Humanidad por prescripción facultativa

Colegio de Médicos de Guadalajara. // Foto: mareablancasalud.blogspot.com

Colegio de Médicos de Guadalajara. // Foto: mareablancasalud.blogspot.com

Por Yago López

En plena fiebre por la rentabilidad económica que ha traído consigo la crisis, o más bien las recetas con las que pretenden sacarnos de ella los salvadores de la patria, cuesta encontrar algo de humanidad entre los restos que los continuos naufragios de estas políticas van dejando en el camino. Sin embargo, en todo tiempo de tinieblas siempre aparece alguna luz que ilumina, aunque sea tenuemente, el oscuro panorama que nos rodea.

Esta semana ha llegado de la mano de los médicos de la provincia de Guadalajara. Más concretamente de su colegio profesional, que ha suscrito un acuerdo con Cruz Roja en el que se recoge que los facultativos se comprometen a atender de forma altruista a aquellos inmigrantes sin papeles que precisen asistencia sanitaria.

Lo harán en el propio centro del Colegio, donde se habilitará una consulta que entrará en funcionamiento a partir del próximo 4 de febrero, y que será atendida por un médico los martes y los jueves a partir del mediodía. No descartan los médicos ofrecer, en caso de resultar necesario y si pueden, el servicio de especialidades.

Como lo de trabajar gratis, aunque empieza a ser costumbre entre la población activa pero desempleada -que aunque algunos no lo crean existe-, todavía no es habitual, desde el Colegio se ha realizado un llamamiento a aquellos médicos que estén interesados, o más bien dispuestos, a aportar parte de su tiempo para atender a los sin papeles. Desde el centro se les insta a que se pongan en contacto con ellos para incorporarse a la iniciativa solidaria, o más correctamente, humanitaria.

Todo esto parece mentira que pueda ocurrir en el mismo lugar donde el Consejero del ramo del Gobierno regional, José Ignacio Echániz, presume de preservar, al tiempo que ahorra, la universalidad y gratuidad del sistema sanitario. Si fuera así, lo que va hacer el Colegio de Médicos de Guadalajara a partir del próximo mes lo debería hacer el SESCAM en un centro sanitario público y el papel de Cruz Roja no tendría sentido alguno.

Cruz Roja, por cierto, que no lo había mencionado, se ocupará de derivar a los pacientes con una acreditación de demanda de asistencia sanitaria. Digamos que de alguna forma se encargará de la parte administrativa del servicio, que también debería correr a cargo del servicio público de Sanidad. Por tanto, en resumidas cuentas, un colegio profesional y una organización sin ánimo de lucro le harán el trabajo a la Junta, y los dirigentes tan contentos y orgullosos del ahorro.

Todo esto se puede resumir en dos palabras: hipocresía y beneficencia. La primera porque ya está bien de llenarse la boca insistiendo en una mejora en la eficiencia de un sistema sanitario que ha sufrido tantos recortes que no es que atienda peor, que también, sino que además a determinados pacientes ya ni los admite; y la segunda porque por muy solidaria, respetable y necesaria que sea la postura de los médicos colegiados de la provincia en este asunto, no deberían hacer su trabajo gratis, porque de su buena voluntad no puede, o no debería poder, depender nunca la atención sanitaria de un colectivo.

Claro que si uno conserva algo de humanidad, y es capaz de no perder la perspectiva que hace confundir a las personas con los números, no le queda más remedio que, pese a saber de sobra que no es su cometido, actuar. Es por ello, que expreso desde aquí mi más firme apoyo y gratitud a los médicos que han decidido atender a los inmigrantes sin medios económicos -los que tienen dinero aún pueden pagársela- que han perdido su derecho a la atención sanitaria en nombre de la reducción del déficit. Lo hago con la misma fuerza con la que muestro mi repulsa más radical a quienes han decidido que prevalezca el interés económico sobre la vida de las personas. Como diría Serrat, entre esos tipos y yo hay algo personal.

La libertad de decidir

La Plataforma Decidir Nos Hace Libres presentó "El tren de la libertad del Henares" en Guadalajara. // Foto: www.guadaque.com

La Plataforma Decidir Nos Hace Libres presentó «El tren de la libertad del Henares» en Guadalajara. // Foto: http://www.guadaque.com

Por Marta Perruca

No es muy extraño escuchar a una madre afirmar con convencimiento: “Yo por mi hijo daría la vida”. Sin embargo, no creo que existan demasiados hijos o hijas que estén seguros o seguras de que su madre, en un momento dado, daría su vida por ellos tanto como lo estoy yo.

Ya he mencionado en más de una ocasión que me encantan las grandes historias y, no en vano, fue una pequeña, pero poderosa, la que me trajo a este mundo, porque parecía que no estaba escrito que ello fuera a suceder: Yo ni siquiera iba a nacer.

Los médicos recomendaron encarecidamente a mi madre que abortara, porque estaba en riesgo su propia vida. Ni siquiera aseguraban que el embarazo llegara a buen término y, de hacerlo, lo más probable fuera que el bebé llegara con complicaciones, con enfermedades congénitas o problemas graves de salud. Insistieron una y otra vez, entendiendo que la decisión de mi madre era una auténtica insensatez, hasta el punto que mi madre, ni corta ni perezosa, le tuvo que espetar al señor doctor: “Me moriré cuando dios quiera y no cuando usted lo diga” y con estas palabras sentenció la discusión.

Desde luego, muchos entenderán ahora porque digo tantas veces eso de que las palabras son poderosas, porque fueron esas precisas palabras y, no otras, las que conjuraron a los astros para que yo naciera unos meses más tardes. Entonces, cuenta mi madre, me arrancaron de sus brazos para hacerme todo tipo de pruebas y, al comprobar que no había rastro ni indicio de enfermedad o anomalía alguna, me devolvieron con modales toscos y otra de esas frases lapidarias: “Su hija es normal”. No, no se felicitaron porque, finalmente, todo hubiera salido bien, como si estuvieran asistiendo a una especie de milagro o una historia con final feliz de las muchas que podrían contar los muros del Hospital Universitario de Guadalajara, sino que consideraron aquello como un fracaso, porque estaban equivocados.

Pasados los años puedo decir que no he salido mal del todo. Bueno, tengo un dedo en el pie izquierdo que no me creció y me he empeñado en ser periodista, pero quitando esos dos pequeños detalles… De alguna manera, esa historia siempre me hizo pensar que existe un motivo poderoso para que yo esté hoy aquí, más allá de la cabezonería y obstinación de mi madre.

Para mí es un motivo de orgullo. No sólo estoy convencida de que mi madre daría la vida por mí si fuera necesario, sino que además, admiro profundamente su integridad y fortaleza. Otra en su lugar, comprensiblemente, habría claudicado. Habría confiado plenamente en el criterio del especialista y más cuando se lo prescribe con tanta vehemencia.

¿Acaso no es esta historia otra manera de entender el derecho de la mujer a decidir sin coacciones, ni presiones?

No obstante,  no sé por qué me da, a mi madre no le va a gustar mucho este artículo.

He leído el Proyecto de Ley (APLO_ABORTO_23-12-13_WEB.PDF ) de cabo a rabo antes de sentarme a escribir y, después de darle varias vueltas, he decidido no entrar en aspectos filosóficos, ni jurídicos: Una cosa es legislar de manera coherente una cuestión y otra, muy diferente, la medida que pretende impulsar Gallardón, con la que creo que no se trata más que de sembrar la polémica y levantar una cortina de humo, porque mientras estemos apagando el fuego  en este frente desviamos nuestra atención de otras cuestiones algo más incómodas.

Creo que es muy complicado meterse en la cabeza de una mujer que acude a una clínica a interrumpir su embarazo. A mí, lo que me gustaría es que nadie se tuviera que ver en ese duro trance, porque comprendo que no debe ser fácil, de la misma manera que entiendo que una Ley, por muy permisiva o prohibitiva que sea, no incrementa ni reduce el número de abortos, si no las condiciones a las que una mujer se enfrenta cuando ha tomado su decisión. De hecho, y sin entrar a valorar el marco jurídico, durante 2012, con la Ley de Plazos de Zapatero, se realizaron 6.000 intervenciones menos, la reducción más significativa de toda una década.

