La fiesta de pago

Fuegos artificialesPor Concha Balenzategui

– ¿Estuviste en las fiestas de tu pueblo?
– No, no pude. Sólo tenía libre el fin de semana.
– ¿No pasaste ni una noche por la verbena?
– No. No merece la pena pagar para ir sólo un día…

He tenido varias conversaciones similares estos días en Guadalajara. Hijos de los pueblos, de los que acuden muchos fines de semana durante el año y alguna temporada en verano, pero que cierran la casa del pueblo cuando llegan las fiestas patronales. La razón está clara. Se les exige pagar 70 u 80 euros por adulto por participar en los festejos. No exagero nada: Hay sitios incluso más caros, y otros con cuotas también para menores. En definitiva, que si se multiplica el gasto por los miembros de la familia, para muchos se pone en un pico estar los días grandes en su patria chica.

El pago es obligatorio para los vecinos y descendientes. No importa que no les gusten los toros o que apenas disfruten un rato de la verbena que, dicho sea de paso, cada vez comienzan más tarde en los pueblos porque el objetivo es adentrarse “hasta altas horas de la madrugada”, como rezan los programas. Aunque muchos mayores sigan añorando el “pase de tarde” y muchos de los trasnochadores apenas pisan el baile, porque están en las peñas o en torno a los maleteros de los coches convertidos en abrevaderos. Debate clásico veraniego donde los haya.

El caso es que, para quienes sólo tienen unos días libres, no compensa pagar. Los que disponen de tiempo, pero no de dinero -como el caso de los parados- tampoco pueden. Pero lo más curioso es que los que optan por no abonar su cuota, ya no pueden pisar el pueblo esos días. Porque se exponen a que les pongan la cara de siete colores mientras están tomando una cerveza.

Otra situación que he vivido más de un año por estas fechas de finales de agosto y principios de septiembre: Los amigos que han ido volviendo a la capital después de las vacaciones se reúnen una noche para volver a verse las caras y contarse las anécdotas del verano. Afortunadamente nadie ha revelado las fotos de los viajes, porque la costumbre se perdió con las cámaras digitales y todos se ahorran ese rato. Como quedan ganas de fiesta y faltan aún días para que empiecen las Ferias, alguien propone ir a un pueblo de los que celebran verbenas en estas fechas.

– No, a mi pueblo no podemos ir, que este año no he pagado la fiesta.
– Pero si sólo vamos a ir a tomarnos un par de copas a la plaza y nos volvemos…
– Ya, pero no me pueden ver por allí. Si queréis, id vosotros…

En definitiva, yo, que no desciendo de ningún pueblo de la provincia ni tengo casa de verano en ella, soy libre de disfrutar de los encierros, procesiones y bailes que se me antoje. Gratis. Pero como seas del pueblo, o pagas o ni te asomes.

Me cuentan que en algunos sitios de la Alcarria «profunda» hay comisiones de festejos especialistas en hacer pasar vergüenza a los morosos de la fiesta. Hay casos en los que mantienen una vigilancia férrea sobre los que han pagado, por si ese amigo al que se han traído al pueblo es “algo más que amigo”. Si se les ve cogerse de la mano o besarse, es síntoma inequívoco de que el invitado debería haber contribuido económicamente.

Antiguamente, por ejemplo, se preguntaba eso de “¿Paga ya el toro?” sobre el nuevo novio de una joven del pueblo, para averiguar el grado de compromiso de sus relaciones. Una fórmula similar a la de “¿ya entra en casa?”, que se usaba para saber si la pareja “iba en serio”, que se solía decir. Y por lo que me cuentan, no son usos desterrados, en absoluto.

Sabemos todos que muchos ayuntamientos han pasado calamidades para organizar sus fiestas estos últimos veranos. El dinero del ladrillo, de la nuclear o de las cortas de pinos, ya no es lo que era, y los programas de fiestas se resienten. Fundamentalmente en el capítulo taurino, el más caro del programa, que ha sido disminuido, cuando no directamente suprimido, en infinidad de localidades.

Pero también es cierto que las cuotas festivas vecinales de algunos sitios se han vuelto inalcanzables para muchas familias golpeadas por la crisis. Si hemos “vivido por encima de nuestras posibilidades” en lo que a encierros o verbenas se refiere, habrá que rectificar. Y eso también pasa por racionalizar las cuotas de fiestas y fomentar otras fuentes de financiación.

No hay que rascarse mucho la cabeza, porque las rifas, los bingos o las ventas de bocadillos se inventaron hace tiempo y siguen en vigor. Pero lo que no puede perpetuarse es que uno se sienta incómodo en su propio pueblo el día en que debería compartir la fiesta con sus vecinos u honrar a su patrón. O que no pueda hacerlo, sencillamente, porque es pobre.

A Santiago desde Guadalajara

Ruta de la Lana a su paso por Guadalajara. // Foto: deguadalajaraasantiago.blogspot.com

Ruta de la Lana a su paso por Guadalajara. // Foto: deguadalajaraasantiago.blogspot.com

Por Yago López

Cada año, la mayor parte de ellos durante los meses estivales, cerca de medio millar de vecinos de la provincia de Guadalajara deciden realizar el Camino de Santiago. Una tradición tan longeva como variable, ya que su naturaleza difiere de forma notable según quién la lleve a cabo y la manera en que la materialice. Si nos atenemos a lo más evidente: la forma de desplazarse, el ejercicio pasado, según datos facilitados por la Asociación Alcarreña de Amigos del Camino, de los 533 peregrinos que lo acometieron 55 lo hicieron en bicicleta y los 478 restantes se decantaron por hacerlo a pie.

Pero más allá del modo físico de llevarlo a cabo, hay un camino de Santiago por cada peregrino que lo emprende. Para algunos, los más rigusoros con su significado religioso, supone un acto de fe, una ofrenda al apóstol, pero para otros muchos -la mayoría me atrevería a decir- se trata de un recorrido con un gran componente de espiritualidad que ayuda a desconectar por unos días del enfermizo estrés de las urbes y sirve para reencontrarse con uno mismo. Y es que durante las horas y horas de marcha, además de disfrutar de parajes incomparables y degustar sin prisas la naturaleza, el camino ofrece tiempo para pensar, en contraposición con la exigencia de actuar que impone con su ritmo la ciudad.

