El ‘matronato’

Nogueroles, en una fotografía de archivo publicada por LaCrónica.net

La concejala Nogueroles, en una fotografía de archivo publicada en su día en LaCrónica.net

Por Rubén Madrid

La prueba de que la cultura pasa a un segundo plano en tiempos de crisis no son sólo los recortes presupuestarios, sino la categoría –segundos espadas– de quienes ocupan estos cargos en las instituciones. Sólo así, por ejemplo, puede entenderse en Guadalajara el tridente Marín-Valdenebro-Nogueroles.

De Marín se ha hablado mucho y a nadie le queda ya duda de que es el consejero de Cultura peor valorado en la historia de Castilla-La Mancha. La división básicamente estriba entre quienes ven malas intenciones o mera incapacidad en su gestión calamitosa. En cualquier caso, es una lástima que el primer gobierno del PP haya situado con tan bonita cartera a un aficionado a los toros que ha caído aquí en plena carrera política y que muestra un desinterés por la cultura indigno de tantos colegas de partido que habrían desempeñado un magnífico papel.

En el caso de Valdenebro, resulta complejo juzgar un trabajo que en tantos asuntos de verdadero interés (caso de la Banda de Música, la eliminación del Premio Manu Leguineche, el parón en los Premios Provincia, etc) ha estado condicionado por Presidencia, de modo que la también alcaldesa de Villanueva se limita casi a una labor representativa en los actos.

Y luego está Nogueroles, donde se advierte una impronta, una suerte de sello personal para la gestión de la cultura arriacense, con carácter. Su ‘matronato’ arroja dos características principales: el interés por los espectáculos comerciales y una gestión muy celosa de la propia imagen de la concejala. Los daños colaterales de ambos aspectos radican en el descuido de la cultura de base y en la falta de transparencia y diálogo.

El ‘exitazo’ del Buero. Tiene el Patronato de Cultura un buen equipo de profesionales y un nutrido talonario, recursos ambos para hacer que las cosas salgan más bien que mal. Hay que aplaudir la consolidación de nuevos ciclos como Jazz en el Tyce o Culturami, así como la respuesta del público a la programación del Teatro Buero Vallejo, por más que la cultura más exigente la considere a veces demasiado comercial.

En términos televisivos diríamos que el gran teatro de la ciudad requiere de una programación que acapare cuota de pantalla. El Buero es nuestra TVE1: pública pero comercial. No puede permitirse demasiados tropiezos en ‘prime time’. Otra cosa es que nos hayan cerrado la alternativa, La 2, la de los documentales de calidad, las tendencias alternativas, la programación infantil y la difusión del conocimiento por encima de los resultados de parrilla… el Teatro Moderno.

A Nogueroles le preocupa fundamentalmente el Buero. Porque el Buero es ‘su’ teatro. Es el que gestiona el Ayuntamiento. Y los datos de asistencia son por lo general muy aceptables. Aunque a este éxito aireado con generosidad de campanas al vuelo cabe ponerle algunos matices: el primero, que sólo el invento de subir a espectadores a una grada improvisada en el escenario cuando no se llena permite que el balance final de temporada haya sido superior al 90% de ocupación; y el segundo, que la programación del Buero no siempre es la programación del Buero. Este mes de abril nos sirve de ejemplo: de los ocho espectáculos, uno está organizado por la Fundación Siglo Futuro (la cumbre flamenca), otro es un alquiler del escenario por parte del artista (el reciente concierto de Manuel Carrasco) y otros cinco forman parte de la Red de Teatros de la Junta. Sólo una función ha sido programada directamente por el teatro, ‘La dama duende’.

Más preocupante es el síndrome que se advierte entre ciertos políticos, y es este el caso, de creer que las instalaciones públicas son de su propiedad. Por más que un concejal se sienta como en casa viendo musicales del Rey León, debe entender que el teatro fue una obra costeada por el conjunto de los ciudadanos, inaugurada por los entonces alcalde y presidente regional, José María Bris y José Bono, mantenida desde hace más de diez años con el esfuerzo de los contribuyentes y del público y, en última instancia, un auditorio diseñado, construido y abierto para disfrute de todos los guadalajareños… cabría aquí añadir la coletilla de “con independencia de su filiación, sexo, clase social, riqueza, ideas políticas o creencias religiosas».

Frente a este compromiso con los valores hay numerosos ejemplos en los que parece imponerse un feo ordeno y mando. No nos cansaremos de avisar que un gestor no es un dueño, porque el conserje de la casa (el Ayuntamiento) no es el propietario (los ciudadanos). Esto vale en Guadalajara, en Azuqueca y en la última casa de la cultura de un pueblo: puestos a elegir, antes que nuestros amos son nuestros criados.

La misma filosofía se extiende en general a la ocupación del resto de espacios públicos: cuando las asociaciones van a pedirle un espacio a ‘su’ concejala para reunirse, ensayar, exponer o actuar, ‘su’ concejala no puede dar por satisfecha la demanda ciudadana alegando que el Moderno o el Cívico no son de su competencia. Una asociación a la que roban por valor de 6.000 euros, como ha ocurrido con Cinefilia, o una asociación desahuciada tras tapiar el Ateneo, como ha ocurrido con el Cineclub, no pueden conformarse con convertir el garaje de la casa del presidente en la nueva sede.

