, míster (valga la broma para ensalzar la pasión infinita del bilbaíno por su profesión).

Por su parte, Razak podrá contar que los planetas se alinearon para dejarle con acierto ante los focos de la Segunda División y llevará hasta África los sueños del Deportivo, mientras Cristian disfrutará de Guadalajara con el orgullo de ser profeta en su tierra.

Azkorra recordará en euskera la exigencia del Escartín que le obligó a pasar de pitado a goleador, Barral mantendrá su brillante calma y se encargará de servir la mesa (por supuesto no derramará ni una gota sobre el mantel; el capitán nunca falla) y Jony degustará una paella entre algún rayito de sol y acompañado por toda la estirpe de futbolistas que pasean el apellido Ñíguez desde la Elche del gran Boria.

Alvarito Antón, sin duda, volverá a acertar con los regalos -por momentos he llegado a pensar que era Papá Noel, Melchor, Gaspar, Baltasar y el calvo de la Lotería en una misma persona- y Aitor podrá recorrer seis veces Asturias sin parar de correr para felicitar a cada paisano. ¡Será por pulmones!

Escalona, Espín, Kepa y Zazo lamentaran la mala suerte que les ha llevado a la enfermería y les ha apartado del césped más de lo debido, pero le pedirán salud al nuevo año para colaborar en los siguientes capítulos deportivistas. Como Gaffoor, que llevará sus mejores deseos hasta la Torre Eiffel y a buen seguro serán los del Deportivo, Guadalajara y la afición del Escartín. Principalmente uno: seguir disfrutando del fútbol, esa cosa tan importante dentro de las cosas menos importantes de la vida.

Porque en esta época tan repleta de dificultades también tenemos derecho a sonreír. Y que no nos lo quiten nunca. Feliz Navidad, “hexagoneros”.

La importancia de decir la verdad

Alberto Girón, periodista de SER Guadalajara.

Alberto Girón, periodista de SER Guadalajara.

Por Alberto Girón

 

“¿Jura decir la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad?”. Seguro que han oído esta frase miles de veces. Es, sin duda, una las más repetidas en la historia del cine y la televisión. El momento siempre es parecido, pero no por ello dejar de tener valor o pierde un ápice de tensión. El acusado (o testigo) se pone delante del juez  y éste le pregunta si va a decir la verdad y le advierte que, en caso contrario, podría cometer perjurio. Siempre, aunque alguno sepa previamente que va a  mentir, se repite la misma respuesta: “Sí, juro”.

La frase me ha venido a la cabeza estos días al hacer balance del primer año de la llegada de Mariano Rajoy en La Moncloa. Un año marcado por la crisis, la incertidumbre, los recortes, las protestas en las calles, las reformas y las huelgas. Pero un año marcado, por encima de todo, por los incumplimientos y las mentiras del presidente y su Gobierno.

Mentiras que empezaron ya el mismo día en que Rajoy fue elegido presidente. Minutos antes de ser investido, subió a la tribuna y realizó un discurso plagado de promesas. Dijo que bajaría los impuestos, que revalorizaría las pensiones, que no tocaría la Educación y la Sanidad… Sabía que esas promesas eran mentira. Sabía que no podría cumplirlas. Sabía que no las necesitaba para asegurarse la investidura. Aun así prefirió decirlas. Y lo peor es que no ocurrió sólo ese día. En este primer año de mandato la escena se ha repetido en numerosas ocasiones: el presidente dice una cosa y, sin esperar demasiado, esa misma semana, aprovecha el Consejo de Ministros para aprobar lo contrario.

Rajoy, ese hombre previsible del que hablan sus conocidos (y con lo que él ha llegado a ironizar en ocasiones), ha convertido esa forma de actuar en una triste rutina política. Cuando el presidente habla (no muy a menudo, la verdad), cuando deja un titular (tampoco demasiadas veces), cuando hace una promesa, muchos son ya los que piensan que acabará ocurriendo todo lo contrario. Y a menudo aciertan.

El líder del Ejecutivo ha elegido la senda de la mentira y los incumplimientos y, de momento, prefiere mantenerse en ella. Quizá, acuciado por la crisis y por los sobresaltos diarios de la Prima de Riesgo, no ha tenido ni siquiera un minuto para sentarse a pensar en los efectos nocivos de esa forma de actuar, de esa manía reiterada de ocultar la verdad a los ciudadanos.

