
Imagen tomada por el familiar de un paciente ingresado en la planta en la que se desplomó el techo.//Foto: Facebook
Por Ana María Ruiz
El Hospital Universitario de Guadalajara se convirtió la pasada semana en un plató de televisión. El 4 de marzo las cámaras tomaron las instalaciones para rodar una de las pruebas del exitoso programa de TVE, MasterChef, presentado por Eva González y los chefs Jordi Cruz, Pepe Rodríguez y Samantha Vallejo-Nájera. El rodaje tuvo lugar en la cafetería de la entreplanta, destinada al personal, que se cerró a cal y canto para que el equipo directivo, los jefes de servicio y los médicos de guardia pudiesen degustar los platos de los concursantes.
Lo curioso del caso es que a muchos trabajadores del centro sanitario todo este asunto les pilló por sorpresa, ya que la Gerencia mantuvo un gran secretismo en torno a la grabación del programa. Me imagino que motivado por la incomodidad que hubiera supuesto que pudiesen aprovechar la presencia de la televisión del Partido Popular para hacer visibles las muchas quejas que tienen respecto al funcionamiento actual del Hospital. Tal fue el silencio que se mantuvo respecto al tema que incluso a los camareros de la cafetería se les dijo que ese día podían salir dos horas y media antes para, según les trasladaron, recuperar así el tiempo que dedicaron a un curso de formación. Vamos, que la Dirección no quería ojos ni oídos incómodos para ocultar la realidad que se vive en el centro, en el que los recortes están afectando sobremanera a la calidad asistencial y que ya denuncié en un artículo anterior que les enlazo, por lo que no me voy a reiterar.
La grabación ha levantado las críticas de no pocos profesionales sanitarios que se han quejado del impacto que causó para el normal funcionamiento del centro, ya que los médicos de guardia tardaron más de lo normal en reincorporarse a sus puestos tras la comida, lo que provocó problemas en el servicio de Urgencias, ya de por sí saturado. Además, según han denunciado algunos sindicatos, tampoco fue fácil encontrar a ningún directivo para resolver algunas cuestiones administrativas urgentes.
Tal y como está el panorama en el Hospital, donde el ambiente anda cada vez más caldeado, no creo que fuese el momento más indicado para pegarse una comilona, participar alegremente en un programa de televisión y, además, casi a escondidas.
No creo tampoco que el motivo para esta aparición en MasterChef fuese presumir de instalaciones porque ya hubiese sido de auténtica carcajada. El tijeretazo de la actual Gerencia también se está dejando notar en los servicios no sanitarios como la limpieza, la cocina y el mantenimiento, donde se están externalizando contratos con adjudicaciones a la baja que repercuten, y muy mucho, en la imagen de dejadez y abandono que se puede observar cuando se traspasan las puertas del Hospital.
Ese abandono quedó patente en la madrugada del 22 de febrero cuando una parte del falso techo de escayola de la octava planta de hospitalización cayó al suelo, lo que provocó un gran revuelo y un susto enorme entre el personal y los pacientes ingresados. Afortunadamente no se produjo ningún daño personal pero imagínense que las planchas (de 2,5 x 2,5 metros) se hubiesen desprendido por la mañana, cuando los pasillos están llenos de pacientes, familiares, médicos, enfermeras, auxiliares, etc. Desde la Gerencia se ha calificado como un “hecho puntual”, pero los trabajadores de mantenimiento denuncian que no hay personal suficiente y se está reduciendo la plantilla porque no se cubren bajas ni jubilaciones, lo que se traduce en falta de conservación y deterioro.
Para rizar el rizo y para ahorrarse sus buenos euros, el Sescam también ha cambiado el modelo de mantenimiento de los ascensores del centro sanitario. Desde el pasado 1 de febrero ya no hay personal presencial para atender las incidencias que puedan producirse en los elevadores. Eso sí, la nueva adjudicataria se compromete a atender cualquier llamada de avería en un plazo de ¡¡¡30 minutos!!! Es decir, que si los familiares, pacientes de consultas externas, médicos, celadores, sanitarios, enfermos que son trasladados para una intervención o para realizar pruebas, etcétera, se quedan encerrados tendrán que espera un mínimo de media hora para ser rescatados. Imagínense en semejante trance. La Gerencia asegura que si se quedan personas atrapadas serían los electricistas del Hospital los que se hicieran cargo del rescate, pero se olvida que estos profesionales no están cualificados para desarrollar este trabajo para el que además se necesita una formación específica y un permiso de la Consejería de Industria. Así velan por nuestra seguridad y nuestro bienestar los señores del Sescam.
En cuanto a la limpieza, merece capítulo aparte. Se trata de un servicio que debería cuidarse al máximo en un recinto sanitario. Pero esto no parece importarles lo más mínimo a los responsables del Servicio de Salud de Castilla-La Mancha, que hace un año decidió ahorrarse dos millones de euros en la nueva contrata de limpieza del Hospital. Los trabajadores están inmersos desde hace un año en un Expediente de Regulación Temporal de Empleo que ha supuesto aceptar la reducción de su jornada en una hora y cuarto, con la consiguiente bajada de sus salarios, a cambio de evitar 13 despidos. Nos encontramos con que un limpiador o limpiadora tienen asignadas tres o cuatro zonas que debe limpiar en tiempo récord, a lo que hay que sumar que no se cubren las bajas ni las libranzas. Resultado: acumulación de suciedad debido a que los trabajadores no llegan pese a su buena voluntad y, si lo hacen, es a medias. La falta de limpieza se puede comprobar desde el vestíbulo hasta la zona de hospitalización, por no hablar de la de consultas externas, donde el trasiego de personas es incesante a lo largo de todo el día y la basura acumulada en los rincones llega en ocasiones a los límites de lo vergonzante. “A la Gerencia le da igual mientras haya papel higiénico en los aseos, que parece que es lo único que le importa. Esto es un desastre”, afirma uno de los trabajadores.
Nuestro Hospital es el vivo reflejo de lo que el Gobierno de María Dolores Cospedal entiende por una sanidad pública de “calidad”. Visto lo visto, en lugar de MasterChef, bien podría haberse rodado “Esta casa es una ruina”.
DIcho está, nos ha cambiado la vida es todos los aspectos, por esa política de ajustes, que en bruselas le han dicho a Mariano y Dolores que apliquen. Ellos obedecen, incluso gozan exprimiendo al ciudadano y a lo público más de lo que les mandan, más de lo que sería digno para la gente con escrúpulos, total por una palmadita del poder alemán y financiero.
La fachada es idílica, los medios hablan de un país de cuento, que solo existe para ellos, un país de mentiras y falsa imagen.
Y muchos todavía no lo ven, les ríen las gracias e incluso les votan.
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