
Concentración en la Plaza de Santo Domingo de Guadalajara contra el proyecto de fracking Cronos. // Foto: Ecologistas en Acción.
Por Rubén Madrid
El columnista Alfonso Ussía, que se confiesa ecologista –siempre ha destacado por su sentido del humor–, escribió en 1992 el ‘Manual del ecologista coñazo’, un librito en el que parodiaba los excesos de cierto militante verde que lleva hasta los extremos su amor por la madre tierra. “El ecologismo coñazo es caprichoso, sesgado y, en algunas ocasiones, claramente ridículo”, ha vuelto a decir más tarde para caricaturizar un modelo de actitud que “impidedía a un ganadero extremeño instalar una valla para guardar a sus vacas porque molestaba sobremanera el libre deambular de una familia de sapos parteros”.
A veces no hay que ir tan lejos. Hace unos días Ecologistas en Acción criticaba los bombardeos de cohetes diarios que ha puesto en marcha el Ayuntamiento, asegurando algo muy lógico: que estos cohetes no sólo espantan a las palomas, sino a todo tipo de bicho viviente, incluyendo los gorriones, que están más bien de repliegue.
Pero lo han dicho argumentando lo que a mi juicio, tal vez por ignorancia, se antoja exagerado: que estos zambombazos producen en los animales del albergue episodios de “ansiedad, conductas obsesivas y nerviosismo, que en casos extremos puede producir hasta la muerte”. ¿Para tanto es, o exageran?
En cualquier caso, el ecologismo, con sus coñazos y todo, resulta muy útil. En el peor de los casos nos conviene soportar sus extravagancias para garantizarnos unos niveles adecuados de bienestar, cuando no directamente la supervivencia como especie. Sin los ecologistas dando el coñazo durante años seguramente hoy no reciclaríamos la basura ni ejerceríamos un control efectivo sobre las especies en peligro de extinción. Tampoco habría un catálogo tan amplio de sustancias prohibidas –aunque los expertos saben que deberían ser muchas más–. El ecologismo no sólo enseña a los niños a tirar los envases usados a la papelera, sino que nos defiende de todo tipo de venenos en una sociedad poblada de enemigos invisibles, como ya nos previno el sociólogo alemán Ulrich Beck, fallecido el primer día de este año. Gracias a los ecologistas, y a quienes se suman a su causa, el desarrollo sostenible ha pasado a formar parte de la agenda pública. Y viste tan bien de verde el discurso que algunos incluso se lo han acabado creyendo.
El cambio climático está aquí, diga lo que diga el primo de Rajoy. «Aquí» es también este rincón nuestro de la aldea global, con las persistentes talas de árboles en Dávalos, en el Parque San Francisco, en Francisco Aritio, en el Eje Cultural o en la carretera de Fontanar, ese serial de ‘arboricidios’ que viene denunciando con ese mismo nombre Ecologistas en Acción en Guadalajara y que Podemos ha recogido, por cierto, en una suerte de catálogo en una entrada de su blog.
Alguien debe poner freno a los excesos, procurar que no alicatemos cada metro cuadrado a orillas del río Henares, denunciar las salvajadas cometidas en los encierros de los pueblos, leerse la letra pequeña de las normativas de montes o de la nueva Ley de Caza, poner en contacto a los neorrurales de diferentes núcleos de la provincia, denunciar la existencia de vertederos ilegales, alertar del uso de herbicidas en productos que luego llagarán a nuestra mesa, sacar de los boletines oficiales proyectos de fracking o de minería con uranio, vigilar que cada tuerca de las centrales nucleares esté en su sitio, poner un ojo en Trillo mientras el otro sigue velando por el resto de espacios naturales de una provincia que tiene un riquísimo patrimonio natural. Alguien debe hacer todo esto y en Guadalajara lo viene haciendo, con bastantes más aciertos que errores, Ecologistas en Acción.
El tiempo, que es un juez implacable, ha demostrado la utilidad de esta labor aquí y no sólo aquí, por la sencilla razón de que las autoridades, que deberían asumir estas tareas por iniciativa propia, no lo hacen o no lo hacen con el ímpetu y el convencimiento deseables y necesarios.
Yo voy a #GalaEcologistasGu. Por eso hay que ir a la Gala del Medio Ambiente que la delegación alcarreña de la asociación está preparando para el primer viernes de febrero y que viene precedida de una campaña en la que rostros y voces de diferentes ámbitos sociales y culturales de la provincia apoyan esta cita. Su etiqueta es #GalaEcologistasGu. La entrada es de sólo dos euros y la taquilla se vuelca este año en ayudar al albergue de transeúntes Betania.
Y decimos que hay que ir a la gala de Ecologistas en Acción –y ya van 17– para aplaudir la labor que lleva a cabo esta asociación, pero también para aplaudir las tres conductas que ellos mismos han señalado este año como dignas de elogio: los promotores del Geoparque de Molina y dos plataformas, la de la Sierra Norte y Salvar Bonaval. Porque no da igual hacer las cosas bien que no hacerlas o hacerlas mal. Porque hay que dar al César lo que es del César.