También pienso que ni la una ni la otra defienden los derechos de la mujer,  por mucho que se adjudiquen títulos rimbombantes, (“Anteproyecto de Ley Orgánica para la protección de la vida del concebido y de los derechos de la mujer embarazada”, casi nada) y que tratar de atajar el problema desde el Código Penal no es otra cosa que empezar la casa por el tejado.

Y esto es lo que me preocupa realmente. Que se discute mucho de cuestiones filosóficas: sobre cuál es el momento en el que un feto deja de serlo para convertirse en un ser humano con derechos que el Estado tenga la obligación de proteger; sobre si está justificado que una mujer decida abortar cuando su bebé viene con malformaciones; cuál es la edad en la de una mujer puede tener capacidad para decidir sin el permiso de sus padres; o de la objeción de conciencia del personal sanitario a la hora de oponerse a participar en una intervención, pero no se discute sobre el fondo del asunto.

En el Congreso no se habla de por qué en pleno siglo XXI todavía es un hándicap ser mujer cuando se concurre a un puesto de trabajo; por qué nos tenemos que enfrentar a preguntas incómodas sobre nuestra vida personal y sentimental que no deberían interesar a nadie;  ni de por qué los empresarios autónomos, a la hora de formalizar un contrato, sienten verdadero temor de emplear a una mujer joven,  que pueda quedarse embarazada en cualquier momento y, entonces, no le cuadren las cuentas. A los gobiernos no se les ocurre equiparar las medidas que ya existen en otros países, como Finlandia o Noruega, donde la baja por maternidad dura 18 meses, frente a los cuatro que se reconocen en España. En Alemania, por ejemplo, se permite a los padres interrumpir el trabajo durante 14 meses, cobrando el 67% de su salario.

Lo que pasa es que en España el feminismo se ha entendido como otra cosa. Ha reclamado el papel de la mujer en la sociedad al mismo nivel que los hombres, como auténticas supermujeres capaces de afrontar todos los retos que plantea la vida, pero sin una carta de derechos a su medida.

No, Señores Míos, la igualdad de la mujer no pasa por concedernos los mismos derechos que a los hombres, sino en reconocer nuestras diferencias y legislar de acuerdo a ellas para garantizar que tengamos las mismas oportunidades. Que, por ejemplo, no tengamos que renunciar a nuestra carrera profesional, ni  perder poder adquisitivo por el hecho de engendrar vidas.

Si de lo que se trata es de reducir el número de abortos, lo coherente sería legislar en lo que se refiere a esas circunstancias que puedan inducirlos y, una vez exista un marco legal de aplicación en ese sentido, ya sería el momento de entrar a regularlo. Hacerlo de otra manera es, como decía, empezar la casa por el tejado.

Y luego existen otro tipo de barreras sociales, no menos importantes. Aún hoy, esta sociedad arrastra prejuicios y castiga a aquellas madres que se quedan embarazadas fuera de un marco considerado moral. Tampoco en el campo de la Educación se han hecho bien los deberes y todavía hay claustros y AMPAS que se escandalizan ante la posibilidad de que se imparta una asignatura de educación sexual en el aula. Es cierto que el Proyecto de Ley de Gallardón tiene en cuenta esta cuestión, pero pasa casi de puntillas y tratándola de una manera muy ambigua.

Una de las iniciativas formativas de Red Madre en Guadalajara. // Foto: Criado Antonio

Una de las iniciativas formativas de Red Madre en Guadalajara. // Foto: Criado Antonio

Los únicos que, a mi juicio, afrontan la problemática desde esta perspectiva son los que integran la  organización “Red Madre” que se han propuesto luchar contra el aborto prestando su apoyo, ayuda y asesoramiento a toda mujer que, en estas circunstancias, lo necesite, pero su capacidad económica y de acción es muy limitada.

La realidad es que parece fácil encender la mecha cuando nos posicionamos a favor o en contra del aborto, cuando se trata de oponernos a una medida legislativa que consideramos injusta. Y lo hacemos porque nos lo han servido en bandeja con una ley polémica, en mi opinión, redactada a tal efecto para distraer nuestra atención de otras cosas, quizá más incómodas o puede que más importantes.

Este mismo sábado, a las 10,03 horas parte “el tren de la libertad del Henares” desde Guadalajara con dirección a Madrid, donde se dará cita con otros trenes provenientes de otros puntos de España en Atocha, lugar donde arrancará una manifestación contra la medida de Gallardón para reivindicar el derecho de la mujer a decidir. La comitiva guadalajareña estará encabezada por la “Plataforma Decidir Nos Hace Libres”, integrada por diez organizaciones de diversa índole.

Y yo me pregunto: independientemente de que la ley entre o no en vigor y, llegado el momento, ¿de veras existen en esta sociedad las condiciones que garanticen que la mujer pueda decidir libremente? ¿Libertad de decidir es poder tomar la decisión de abortar porque la sociedad nos impone límites para nuestro desarrollo personal y profesional? ¿Es libre la mujer que decide abortar porque su situación económica no es la más adecuada para sacar una nueva vida adelante?

El amor al dato

estadisticaPor Rubén Madrid

Decía Augusto González al recoger el Premio Libertad de Expresión que los periodistas no podemos andar aspirando a contar la verdad porque la verdad no existe y lo que existen, más bien, son los matices. Es este un debate muy viejo en el gremio y que afecta en realidad a cualquier disciplina que pretenda dar explicaciones sobre una cosa tan informe, compleja y cambiante como las sociedades humanas.

Las llamadas ciencias sociales renunciaron ya hace tiempo a la vieja utopía de construir leyes irrebatibles y predicciones incontestables, como sí hacen las ciencias naturales, para conformarse con aspirar acaso a alumbrar explicaciones de alcance medio basadas más en probabilidades que en certezas. Todas sus teorías tienen por tanto fecha de caducidad.

El periodismo es más un oficio que una ciencia, pero comparte el noble intento de iluminar la realidad y tiene, entre otras misiones, la de abastecer al ciudadano de información veraz para que saque sus conslusiones. Ahora bien, que no sea una ciencia exacta, como le ocurre a la Sociología o la Antropología, no quiere decir que sus datos también puedan serlo.

Echániz, el aborto y la ciencia. Venía a decir algo similar el consejero guadalajareño José Ignacio Echániz en un artículo que publicaba ayer martes el ABC nacional (el adjetivado «nacional» es objetivo, no calificativo). Titulado «¿Aborto? La hora de atender al progreso científico», toma partido por la reforma que Rajoy parece dispuesto a aletargar durante un tiempo prudencial. Para nuestro consejero, «la reforma de Gallardón es un paso valiente en el respeto a la vida y una muestra de respeto a los últimos datos científicos sobre la génesis de la vida humana».

¿A qué datos científicos se refiere? «Como médico he constatado la evidencia de que un feto, entre las 12 y las 14 semanas, ya tiene formados los principales órganos y es capaz de realizar las actividades básicas». Es decir, la evidencia radica en que el feto ya no es, por ejemplo, una forma de vida similar a un huevo o un renacuajo, pero tampoco acaba por ello de convertirse en rana ni pollo.

El consejero invoca a la ciencia y sus datos para luego tirar por la calle de en medio. Y es lógico, pese a sus grandilocuentes expresiones. Echániz sabe, como todo ciudadano informado, que no hay consenso científico que medie de manera rotunda en este debate, como tampoco lo hay sobre otros asuntos. Por eso no hay rastro en su escrito de esos «últimos datos cienfíticos sobre la génesis de la vida» a los que alude para defender la ley. Pero entendemos que para un ejercicio de retórica invocar al dato resulta siempre un buen intento.

Datos y contradatos. Tiene el dato una fama ganada a pulso por haber rebatido tantas veces impresiones infundadas. Si queremos hablar del mercado laboral, no es lo mismo que digamos simplemente que creemos que el trabajo en nuestra provincia «está fatal» que acudir a la Encuesta de Población Activa y dimensionar el problema con su 21,6% de tasa de desempleo y nuestros más de 23.600 paisanos en busca de un puesto laboral, aunque, en la práctica, el dato venga a decir eso mismo, que el mercado laboral está fatal.

También sabemos que los datos discuten entre sí y sirven argumentos a favor y en contra. Precisamente la última EPA publicada la semana pasada ha venido a tapar la luz al final del túnel: si la cifra del paro en 2013 cerraba con una disminución de 60.000 personas en todo el país, la reducción de la población activa ha sido tan superior, 270.000 españoles, que deja el anterior indicador en una anécdota incapaz de dimensionar correctamente la evolución del mercado laboral español. La misma historieta con datos provinciales ha sido señalada por mi compañera Marta Perruca en otro artículo reciente.

