[Clic]

Por Marta Perruca

Y entonces, alguien dijo algo o quizá lo leí, puede que lo escuchase en la radio o en la televisión. [Clic] se enciende la bombilla y las ideas surgen una en pos de la otra. A veces, lo difícil es entrelazarlas con coherencia y presentarlas de tal manera que sean elocuentes y resulten igual de sensatas que en mi cabeza.

Aquel día me encontraba sentada en una de las butacas del Teatro Auditorio Buero Vallejo de la capital. Asistía a una de la sesiones de cortometrajes del FESCIGU y fue claramente perceptible [Clic]. Desde entonces, esa idea ha alumbrado muchos de los pensamientos que rondan mi cabeza y que hoy intentaré poner en orden aquí.

La idea es muy simple: Imaginemos una pequeña comunidad en la que cada uno de sus integrantes genera productos y servicios, que se ponen a la venta en un mercado con un precio, dando lugar a un rendimiento económico intercambiable por otros. El mercado es el motor que pone en marcha la maquinaria de esa sociedad ideal, garantizando así su manutención, su ocio, su formación, etc y perpetuando ese sistema. La condición de posibilidad de esa comunidad es el intercambio, por lo que un alto nivel de ahorro -ya sea acumulando el dinero en una caja fuerte o debajo del colchón- podría degenerar en su estancamiento. Para evitar ese efecto perverso, esta sociedad diseñó un mecanismo dinamizador: Un sistema por el que los miembros de la misma pudieran ahorrar, sin la necesidad de retirar el dinero de la circulación. La ecuación era tan simple como crear una entidad que gestionase ese ahorro de los ciudadanos bajo la premisa del interés general, facilitando el crédito a iniciativas particulares y empresariales listas para integrarse en  ese entramado de productores y consumidores a cambio de un pequeño interés. Pero la cosa no queda ahí: con los beneficios obtenidos en estas operaciones de crédito, la entidad podría construir centros de salud, colegios e infraestructuras que, al mismo tiempo, tendrían un efecto multiplicador en la sociedad y en su economía.

En la imagen, el edificio de cristal de Caja Guadalajara. // Foto: www.lacronica.nez

En la imagen, el edificio de cristal de Caja Guadalajara. // Foto: http://www.lacronica.nez

Con esta filosofía nacieron las cajas de ahorros, que hoy se han convertido en grandes conglomerados por requerimiento del Gobierno ante la crisis, precisamente porque perdieron de vista el espíritu con el que fueron creadas y respondieron a unos intereses particulares, al margen del bien de la comunidad. Entonces vimos cómo, al calor de una atroz burbuja inmobiliaria, Caja de Guadalajara se levantaba como un gran gigante de cristal junto al Corte Inglés. Pero claro, el cristal es frágil y perecedero y hoy nuestra Caja de Guadalajara se ha reducido a un mero cartel sobre la puerta de las sucursales de la provincia, solo un nombre que busca la empatía con sus antiguos clientes, mientras que su espíritu de pequeña caja provincial permanece enterrado junto a otras con igual destino, sepultadas por La Caixa.

El Consejo de Ministros acaba de dar el visto bueno a un anteproyecto de Ley para reconducir su camino, fijando los límites lógicos que las cajas de ahorros  nunca deberían haber sobrepasado. Y aquí, como lo hizo en su día Pep Bruno como firma invitada en este espacio, reivindico el valor de las cosas pequeñas, porque en la inmensidad se pierden de vista los valores y porque, al ser pequeñas, pueden estar más cerca y comprender mejor al ser humano.

Participé en uno de los cursos de verano de la UCM en El Escoria sobre la Unión Europea y mientras asistía a la conferencia del Premio Nacional de Economía, Ramón Tamamés, lo volví a escuchar [Clic]. Según sostenía este economista en su discurso, la solución a todas las grandes crisis ha pasado por políticas intervencionistas –recordemos por ejemplo el New Deal del presidente Roosevelt, que apostó por incrementar la asistencia social, abordar una reforma bancaria y financiera y sufragar importantes inversiones para generar empleo, tras el Crack del 29, o el Plan Marshall impulsado por Truman para la reconstrucción europea tras la II Guerra Mundial- o por una guerra –dios no lo quiera-, que aunque, de una manera cruenta y encarnizada, también ejerce ese efecto dinamizador, al necesitar mano de obra en el frente y en la fabricación de armamento. Tamamés concluía proponiendo como solución a esta recesión la construcción de infraestructuras, ya no en países europeos, donde los años de bonanza y desarrollismo –entendía- han colapsado esta alternativa, sino en zonas tercermundistas y en vías de desarrollo.

Sin embargo, observamos como los Gobiernos, en lugar de apostar por medidas que activen la economía y amparen a las capas más bajas de la sociedad, están más preocupados por sanear la administración y reducir el déficit para pagar la deuda que reclaman los bancos, ya sabéis, esos que han perdido de vista toda visión de conjunto y que sólo buscan un beneficio particular. Y claro, ¿en qué lugar nos dejan a los ciudadanos? Si no encontramos una solución para mantener los engranajes de nuestra comunidad, dentro del sistema, ¿tendremos que buscarla fuera del mismo?

