
Cada vez son más frecuentes estos «memes», parodias en redes sociales en respuesta a la propaganda de los partidos.
Por Rubén Madrid
“No hemos sabido comunicar lo que hemos hecho”. Lo habrán oído mil veces. Cuando los gobiernos se enfrentan a encuestas que les restan intención de voto, cuando después de ser desplazados en las urnas hacen balance de qué demonios ha fallado, el recurso más sencillo en el pretendido ejercicio de autocrítica suele pasar por oírles decir que el problema, en realidad, no ha sido ni lo que han hecho ni cómo lo han hecho, sino que no han sabido comunicarlo. Lo dijo en su día Zapatero, de quien hace cuatro años los candidatos socialistas huían como de la peste, porque sabían que había un problema mucho más profundo. Lo ha dicho hace poco la número dos del PP, Dolores de Cospedal: “Asumo en primera persona los defectos que hayamos podido tener en comunicación”.
Este mensaje, tan haibual, lo ha reciclado el director de campaña electoral del PP, Carlos Floriano, con una petulancia que ha sido contestada con una mofa casi generalizada, en el vídeo del PP en el que recrean una supuesta reunión informal, en torno a un desayuno, para hacer autocrítica. “Nos ha faltado darle un poco de piel a cada cifra positiva”, dice en el spot más conocido de la campaña. “Hay que hacer un esfuerzo por darle piel”, insiste en otro momento. “¿No crees, María Dolores, que nos ha faltado un poco de piel, un poco de sensibilidad? Me refiero a cómo hemos contado las cosas”.
Esta campaña es toda una declaración de intenciones. Y se ve que en el PP se han puesto manos a la obra, también en los ayuntamientos, para explicar mejor lo que han hecho (balance de legislatura) y justificar así “lo mucho que queda por hacer” (la petición de voto de toda la vida).
Argentinos en Madrid, alcarreños en Illinois. La primera en ponerle piel al balance municipal ha sido la alcaldesa de Madrid, Ana Botella, con la paradoja de que no se presenta a las elecciones de mayo. En un vídeo largo y tedioso de su grupo municipal, con embelesadora música de piano, los atónitos espectadores recorremos diferentes localizaciones de la ciudad siguiendo el primer día de regreso a la capital de un argentino que hace cuatro años tuvo que salir de Madrid, entendemos que por falta de oportunidades laborales.
De vuelta, este argentino, Teo, encuentra una ciudad cambiadísima, con un aeropuerto más transitado que nunca, con nuevas infraestructuras deportivas y culturales que han impulsado la apertura de negocios, con unos servicios municipales que ayudan a los ancianitos viudos y con unas gentes encantadas de vivir en la ciudad que bate todos los récords de turismo, ecología y bienestar social. Por si fuera poco, al final nuestro argentino errante confiesa nada más ver a su novia Marta, a quien había dejado atrás hacía cuatro años, que se queda para siempre en Madrid. Final feliz, por tanto, aunque si les soy sincero creo que le falta piel al reencuentro.
En el PP de Madrid han llevado al extremo la recomendación de Floriano y entienden que la gestión se vende como los fiambres de Campofrío o como los décimos de la Lotería de Navidad, con historias pegadas a la calle, con mucha piel. En Guadalajara, sin llegar todavía a esos extremos, el Ayuntamiento ha puesto en marcha una campaña de similares características. Hay que ponerle piel a las cifras, y ojos y nariz a la gestión política, tan ingrata siempre, más todavía en tiempos de crisis.
En los folletos que han llegado a nuestros buzones vemos caras rubias, guapas y sonrientes que celebran el orgullo de ser de Guadalajara o, concretamente, que presumen de lo mucho y bueno que ha hecho el equipo municipal de Román en estos años. Como Madrid, nuestra ciudad también es en estos folletos un municipio en el que da gusto vivir. Ponerle piel a las cifras no es contar la docena de mendigos que salpican el paseo diario entre Santo Domingo y la Plaza Mayor. Ponerle nariz y ojos a la gestión municipal consiste en asegurar que tenemos motivos para «presumir de ciudad» incluyendo en un tríptico a una vieja y una joven dando el OK con el pulgar en alto y a un obrero y un carpintero visiblemenente satisfechos de poder estar en el tajo.
Lo que ocurre es que el obrero es de Illinois, y el carpintero es francés, y la joven y la señora mayor que dan el OK con el pulgar hacia arriba son tan alemanas como Ángela Merkel. Eso es, al menos, lo que han destapado desde Ganemos Guadalajara. Hay por ahí talentos, estos sí alcarreños, capaces de seguir el rastro por el mundo virtual a las fotografías y han descubierto que los rostros de la campaña municipal tienen muy poco que ver con los alcarreños a los que dicen representar. En el comunicado que desde esta plataforma electoral tienen colgado en su web y que ya circula por las redes sociales dicen que el alcalde ha recurrido a fotos de internet “para vender lo que no ha hecho”, o, lo que es lo mismo, que necesita de estampas prestadas para retratar una Guadalajara que presume de esta gestión municipal.
Como ha ocurrido con los vídeos de Floriano y Botella, no han tardado en llegar los ‘memes’, las parodias, la carcajada puesta a huevo. «¿Cuál es tu favorito de #presumedeciudad? El obrero de Illinois? el carpintero francés? la enfermera alemana?», han ironizado en la cuenta oficial de Ganemos Guadalajara. «¿Que vendrá en el próximo capítulo de #alcarreñosimpostores del AyuntaGU? ¿un sueco anunciando la apertura del Moderno?», leemos en otro tuit.
Lo explicaba con mucho criterio el periodista Borja Terán en un análisis que publicaba ayer Lainformación.com: algunos de estos ejercicios de autobombo pueden tener efecto bumerán, más todavía en estos tiempos en que las redes sociales y sus parodias pueden ridiculizar hasta la ruina cualquier mensaje que haya intentado tomarle el pelo al personal, aunque sea intentando ponerle otro injerto de piel al cuerpo de propaganda habitual.

Dirigentes del PP en la convención del pasado fin de semana, reunidos al modo de asamblea ciudadana. // Foto: Infolibre.es.
Se puede entender que la compleja tarea de gobernar no siempre sea comprendida por los ciudadanos y que, llegados ciertos momentos, resulte necesario explicar la necesidad u oportunidad de ciertas medidas impopulares. Pero cuando todo está en contra conviene hacer un ejercicio de autocrítica más profundo y no despachar el asunto con golpes de efecto, como lo ha sido también el cambio de decorado en la convención del PP simulando que se celebraban reuniones en plazas de pueblo para enviar el mensaje de que los dirigentes de ‘la casta’ están más próximos a la calle. El contragolpe en la prensa digital, no digamos ya en las redes sociales, ha sido rápido: «el PP se podemiza», «el PP se echa coleta»…
El ejercicio de la política obliga a menudo a ser camaleónico, desde luego, pero hay ciertos trucos de trilero que el espectador ya no va a aplaudir. Incluso se reirá de ellos si salen mal, como hacemos con el payaso metido a mago que se equivoca y parte a la joven modelo en dos pedazos. Y es aquí donde cantan todavía más fuerte Floriano y compañía en el vídeo del desayuno, el actor argentino del Madrid de fábula y el obrero de Illinois haciéndose pasar por un currante satisfecho de este lado del Corredor del Henares. Se equivoca el PP si insiste en que el problema ha sido que no han sabido comunicar lo bien que lo han hecho. Los ciudadanos esperan dirigentes capaces de cambiar su realidad, no de enmascararla. El problema siguen siendo los datos -sobran indicadores-, y no la piel.