Podría fijarse en lo que le ocurrió a Aznar por sus mentiras con ETA tras el 11-M. Podría hacerlo también en Zapatero y ese afán desmedido por ocultar durante meses una crisis que ya empezaba a asomar la patita y que después le acabó devorando. Dos casos diferentes, dos personajes antagónicos, pero un final parecido: mentiras (o intentos de engaño a los ciudadanos, por decirlo suavemente) que los españoles castigaron duramente en las urnas y que ambos llevarán muchos años asociadas a su imagen. También hay ejemplos aquí en Guadalajara, sí, aunque lo dejaremos para otro momento.

Por suerte, Rajoy tiene todavía por delante mucho tiempo para cambiar las cosas, pero debe empezar a hacerlo cuanto antes. Puede que sus medidas sean necesarias o incluso imprescindibles, por injustas que nos puedan parecer, pero lo único seguro es que debe explicarlas sin engaños. Los ciudadanos quieren, se merecen saber la verdad, por dura que sea.

Y lo peor es que ni siquiera necesita recurrir a esos engaños. El presidente tiene una mayoría tan amplia en el Parlamento y una situación tan calmada dentro de su partido que puede afrontar sin problemas todo lo que venga por delante. Ni siquiera la oposición, todavía golpeada por los efectos de la anterior legislatura y sus debates internos, está en disposición de hacerle frente. Necesita recuperar la confianza perdida en apenas 12 meses. Que la gente de la calle, la gente normal de la que tanto hablaba en su campaña, empiece a fiarse de él. Y lo necesita cuanto antes. De lo contrario, el crédito se le acabará pronto, antes incluso de lo que él mismo pensaba, y pasará a la historia como un presidente que no fue capaz de cumplir sus promesas.

Estamos, no lo neguemos, ante un problema serio, más incluso del que podemos imaginar. Y, para ser justos, Rajoy no es, ni mucho menos, el único culpable. El drama de nuestro país es que esta forma de actuar, de engañar a sabiendas y de incumplir una tras otra las promesas, se ha convertido en la manera de gobernar de todos (o casi todos) nuestros gobernantes. Está tan extendida que todos, sin diferencias de partidos, cargos o lugares (también en nuestra provincia), se han acabado contaminando.

Los ciudadanos ya no se fían de sus representantes. Y no lo digo yo, lo dicen las encuestas. Esas encuestas que hablan de los políticos como uno de los  principales problemas de los ciudadanos. El mundo al revés: la solución convertida en el problema.

Quizá sería bueno copiar esa pregunta de “¿Jura decir la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad?” de los juzgados y llevarla también al Congreso, el Senado, a las diputaciones, los ayuntamientos o los parlamentos autonómicos. Porque nuestros políticos juran (o prometen) sus cargos al ocuparlos. Lo hacen delante de la Constitución y en algunos casos de un crucifijo. Se comprometen públicamente a defender la legalidad y a cumplir y hacer cumplir las normas fundamentales del Estado, pero en ningún momento juran o prometen decir la verdad a los ciudadanos.

Muy duro

2012 no ha sido un buen año para Rajoy, pero tampoco para los periodistas. En este año que ahora despedimos han cerrado muchos medios de comunicación y, en aquellos que siguen vivos, muchos compañeros han ido a la calle. Ha sido un año muy duro, especialmente en Guadalajara. Esperemos que 2013 sea mejor para nuestra profesión. Que las iniciativas de muchos compañeros que han apostado por seguir ejerciendo el periodismo, que están arriesgando fuerte por seguir vinculados a este mundo, acaben llegando a buen puerto. Esa sí sería una buena noticia que contar en 2013.

 * Alberto Girón es licenciado en Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid. Su carrera profesional siempre ha estado vinculada a su provincia, Guadalajara, donde nació y sigue viviendo. Sus primeros pasos y aprendizajes en este mundo, hace ya más de una década, fueron en el diario digital La Crónica de Guadalajara. De allí saltó a Guadalajara Dos Mil, donde trabajó durante varios años, primero en el área de deportes y después en la sección de Local. Su último salto (hasta el momento) fue para sentarse ante un micrófono de radio, su pasión de siempre. En 2006 llegó a SER Guadalajara para incorporarse a los Servicios Informativos, donde todavía continúa. Actualmente dirige el informativo HORA 14 GUADALAJARA.