Los datos, pues, dicen y contradicen. Pongamos un ejemplo: a cualquiera que asista con frecuencia al teatro Buero Vallejo le habrá llamado la atención la estadística que hemos podido leer recientemente de que el año pasado hubo un 92,28% de ocupación en sus 101 espectáculos programados. Pero, en realidad, si hay 1.003 butacas, el cien por cien de ocupación estaría situado en 101.303 espectadores, muy por encima de los 62.652 que se reconoce en el balance. Los números no cuadran. Como quiera que no aceptamos que un dato tan preciso haya podido ser falseado a propósito, lo que falla obviamente es lo que pensábamos que había detrás del dato: si el enorme patio de butacas del Buero se llena o no.

Hay a veces que ir más allá del dato y entender cómo se computa. Y tenemos en este ejemplo que cuando algunos espectáculos apenas funcionan en taquilla, su escaso público es subido a un graderío supletorio en el escenario en vez de ocupar una localidad convencional. De este modo, donde un espectáculo apenas superaba los 300 espectadores, un tercio del total, se obtiene ahora un lleno (100%). Y así tal vez ahora cuadren los altísimos índices de ocupación.

Los datos bailan a diario, unas veces entre lo que incluyen y no incluyen las fuentes referidas a las listas de espera sanitarias; otras veces porque son números redondísimos difícilmente comprobables (como que se hayan servido 25.000 aperitivos en una feria de la tapa); y en otras porque así lo hemos querido: damos por descontado que el porcentaje de seguimiento de una huelga será falseado de antemano por las administraciones y por los organizadores, de modo que ninguno de los datos sea correcto y que el fracaso o el éxito de una convocatoria dependan finalmente más de la impresión que del número exacto, al revés de lo que veníamos a decir con el ejemplo del mercado laboral que está fatal.

Los números de Fitur. Los datos de turismo siempre son sospechosos. ¿Quién cuenta y cómo los turistas que pasan al cabo del año por Santiago de Compostela o Toledo? En Port Aventura hay tornos, pero ¿y en el centro de Madrid? ¿Computa como turista quien va a ver a una amiga a Zaragoza y se toma una cerveza frente a la basílica del Pilar? ¿Hace turismo quien viene de Cádiz para ver a su equipo en el Escartín, o sólo si compra bizcochos borrachos?

Son raros estos datos turísticos siempre, pero estoy seguro de que a cualquier periodista acostumbrado a manipular (en el buen sentido de la palabra) estadísticas le llamaría la atención el sábado que la presidenta de la Diputación, Ana Guarinos, fundase su optimismo sobre el sector a partir de unos datos tan descaradamente rebuscados: dos meses puntuales de verano, la comparación del último semestre en vez de todo el año… Imposible pensar que no había gato (o dato) encerrado.

No tardó en criticarlo el PSOE. Y es sencillo de comprobar para cualquier lector familiarizado con las estadísticas del INE, que reflejan que el dato anual de viajeros contiene efectivamente un descenso anual que se aproxima a los 5.000 visitantes -si comparamos los primeros once meses de 2013 y 2012, porque no hay cifras oficiales de diciembre pasado-. Este mero cálculo casero le da la razón a la denuncia de los socialistas y es más, si se compara con los once meses de 2011, son más de 5.000 los viajeros que han desaparecido de nuestro mapa.

La presidenta provincial Ana Guarinos en Fitur. // Foto: www.clm24.es.

La presidenta provincial Ana Guarinos en Fitur. // Foto: http://www.clm24.es.

Pero estos números no fueron dichos porque no adornaban el discurso: “El esfuerzo del equipo de Gobierno se está viendo recompensado por unas cifras que nos dan aliento y que nos animan a seguir en esta misma dirección”.

¿Tan difícil es ya que un político llegue a Fitur, exponga que las cifras han descendido un 15% respecto al año anterior y que por eso mismo están ahí, redoblando esfuerzos para vender los encantos de la provincia en el mayor escaparate turístico de España? ¿A quién pretenden engañar, a los hosteleros, a los votantes, a los domingueros? Ciertamente los datos trasladados en Fitur no son falsos, pero lo es la conclusión. Y aquí radica la diferencia entre propaganda e información.

Guarinos y su sagaz diputado de Turismo tenían dos opciones. La primera, la descabellada, la que han desechado, pasaba por cambiar los datos parciales por los globales y, a ser posible, variar también el rumbo de sus políticas, porque lo cierto es que las cifras de 2013, sin ser necesariamente concluyentes ni alarmantes, dan más motivos de preocupación que de aliento. La segunda alternativa, la que han adoptado, consiste en decir, como ha dicho Jesús Parra, que el PSOE critica los datos de turismo porque el partido en la oposición está (ojo al dato: lo dice Jesús Parra) «cegado en el pasado». Y todavía más: «Los datos están ahí y no engañan a nadie por más que se empeñen en distorsionarlos».

No haga caso, señor Parra, de quienes ponen palos en las ruedas. Sigan ustedes defendiendo la verdad. No dejen que la realidad, con sus matices, les estropee un buen titular.

La importancia del signo político

Más de 1.200 multas ha tenido que anular el Ayuntamiento por el caso del Plan Astra. // Foto: lacronica.net

Más de 1.200 multas ha tenido que anular el Ayuntamiento por el caso del Plan Astra. // Foto: lacronica.net

Por Abraham Sanz

El grado de enfrentamiento entre la antigua Administración regional socialista y el Ayuntamiento capitalino durante la legislatura anterior, llegó a su punto máximo con el conflicto del Plan Astra. Situación que rozó el esperpento cuando desde el Consistorio se envió a los agentes de la Policía Local a sancionar a los conductores de autobús del recién estrenado plan regional de transporte por el hecho de efectuar parada tanto en la calle Francisco Arito como en las proximidades del Hospital Universitario. Las razones que se esgrimían tenían que ver más con un boicot hacia un plan que nacía con mucho artificio, pero que luego se ha traducido en un servicio que no ha colmado las expectativas de usuarios –a los pocos meses de su puesta en marcha hubo de replantear servicios y suprimir líneas-; pero que pretendía mejorar la movilidad en la zona del Corredor, facilitando el acceso a lugares clave de la capital como pudieran ser la estación de Renfe o el propio citado centro sanitario.

La situación fue inverosímil. Policías multando a los conductores que a título personal tenían que asumir unas multas –más de 1.200 se llegaron a elevar durante el año 2010- sólo por el mero hecho de realizar su trabajo diario que no era otro que realizar la ruta que se le encomendaba ese día. Tan dantesca fue la situación que hoy, cuatro años más tarde, la irrupción de la noticia de la anulación de estas multas por parte del Tribunal Superior de Justicia no podía aparecer sin tener algún cariz singular, como es el hecho de que esta sentencia se dictó en verano del año pasado y hasta hoy no se ha tenido noticia de la misma. Sin duda, todo un varapalo para la gestión municipal del Partido Popular que durante el tramo final de la pasada legislatura, se enrocó en una lucha de partido contra el Gobierno presidido por José María Barreda, donde cada acuerdo suponía sangre, sudor y lágrimas entre los miembros de los diferentes partidos y, cada convenio venía precedido de intensas polémicas a su alrededor. Tales fueron los casos del pabellón multiusos de Aguas Vivas o del propio Foro de la Juventud o Centro Joven de El Fuerte así como la no inclusión de Guadalajara en el Plan de Choque contra el desempleo que lanzó la Junta para tratar de amortiguar los efectos de la crisis. U otros que ya se desecharon por la poca fluidez de las relaciones como sería la reforma o construcción completa de la estación de autobuses –cuyo estado merecerá otro post- o la ejecución de un nuevo ambulatorio en los terrenos del antiguo auditorio municipal, cuya añeja construcción sigue muriendo lentamente.