Y de paso hay que ir también para abuchear al ganador de esta edición del Premio Atila, ese galardón antipático que censura la peor conducta medioambiental del año en la provincia, para la que nunca faltan candidatos: este año se lo disputan entre el concejal Jaime Carnicero, la web Toroalcarria, la Confederación Hidrográfica del Tajo, la consejera María Luisa Soriano y, una edición más, la presidenta de Castilla-La Mancha, Dolores de Cospedal.
Pero a la gala de este año conviene ir, además, por otro motivo: para no dejarlos solos. Porque Ecologistas en Acción, con independencia de que su labor nos parezca imprescindible o sólo necesaria, está recibiendo un trato que no se merece por parte de las autoridades, especialmente del Ayuntamiento de Guadalajara.
Desde la sociedad civil más inquieta y concienciada tenemos el deber de ocupar físicamente en el salón de actos del CMI una de esas butacas que van a dejar libres nuestras autoridades, que no consideran tan necesaria su presencia en esta fiesta del medio ambiente como en la gala taurina del domingo pasado o en el concurso de villancicos de la última Navidad. Frente a su respaldo a estas dos citas, la convocatoria ecologista no contará con autoridades.
En nuestro mundo ideal el alcalde, al menos la concejala de Parques y Jardines, el delegado de la Junta, la diputada del ramo, algún año la consejera de la cosa, deberían acudir a esta cita en primera fila, aguantar el chaparrón de reproches por las cosas mal hechas durante todo el año y procurar comportarse bien para evitar que al año siguiente les caiga otra nominación al Atila. En el mundo ideal que no vemos aquí ni por asomo, todos estos políticos aceptarían con deportividad que su sitio el 6 de febrero a las siete de la tarde no puede ser otro más que una butaca en la gala de Ecologistas en Acción.
Y en el mundo ideal estas autoridades incluso deberían recoger el premio, el María José Gallego si lo han hecho bien, pero también el Atila si lo han hecho mal. Esto último, por cierto, sólo lo ha hecho un diputado provincial de Izquierda Unida, Jesús Recuero, por la calamitosa gestión de Diputación –los suyos y todos los otros– en lo tocante al Consorcio de Residuos y al centro de tratamiento de residuos de Torija.
Ni local ni escenario. Como no estamos en el mundo ideal, al menos debemos exigir a las administraciones que estén a la altura de las circunstancias en el mejor de los mundos posibles. Y por eso es necesario respaldar a la organización que preside Alberto Mayor para demostrar que el desarrollo de su labor merece algo más que un cuartucho en el espeluznante edificio negro del Cívico y ser reubicados en un despacho en condiciones en cualquier otro centro público, como el Ayuntamiento sí está haciendo ya con otras asociaciones de esta torre.

La gala de Toromundial regresó al Buero y la concejala respaldó la cita en rueda de prensa. // Ayto. de Guadalajara.
Y sobre todo hay que exigir que su gala anual siga celebrándose en el Buero. Porque un año más, y ya van dos, la concejala de Cultura les ha negado el uso (incluso pagando) del Teatro Auditorio municipal, que era el escenario que venían utilizando tradicionalmente. Negarle el Buero a Ecologistas en Acción y a los artistas invitados, entre ellos el reconocidísimo gaitero Carlos Núñez, pero también Street Wings, Txetxu Altube, Tyrano Banderas y los alcarreños Complejo de Electra, resulta un menosprecio por partida doble: hacia una asociación sin ánimo de lucro de nuestra provincia y hacia los propios artistas.
Con Ecologistas en Acción hay una inquina especial porque la concejala Isabel Nogueroles entiende, con su lógica del matronato, que el Buero Vallejo es suyo y que en su casa no se pone la cara roja con un premio Atila a su señora Cospedal. En realidad, Nogueroles sigue sin entender nada. Vuelve a perder los papeles, o los cambia: porque no es ella quien tiene que darnos el coñazo.
De acuerdo en todo. Lo único que faltaría, a mi entender, es explicar por qué Mayor se ha quedado mudo en sus denuncias sobre el vertedero de Torija en cuanto empezó a gestionarlo Lorenzo Robisco. Así, a bote pronto, se está produciendo un grave incumplimiento de la ley al tener amontonada la basura en superficie muy por encima de lo autorizado por ley.
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Esta es mi respuesta:
En primer lugar hemos estado a la espera de un proceso judicial, como testigos, contra la empresa semipública andaluza, que el gobierno socialista contrató y consintió graves incumplimientos del contrato de adjudicación, así como la falta de voluntad por hacer las cosas bien.
Pero aun así hemos criticado, desde el que se decidió ubicar el basurero provincial de Torija, desde el 2004 y sin ningún tipo de remordimiento, fuese quien fuese el gestor.
http://www.nuevaalcarria.com/jprovincia/general/68107-el-tercer-vaso-de-la-planta-de-torija-empezara-a-ejecutarse-en-breve
http://www.ecologistasenaccion.org/article24606.html de diciembre del 2012
Alberto Mayor
Coordinador provincial de Ecologistas en Acción de guadalajara
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En contestación a gerundio, le animo a trabajar y denunciar sobre este tema lo necesario. Quisiera recordarte, que en Ecologistas en Acción, trabajamos de forma voluntaria y hasta donde llegamos.
Las puertas de la organización siempre están abiertas a cualquier persona o denuncia, pero teniendo en cuenta que nuestros medios son limitados y ya quisiéramos poder llegar a todo lo denunciable.
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