Por Abraham Sanz
Llegan las Ferias y con ellos esos momentos donde la felicidad y el jolgorio desborda la ciudad. También es un espacio para el enaltecimiento del orgullo de pertenecer a una ciudad, especialmente con el recuerdo en la retina de nuestros años mozos en los que esta semana de septiembre era uno de los mejores reclamos para una ciudad como la nuestra y, cómo, hicimos de Cicerone en más de una ocasión para invitados provenientes de otras ciudades que, tras la experiencia festiva, quedaron más que encantados tanto con la ciudad como con sus anfitriones. Y a pesar de que son las Ferias la época del año en que mejor se vende nuestra capital y en la que más visitas recibe, nunca termina de estar a punto por diversas razones y motivos.
Quizá por morriña o porque este año las fiestas nos las voy a vivir intensamente; preferí no acercarme al pregón de peñas. Otras obligaciones laborales me facilitaron este obligado alejamiento que, no obstante, posteriormente solucioné viendo en algún que otro programa en diferido. Y sinceramente, la imagen tanto de la remozada fachada del Ayuntamiento como de la plaza Mayor, quedan totalmente deslucidas cuando los planos enfocan a este enclave en su amplitud. Los amplios solares que abarcan buena parte de uno de los laterales de la misma, parecen propios de una localidad que no cuida su casco histórico y hacen, que la millonaria inversión que se está haciendo en mejorar el aspecto del corazón de la ciudad, caigan en saco roto. Sé que hubo negociaciones para terminar con estos sensibles huecos que incompletan la plaza; e incluso que el Ayuntamiento estuvo pensando en afrontar una notable inversión para cubrir estos espacios y dotarse de un nuevo edificio municipal. Sin embargo, no fue posible. Ahora no sé si es el momento de reactivarlas o ya las necesidades municipales están más que cubiertas con otras nuevas infraestructuras que se han dotado de servicios propios del Ayuntamiento, pero lo cierto, es que el desaliño de la plaza Mayor sigue siendo mayúsculo.
Y para poder lucir nuestras mejores galas en nuestra Semana Grande, lo habitual es que las obras o terminen para este momento o que bien, se pospongan en este periodo. No sé cuáles son los motivos habrán sobrevenido en el caso de la remodelación de Miguel Fluiters, pero lo que es cierto es que llegaron los grandes días y todo sigue empantanado, obligando a que el habitual desfile de carrozas, siga tomando una ruta alternativa año tras año, sin regresar al lugar del que no debió salir que es la calle Mayor. Entiendo que nuestros dirigentes quieran fijar el foco en el mal llamado eje cultural y su renovación, pero creo que si hay una seña de identidad de una ciudad, esa es su calle Mayor y en ella deben confluir los principales eventos de la ciudad, como es éste en Ferias: mucho más atractivo que el desfile de peñas.
En esta semana, nunca fuimos de presumir de grandes conciertos porque nunca los tuvimos. Nos cansamos de ver repetidamente a los mismos grupos por las mismas fechas que, cuándo no venían ni Celtas Cortos ni Mojinos Escozios, era toda una novedad. Con el cambio de Gobierno, allá en 2007, la política en esta área dio un giro. Se apostó por actuaciones a bajo coste para el público y de artistas de renombre. David Bisbal, Amaral, Melendi, Vetusta Morla, Bunbury, Tequila pasaron por las pistas de la Fuente de la Niña. Parecía que las tornas cambiaban, pero este año, nuestro gozo en un pozo. Y si no fuera por el festival gigante que, al menos gozaba con ciertas perlas del panorama indie en su cartel, lo cierto es que en lo restante la apuesta es bastante floja. ¡Duncan Dhu el sábado de Ferias!…
Y que mejor reclamo para las Ferias que un buen ferial. Muchos años nos pasamos en el antiguo recinto, tragando polvo pero a sabiendas que nunca se reformaría para este fin dado que el plan municipal era, como lo hay hoy, el de ejecutar un gran parque en este espacio. Tras muchos dimes y diretes, se fijó el Ferial al otro lado de la A-2. Con mejores servicios y más limpio –sin duda-, pero menos atractivo y atrayente. Tanto que pasear por el este fin de semana era de lo más deprimente ya que donde antes, más o menos se ocupaba el espacio existente; este año se observaban grandes claros sin las habituales atracciones para los más pequeños.
Al menos el espíritu festivo de las peñas; el buen ambiente tanto en el ferial como en San Roque con sus verbenas y las ganas de disfrutar de estos días; suplen esas carencias con las que Guadalajara llega a su semana grande. Si queremos proyectar como se merece esta ciudad al exterior y lograr que el turismo prosiga aflorando pero a un nivel superior, debemos dar al gran público una imagen que atraiga y una estética apropiada. Quizá estemos en ello, pero aún estamos lejos.