Son muchas más las enseñanzas que deja el camino a quien lo realiza. La convivencia con el resto de peregrinos es una parte esencial de esta aventura. En general, aunque supongo que habrá quien haya vivido experiencias no demasiado positivas, entre los peregrinos se establece un vínculo de solidaridad, producto posiblemente del esfuerzo compartido, que en muchas ocasiones acaba con relaciones de amistad que tienen continuidad en el futuro, y otras tantas con encuentros temporales de verdadera empatía y respeto entre personas que posiblemente nunca volverán a verse. Pero no importa, el encuentro habrá dejado su impronta.

Otra virtud del Camino es que no exige requisitos: no importa la edad, ni la condición social, si viajas solo o acompañado, si tu estado de forma no es demasiado bueno o si por el contrario eres un deportista nato. El Camino de Santiago da cabida a todo tipo de personas sean cuales sean sus condiciones y su ritmo. Eso sí, no conviene volverse loco. Muchas etapas que vienen marcadas en los mapas tienen una exigencia física y conviene tomárselo con calma si no se quiere acabar sufriendo un auténtico calvario en lugar de disfutar de una magnifica experiencia. El secreto es dar tiempo al tiempo y gestionar el esfuerzo. Las piernas y, sobre todo, la cabeza lo agradecerán.

De todas formas, si has pensado en realizar el Camino y tienes muchas preguntas para las que necesitas respuesta antes de lanzarte a ello, en Guadalajara, junto a los Juzgados de la capital, en el pasaje Fernando Beladíez, la Asociación Alcarreña de Amigos del Camino (organización con 17 años de antigüedad y más de un veintena de Caminos a sus espaldas), ofrece asesoramiento a todos aquellos posibles peregrinos los miércoles y los viernes de seis a ocho de la tarde. Además, todos los que hayan decidido emprenderlo podrán recoger allí la credencial, que les valdrá para hacer uso de los distintos albergues de la red, y para obtener la Compostelana al llegar a Santiago.

Ruta de la Lana

En cuanto a los itinerarios son muchas las posibilidades que ofrece el Camino de Santiago. Desde el camino del norte, al vasco, pasando por el primitivo y sin olvidar claro está el más concurrido: el Francés. También está la opción de hacerlo por Portugal e incluso, y en éste quiero poner el acento por motivos evidentes, desde el Levante, en una senda que pasa por Guadalajara en la conocida como Ruta de la Lana.
Este camino surgió en el siglo XVI como ruta ganadera de esquiladores y comerciantes que llevaban su producto desde La Mancha a Burgos donde se une en la actualidad con el Camino de Santiago Francés. Además, en sentido inverso desde Atienza a Covarrubias coincide con la Ruta del Destierro del Cid.

En la provincia alcarreña el camino ha mejorado notablemente con el tiempo y, aunque aún tiene algún que otro aspecto por corregir para terminar de adecuar el recorrido a las necesidades de los pregrinos, a día de hoy se ofrece como una alternativa muy interesante. Uno de los aspectos vitales que definen una senda es su señalización, y en este punto, a finales del pasado año se pusieron a lo largo del centenar de kilómetros que cubre el camino en la provincia más de 170 balizas que indican con claridad el recorrido.

Además de la espiritualidad antes mencionada, el Camino permite disfrutar del paisaje y es una forma más que recomendable para conocer las maravillas que esconde esta provincia. Son muchos los tesoros patrimoniales que encontramos a través de su recorrido por tierras alcarreñas, que parte del municipio de Salmerón para finalizar en Miedes de Atienza pasando por Villaescusa de Palositos (si el polémico camino cortado no lo impide y nos obliga a dar un rodeo), Viana de Mondéjar, Trillo, Gárgoles de Abajo, Cifuentes, Moranchel, Las Inviernas, Mirabueno, Mandayona, Baides, Viana de Jadraque, Huérmeces del Cerro, Santiuste, Riofrío del Llano, Atienza, Tordelloso, Alpedroches.

Según la Asociación Alcarreña de Amigos de Camino no le faltará sitio para dormir al peregrino en estos pueblos aunque hay notables diferencias entre ellos. Mientras que en municipios como Viana de Mondejar, Trillo o Siguenza encontraremos albergues que permitirán descansar placidamente, en localidades como Cifuentes, Mandayona o la propia Atienza habilitan espacios sin camas, lo que se agradece pero no permite un buen reposo para los agotados peregrinos. Esa es una asignatura pendiente que tiene muy sencilla solución. Bastaría con un poco de interés de sus regidores.

Gente incívica No

A las puertas del Paseo de la Alameda un cartel reza "Perros No". // Foto: M.P.

A las puertas del Paseo de la Alameda un cartel reza «Perros No». // Foto: M.P.

Por Marta Perruca

“Perros No”, es lo que reza un cartel apostado a las puertas del emblemático Paseo de la Alameda de Molina de Aragón, ese que se inauguró cuando vino el Rey en calidad de Señor de Molina, en 1978. “Perros No”, pero ¿qué quiere decir eso?, se preguntaba, frustrada, mi sobrina. “¿Que a quien ha colocado ese cartel no le gustan los perros?”. Mi sobrina, que es muy dada a eso de las leyes porque estudia Derecho, consideraba que la formulación correcta de ese cartel debía ser “Prohibida la entrada de perros”, aunque quizá alguien pudiera ofenderse.

Resulta que mi sobrina se encontraba en Molina disfrutando de sus vacaciones con su perrita “Lola” –ya os he hablado de ella en alguna ocasión- y se sintió indignada por no poder disfrutar de la sombra de este agradable paseo en compañía de su mascota. Sobre todo porque ella entiende, como cualquier persona con dos dedos de frente, que no se trata de prohibir la entrada a los perros, sino de que sus dueños sean civilizados. “Si pusieran una multa de 600 euros a todos los que se dejan el ragalito de sus perros, verías como se acababa pronto con el problema”, despotricaba por toda la casa.

Precisamente, el otro día observaba una escena lamentable: Un vecino instaba a otro a recoger los excrementos de su animal y éste le espetó ni corto, ni perezoso “¿y dónde los dejo?, ¿en el felpudo de tu casa?”. Vamos, que gilipollas –con perdón- los hay en todas partes. Mi madre me diría que se puede decir lo mismo sin necesidad de utilizar tacos, pero de verdad, Mamá, es que un gilipollas, siempre será un gilipollas, y aquí no hay discusión posible.