Nos guste o no, el interés general brilla por su ausencia cuando el enfrentamiento entre administraciones se reduce a un enfrentamiento político donde se persigue damnificar al rival, dañando a su propio pueblo, es decir, a sus propios electores. La casta política tanto de nuestra región como de nuestra provincia le duele ver aciertos en el partido contrario y, como esté en su mano, hará lo posible por evitar la implantación de un nuevo servicio aún a costa de reducir así el bienestar de sus conciudadanos. Es terrible, pero esta es la realidad que se vive en los despachos de las instituciones donde, administraciones del mismo signo político no tienen problemas de diálogo y en lograr acuerdos; mientras que cuando la negociación tiene lugar entre partidos opuestos, es casi imposible lograr que se cierren los mismos cuando los intereses son incluso mayores para la ciudadanía. Ya lo dice la gente de campo –que es muy sabia- a sus futuros alcaldables, “haceos del partido del que gane, que si no, luego no llegan las subvenciones” y no les falta razón. Lo peor, es que hemos asumido esta situación como un hecho habitual cuando es de lo más mezquino y deleznable ya que, aquí, los únicos que perdemos somos los ciudadanos.

Guadalajara ha escenificado muy bien estas rupturas entre administraciones de distinto signo como ocurrió con la Junta de Bono y el Ayuntamiento de Bris; los rifi-rafes entre la Diputación de María Antonia Pérez León y el Consistorio gobernando por Román; o los ya más recientes de Román con Barreda; o del alcalde azudense Pablo Bellido con Mª Dolores de Cospedal. Y si de estas rupturas, volaron proyectos que hubieran beneficiado a la sociedad alcarreña; también de la falta de acuerdos y talante negociador en las sesiones plenarias, se perdieron grandes oportunidades de lograr posturas unánimes que hubiesen logrado para Guadalajara mejores proyectos que los designios de Toledo querían para la ciudad como hubiera sido un proyecto mixto para el campus universitario, a caballo entre la ciudad y el polígono del Ruiseñor para así lograr enriquecer la vida de la ciudad. Tanta propaganda llevó el proyecto que tal como vino, se fue y sin dejar rastro; cuando, aún a regañadientes –especialmente el alcalde del momento, Antonio Román- todos habían aceptado las condiciones de la Junta por el bien de la ciudad.

La ciudadanía está harta de enfrentamientos políticos que se traducen en simple polvareda que ahí queda. La ciudadanía quiere una clase política que trabaje, que busque el acuerdo, el consenso, que realice una política constructiva para que esta ciudad, cada vez más triste y carente de vida, comience a renacer. Y eso no sólo se logra mejorando el granito de la ciudad, sino tendiendo una mano al contrario; apostar por el interés de Guadalajara antes de por el interés político o personal y, realmente, demostrar una vocación real por lo público que permita que muchos que hoy no lo hacen, vuelvan a confiar en la política como solución y no la vean, como hasta ahora y no sin razón, como uno de nuestros grandes problemas.

Estímulo-Respuesta

Zazo controla el cuero en uno de los lances del partido. Foto: Guadaque (Óscar de Marcos)

Zazo controla el cuero en uno de los lances del partido. Foto: Guadaque (Óscar de Marcos).

Cuando parece que el Depor empieza a remontar el vuelo, una fuerte turbulencia impide que los morados mantengan la altitud adecuada. En esta ocasión, las rachas de aire procedían del sur de la península y llegaron cuando el conjunto alcarreño surcaba zonas tranquilas, alejadas de cambios de presión, en territorio amigo. Al final, un último golpe de viento, cuando los deportivistas tomaban tierra, impidió que el Depor tuviese un aterrizaje exitoso. En Algeciras conocen bien de lo que hablo. Los albirrojos arrancaron un punto del Pedro Escartín en la última jugada del duelo. Ver para creer.

La suerte había acudido al rescate de los alcarreños en los dos últimos duelos ante el Cádiz y el filial del Córdoba. Sin embargo, ayer la fortuna le fue adversa, si quieren considerar el gol de Parada de ésta forma. En el fútbol, la suerte es un factor determinante, pero la suerte hay que buscarla y hay que poner todo de nuestra parte para que esté de nuestro lado. Igual que en las dos jornadas precedentes, el Depor dispuso de dos penaltis en los minutos finales y se llevó la victoria con sendos tantos de Javi López. En ésta, padeció un gol en el descuento con un tiro desde la frontal. Ambas situaciones son las consecuencias de un sinfín de factores, no solo de la suerte.

En los dos primeros casos, los de Pérez Salvachúa buscaban con ahínco la victoria. Rondaban el área de sus rivales e, incluso en El Carpio (Córdoba), ya habían sufrido otra posible pena máxima poco antes sin que el colegiado hiciese sonar su silbato. Por tanto, ante el Cádiz y el Córdoba B, la fortuna sonrió al Deportivo. Estímulo-Respuesta.

En el segundo caso, los morados tenían prácticamente asegurada la victoria, después de que Quique les adelantara a falta de dos minutos para el final del partido. Los tres puntos estaban en la mochila. No había tiempo para más y menos ante un Algeciras que apenas había inquietado a Álvaro Campos. Sin embargo, una gran jugada de Ándujar por la banda, parecida a la del primer gol algecirista, unido a la debilidad de la zaga morada, dio como resultado un disparo en la frontal. Parada empataba justo antes de que el árbitro señalara el final del duelo. Por tanto, ante el Algeciras, el infortunio se cebó con el Depor. Estímulo-Respuesta.

Quique celebra su tanto en el minuto 88. Foto: Guadaque (Óscar de Marcos).

Quique celebra su tanto en el minuto 88. Foto: Guadaque (Óscar de Marcos).

Un equipo que aspira a colarse entre los cuatro primeros de la clasificación no puede permitirse el lujo de perder puntos de esta manera. La irregularidad defensiva está lastrando el progreso deportivista. Y es que, a pesar de que la semana pasada una web introdujo a Espín en el once ideal de la jornada, la zaga morada está siendo el punto débil de equipo. Ni siquiera ya hablo de errores puntuales, que pueden ser más o menos graves y que pueden no suponer goles en contra, sino de la inseguridad que generan esos errores puntuales al resto del equipo. El gol de Parada nunca debió de subir al marcador, porque la defensa tuvo que parar ese envite de raíz. No en vano, la jugada demostró la falta de contundencia de la línea defensiva alcarreña.

Copa Federación

Volviendo al relativo tema de la fortuna, los bombos de la Federación de Fútbol volvieron a emparejar al Depor con un rival duro en la primera fase de la Copa del Rey. El Cartagena eliminó a los morados hace ya algunos meses y los de Pérez Salvachúa no tenían más remedio que irse hasta Tenerife para disputar la primera ronda de la Copa Federación. Un torneo diseñado para distraer a los clubes que no han conseguido clasificarse para jugar la Copa del Rey ante rivales de entidad. La única gracia de la competición, los 90.000 euros con los que la institución organizadora premia al club vencedor. Y es que, hasta la gracia de los sorteos se la han quitado, puesto que los emparejamientos se realizan por el rival que más cerca pille.

Superado el Tenerife B, el miércoles pasado, el Deportivo se deshizo en octavos de final del Atlético de Pinto, un equipo de la Tercera División madrileña. Eso sí, lo hizo a la remanguillé de chiripa. No en vano, los morados cayeron por la mínima en la ida, con gol de Privat, ex del Marchamalo, y en la vuelta en el Pedro Escartín sudaron para dar la vuelta al marcador. Curioso si se tiene en cuenta que dispusieron de tres penaltis, solo Rubén Arroyo fue capaz de convertir en la prórroga. La buena noticia es que, sin grandes alardes, el Depor continúa en la competición. La mala, que los alcarreños no deben distraerse de su principal objetivo, la Liga.

La sorpresa de la invisible Guadalajara

Por Diego Fernández*

Diego Fernández, periodista.

Diego Fernández, periodista.

Desde que descubrí  Guadalajara y todo lo que tiene que ofrecer siempre he pensado que ha sido, y todavía es, una provincia infravalorada turísticamente. Como madrileño, a tan sólo 50 kilómetros de la capital alcarreña, había oído durante toda mi vida maravillas (merecidas) de lugares relativamente cercanos como la Ciudad Encantada de Cuenca, la muralla de Ávila o los increíbles cascos históricos de Segovia o Toledo; de Pedraza, de La Granja de San Ildefonso, de las Tablas de Daimiel, de las Lagunas de Ruidera; del cochinillo segoviano, el chuletón abulense o el mazapán toledano. ..

