
La marea verde en defensa de la Educación pública ha sido uno de los colectivos que más ha protestado contra los recortes. // Foto: La Crónica
Por Abraham Sanz
La Navidad suele ser época de balances puesto que un año más está a punto de expirar. Es un momento de reflexión en el que dar cuenta de tanto lo que se ha hecho, como de lo que queda por hacer así como para comprobar aciertos y errores. Aunque sin duda, este año, si por algo se ha caracterizado es por la movilización social ante un Gobierno que ha decidido ponerse una venda en los ojos haciendo bueno el refrán de “ojos que no ven, corazón que no siente”.
2012 ha sido un año donde todos nos hemos hartado de hablar de primas de riesgo, de agencias de calificación, de economía, pero sobre todo de paro. Cifras de récord que atestiguan la existencia de una sociedad cada vez más empobrecida y cada vez más resignada a una suerte que ha hecho que, por ejemplo, en Guadalajara haya 5.000 parados más este año. Cifras que deberían atemorizar porque han surgido nuevos problemas como los injustos desahucios donde muchos han sido víctimas de los engaños de los bancos; y han rebrotado otros más antiguos como el hambre o la falta de recursos económico que han motivado que muchas familias deban recurrir a organizaciones sociales para conseguir pasar este trance.
Y para más inri, vemos como el Gobierno no sólo mira hacia otro lado cuando ve estas cifras; sino que ha decidido también reducir la prestación por desempleo bajo la premisa de que la gente no trabaja porque no quiere; la compensación que aporta el Fogasa a trabajadores procedentes de empresas que no pagan o que no pueden afrontar su, cada vez, más irrisoria indemnización; y aún está por ver que algún empresario, de menor envergadura que Díaz Ferrán, sea sancionado duramente por su lamentable gestión que llevó a muchos de sus trabajadores a la calle. Pero, luego, claro, echaremos la culpa a los sindicatos como nos pide algunos dirigentes en un mensaje que desafortunadamente llega a calar sin pensar en que gracias a estas organizaciones, muchos avances en temática laboral se lograron durante todos estos años.
Esta situación derivó en dos huelgas generales que no tuvieron el seguimiento deseado y posible, puesto que el miedo a posibles represalias en un mundo en crisis, les hizo ser no secundar mayoritariamente esta huelga, pero sí las posteriores manifestaciones en contra del camino de la política laboral del PP. Ambas fueron todo un éxito así como la multitud de convocatorias que se sucedieron diversos fines de semana del año para protestar contra la política de recortes popular.
La ola más intensa de protestas fueron provenientes de la marea verde en defensa de la Educación pública, un sector que está siendo totalmente vilipendiado por el Gobierno regional y que, en breve el ministro Wert terminará de rematarlo con su nueva ley de Educación. Mira si será importante este sector que cada Gobierno, en la historia de la democracia, ha modificado esta ley a su gusto cuando cualquier cambio en la misma debería surgir tras un gran pacto de Estado entre las fuerzas políticas mayoritarias.
Y los motivos de protestas no son pocos. Se termina la gratuidad de libros; aulas con cada vez más alumnos; menos profesores y menos apoyos para una educación más individualizada; menos medios y más exigencias; y cada vez un número más reducido de aulas rurales que no hace otra cosa que terminar con el último acicate que tenían algunos pueblos de volver a contar con la vida que tuvieron tiempo atrás. Por no hablar de la enseñanza gratuita de 0 a 3 años que, fue otra de las promesas que pasó a mejor vida y que hace que más de una familia se piense mucho no sólo en llevar sus hijos a las guarderías, sino en traerlos al mundo.
Ahora la marea ha cambiado de color y en vez de verde, es blanca y, aunque en Guadalajara su ola no ha llegado con intensidad, está destapando a las claras la realidad de una sanidad cada vez más diezmada que, en la capital alcarreña se traduce en una obra simbólica totalmente ya parada. Una construcción que va a camino de convertirse en un monumento al olvido como lo fue aquel hotel –donde ahora se enclava el Erosky- que se situaba al borde de la A-2 durante años. Esta infraestructura sanitaria se inició porque se requería, en ello fueron coincidentes PSOE y PP en las elecciones y, ahora resulta que ese derecho a una sanidad mejor, cayó en saco roto.
Pero no sólo estos sectores se han echado a la calle, sino también funcionarios –que vieron recortados sus derechos- a quienes se les ha privado de su paga extra estas Navidades. Cuestión que puede sentar precedentes y ser la excusa para que las empresas se vuelvan a cargar otro derecho adquirido gracias a la labor sindical de años atrás. También coparon la calle los trabajadores de Geacam, los profesionales del transporte sanitario por la pésima gestión de la empresa Transaltozano; los trabajadores de diferentes empresas que han sido sacudidas por diferentes ERE que han reducido los trabajos en los polígonos industriales; los profesionales de la comunicación que en los dos últimos años han visto que cada vez hay menos oportunidades de informar.
Tantos y tantos colectivos han tomado la calle en Guadalajara y ninguno ha obtenido una respuesta ni del Gobierno regional ni del municipal ni del Estatal. Los dirigentes populares siguen enclavados en sus trece de seguir con sus políticas hasta el final, a costa de quien sea y pese a quien le pese. ¿Y cómo lo están consiguiendo? Es fácil, haciendo oídos sordos a la sociedad.
P.D.- Desde El Hexágono queremos agradecer a todos nuestros lectores su apoyo durante estos días, y desearles una ¡Feliz Navidad! en compañía de sus seres queridos.