
El desfile de peñas es uno de los actos más multitudinarios de las Ferias de Guadalajara. // Foto: http://www.lacronica.net
Por Marta Perruca
Siempre me he sentido molinesa de pura cepa y, si acaso, guadalajareña por accidente, pero estos días, en los que me he visto resignada a seguir las Ferias de Guadalajara desde la distancia, tengo que reconocer que me he llevado la mano al cuello y he echado en falta el pañuelo morado, e incluso creo que he sido consciente de mi propio vacío: El que he dejado en el pregón; en el desfile de carrozas y de peñas, en las procesiones de la Virgen de la Antigua, que cada año me tocaba cubrir informativamente; en las primeras filas de los conciertos de la Fuente de la Niña; en las verbenas y vermús con charanga o en la paella solidaria.
También me he lamentado de no haber podido acompañar a los molineses “Sexmas”, que en la noche del martes, creo que veían cumplido uno de sus sueños al compartir escenario con Rosendo.
Supongo que son ya muchos los años que llevo participando de esta ciudad y he comprendido que una puede ser, a un tiempo, de donde nace y de donde pace.
Seguramente, de haber estado en Guadalajara, ahora mismo me encontraría valorando el desarrollo de la Feria con sus luces y sombras. Manifestaría, una vez más, mi desacuerdo con la iniciativa de dividir las Feria entre el aparcamiento del Corte Inglés –que por más que se empeñen nunca tendrá ni las dimensiones, ni las condiciones adecuadas para ser un recinto ferial a la altura de Guadalajara- y el parque de la Concordia, y no porque crea que se haya sacado la Feria del corazón de la ciudad, puesto que el Corte Inglés está a dos pasos del centro, sino porque considero que se trata de una medida que no contenta a nadie. Al fin y al cabo, los vecinos de la calle Ferial siguen aguantando el barullo de las peñas que todavía se ubican allí y, una vez terminada las Ferias, contemplaremos los parques de San Roque y la Concordia convertidos en un sumidero de mierda, y además, ahora existen otros perjudicados: Los vecinos del barrio de la Amistad.
Pero lo cierto es que, en esta ocasión, por primera vez desde hace 14 años, no estoy allí para verlo, aunque ayer por la mañana no podía evitar sonreírme cuando me he encontrado con el siguiente tweet de “Guadalajara Diario”: “La paella solidaria vende 3.500 raciones en beneficio de los padres con síndrome de Down”. La verdad es que, en estos tiempos que corren, una ya no sabe si se trata de un importante error, de esos que reclaman a gritos una “fe de erratas”, o de una estrategia de Community Management, pero ya se recojan las ayudas para padres o hijos, y aunque no haya estado allí, me ha parecido entrañable ver a nuestros políticos sirviendo a los guadalajareños –aunque solo sea un plato de paella- y a una causa.
También me he enterado de que Pedro Solís estuvo radiante en el Pregón de Ferias y, a pesar de que me habría resultado imposible asistir, fue una lástima que conseguir entradas se convirtiera casi en misión imposible y que este acto, en otro tiempo multitudinario, haya cerrado sus puertas en las narices a la mayoría de guadalajareños, con este formato más elitista.
Precisamente, este verano tuve la oportunidad de asistir, en Molina de Aragón, a la presentación que hizo el ganador de los premios Goya de su laureado cortometraje de animación, “Cuerdas”. La verdad es que me sentí sobrecogida, tanto por la dura realidad sobre la que trata este film de animación, que Solís vive muy de cerca, como por la manera de contar esa historia, con mucha ternura y sin prescindir de ciertas dosis de humor y optimismo. También me impactó la sinceridad y naturalidad del director, así como su sencillez y cercanía. En un momento, Solís detuvo su discurso y, con un ademán pensativo, nos propuso un juego para salir de la rutina de este tipo de citas. Algunas personas del público tenían que proponer una serie de palabras que él debía encajar a lo largo de la presentación.
Recordaba esta anécdota cuando, ayer por la mañana, me proponía el reto de hablar, en este artículo, del tweet de Guadalajara Diario sobre la paella solidaria; el concierto en el que los molineses, Sexmas, tuvieron la oportunidad de compartir escenario con el gran Rosendo y la muerte de Emilio Botín.

Emilio Botín suscribió un convenio en 2010 con la Junta de Comunidades para la puesta en marcha de la Tarjeta Sanitaria Inteligente. // Foto: http://www.lacronica.net
Claro, cuando me encontraba ojeando Twitter, el fallecimiento del banquero me pareció, sin duda, la noticia de la semana y, al instante, me disponía a buscar una vinculación del presidente del Banco Santander con Guadalajara. Corría el año 2010 y, aunque ya comenzábamos a notar la crisis, la situación no había alcanzado todavía las cotas de dramatismo que sufriríamos apenas unos meses más tarde. Entonces, el Banco Santander suscribía un convenio con la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha para poner en marcha una Tarjeta Sanitaria Inteligente con la que, no solo se identificaría al personal sanitario, sino que serviría para que éste tuviera acceso a los historiales de los pacientes y a otro tipo de información, de manera electrónica. Guadalajara fue, junto con Toledo, la provincia pionera en poner en marcha este dispositivo. El mismo Botín asistía a la firma de este convenio, que se suscribió en Toledo, donde realizó unas declaraciones muy optimistas sobre la buena imagen, que según el banquero, se tenía de Castilla-La Mancha en el exterior y el interés que despertaba esta región para los inversores extranjeros.
También afirmó algo parecido de España hace unos meses en los Estados Unidos y entonces le llovieron las críticas de los sindicatos de nuestra región y de Guadalajara, que entendieron que esa realidad distaba mucho de la situación cotidiana de los ciudadanos de a pie, cuando la clase media ha visto cómo se desplomaba su nivel de vida, mientras se están incrementando las grandes fortunas.
Y es que, de la misma manera que cuando recibíamos la noticia del fallecimiento de Adolfo Suárez, con la muerte del gran banquero me ha dado por pensar que pareciera que el tiempo se empeña en borrar los iconos de nuestra historia más cercana, como si esta crisis quisiera dejar muy claro que ya nada volverá a ser igual, ni en el campo de juego de la política, donde los dos grandes partidos se ven difuminados por la aparición de otras fuerzas nuevas, ni en la economía, donde la crisis ha impuesto sus propias reglas. Tampoco nosotros seremos ya los mismos, puesto que se ha cerrado en gran medida el abanico de nuestras oportunidades, como tampoco lo será esta ciudad, ni su Feria, que esta semana he vivido con nostalgia desde la distancia.