De ser así, resulta un gasto, y nunca una inversión, tener que pagar un buen sueldo a un edil de Cultura que no logra invertir el presupuesto de que dispone –el último superávit ha sido de 226.000 euros– y que es incapaz de dar respuesta a las demandas del tejido cultural de la ciudad. Para contratar espectáculos basta un gerente. Y ya lo hay.

La imagen, por encima de todo. Nogueroles está al frente de un Patronato de Cultura que emplea 100.000 euros al año en publicidad, con convenios de 20.000 y 10.000 euros con dos televisiones locales para que le hagan entrevistas y acudan a las ruedas de prensa. Basta pensar que un convenio es un acuerdo de colaboración en el que una parte cede algo (dinero, en el caso del Patronato) y otra parte, que se beneficia de ello, ofrece a buen seguro una imagen de buena gestión disfrazada de contenido informativo.

Por razones opuestas, se niega a hablar de lo que la incomoda: tras una reunión del Consejo del Patronato, rechaza ponerse al teléfono para informar sobre asuntos que se han abordado y remite únicamente a una nota en la que sólo se cantan alabanzas; o rechaza acudir a un debate en una radio de instituto al saber que en el guión del programa no sólo se va a hablar de ‘su libro’. Tampoco le merece la pena convocar una rueda de prensa si una exclusiva periodística le ha ‘robado’ protagonismo para presentar el cartel de un concierto. Y son sólo algunos ejemplos conocidos de primera mano.

Pero el problema es que, si dejamos al margen las entrevistas pagadas y las incomparecencias para hablar de asuntos de interés general, la imagen de la concejala está tremendamente deteriorada entre una gran parte del tejido cultural alcarreño.

Para evitar suspicacias, no sea que alguien crea que es una afirmación gratuita, propongo un sencillo experimento: que la concejala Nogueroles salga a la calle y hable con los responsables de los clubes y asociaciones deportivas de la ciudad y pregunte por la opinión que tienen de su colega Freijo. A buen seguro que el sentir mayoritario, sin necesidad de generalizar, es de respeto y aprecio por un hombre que conoce el paño, que siempre está abierto al diálogo y que se preocupa por el deporte base, y no sólo por la alta competición, que también. Luego, que haga lo propio Freijo con las asociaciones culturales de la ciudad y que confiese el veredicto (mayoritario, no cabe generalizar) que hay respecto de Nogueroles.

La popularidad de Freijo se debe, en parte, a que habla con los medios de comunicación y encaja las preguntas incómodas. El éxito de Freijo se debe no sólo a que el Depor suba a Segunda y a que tengamos campeonatos de Europa en el Multiusos, sino a que ese mismo espacio está abierto a la práctica de todo tipo de disciplinas por parte de la más pequeña de las asociaciones o de los clubes que se nos ocurran. Y, si no, busca un espacio alternativo. Nadie llama a las puertas del responsable del Patronato de Deportes, porque generalmente es el propio concejal el que está en la calle supervisando que todo funcione de la mejor manera posible. Su atención y las instalaciones están pendientes tanto de la élite como de la base. Antes que el amo, Eladio es el criado. O mejor dicho: un servidor público, antes que un patrón.

3 comentarios en “El ‘matronato’

  1. Buena disección de la gestión de la cultura en esta castigada ciudad, poco que añadir. Resaltar que Marín se contradice o miente continuamente y que el exitazo del Buero se nutre de ofertas a los pueblos a precios de saldo y que lo que se hace desde el «matronato» es cultura de escaparate exclusivamente, y pagando altísimos cachés a espectáculos que en otras ciudades van a taquilla. En esas ciudades se utiliza el dinero para fomentar una programación más plural y de altísima calidad que permite que todos sus ciudadanos de diferentes sensibilidades se acerquen al patio de butacas. La única ventaja de Guadalajara es tener cerca Alcalá de Henares y Madrid, pero eso dice muy poco en favor de nuestros gobernantes

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  2. y si nos fijamos en un concepto mas amplio de cultura??
    por ejemplo, si la cultura es «Conjunto de conocimientos que permite a alguien desarrollar su juicio crítico» la labor de la nogueroles es nula; si atendemos a lo que debería ser gestión cultural estamos aun mas alejados..ejemplos?
    sin locales de ensayo públicos, sin bibliotecas municipales, que debemos ser la única ciudad de este tamaño con una sola biblioteca pública, sin protección de las asociaciones culturales, a las que se ve como meros enemigos, o como aprovechaos del dinero de las subvenciones…sin espacios expositivos decentes, sin atención al patrimonio, sin un proyecto que vaya mas allá de llenar un teatro aunque sea medio regalando las entradas…o recurrir a festivales, conciertos, etc, que están muy bien pero que podrían ser labor de una productora, no tarea de una concejalia…
    pero tenemos superavit, que es algo tan indecente, que mejor no comentarlo

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