…. pero de Guadalajara y su provincia, nada. Nadie me había hablado del Palacio del Infantado y su arte gótico y renacentista ; ni del Alto Tajo y su impresionante orografía plagada de vertiginosos cañones;  ni de la solera, la historia y el increíble casco histórico de cientos de sus municipios `grandes´ -Molina, Atienza, Pastrana, Cogolludo, Brihuega- o el encanto de pequeños pueblos como Valverde de los Arroyos,  Chequilla, El Espinar o Navas de Jadraque; ni de parques naturales como el Hayedo de la Tejera Negra; ni del maravilloso y sobrecogedor paisaje, casi sin rastro de vida humana, que esconde la Sierra; ni siquiera había oído hablar demasiado de los bizcochos borrachos o la miel, de las arraigadas tradiciones o los millares de festejos, muchos de ellos realmente peculiares… Únicamente había llegado a mis oídos la merecida fama de Sigüenza, la única población guadalajareña con una importante fama nacional, que se ha llegado a convertir en la bandera de una región cuando es únicamente la punta del iceberg.El conocimiento de esta provincia desde que la comencé a descubrir, hace ya diez años, ha deparado innumerables sorpresas positivas, tantas que no cabrían en estas líneas. Y no sólo con respecto a la región, sino también en lo que se refiere a la capital. Es cierto que no es una ciudad bonita -ni tampoco fea-, con un centro histórico espectacular o cientos de espacios de interés artístico, histórico o de ocio, pero también cuenta con sus virtudes: cómoda, espaciosa en su pequeñez, con una importante vida cultural teniendo en cuenta su reducida población, cercana a Madrid, tranquila –a veces demasiado-… Una urbe agradable, en definitiva.

Valverde de los Arroyos, un lugar que no debe faltar en una ruta por Guadalajara.

Valverde de los Arroyos, un lugar que no debe faltar en una ruta por Guadalajara.

Cuanto más conozco Guadalajara más sigo sin entender muy bien qué es lo que ha fallado, por qué se valora tan poco en cualquier lugar de España, por qué se conoce tan poco. Es cierto que en los últimos tiempos se ha llevado a cabo una mayor campaña de promoción de todo lo que tiene que ofrecer la zona, pero se antoja aún insuficiente. Su poder de atracción sigue resultando insignificante en comparación con el de Segovia, Salamanca, Ávila o Toledo y en cambio tiene al menos tanto que ofrecer como todas ellas.

Esta situación se convierte en un arma de doble filo: por un lado es una lástima que la mayoría de los españoles no valoren Guadalajara como se merece, fruto de su desconocimiento, y que la provincia no goce de una mayor fama a todas luces merecida y pueda sacar además un rendimiento económico a sus poderes; pero por el otro ayuda a mantener esta región auténtica, virgen, evita la masificación y permite a los pocos `guiris´ que la conocemos disfrutar plenamente de lo mucho que tiene que ofrecernos. Bien pensado, Guadalajara me sigue gustando así.

* Diego Fernández es periodista madrileño, licenciado en Ciencias de la Comunicación y especializado en prensa escrita, donde ha trabajado durante la mayor parte de su trayectoria profesional (ocho años en el diario Nueva Alcarria), aunque también con experiencia en radio (Cadena COPE Madrid), televisión y gabinetes de prensa. Aficionado a la cultura y el deporte y apasionado por conocer España, Europa y el mundo, acaba de realizar un Master de Periodismo en Viajes y un Curso de Emprendedores. Toda formación es poca dado el presente panorama del mundo laboral y del periodismo en particular… Contacto: fernandeztorrealbadiego@gmail.com.

Tarde, mal y zumba

La que es posiblemente la zambomba más grande del mundo, construida en Sigüenza. // Foto: guadaque.com

La que es posiblemente la zambomba más grande del mundo, construida en Sigüenza. // Foto: guadaque.com

Por Concha Balenzategui

He ido unas cuantas veces a Fitur, por curiosidad o por trabajo. Una vez, al llegar a casa y vaciar las bolsas de folletos que había recolectado compulsivamente, apareció un calendario ilustrado con fotos de Sicilia que coloqué en mi dormitorio. Tras casi un año contemplando las fumarolas del Etna, el valle de los templos de Agrigento o las catacumbas de Siracusa, aquel noviembre junté unos días de vacaciones y una amiga, y nos fuimos a conocer la isla mediterránea. El que difundió el calendario no había inventado la pólvora en cuestión de promoción turística, pero desde luego que conmigo dio en el blanco.

No he ido este año a Fitur. Pero el otro día me desayunaba sorprendida con la frase de Ana Guarinos, presidenta de la Diputación, que anunciaba que trataría de llevar una zambomba seguntina muy grande al stand de Guadalajara. Y me dio por pensar en las esencias de esta tierra. Todos nuestros paisajes, nuestra gastronomía, nuestros ritos etnográficos simbolizados en el instrumento navideño. Sinceramente, no lo veo.

Es muy difícil recoger la diversidad de colores, estilos arquitectónicos, personajes históricos, fiestas y sabores de una tierra en los pocos metros que tiene un stand de feria. Y más convencer al que lo ve de que es interesante conocerlos de primera mano. Por eso se inventó el marketing, que trata de reunir en un lema, en un logotipo o en unas imágenes toda la complejidad de un mensaje. Es necesario leer muchos y voluminosos dosieres con cifras, mapas y estudios de mercado -me comentaba recientemente una reputada experta en marketing– antes de sintetizar la historia de una compañía, sus productos y su estrategia de mercado en una frase como «la chispa de la vida».

La promoción turística ha evolucionado mucho. Aquel calendario que me llevó a la tierra de Corleone, un gancho que funcionó hace unos cuantos años, probablemente está muy superado. Pero los folletos siguen repartiéndose en Fitur, aunque ahora haya muchos más códigos QR y más App en la feria, afortunadamente para los bosques del planeta y para los que acabábamos el recorrido cargados de papelería.

Guarinos entreg un obsequio a Cospedal, en el stande de Guadalajara en Fitur. // Foto: eldigitalcastillalamancha.es

Guarinos entrega un obsequio a Cospedal, en el stand de Guadalajara en Fitur. // Foto: eldigitalcastillalamancha.es

Me cuentan que en el stand de Guadalajara, dentro del de Castilla-La Mancha presidido por el centenario del Greco, hay de todo: muchos folletos y también una nueva aplicación para móvil, presentada por el Ayuntamiento de la capital. Y no, la zambomba gigante al final no está*. No sé si afortunada o desgraciadamente, porque a lo mejor hubiera dado la nota, como las gogós de Gandía. Y de eso se trata en esta «feria de las vanidades». Doctores tiene el marketing.

Pero también perviven los principios de la vieja escuela, los que marcan que «el buen paño en el arca se vende». Y no hay nada más vendible que un paisaje protegido no sólo de nombre, unos productos de la tierra bien elaborados, con variedad e innovación, y un patrimonio conservado y visitable. Así que no descuidemos el paño, no sea que nos fallen las aplicaciones de móviles por falta de cobertura transitando por las carreteras de la Sierra o del Señorío.

Esta misma semana, la Junta de Comunidades ha anunciado que apuntalará el monasterio de Bonaval para evitar que continúe su deterioro. Todos sabemos, hasta el bueno de García de Paz, allá donde se encuentre, que es muy tarde. Muchos creemos que la Administración ha mirado para otro lado, durante varias legislaturas, aunque tiene el mandato de velar por lo nuestro, lo de todos. Y lo nuestro, nuestro arte y nuestra historia, nuestro paño, es Bonaval. Y también el castillo de Galve, que el domingo pasado protagonizaba la lectura en El Hexágono; o el Alcázar de Guadalajara, cerrado y vallado hace años para evitar que los desprendimientos causen daños a los niños que juegan en esa calle.

Monasterio de Bonaval. Foto: elheraldodelhenares.es

Monasterio de Bonaval. Foto: elheraldodelhenares.es

Ha faltado audacia e iniciativa para investigar sobre la propiedad de Bonaval, para expropiar o para actuar por las buenas, de oficio. O cualquier fórmula imaginativa que hubiera impedido que la ruina avanzara de este modo. Imaginación solo la he visto en el vídeo de los hijos y vecinos para pedir que no se olvidara este templo. Este sábado volverán a reivindicar los vecinos su arreglo con una jornada, que recordará también al profesor García de Paz. Mucho marketing en Retiendas.