Estamos hablando de una cuestión en la que todavía queda mucho por hacer. Precisamente, el Ayuntamiento de Azuqueca de Henares acaba de lanzar una campaña para concienciar a sus vecinos sobre el cuidado responsable de sus mascotas bajo el lema “Con tu perro, juega limpio”, con la que no sólo pretenden informar de las buenas prácticas en cuanto a limpieza y salubridad urbana, sino también de otros aspectos, como de la importancia de inscribirlas  en el Censo Municipal de Animales, y de cumplir con el calendario de vacunaciones, entre otras cosas.

Imagen de la campaña emprendida por el Ayuntamiento de Azuqueca. // Foto: www.nuevaalcarria.com

Imagen de la campaña emprendida por el Ayuntamiento de Azuqueca. // Foto: http://www.nuevaalcarria.com

En las ciudades se ha avanzado mucho en este aspecto y es bastante usual encontrarse con vecinos responsables que, una vez sus mascotas han defecado, recogen los excrementos con una pequeña bolsa de plástico. También es relativamente fácil encontrar contenedores para depositar estas heces caninas, aunque todos sabemos que todavía no es algo excepcional tropezarse con una de esas hediondas boñigas, que luego arrastramos en la suela del zapato. Alguno se consuela porque dicen que da suerte, aunque yo todavía no le encuentro la gracia a eso de ir pisando mierdas por las calles. Sí, Mamá, mierda. Podría utilizar otros sinónimos más correctos, pero cuando te ocurre esto solo puedes exclamar “¡Mierda!”

De esta guisa, y con la susodicha mierda en la suela del zapato, no me extraña nada que el Ayuntamiento de Brunete iniciara aquella particular campaña, por la que, con la ayuda de una veintena de voluntarios, enviaban a domicilio los excrementos que algunos vecinos «dejaban olvidados» en la vía pública, quizá para repartir suerte, qué sé yo.

La realidad es que si en las ciudades empieza a aparecer cierta conciencia cívica, en los municipios de la provincia queda todo el trabajo por hacer y nos encontramos con soluciones estrambóticas y desesperadas como este cartel de “Perros No”, quizá hartos de limpiar cacas de perro por doquier, o de que sus dueños no utilicen la correa o el bozal cuando lo prescribe la ley, y más teniendo en cuenta que este paseo es muy frecuentado por niños y personas mayores. Todos recordamos aquel lamentable suceso ocurrido hace apenas unos meses, cuando un perro atacó a un vecino de esta ciudad mientras paseaba tranquilamente, y casi le cuesta la vida.

Como con casi todos los problemas de esta índole, no sería necesario prohibir casi nada si los ciudadanos hicieran gala de un mínimo de civismo, aunque siempre sería más práctico apuntar hacia el fondo del problema y prohibir, por ejemplo, el abandono de las cacas del animal en la vía pública, antes que consentir que, como siempre, paguen justos por pecadores y los vecinos que sí son responsables tengan que renunciar a pasear por este parque con sus animales: “Un par de multas serían suficientes para persuadir al personal”, seguía lamentándose mi sobrina. Y tiene razón, porque cuando al ciudadano se le toca el bolsillo…

Yo, como mi sobrina, estoy de acuerdo en que el cartel está mal formulado. En mi opinión, debería decir «Gente incívica No»

La fiesta de los paletos

Una de las pintadas calumniosas contra el alcalde de Yebes. // Foto: Ayto. de Yebes.

Una de las pintadas calumniosas contra el alcalde de Yebes. // Foto: Ayto. de Yebes.

Por Rubén Madrid

Se consideran los guardianes de las esencias, como tocados por el espíritu de la ruralidad, depositarios tal vez del ADN más cañí del lugar. Por eso arremeten contra quienes piensan diferente. Incluso con cuenta de Twitter, parecen recién salidos de las cavernas. Pero la incultura los delata: por su ortografía los conoceréis.

La semana pasada comenzó y terminó con una exhibición de paletismo en fiestas. Ocurrió en lugares tan próximos a la capital como Iriépal y Yebes, lo que indica que la cerrazón es cosa de personas y no de geografías urbanas o rurales. Seguramente hay más paletos en Madrid y en Guadalajara que en Iriépal y en Yebes (es una mera cuestión demográfica), pero pasan más desapercibidos.

Les pongo en antecedentes. En Iriépal un vídeo de un encierro por el campo corrió como la pólvora por las espectaculares arremetidas del astado contra los vehículos y por el modo en que varias y tensas voces alertaban de la proximidad del toro a la autovía. Mientras, en Yebes amaneció el sábado con más de media docena de pintadas calumniosas contra el alcalde y algún miembro de su equipo de gobierno.

Insultos y amenazas desde Iriépal. Cualquiera que haya visto el vídeo de Iriépal (subido por los compañeros de Lacomunidad.info a Youtube) no habrá quedado indiferente. Es fácil entender que el debate se haya celebrado en las calles, donde no queda ni rastro, pero también en estos foros modernos entre los cuales la red social Twitter ocupa uno de los lugares privilegiados. Algunos nos atrevimos incluso a juzgar los hechos como un desacierto organizativo y, ya con más humor, visto que el susto se había quedado en nada, restamos hierro al asunto con alguna broma.

https://www.youtube.com/watch?feature=player_detailpage&v=rYf32-M0log

Muy pronto saltaron los chamanes de la tribu apoderándose de la razón y, lo que es peor, insultando y amenazando. Como prueba, algunos de los comentarios recibidos por quien aquí escribe y por algún otro colega en Twitter. Transcribo de forma textual: «mas vale que te laves la boca antes de ablar de iriepal y de cosas de las que no tienes idea alguna! #idiota«; «ha saber cuanto dinero se gasta tu cuidad en personajes como tu! Deberias interesarte realmente x lo que te interesa #toreros«; «haber si eres tan hombre como te crees y vienes a iriépal a decirsonlo a la cara»; «o podrian gastarse parte del dinero en arreglarte los dientes que t van a faltar!! #PAYASODECIRCO«; «me voi a apuntar a la lista de espera interminable que tiene tu madre #genioyfigura«. Estas lindezas están escritas por un tipo que pertenece a la Comisión de Festejos de Iriépal; y si no es así, que el alcalde Luis García me corrija.