Billete para el Aseguramiento del Empleo puesto en marcha en Wörgl (Austria) en 1932. // Foto: www.desdeelexilio.com

Billete para el Aseguramiento del Empleo puesto en marcha en Wörgl (Austria) en 1932. // Foto: http://www.desdeelexilio.com

Y allí estaba yo con el rostro iluminado por la luz que desprendía la gran pantalla del FESCIGU, intentando no perder detalle de aquel cortometraje, porque había escuchado ese [clic].

Ocurrió tras el Crack del 29 en el municipio de Wörgl (Austria). El alcalde, Michael Unterguggenberger, viendo la miseria que sufrían sus vecinos a causa de la depresión, acuñó en 1932 un billete propio. El “Billete de Aseguramiento del Empleo” (AB por sus siglas en alemán) tenía una equivalencia de 1:1 con el chelín, pero contaba con ciertas particularidades: Era una moneda pensada para reactivar el consumo y dinamizar una economía estancada por la crisis. El AB tenía que estar en constante circulación, por lo que se diseñó un mecanismo por el que el dinero perdiera su valor con el paso del tiempo si no se intercambiaba por productos o servicios. De hecho, el no hacerlo estaba penado con una tasa.

Esta iniciativa -junto con otras medidas paralelas- trajo grandes cotas de crecimiento económico y empleo a la localidad y, pronto, otros municipios se hicieron eco de su éxito e intentaron poner en marcha proyectos similares, lo que hizo que saltaran las alarmas del Banco Central Austrico. Finalmente, los intereses financieros prevalecieron al bien general y el Gobierno prohibía el uso de esta moneda. El paro y la miseria retornaron entonces a la localidad de Wörgl.

No obstante, el experimento frustrado de este municipio austriaco ha servido de ejemplo a muchos municipios y barrios de la geografía española, que en este marco de crisis han puesto en marcha pequeñas experiencias similares. De esta manera, encontramos el zoquito en Jerez, donde esta moneda tiene curso legal en el Mercazoquito (lugar de intercambio). En Sevilla se han concebido multitud iniciativas de este tipo. Concretamente, en la zona norte del casco histórico de la ciudad andaluza, circula el PUMA, una moneda alternativa en forma de cartilla y con equivalencia al euro con el que sus promotores pretenden afianzar el consumo dentro del barrio y promover lazos de cohesión entre sus vecinos.

Puntos donde se están desarrollando iniciativas de bancos de tiempo y moneda social. // Foto: www.vivirsinempleo.com

Puntos donde se están desarrollando iniciativas de bancos de tiempo y moneda social. // Foto: http://www.vivirsinempleo.com

En el conjunto de España son más de 25 los proyectos emprendidos en esta dirección, sin contar otras experiencias similares que ya conocemos desde hace tiempo en Guadalajara, como son los mercadillos del trueque, muy comunes ya en el Corredor del Henares, y los bancos de tiempo.

Los ecos de estos proyectos de “moneda social” han llegado también a la  provincia. De hecho, varias localidades, como Guadalajara o Azuqueca de Henares, han acogido coloquios y conferencias en torno a este movimiento, y algunos miembros del “Rincón Lento” trabajan desde hace más de un año para impulsar una moneda de estas características en la capital.

Pero el movimiento se demuestra andando, como viene manifestando una iniciativa de la que ya hablaba en este espacio hace algunas semanas, y que pretende generar riqueza y empleo en la comarca de Molina de Aragón a través del trabajo cooperativo. Ellos lo tienen claro: “la idea, acción, implantación y gestión, pero siempre con participación”. Y conociendo un poco más de cerca estos ejemplos de iniciativas particulares y al margen del sistema, lo vi claro ¿Y por qué no el medio rural desposeído de nuestra provincia se empapa de la experiencia de Wörgl? ¿Por qué no cogemos el testigo de las cajas de ahorros y creamos un microsistema económico paralelo al euro, sin intereses, ni fluctuaciones?

Si las medidas del Gobierno para salir de la crisis dejan de lado al ciudadano y estancan la economía, mientras salen al rescate de un sistema financiero tan culpable como ellos de esta crisis, ¿tendremos que buscar la solución fuera del sistema? [Clic]

2 comentarios en “[Clic]

  1. Es cierta tu exposicón.Pero hay algo muy importante, » el ciudadano nunca puede dejar en manos de otros toda la gestion. Si vota,despues tienen que existir mecanismos de control ciudadano. No podemos votar y quedarnos 4 años en el sofa, incluso a nuestra escala tambien hemos vendido un piso en un año y hemos ganado 30. millones de pesetas y nos sentiamos tan contentos,….
    Creo que tenemos que apostar por una economia sostenible «Etica» y una DEMOCRACIA PARTICIPATIVA.
    Creo que mas que una crisis economica, tenemos una crisis de ETICA y VALORES

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    • Tienes toda la razón M Jesus, está crisis tan importante de valores qué tiene nuestra sociedad creo que es porque hemos desatendido nuestras obligaciones, no podemos dejar en, manos de los políticos la enseñanza de los mismos, porque la utilizan para sus intereses. Lo vemos claro en educación , en qué hayan estado en la dirección de las Cajas de Ahorros.. En fin , pienso que cuando los políticos entran en un sitio es para crear problemas, porque quieren seguir manteniendo unos privilegios qué además por la falta de control de la que hablas tienen por encima de los ciudadanos .

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