Bonaval es uno de los tres monasterios cistercienses de nuestra provincia, y el que peor suerte ha corrido. Y lo digo a sabiendas de que el de Óvila, cerca de Trillo, fue expoliado piedra a piedra por William R. Hearst en vísperas de la segunda república. La historia y el retrato de este megalómano fue magistralmente escrita por Manu Leguineche, para quien hoy tengo un emocionado recuerdo.

La sala capitular de Óvila, reconstruida en California. // Foto: sacredstones.org

La sala capitular de Óvila, reconstruida en California. // Foto: sacredstones.org

Al menos la sala capitular de Óvila ha sido reconstruida por los monjes de un monasterio de Viña, en California. Aquellos benedictinos sí que han aplicado el marketing para captar fondos en un país donde no hay ayuda estatal para estos menesteres, y menos para la Iglesia. Viendo la suerte que ha corrido Bonaval, a veces pienso que mejor destino es el de las piedras de Óvila, a pesar de que sufrieron el expolio, el saqueo, el abandono y hasta un incendio en el parque de San Francisco donde se abandonaron durante años.

El tercero de los monasterios cistercienses, ya saben, el de Monsalud, sufrió el deterioro durante años, hasta que fue adecentado con una ayuda del 1 por ciento cultural. Lo visité hace unas semanas, por fuera, ya que está cerrado a cal y canto por los recortes. Me impresionó la grandiosidad que se percibía en los muros y los arcos que quedan en pie, convenientemente consolidados. Me temo que incluso una actuación similar llegaría tarde para Bonaval.

El balance de la huella del Císter es demoledor: uno cerrado, otro expoliado, y el tercero casi apuntalado. Eso es lo que tenemos. Nos gusta acudir a Fitur a presumir de lo que ni siquiera sabemos cuidar, y que tal vez terminemos vendiendo, como el castillo de Maqueda. Si no protegemos nuestra historia y nuestro arte, perderemos nuestras señas de identidad, más allá del marketing. Y entonces dará igual que nos pinten a todos de caballeros andantes, como hizo Barreda, o de caballeros con la mano en el pecho, como me temo que va a hacer Cospedal. Porque lo nuestro, lo que nos identificaba realmente, ya murió, No pasa nada. Podemos hacer una zambomba más gorda todavía.

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* Después de varios días de feria, la zambomba gigante estuvo en Fitur este sábado.

Leguineche nos deja huérfanos de referentes

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Fallece el periodista Manu Leguineche. // Foto: laaventuradelahistoria.es

Como en muchos otros campos, en el periodismo, el vértigo vital vinculado al pseudoprogreso que ha traído consigo la mal llamada era de la comunicación, con todos sus avances tecnológicos que permiten hoy la conexión en tiempo real entre prácticamente dos puntos cualesquiera del planeta, ha provocado que en muchos casos perdamos de vista, paradójicamente, la esencia de las cosas. La obsesión por la inmediatez y la cínica pelea de los medios por lograr anticiparse, a costa de lo que sea, a la competencia, ha dejado en segundo plano el contenido de la información, el verdadero periodismo, ese que representará por siempre Manu Leguineche.

El maestro de «la tribu» -el periodista y escritor vasco, Manu Leguineche, llamaba así a los reporteros de su quinta que se desplazaban como corresponsales de guerra en guerra para dar cobertura informativa a los conflictos, desde Vietnam a los Balcanes, y sus compañeros le consideraban el número uno- ha fallecido este miércoles en Madrid a sus 72 años tras una larga enfermedad. Más de medio siglo dedicado al periodismo y a la literatura le avalan. No por la cantidad de trabajos en su haber, que también, sino por la calidad de los mismos.

Leguineche vivió en directo el fin de la guerra de Vietnam, pero también estuvo en Argelia, Malvinas, Marruecos, Líbano, los Balcanes, Pakistán, Camboya o Guinea Ecuatorial, entre otros muchos conflictos. Lugares donde se jugó la vida para informar sobre el terreno, allá donde se forja el verdadero periodismo. Siempre será por ello un ejemplo para la profesión por poner en valor la única y verdadera fórmula posible para un buen informador: ir donde suceden los hechos, comprobar qué ocurre y contarlo. Así de fácil, y así de difícil.

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Imagen de archivo del periodista Manu Leguineche. // Foto: eldiario.es

Por si fuera poco, el legado de Leguineche va más allá de su trabajo como reportero. Además, el autor vasco firmó nada menos que cerca de medio centenar de obras. Entre ellas, títulos imprescindibles para entender los conflictos bélicos y la profesión periodística, e incluso hasta el juego del mus -una de sus pasiones-. Porque además de un descomunal periodista, Manu destacó también por ser un excelente escritor. Dos virtudes que le llevaron a recibir innumerables reconocimientos.

A lo largo de su carrera Leguineche acumuló un importante número de premios. Desde el Nacional de Periodismo en 1980 al Luca de Tena en 2010, pasando por el Ortega y Gasset en el 1991 o el Espasa de Ensayo en 1996. Un amplia nómina de reconocimientos a la que quizá le faltó el broche de oro del Príncipe de Asturias de Comunicación, al que estuvo propuesto en 2008, y que para muchos debió obtener.

Pero más allá de los galardones lo que más llama la atención de la carrera de Leguineche es el respeto que genera su figura entre sus compañeros de profesión. Contemporáneos o no, todos, sin excepción conocida, le consideran un maestro. La admiración profesional es generalizada, pero la personal no lo es menos. Todos aquellos que le conocían solo tienen alabanzas hacia su persona, ahora que ha fallecido, pero también en vida.

No puedo terminar este artículo sin mencionar su gran relación con la provincia de Guadalajara, donde decidió ubicar su retiro hasta su muerte. El Cañizar y, sobre todo, Brihuega contemplaron el reposo del guerrero del periodismo tras tanto disparo y tanto bombardeo, y adoptaron al reportero y escritor vasco como a su hijo. Todo un lujo para la alcarria haber contado tantos años con una persona de su altura profesional y humana.

Decía ayer Gabilondo que Leguineche siempre será ese periodista en que todos queríamos convertirnos en la universidad. El problema es que los grandes van cayendo y los estudiantes van perdiendo de vista los maestros en los que fijarse. No crean que los Leguineches han desaparecido, sigue habiendo profesionales de la comunicación jugándose el tipo por las guerras de medio mundo. El problema es que ahora no tienen cabida en los grandes medios y sobreviven como pueden malvendiendo reportajes. Leguineche abrió el camino y otros muchos lo continúan, aunque en condiciones penosas y relegados al anonimato. Una circunstancia que, tristemente, acabará por dejarnos huérfanos de referentes.

Cuestión de perspectiva

Una instantánea de la calle Ingeniero Mariño en obras. // Foto: www.youtuve.com

Una instantánea de la calle Ingeniero Mariño en obras. // Foto: http://www.youtuve.com

Por Marta Perruca

Demasiado a menudo olvidamos lo importante que es la perspectiva. Estamos tan acostumbrados a asomarnos al  mundo desde nuestra propia atalaya que nos hemos creído que esa es la única realidad, cuando lo cierto es que solo estamos viendo hasta donde llega el horizonte. Y es que, el ser humano tiene el vicio recurrente de cargarse de razón cuando se cree rey de su propia torre y se engaña pensando que desde ella abarca hasta los confines de la tierra, cuando lo único que gobiernan sus ojos es  una única perspectiva: la suya propia.

Y soy consciente de que cada día, lo que hacemos aquí, en este Hexágono, es subirnos a una tribuna y narrar atalayas. No, no se trata de engañar a nadie, porque este foro, al fin y al cabo, se presenta como un blog de opinión y opinar requiere subirse a una torre y atreverse a relatar lo que uno ve, creo que haciendo un ejercicio de humildad e intentando ser responsables, aunque no por ello deja de ser una perspectiva.

Hasta hace escasos días tenía mi propia atalaya en el undécimo piso de una de las torres de la calle Virgen del Amparo. Vivía en un pequeño apartamento con un gran ventanal, desde donde disfrutaba de una de las más hermosas panorámicas de Guadalajara. Cada mañana me despertaba con los picos nevados de la Sierra Norte y los campanarios de Maristas y de la Concatedral de Santa María recortando el horizonte. Podía ver el casco histórico de esta ciudad a cada momento, con tan solo proponérmelo. Describir sus tejados, sus edificios lejanos, incluso aquellos detalles que me encontraba en mis asiduos paseos por sus céntricas calles. Incluso puede que, en un ejercicio de empatía, hubiera sido capaz de acercarme a alguna de sus múltiples realidades.