Se puede debatir, polemizar e incluso ironizar; está más feo insultar y no pedir disculpas tras el calentón; pero ¿amenazar?… ¡ni en broma! Al menos, en mi pueblo, donde tampoco la falta de grado académico justifica la falta de la más elemental educación.

Quien escribe con faltas ortográficas probablemente no lee ni los titulares del Marca. Y quien no lee desentrena el raciocinio, de modo que, en un intercambio de pareceres, puede acabar por interpretar un comentario sobre un hecho puntual como una premeditada ofensa contra su linaje y responderá, por ello mismo, con amenazas todavía mayores. El problema no dejaría de ser un asunto personal si no fuese porque  estas salidas de tono las hacen en nombre de su pueblo. ¿Representan a todos los vecinos? No, al menos, a algún iriepalense que tengo por amigo y que será todo lo bubillo que se quiera, pero jamás tan bobillo.

El diablo suelto de San Bartolomé. Peor todavía ha sido el tono y el destino de las amenazas con que algunos yeberos han querido honrar a su patrón San Bartolomé, estampando sus lindezas en los muros de diferentes partes del callejero: «Ormazábal hijo de satán», «Fuera de este pueblo», «RIP Cócera y Raquel fuera de este pueblo» u «Ormazábal dictador estás muerto», además de «Alcalde gay» y «Ormazabal puto etarra» (también aquí sin la tilde del apellido de procedencia vasca del regidor yebero).

Grafiti homófobo contra el alcalde yebero. // Foto: Ayto. de Yebes.

Grafiti homófobo contra el alcalde yebero. // Foto: Ayto. de Yebes.

Ya se sabe que San Bartolomé dejaba suelto al diablo una vez al año. Y seguramente estos diablos son minoría en el pueblo. Pero no es disculpa. El silencio de los demás hace que sus exabruptos se escuchen por encima de todo: el nombre de Yebes, como el de Iriépal, ha recibido estos días injusta y mala prensa en todo el país a causa de unos pocos que se creerán, en su ignorancia, más yeberos que Ormazábal por tener un apellido castellano en vez de vasco, cuando uno es de donde pace (o donde pasta, en el caso de los rumiantes), y no de donde nace; y así, quienes pretendían ser gurús de esta anacrónica limpieza de sangre, en realidad han aguado la fiesta, el momento señalado para que los vecinos y los hijos de los vecinos del pueblo confraternicen honrando sus raíces: eso es un patrón, incluso para quienes no son creyentes.

En Guadalajara hemos asistido no hace tanto tiempo a agresiones incluso físicas a los alcaldes de Loranca de Tajuña y Chiloeches en la pasada legislatura, además de un amplio serial de episodios escabrosos en Illana u otras manifestaciones de pésimo gusto en pueblos como Cogolludo. Los comentarios amenazantes, homófobos y alusivos al terrorismo en Yebes no son tampoco una anécdota, como alguno puede pensar. Si el resto calla, estos licenciados se convierten en la voz del pueblo. Más valdría a las buenas gentes de Iriépal, Valdeluz y Yebes que dieran con los responsables de estos comportamientos inaceptables y decidan de qué modo quieren convertirles en protagonsitas de sus fiestas: si haciéndoles pasar por más bravos que sus toros o si paseándoles con orejas de burro antes de que se celebre la santa misa por el patrón.

Trabajar en Guadalajara, deporte de riesgo

En la imagen, una de las muchas manifestaciones que se realizaron en la época de bonanza económica contra la siniestralidad laboral. // Foto: lacronica.net

En la imagen, una de las muchas manifestaciones que se realizaron en la época de bonanza económica contra la siniestralidad laboral. // Foto: lacronica.net

Por Abraham Sanz

De un tiempo a esta parte, desde que el boom urbanístico hizo despegar a esta provincia, no nos era nada raro escuchar que Guadalajara se encontraba dentro de las primeros lugares donde mayor tasa de accidentalidad se producía y, cada siniestro laboral que se cobraba una víctima mortal, se traducía en una marcha sindical frente a la Subdelegación de Gobierno para exigir mayor control de las condiciones laborales en las que se trabajaba así como una mayor concienciación de que cuanto mejor preparados, mejor equipados y más descansados estén los trabajadores, menores riesgos correrán durante su jornada laboral tanto ellos como su empresa.

Lo que sí sorprende es que, actualmente y en plena crisis con una más que notable actividad de los dos sectores que tiraron de nuestra economía durante la primera década de este siglo: construcción y servicios; Guadalajara terminase el año 2012 como la provincia con mayor tasa de accidentalidad y, en el primer semestre del año, siga encabezando este ranking. Ni siquiera el hecho de que más de 23.000 personas –según los últimos datos del Servicio Público de Empleo Estatal del mes de julio- no cuenten con un puesto de trabajo en la provincia, ni que el volumen de actividad empresarial haya descendido durante la crisis; hacen que nuestra provincia caiga de este primer escalafón de este ranking, convirtiéndonos en la provincia con menor cuidado en temas que han de ser de primer orden como la prevención de riesgos laborales.

Y no son datos baladí, sino que nacen de los propios servicios de empleo de cada una de las autonomías que desde CC.OO se han encargado de ordenar y situarnos como la tercera región con mayor número de accidentes laborales –diez muertes de trabajadores ya se ha cobrado 2013-; así como situar a Guadalajara y Toledo a la cabeza de la misma clasificación por provincia. Datos que deben motivar una profunda reflexión en el seno tanto del empresariado como de los Gobiernos regionales y estatales. La prevención, en ocasiones, no nace de las empresas y hay que instaurarle a base de endurecer las normativas así como de dotar de mayores mecanismos para hacerlas cumplir. En ocasiones pueden resultar tediosas o más que costosas, pero a la larga, se comprueba que son muchas vidas las que se salvan siguiendo estos parámetros.

Si bien antes, el despegue económico era una buena excusa para encubrir contratos, reducir costes a costa de los trabajadores o evitar gastos que eran considerados secundarios como equipos o uniformes de seguridad, en aras a aumentar unos ingresos que hizo levantar el ansia viva en muchos empresarios que comenzaban a ver como la construcción o la logística se convertían en una auténtica mina en el Corredor del Henares; ahora parece que la mejor excusa es la crisis para recortar en la misma materia con lo que los resultados siguen siendo los mismos y el principal perjudicado sigue siendo el trabajador. Obreros que, además, ahora se ven obligados bajo la sombra del despido, a no levantar la boca y aguantar carros y carretas, llegando a poner incluso en juego sus vidas con jornadas de trabajo maratonianas que siempre hacen más propicio la llegada del accidente debido al cansancio acumulado; o viendo como los equipos de trabajo que antes de la crisis hubo quien sí los compró, con la recesión, ya no se han renovado y se ven obligados a llevar a cabo su labor  sin estos o con estos en precario estado.

