Por Yago López
Si una persona cualquiera, que no conozca previamente la ciudad, da una vuelta por el centro de Guadalajara, a poco que sea algo observador, reparará en un gran edificio oscuro en mitad de lo que pretende ser el casco histórico de la capital alcarreña. Una mole de hormigón y cristal que choca frontalmente con la estética de las viviendas que lo rodean.
Si además, nuestro intrépido visitante decide adentrarse en el inmueble pensará probablemente que ha entrado en un solar abandonado donde en cualquier momento tendrá que esquivar una jeringuilla. Sin embargo, el lugar donde se encontraría nuestro protagonista no es otro que el centro neurálgico de la cultura de Guadalajara. Ni más ni menos que la morada de su tejido asociativo.
El Centro Cívico da cabida a las principales asociaciones culturales de la capital, 24 nada menos. Se trasladaron allí como medida temporal y ya llevan una década malviviendo en un lugar que deja mucho que desear. Hacinados en despachos pequeños y con mobiliario del siglo pasado distribuidos en un tercer y un cuarto piso sin ascensor -desconectado en una alarde de respeto a la gente mayor y a los discapacitados-.
Pero la cosa no queda ahí. Al desastroso estado de este edificio, abandonado hace años a su suerte, hay que sumar un problema de seguridad que ha quedado patente recientemente con el robo en la sede de Cinefilia de material por valor, según cifra la organización, de 6.000 euros, además de continuos actos de vandalismo en su interior.
Con este panorama, como es lógico, las asociaciones que deben lidiar con esta problemática no permanecen calladas, y han pedido por activa y por pasiva a los responsables municipales un espacio digno donde desarrollar su actividad. Una petición que no ha terminado de calar entre los dirigentes competentes, ya que el propio alcalde y presidente del Patronato Municipal de Cultura, Antonio Román, les ha emplazado a la próxima legislatura, comentando en una reunión celebrada esta misma semana que tendrá que ser su sucesor el que deba resolver este asunto porque ya no le da tiempo a él.
Lo que vino a decir Román es que para lo que le queda en el convento… Y no ha sido él, espero, pero alguien debió pensar algo parecido y defecó hace unos días en el interior del edificio. Una metáfora según algunas asociaciones de lo que está haciendo el Ayuntamiento con el Centro Cívico y con las asociaciones que desarrollan su trabajo en el interior.
El consistorio, todo hay que decirlo, no ha permanecido impasible al vandalismo y ha decidido poner una verja que según el propio alcalde ya se ha encargado. Eso sí, de reformar el edificio ni hablamos. No quiero ni pensar de que plazo están manejando para dar una solución a esta problemática si ya avisan que va para largo, teniendo en cuenta que la apertura del Teatro Moderno era inminente y lleva dos años cerrado a cal y canto, y lo que es peor, el supuesto acuerdo entre la Junta y el Ayuntamiento para su puesta en marcha parece que no avanza.
Resulta, por tanto, que las asociaciones culturales de la ciudad deberán esperar a que se les caiga literalmente el edificio encima si lo que quieren es desarrollar su labor con dignidad. O también pueden dedicarse a generar actividades con rentabilidad económica y dejarse de chorradas como el cine, el ecologismo, los sellos, la cooperación internacional, el patrimonio histórico y etnográfico y demás sandeces, que no está el patio como para andar gastando los duros con tanto circo.