Lo cierto es que ahora, cuando he cambiado de atalaya y lucho por convertirme en vecina del casco, las cosas se ven de una manera muy distinta. Ya he dicho que la perspectiva es muy importante y que desde nuestra atalaya la visión del mundo es limitada.

Tenía razón Concha, mi compañera de los sábados: No puedo decir que la reforma de la calle Ingeniero Mariño me haya pillado por sorpresa. De hecho, era uno de mis mayores temores cuando decidí mudarme aquí, pero me he  encontrado con una serie de cuestiones que, tengo que admitir, ni siquiera me había planteado.

Durante las pocas semanas que llevo viviendo aquí, no he podido evitar acordarme de una época en la que solía visitar Toledo con cierta frecuencia porque, salvando las distancias con la capital castellano-manchega, existen ciertas similitudes: Las políticas de revitalización del casco toledano dieron buenos resultados y se incentivó la rehabilitación de edificios históricos para su utilización como negocio, principalmente en el sector de la hostelería, pero el casco histórico seguía siendo un lugar casi relegado al turismo. En cierto sentido, es comprensible, porque la parte antigua y la nueva están divididas irremediablemente por barreras geológicas, que ni las escaleras mecánicas de Recaredo han podido salvar, con lo que el grueso de la población reside en la  periferia, donde se han concentrado la mayoría de los servicios.

Y así recordé cómo circular en coche por sus estrechas y serpenteantes calles entre las asiduas mareas de turistas era casi misión imposible y que, si de lo que se trataba era de hacer la compra diaria, la oferta que encontrabas era muy limitada: alguna carnicería y pescadería de las de toda la vida y modestas tiendas de ultramarinos, que podrían sacarte de un apuro, pero que no llenaban el carro de la compra.

Hace unos años podríamos decir que la realidad de Guadalajara era muy distinta. No digo que tengamos que tener como referente el modelo de tiempos pasados, pero sí que es cierto que no existía una línea divisoria tan clara entre el casco antiguo y el nuevo. Cuando llegué a Guadalajara pensaba esta ciudad como una capital pequeña y cómoda para vivir y, entonces, también residía en centro histórico. Pero en esos años existía una arteria que atravesaba el casco, la antigua carretera de Zaragoza, y todavía quedaban abiertos algunos supermercados. Se me viene a la memoria un Ahorramás, cerca de la Plaza de San Esteban y el Simago, que años más tarde se convertiría en Champion. También recuerdo hacer la compra en un Día en la esquina de Santo Domingo con la Carrera.

En aquellos días, aplaudíamos la peatonalización de la Calle Mayor, porque comprendimos incómodo el tener que compartir nuestros paseos por el centro con el tráfico rodado y, aunque cada día se deslocalice más, todavía es el corazón de la Administración Pública y testigo diario del trasiego de maletines y portafolios y de ciudadanos de acá para allá luchando con la  burocracia –mención aparte tienen los nuevos procedimientos para cumplir con la declaración anual del IVA de los autónomos, una complicación añadida a los problemas que manifestaba mi compañero Abraham, el martes-.

Eso sí, al caer la tarde, la ciudad de los negocios quedaba al acecho de los fantasmas y uno podía imaginarse en una película del Oeste, justo en el momento en el que hace su aparición el villano, a punto de desenfundar sus pistolas. Alguna vez, incluso, creí ver los salicores rodando a través de la calle. Sí, esos matojos rodantes, o tumbleweed, tan comunes en este género cinematográfico (lo admito, lo he buscado en Wikipedia). Los fines de semana era otra historia, porque Bardales teñía de ambiente nocturno esta parte de la ciudad, aunque la crisis y la legislación municipal al respecto hayan hecho que muchos locales hayan echado el cierre y que esta zona ya no sea ni una sombra de lo que fue.

Sí, entonces aplaudimos la medida de peatonalizar la Calle Mayor, pero hoy las obras de Ingeniero Mariño para hacerla más cómoda a los viandantes, nos traen de cabeza, casi como Hacienda.

Los cambios progresivos de esta ciudad siguen la senda de urbes como Toledo: La apertura del Corte Inglés se llevó el comercio a esta superficie y muchos de las tiendas que había en el centro tuvieron que cerrar; el mercado de abastos languidece y a excepción de un Covirán, que solo soluciona compras puntuales, no hay más supermercados en esta zona.

Con el paso de los años, las iniciativas municipales han tenido sus resultados y algunos establecimientos, principalmente bares, han abierto sus puertas a lo largo de la Calle Mayor. Sí, ahora se respira algo más de vida en el casco histórico de Guadalajara, pero no por ello la rutina diaria es más cómoda para los que residimos aquí.

El proyecto del eje cultural nos aleja de los servicios que en otros barrios tienen a tiro de piedra y, con la Calle Mayor peatonal e Ingeniero Mariño de un solo sentido, no queda otra alternativa que dar un rodeo por toda la ciudad para, al menos en mi caso, llegar a un supermercado que está a unos 250 metros.

De todas formas, siendo justa, algo hay que reconocer: Como se pretendía y a falta de que finalicen las obras que, por otra parte, están causando serias molestias a vecinos, comercios y establecimientos de la zona, el volumen del tráfico ha descendido considerablemente y el tránsito peatonal es mucho más agradable.

Aprovechando esta circunstancia, he buscado una especie de solución. Una tecnología puntera que me recomendó mi cuñada. Un día me dijo: Marta, has de saber que no puedes sobrevivir en el centro sin un carro de la compra. Así que le hice caso y me he hecho con un modelo de última generación. No cabía en mi asombro cuando, una vez cargado, constaté que dos ruedas se desplegaban de manera automática logrando un apoyo e inclinación perfectos que permiten su transporte con la acción de empujar, en lugar de tirar, como se venía haciendo tradicionalmente. Además, tiene multitud de compartimentos  para optimizar el espacio y, con la paulatina eliminación de barreras arquitectónicas en la ciudad, tengo que decir que no me disgusta del todo esta nueva experiencia.

Y así, un día cualquiera te mudas de atalaya y descubres lo importante que es la perspectiva. Da igual que tu torre sea la más alta y creas que abarque mayor campo de visión, siempre habrá otras torres desde donde se aprecien mejor los detalles o que ofrezcan una perspectiva que no seas capaz de ver desde tu posición.  Por eso tengo que reconocer que, aun estando aquí, solo tengo mi perspectiva.

 

Fallece el periodista y escritor, Manu Leguineche. // Foto: http://www.epa.eu/

Fallece el periodista y escritor, Manu Leguineche. // Foto: http://www.epa.eu/

* Me hubiera gustado hoy  poder recordar alguna anécdota personal, quizá extraída de una conferencia de prensa, de una entrevista o, quién sabe, de una conversación casual, de esas que se tercian en los actos públicos, una vez protocolos y formalismos quedan disueltos en un vino español, quizá durante la entrega del  Premio Internacional de Periodismo «Manu Leguineche», que convocó durante dos ediciones la Diputación, en colaboración con las distintas federaciones de asociaciones de periodistas a nivel nacional e internacional, y que podría ser oportuno retomar ahora, o demasiado tarde, según se mire…

Lamentablemente, mi memoria no guarda en su bolsillo ninguno de estos tesoros, pero ayer, como tantos otros, lloraba la muerte del PERIODISTA con mayúsculas, del profesor y del escritor, Manu Leguineche que, aunque vasco de nacimiento, decidió afincarse en Brihuega, en la «Casa de los Gramáticos», y compartir con esta provincia un poco de su sabiduría, de su personalidad y su talento. Al fin y al cabo, un poco de su esencia se quedará aquí para siempre,  porque desde el momento en el que Leguineche se asentó en esta provincia y se convirtió en «alcarreño de vocación», Guadalajara ya tuvo quien la escriba.

Descanse en Paz

Al bipartidismo le crecen los enanos

Presentación de Vox, el partido liderado por Ortega Lara y Santiago Abascal. // Foto: Bermardo Díaz (El Mundo).

Presentación de Vox, el partido liderado por Ortega Lara y Santiago Abascal. // Foto: Bermardo Díaz (El Mundo).