De ahí, que la Administración deba realizar un esfuerzo considerable de una vez por todas, en incrementar su plantilla de inspectores de trabajo que velan porque la seguridad llegue a las empresas, puesto que defraudadores los va a haber tanto con el buen tiempo como con el malo y, es necesario que estas malas prácticas se persigan porque cualquier muerte o accidente que ocurra en el puesto de trabajo y que pudiera haber sido evitado, debe invitarnos a la reflexión y a la puesta en marcha de medidas más exigentes en materia de prevención, especialmente en nuestra región y en nuestra provincia, donde la situación es más que alarmante.

No obstante, no hemos de incluir en este saco a todas las empresas, puesto que hay un número notable que cumple y de una forma más que escrupulosa con todos los avances pactados en las políticas de seguridad laboral en el marco 2008-2012; por lo que el aplauso desde aquí. Un Acuerdo Estratégico de Prevención de Riesgos Laborales en el que hay que seguir trabajando también, desde una vertiente que no hemos de olvidar como es la informativa y formativa hacia el trabajador, que en muchas ocasiones no conoce los riesgos que entraña su actividad laboral o las formas en las que la realiza.

Mano dura desde la Administración y concienciación hacia los trabajadores –donde los sindicatos han de realizar una importante labor- han de ser las claves  para aminorar el número de accidentes y de desgracias laborales que, si bien ya bastante mal está el mercado laboral actualmente, como para que además, trabajar se convierta en una práctica de riesgo.

Un triunfo sobre la rampa

Zazo y Jairo, en un lance del partido de ayer que acabó con triunfo ante el Almería B- // Foto: Óscar de Marcos (www.guadaque.com)

Zazo y Jairo, en un lance del partido de ayer que acabó con triunfo ante el Almería B- // Foto: Óscar de Marcos (www.guadaque.com)

Por Roberto del Barrio

Créanme. No hubiera sacado conclusiones con ningún resultado, ni con la mayor exhibición posible ni con una sangrante goleada en contra. De alguna forma, el debut del Depor ante el filial del Almería era el aterrizaje de todos los estratos del deportivismo en la cruda realidad. Así quedó dibujado, desgraciadamente, en el gélido aspecto de las gradas, con una entrada muy pobre fruto de la mezcla que provoca el desencanto generalizado y estas fechas de marcado y tradicional éxodo a cada rincón de la provincia.

Pero más allá de ese rasgo -preocupante pero con margen para ser analizado cuando finalice la campaña de abonados-, el Depor de Salvachúa, en lo meramente futbolístico, iniciaba el camino en una situación repleta de dificultades, obstáculos y lastres en los tobillos. Con apenas tres semanas para completar una plantilla de 16 jugadores, varios fubolistas recién llegados, sólo dos amistosos disputados en cuadro y la baja de Prosi, el partido en el Escartín se presentaba como el inicio de una escalada infinita y de enorme inclinación. Un recorrido que, sí o sí, será una cuesta arriba constante hasta el final de trayecyo y que ayer, por fortuna, acierto y entrega máxima del equipo, comenzó con una sonrisa.

El Depor hizo la rampa, levantó con suavidad el embrague y aceleró para arrancar su nueva andadura. Como decía antes, sin una necesidad imperiosa de sacar conclusiones, pero con algunos motivos para el optimismo, especialmente la puesta en escena de Quique y la aportación de Álvaro Campos. El ‘9’ y el portero, piezas clave. Ya es algo.

El 1-0 supone un respiro importantísimo, quizá mucho más de lo que se pueda imaginar, un punto para coger aire y afrontar todo lo que viene después de un verano durísimo y, ojalá, un llamamiento para la hinchada más dudosa que aún se relame la profunda herida del descenso. El futuro, sea el que sea, pasa por asumir el mazazo con la mayor celeridad y recuperar el ánimo dilapidado. En Segunda B y con un equipo nuevo, en el incómodo Grupo IV, con los desgaradables recuerdos de las meteduras de pata de Tebas y Retuerta y cuesta arriba, sí. Pero se trata del Depor y de un momento extremadamente delicado que sólo podrá sobrepasarse con el impulso social de los corazones morados.

Con él, podrá aprovecharse la impuesta cultura del esfuerzo con la que nace este grupo de jugadores. Seguramente ninguno de ellos había pasado antes por una situación tan dura y una preparación tan salpicada de problemas para afrontar la competición. Pero si los resultados llegan en este inicio, lo que ahora parece un handicap podría convertirse en una seña de identidad, la de un equipo que, por obligación, estará mentalmente preparado para encarar con entereza cualquier problema durante el campeonato.

Despedida. Este artículo, además de una humilde reflexión sobre el debut liguero del Deportivo, supone mi última aportación a este rincón de pensamiento y periodismo libre en el que me embarqué sin dudarlo hace poco más de un año. Recién cumplido el primer aniversario, una nueva aventura profesional me lleva fuera de Guadalajara y pone un nostálgico punto y aparte en mi relación con El Hexágono.

No puedo más que utilizar estas últimas líneas para agradecer el apoyo, el trabajo y el talento de los seis compañeros con los que he compartido viaje hasta hoy; y, por supuesto, dedicárselas a cada uno de los lectores que nos acompañan cada día y que, en mi caso, han convertido los lunes en un precioso espacio de intercambio de opiniones sobre el deporte de Guadalajara. Por todo ello, infinitas GRACIAS.

Me gusta el fútbol

El periodista Juan Carlos Ballesteros, en los estudios de RTVCM.

El periodista Juan Carlos Ballesteros, en los estudios de RTVCM.

Por Juan Carlos Ballesteros *

Me piden los compañeros de El Hexágono una reflexión sobre la vuelta del fútbol al Pedro Escartín, el regreso del Club Deportivo Guadalajara a la competición. Agradezco la invitación.

Siempre he tenido predilección por el deporte del fútbol. O, al menos, desde que tengo uso de razón.