 

 

Quizá los mayas estaban en lo cierto

Imagen de la profecía del fin del mundo de los mayas

Imagen de la profecía del fin del mundo de los mayas. // Foto: mayas2012.es

Por Yago López

Dejando a un lado ideologías, que en estos días se resumen prácticamente en la  forma de entender la economía, si uno analiza el panorama en el que nos encontramos sumidos lo más objetivamente posible, muy a nuestro pesar, lejos de vislumbrar la salida lo único que se puede esperar es el fin de la caída libre que venimos padeciendo y rezar para que el suelo no esté demasiado duro.

Hace más de año y medio Cospedal se hartó de contar de pueblo en pueblo a los ciudadanos que no a los periodistas -a los que por más que insistieron jamás atendió durante la campaña electoral- que sacaría de la crisis a la región a base de trabajo, rigurosidad en las cuentas y una apuesta decidida por el empleo. Eso sí, también se cansó de asegurar que preservaría la Sanidad y Educación públicas de todos los ajustes que llevara a cabo para sanear las maltrechas arcas de la Junta. Mentira.

Comentó, además, en múltiples ocasiones que Guadalajara dejaría de ser una provincia infravalorada en Castilla-La Mancha y que el Gobierno regional que ella dirigiera invertiría fuertemente en esta zona. Convenció a mucha gente, tanta que barrió en las urnas, y los cinco diputados alcarreños a los que los ciudadanos ofrecieron su confianza le dieron la oportunidad de demostrar su valía. Dos años después el fracaso es estrepitoso.

Si nos aferramos a los datos, el paro, lejos de reducirse, ha continuado su tendencia alcista alcanzando máximos históricos que superan las previsiones del más pesimista mientras los nuevos dirigentes se han limitado a contemplar el descalabro. Solo recuerdo una reforma laboral del también estrenado Gobierno de la Nación, con la firme defensa del ejecutivo regional, cuya estrategia principal fue la de abaratar el despido para fomentar la contratación. Brillante ocurrencia. Además de irse a la calle los nuevos despedidos se quedan ahora con una mano delante y otra detrás.

Desconozco si viendo que a su homólogo nacional le llovieron las críticas por esta reforma, la presidenta regional, María Dolores de Cospedal, ha decidido no hacer nada y esperar a que escampe por obra y gracia del señor, algo que le pega mucho. Y es que además de instruir a sus consejeros para que recorten en sus respectivas áreas todo lo que sea necesario, no la recuerdo ni una sola idea para llevar a cabo esos ansiados cambios estructurales que iban a poner a la región de nuevo en la senda del crecimiento.

Bueno, ahora que lo pienso, tuvo una y espero que recapacite y finalmente no la lleve a cabo. Se le ocurrió, después de años y años de parlamentaria, que para lo que trabajaban los diputados mejor sería que no cobraran sueldo alguno e hicieran su labor de manera voluntaria por vocación política y compromiso con los ciudadanos. Chapó. Y de paso que ponga si le parece al frente de Urbanismo al gerente de una constructora. Y si es de Guadalajara mucho mejor, que así mata dos pájaros de un tiro y cumple su promesa de apostar decididamente por esta provincia.

Por lo demás, nada de nada. Solo recortes. La herencia recibida les daba un cierto crédito en su gestión, pero más de un año y medio después no solo no han cambiado nada, sino que además los ciudadanos son más pobres y cuentan con menos servicios públicos. Peor sanidad (desmantelando plantas del Hospital Universitario, parando sus obras de ampliación y cerrando las urgencias de varios municipios), peor educación (masificación en las aulas, recorte en la plantilla de profesores, supresión de varias líneas de transporte escolar, así como de las ayudas al material escolar y comedor), menos prestaciones sociales (reducción presupuestaria en los centros de día y residencias públicas, retirada de subvenciones a ONGs, desmantelamientos del GEACAM, etc..), menos planes activos de empleo y más paro. Y contra eso ni un solo cambio estructural que permita pensar en un nuevo modelo que nos saque de la crisis. Igual los mayas no se equivocaban y cuando hablaban del fin del mundo se referían a esto.