Por Rubén Madrid

El PP ya tiene su Rosa Díez. Se trata de Ortega Lara, que ha lanzado un nuevo partido de ámbito nacional y de «centro derecha» que, por ello mismo, opta a ser alternativa al  Partido Popular en ese mismo espectro político. Hasta Esperanza Aguirre les ha recriminado que hayan inventado una iniciativa «con el mismo programa que el PP». Ella siempre ha optado por una oposición interna.

Ha sido uno de los movimientos más llamativos de este inicio de 2014 que previsiblemente convertirá las elecciones europeas en un banco de pruebas para los comicios que están por venir, entre ellos los municipales y autonómicos del año que viene. Habrá, probablemente, más novedades en poco tiempo. Y no extraña en absoluto. El bipartidismo tiene tan poca vitalidad como mala prensa y al PP y al PSOE le crecen los enanos a diestra y siniestra. 

La ocasión la pintan calva. La mayor crisis económica e institucional de esta nueva Restauración Democrática, tan similar a aquella otra que hace un siglo institucionalizó el turnismo y derivó en una dictadura, ha abierto un enorme boquete en el panorama político por el que se están colando algunas aventuras políticas que suman a este oportunismo algunos liderazgos carismáticos. Son nuevas partituras frente a los discos rayados de siempre, un PSOE que entona el réquiem por su credibilidad y un Partido Popular al que le ha entrado a destiempo la marcha triunfal del milagro económico.  

Se está especulando mucho con la vuelta a la política de Baltasar Garzón o con el paso al frente del regionalista cántabro Miguel Ángel Revilla; se están advirtiendo ya los primeros compases del salto a la arena nacional del dirigente catalán Albert Rivera. También desde la izquierda más próxima a los postulados del 15M se ha presentado hace unos días una propuesta, Podemos, que propone una hoja de ruta más que un partido al uso y que parte con un manifiesto que a buen seguro comparte una amplia mayoría de progresistas españoles.

Las fichas se mueven, pero al menos no nos hemos topado con ninguna diva de las letras como Belén Esteban buscando un ‘efecto chiqulicuatre’ ni con una lista liderada por algún Conde o similar noble venido a menos dispuesto a poner su hidalguía al servicio de la regeneración de esta maldita democracia de pelotazo y cuenta nueva. Con la que está cayendo y con los antecedentes de friquismo cañí que tenemos en España podemos esperar cualquier cosa.

Aquí en provincias, las candidaturas estarán a buen seguro condicionadas a los movimientos que se se produzcan en la Corte. Ya hubo experiencias como Más de un Ciudadano y en los últimos tiempos, como ocurre en otros territorios, se está consolidando la tendencia al alza de los terceros en discordia, IU y UPyD, cuyo crecimiento en las encuestas les sitúa con opciones de obtener escaños en las Cortes regionales, incursión que pretende sesgar de raíz la inaceptable reforma electoral de María Dolores (de) Cospedal (y García).

También aquí en Guadalajara se advierte ese cierto clamor popular que empuja a la ruptura del bipartidismo. No diremos que el sentimiento es mayoritario: sigue habiendo esos muchos que pasan olímpicamente de la política (el “todos son iguales”) y esos otros, no menos, que viven satisfechos con la situación establecida y prefieren mantener el debate en la confrontación maniqueísta, el “y tú más”, el blanco y al negro y el «estás conmigo o contra mí». Pero insistimos, entre medias emerge esa indignación con el sistema político que parece tentar nuevas fórmulas de expresión. Ya no basta con engordar el dato anecdótico de la abstención ni con manifestar ese descontento dominguero peinado a raya que es el voto en blanco. 

Nuevos ¿proyectos? políticos. Pero ha sido Vox el partido que más portadas ha ocupado en los últimos días. Ese partido de descontentos del PP, y cuyo equipo fundador llega rebotado por la gestión del proceso de paz en Euskadi y por un extremismo católico en asuntos de política familiar como el aborto, quiere distinguirse del PP, diga lo que diga Esperanza Aguirre, con un programa populista centrado en atacar a las plataformas del poder político como costosas e ineficaces y proponiendo, para ello, decisiones salomónicas, como eliminar los parlamentos regionales.

Conscientes además de que parecen lo que son, un partido de descontentos, sus líderes intentan, como ya hizo UPyD en su día, reclamar para la foto la simpatía de algunos intelectuales o personajes de la farándula. De momento tienen al matador de toros Fran Rivera, lo que amenaza con abrir una crisis de gobierno en Fuensalida si Marcial Marín se deja llevar por su taurofilia.

UCIN, liderado por Ángel Montealegre (i). // Foto: Reyes Martínez (La Tribuna de Cuenca).

UCIN, liderado por Ángel Montealegre (i). // Foto: Reyes Martínez (La Tribuna de Cuenca).

En Guadalajara, el primer hombre en salir buscar este reverdecimiento por la derecha ha sido precisamente un rebotado, un descontento, un resentido o como quieran llamarlo: el alcalde de Mohernando, Sebastián Timón, ha anunciado que deja el PP después de treinta años de militancia y que está dispuesto a presentarse por Vox, alegando para ello el más profundo de los motivos de identificación con el nuevo proyecto: ha salido tarifando con el presidente de Aguas del Sorbe, Jaime Carnicero.

Similar situación me plantea el conglomerado de agrupaciones independientes que ha decidido sumar esfuerzos en Castilla-La Mancha con la denominación de UCIN y que está buscando una alianza con la apuesta de Ciutadans para las Europeas. Es indudable que, como dicen, pueden conseguir algún diputado provincial o colar alguna voz en el parlamento regional, pero la cuestión principal pasa más bien por saber si únicamente es un partido motivado por el cálculo de resultados o, en realidad, articula un proyecto político madurado después de un profundo debate interno.

Nada más lejos de nuestra intención que arrojar dudas gratuitamente. En realidad, son sus propias manifestaciones las que las siembran. Los dirigentes del UCIN han basado hasta ahora su razón de ser en que podrían ser la tercera fuerza de la región o que la reunión de sus votos dispersos en la provincia de Guadalajara les situaría por encima de IU y les haría aspirar a un diputado por cada una de las tres zonas.

Llama la atención que en su presentaciones como alternativa, entre ellas la que hubo en Guadalajara, no hayan querido o hayan sabido trasladar a los posibles electores sus posicionamientos en otras cuestiones claves como la política fiscal, los recortes en materia social o las políticas medioambientales, y que apenas insistan en dejar claro que son una opción “municipalista”, calificativo con tan buena intención como escaso recorrido. En su manifiesto, culpan a los partidos mayoritarios de todos los males -es tan sencillo- y animan al lector a sumarse a su «movimiento ciudadano» con una firma: pero lo cierto es que uno rasca y no encuentra ninguna receta para salir de la crisis.

Decir, como en realidad ha dicho el secretario general de UCIN, Ángel Montealegre, que su proyecto pretende “la defensa de los intereses de los vecinos, sin imposiciones ni disciplinas de partidos, las mejoras de las condiciones de vida de sus municipios, así como, el respeto a la libertad en todas sus formas”, es realmente quedarse en la superficie. Lo extraño es que cualquier candidatura ofrezca lo contrario.

Estos resentidos de Vox y estos independientes de tantas batallas (porque a menudo muchos de estos fueron también díscolos, repudiados y otras variantes de resentidos del PP) pretenden con todo derecho pescar en el río revuelto del bipartidismo, esas aguas turbias en las que Méndez Pozo es tan pronto amigo de unos como de otros y esas turbulentas corrientes en las que de pronto una cámara de un partido político capta el «que se jodan» de una presidenta provincial a los paisanos a quienes sirve, por más que le chiflen para mostrar su descontento, algunos de ellos interpretando la misma tonadilla que a Barreda tras el incendio.

Es normal que aparezcan nuevas siglas y colores, pero me preocupa que quienes construyan alternativas a los dos partidos mayoritarios lo hagan animados por el revanchismo o el mero cálculo de opciones de ganar cuotas de poder, sin haberse tomado el tiempo necesario para madurar un proyecto político que se oponga al discurso fácil del malestar.

Quizá sea yo quien me equivoque, pero creo que el reclamo contra el bipartidismo no se conformará con un baile de siglas, sino que demanda proyectos que ejecuten otra forma de política, no sólo en lo honesto -que se presupone- sino también en la capacidad para solucionar los problemas de la comunidad. No todos estamos dispuestos a comprar un antídoto contra el bipartidismo a base de discursos populistas y candidatos ‘apolíticos’.