Si echo la vista atrás (demasiado atrás ya, me atrevo a decir) recuerdo la expectación que me generaba bajar a pie desde mi casa, en el polígono del Balconcillo, al campo de fútbol. Disfrutaba y sufría… como es la esencia del deporte mismo, un juego donde unas veces se gana pero otras, también, se pierde; algo tan evidente que, con el paso del tiempo y una vez interiorizado, ayuda a cicatrizar posibles desencantos. Recuerdo correr junto a mis amigos para ir detrás de la portería antes del lanzamiento de los penaltis favorables al Depor. Son detalles que se quedan dentro de uno para siempre. Corrían los años 70 y la Tercera (equivalente a la Segunda B de ahora) era una liga dura, con éxitos pero también con sinsabores, aunque no de tal envergadura como para agotar la ilusión, que volvía año tras año después del verano. Era ilusión morada. Siempre morada.

Vicisitudes de la vida me alejaron un tiempo de la ribera del Henares, a la que regresé bajo otro prisma, el del profesional de la información. Eran finales de los años 80.

Si algo modificó la manera de volver a reencontrarme con el Club Deportivo Guadalajara fue la responsabilidad que asumí cuando, provisto de bolígrafo, papel y grabadora, tuve que convertirme en crítico/comentarista de los partidos de mi equipo. No resulta sencillo dejar a un lado tus colores y enfundarte el traje de periodista. No digo de la objetividad, no. Porque el periodista deportivo es subjetivo por naturaleza. El Depor había solventado una promoción en una angustiosa eliminatoria contra el Criptanense. ¡Siempre guardaré en el recuerdo aquella intensa tarde bajo los molinos manchegos y en medio de una formidable tormenta! Al fin y al cabo, era una de mis primeras crónicas. Pero  se logró continuar en Tercera División, eso sí ya regionalizada. Un grupo por comunidad autónoma. Devaluación de la categoría e inicio de una complicada travesía para una entidad que veía como irrumpían con fuerza en la ciudad otros clubes deportivos en sala.

Con el Deportivo tuve la ocasión de viajar en el mismo autobús del equipo, compartiendo vivencias con aquellos jovencísimos futbolistas -la mayoría procedente de la cantera-, que fueron capaces de sujetar al equipo en Tercera en aquella difícil época, con Juan José Laso en la presidencia.

Comer, cenar o charlar con los jugadores y cuerpo técnico y después coger la máquina de escribir (primero) y el ordenador (más adelante) para narrar la crónica parece un ejercicio incompatible cuando en medio está el equipo de tu tierra, pero hay que saber diferenciar y ser profesional, responsable y honesto contigo mismo.

Haber ejercido el periodismo deportivo me ha ayudado a distanciarme del forofismo que invade el fútbol, a disculpar los errores arbitrales y a entender a los futbolistas, que también son de carne y hueso y se merecen un respeto. Pero también a descubrir que hay numerosos (y, muchas veces, oscuros por confusos) intereses en juego.

Cerrado el capítulo como informador deportivo a principios del nuevo milenio, mi sitio vuelve a la butaca del Escartín, alejado del vestuario y enganchado otra vez al Depor, que, ya bajo la presidencia de Germán Retuerta, empieza a crecer, tanto (y a tal velocidad) que me veo sentado presenciando, primero, partidos de Segunda B y al cabo de 4 temporadas de Segunda A. Y lo hago acompañado de mis hijos, también seguidores morados. Como el resto de aficionados, nosotros hemos lamentado también el descenso administrativo del equipo. Cada palo deberá aguantar su vela pero el club tiene que estar por encima de todos.

El tiempo pasa muy rápido, pero siempre es conveniente parar un momento y reflexionar. Saber lo mucho que cuesta alcanzar una cima y, más aún, mantenerse en ella. En cualquier faceta de la vida. También en el deporte.

Hoy que regresa el fútbol al Pedro Escartín se abre un nuevo proyecto, que merece ser apoyado por todos. Los que están, al fin y al cabo, son los que defenderán los colores del Club Deportivo Guadalajara esta temporada. Y hay que empujar juntos.

Y aquí surge otro aliciente personal añadido porque esta vez será una pasión doble la que me invada cuando acuda al estadio. ¡Ojalá le sonría la suerte! Porque trabajo e ilusión tiene a toneladas.

Así que este año tengo un motivo más para decir alto y claro: “Me gusta el fútbol. Y sobre todo, de morado”.

* Juan Carlos Ballesteros es periodista y ejerce desde 2001 en los servicios informativos de Radio Televisión Castilla-La Mancha, primero en la sede central en Toledo y un año después en la delegación de Guadalajara. Su trayectoria profesional arranca en 1986 en el semanario Alcalá Semanal de Alcalá de Henares, de donde pasa al bisemanario alcarreño Guadalajara 2000, en cuya redacción deportiva trabaja en dos etapas entre 1986 y 2004. En 1990 se integra en la plantilla de Radio SER Guadalajara, hasta 2001, tanto en Informativos como en Deportes, sección de la que fue responsable durante 9 años, amén de formar parte del equipo que retransmitía  en directo los partidos del CB Guadalajara, CB Azuqueca, CD Guadalajara y BM Guadalajara.

Un robo del copón

Botín recuperado en la "operación Ostensorio", la semana pasada. // Foto: Guardia Civil

Botín recuperado en la «operación Ostensorio», la semana pasada. // Foto: Guardia Civil

Por Concha Balenzategui

Los robos en iglesias de la provincia han vuelto a ser noticia estos días, gracias a la detención de tres jóvenes a los que se atribuyen los cometidos en Quer, Miralrío, Loranca de Tajuña y Yunquera de Henares. Es la llamada “Operación Ostensorio”, que ha conseguido recuperar un botín de decenas de utensilios litúrgicos y ornamentales, además de esclarecer varios robos de vehículos.

Los saqueadores de templos han hecho el agosto en nuestra provincia desde hace años, aunque precisamente actuaban en los meses de invierno en ermitas apartadas o pueblos casi deshabitados. En este caso, las investigaciones estaban en marcha desde el mes de enero y no concluyeron hasta el día 17 de agosto, con el cerco a los sospechosos e incluso un intento de fuga por los tejados de Yunquera, al más puro estilo cinematográfico.

Mantener la vigilancia en alrededor de 300 iglesias con culto y medio millar de ermitas cerradas la mayor parte del año no es fácil en una provincia de nuestras dimensiones. En este caso, las víctimas han sido en su mayoría templos de lugares poblados, pero en muchas otras, los amigos de lo ajeno han aprovechado la ausencia de vecinos y vigilancia para campar como Pedro por su casa por “la casa de Dios”. Habitualmente son robos sin testigos, en que los ladrones pueden hacer todo el ruido necesario para descerrajar puertas y franquear ventanas que no siempre están en buenas condiciones. Con frecuencia, los vecinos o el párroco no se dan cuenta hasta días o semanas más tarde, cuando vuelven a abrir la iglesia.

La desprotección del patrimonio litúrgico ha dado lugar a las peculiares situaciones que todos conocemos en el mundo rural, donde las joyas de la Virgen o la talla del santo patrón se guardan en casa del párroco, si este vive en el pueblo, o incluso de algún vecino. Las ermitas se encuentran desnudas de imágenes y lienzos durante todo el año, y sólo el día de la fiesta patronal retornan las piezas a su sitio original. En muchos municipios y pedanías no es rara la figura, normalmente una señora, que custodia las llaves de la iglesia, y que se muestra recelosa cuando aparecen unos visitantes que se interesan por ver el templo. Algunas piezas de destacado valor se exhiben en el Museo Diocesano de Sigüenza, mientras una réplica ocupa su lugar original.

En la última noticia, me ha sorprendido el hecho de que los saqueos a lugares sagrados tenían el único objetivo de vender el botín por el valor de sus metales, fundamentalmente la plata con la que están hechos. Patenas, cálices y ostensorios como los que muestra la fotografía facilitada por la Guardia Civil, tenían como único destino la fundición en el negocio de la compra de metales, que es uno de los pocos que ha subido como la espuma merced a la crisis. Poco importaba que copones, vinajeras e hisopos estuvieran datados en los siglos XVII, XVIII y XIX. Se iban a vender al peso.

Hace unos cuantos años, el cura Fernando Serrano me relató que llegó a identificar en un anticuario las partes de un retablo, perfectamente embaladas y preparadas para viajar a Alemania y Japón, cuatro días después de la desaparición de la ermita de Riofrío del Llano, donde él actuaba como párroco. Estaba claro que los cacos actuaban por encargo, con grandes dosis de especialización y conocimiento de las piezas que manejaban, y con rapidez asombrosa. Una gran diferencia con estos detenidos, tres jóvenes rumanos, que igual expoliaban una iglesia que se llevaban un coche o asaltaban la Oficina de Correos de Humanes.

Atajar este tipo de robos se plantea como una lucha compleja, más allá de las costumbres relatadas de despojar de valor a los templos para mantener los objetos a mejor recaudo. Hay que entender que piezas que pueden ser capricho de un coleccionista no tienen siempre un valor material y muchas veces son de escaso peso artístico, como para adoptar costosas medidas de seguridad. Pero tienen un valor sentimental para los vecinos que los han reunido con sus donativos y mantenido con sus cuidados. Imágenes y objetos venerados a lo largo de generaciones, ante las que los fieles han rezado en momentos difíciles y han celebrado sus fiestas, son más suyas que de la Diócesis que oficialmente tiene la propiedad. Por eso debe estar en manos del pueblo al que pertenecen la decisión de su destino. Y también la responsabilidad. La protección del Patrimonio, cuando hablamos de obras de valor artístico o histórico, es un deber que supera las convicciones religiosas y compete a toda una sociedad y sus administraciones, independientemente de las creencias. No podemos dejarla en manos de un cura que atiende siete parroquias o de cuatro beatas bienintencionadas.

El Moderno, crónica de una tomadura de pelo

Actuación a las puertas del Teatro Moderno en protesta por su cierre. // Foto: amigosdelmoderno.wordpress.com

Actuación a las puertas del Teatro Moderno en protesta por su cierre. // Foto: amigosdelmoderno.wordpress.com

Por Yago López

La mala gestión política en este país, y por descontado en la región de Castilla-La Mancha y en la provincia de Guadalajara, hace ya tiempo que indigna soberanamente a prácticamente la totalidad de los ciudadanos, que sufren en sus carnes los desmanes de unos dirigentes a los que ni siquiera ya parece importarles la opinión pública, al menos mientras todavía haya margen para las elecciones y su reprobable conducta no pueda demostrarse en un juzgado. Españoles, la democracia ha muerto.

La facilidad con la que dicen una cosa para hacer la contraria y ocultan y manipulan información que solo ellos conocen, dada la opacidad de su gestión, parece no tener límites, y abarca desde el hecho más simple a la decisión más crucial. Un claro ejemplo del circo en el que se ha convertido su acción política y lo poco o nada que importamos los ciudadanos lo encontramos en un hecho puntual, importante aunque no vital, como es el cierre del teatro Moderno de Guadalajara.

Aunque la clausura de un espacio cultural es siempre una pésima noticia, es evidente que no estamos hablando de un hospital ni de un centro de educación pública que serían palabras mayores. Sin embargo, en el asunto del Moderno, cerrado a cal y canto desde hace un año, encontramos un claro y completo ejemplo de la gestión política que está llevando a cabo el Gobierno regional de Castilla-La Mancha en la comunidad en general y en la provincia de Guadalajara en particular, de espaldas a la ciudadanía y manipulando a su antojo. Promesas incumplidas, falsos testimonios, uso interesado de la burocracia y así una larga lista de despropósitos conforman la crónica del cierre de este pequeño teatro.

Para verlo claro basta examinar las conversaciones con la Junta de una asociación local que ha vivido el asunto paso a paso –de este teatro depende su actividad-: el Cineclub alcarreño. Esta organización cultural, con más de tres décadas de existencia, ha servido como termómetro de la situación, ya que desde el mismo momento del anuncio del cierre de El Moderno, que adelantó www.culturaenguada.es en el verano de 2012, hasta la actualidad, se ha afanado en conocer lo más de cerca posible la situación del expediente de este espacio cultural de Guadalajara capital, pues era allí donde llevaba a cabo sus proyecciones.

Al contrario que los gobernantes con los vecinos, la asociación sí ha rendido cuentas de sus actuaciones con sus socios. De esta forma, se puede comprobar en una más que recomendable crónica en su página web todo lo acontecido al respecto del cierre del teatro, su presunta externalización y los inquietantes problemas estructurales de su edificio (que como el Guadiana aparecen y desaparecen). La correspondencia mantenida entre el Cineclub y los distintos órganos (in)competentes de la Junta no tiene desperdicio.

El consejero de ramo, Marcial Marín, ha demostrado una capacidad extraordinaria para defender férreamente una postura y a los dos días la contraria sin ni siquiera sonrojarse. Primero que el teatro no estaba cerrado, luego que sí pero temporalmente, a las semanas que se iba a externalizar la gestión porque era una fórmula inmejorable, después que el edificio no estaba en condiciones, luego que el asunto se retrasaba porque se quería realizar el pliego de los pliegos, más tarde que había empresas peleándose por la contrata, a los seis meses que resulta que lo han pensado mejor e igual no lo privatizan y por último que mejor se lo ceden al Ayuntamiento de la capital.

En conclusión: una absoluta tomadura de pelo donde el expediente va de Consejería en Consejería sí hay alguien que reclame y si no se pudre en un cajón mientras el teatro permanece cerrado y los artistas protestan representando sus obras a las puertas, pero en la puta calle. En definitiva: un despropósito. Les invito a que lean detenidamente las respuestas del Gobierno regional a las cuestiones planteadas por el Cineclub. Simplemente indignante y vergonzoso.

Incapacidades

Residencia de ancianos "Las Sabinas" en Molina de Aragón. // Foto: M.P.

Residencia de ancianos «Las Sabinas» en Molina de Aragón. // Foto: M.P.

Por Marta Perruca

Observo impotente cómo desde hace algunos meses he ido perdiendo algunas capacidades fundamentales. Primero fue la capacidad de sorprenderme y después la de indignarme. En realidad creo que todo empezó cuando extravié la capacidad más importante de todas: Estoy hablando de la capacidad de confiar en nuestros gobernantes.

Por poner un ejemplo que ilustra muy bien este proceso. El pasado 12 de junio salía a licitación la gestión de la residencia de ancianos “Las Sabinas” de Molina de Aragón, lo que suponía pasar de un sistema de gestión mixto a la privatización del servicio, con lo que el edificio sigue siendo de la Junta, pero pasa a ser gestionado completamente por la empresa privada. Este cambio de modelo, como así ha sido, debía entrar en vigor el 1 de agosto. Pues bien, no me sorprendió que el Gobierno regional apostase por el modelo privado, puesto que todos sabemos que Castilla-La Mancha sigue la senda de Madrid en lo que a privatizaciones se refiere. Tampoco me pilló desprevenida que virase hacia esta opción en pleno mes de agosto, con premeditación, nocturnidad y alevosía, cuando es más fácil acallar las voces en contra y las posibles protestas de sindicatos, empleados y familiares -ya lo han hecho otras veces-. Y por supuesto, diría que se veía venir que este nuevo pliego de condiciones, en lugar de mejorar el servicio, lo iba a deteriorar en gran medida.

Realmente detesto haber perdido la capacidad de sorprenderme, porque ya son tantas, que cuando quiero indignarme me bloqueo.

¿No me digáis que no es para indignarse? Después de los malos momentos padecidos por el personal y los usuarios del centro, que llegaron a acampar a las puertas de la residencia a consecuencia de varias nóminas impagadas, la Junta resuelve lavándose las manos, poniendo sobre la mesa 2,5 millones de euros para que la empresa, que se hacía cargo del servicio con la participación de la Administración regional, sea ahora la responsable de lavar en solitario los trapos sucios.

El resultado de este proceso de privatización ha sido la reducción de servicios y la eliminación de una veintena de puestos de trabajo, aunque cabe decir que esto no se ha traducido en despidos, porque  algunos trabajadores se han marchado por su propio pié y a otros se les ha reducido la jornada. Eso sí, la responsabilidad es la misma y el sueldo ridículo.

Y al otro lado se encuentran los usuarios de este centro que tiene 54 plazas para residentes y 20 para el Centro de Día. Yo no sé muy bien si la señora Cospedal y sus secuaces se creen inmunes al paso del tiempo; quizá no esperan ser nunca usuarios de estos recursos que, cabe recordar, son servicios públicos dirigidos a las personas, esas a las que la Carta de Derechos Humanos otorga una dignidad pero que, al parecer, esta estrambótica nueva situación prefiere medir en términos de rentabilidad. Yo les recomendaría una de mis canciones favoritas “When I´m sixty four” (Paul MacCartney- The Beatles), justo en la parte que dice “You´ll be older too”, porque parece que se les ha olvidado..

La consecuencia más grave de esta privatización, a mi juicio, es la reducción del horario de Medicina y Enfermería. Con este nuevo pliego de condiciones se pasa de tener médico 20 horas a la semana (De 8.00 a 12.00 y de lunes a viernes) a exigir 6 horas semanales; en el caso de los enfermeros se pasa de tener servicio 24 horas al día, con seis enfermeros repartidos en tres turnos, a exigir 40  horas a la semana. La materialización de estas medidas ha sido tan desastrosa que el médico no ha aparecido todavía por su puesto de trabajo porque, al parecer, está de vacaciones y los enfermeros, con preparar las medicaciones de los residentes casi han agotado su jornada.

El pliego también fija recortes en el puesto del fisioterapeuta, que queda reducido a media jornada. La empresa está trabajando para cubrir esta plaza, pero el salario no interesa a nadie por lo que, de momento, la residencia no tiene fisioterapeuta. Por si fuera poco, también se han registrado problemas en el servicio de lavandería y en la atención de los usuarios, por la reducción de personal.

A mí debería indignarme de nuevo la inoperancia a la hora de atajar los contratiempos que surgen a lo largo del camino: esa manía a la que nos tienen acostumbrados los políticos de optar por la salida más fácil y menos eficaz colocando cuatro parches mal puestos.

Tendría que poner el grito en el cielo porque de nuevo damos un paso atrás, permitiendo que se nos despoje de nuestra dignidad. Pero aquí me encuentro, luchando contra mi incapacidad, porque hace tiempo que he dejado de confiar en los políticos; hace tiempo que descubrí que sus decisiones injustas no me sorprendían y entonces fue cuando perdí la capacidad de indignarme ¿Y sabéis lo que pienso? que realmente no sirve de nada rasgarse las vestiduras y sentirse indignado por los acontecimientos, si luego no se hace nada para cambiar las cosas.

Desde mis incapacidades solo digo una cosa: “Vosotros seréis viejos también”.