
Imagen nocturna de los frentes de los inccendios de Aleas y Bustares del verano pasado. // Foto: abc.es
Por Marta Perruca
Escribí aquel artículo a mediados de junio del año pasado, después de que la consejera de Agricultura y Medio Ambiente, María Luisa Soriano, presentara el Plan de Incendios previsto para aquel verano a nivel regional, y José Luis Condado, el delegado de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha en Guadalajara, hiciera lo propio en nuestra provincia. Entonces pasó sin pena ni gloria, acumulando apenas un puñado de visitas. La verdad es que no era un artículo demasiado bueno. No lo era aquel 19 de junio, cuando salió publicado en este medio y no alcanzó las 100 visitas, la cifra que estimo cuando un artículo es aceptable, ni un mes más tarde, cuando los incendios de Aleas y Bustares terminaron por darme la razón y el contador de WordPress comenzó a subir como la espuma, superando las 5.000 visitas.
Digo que no era demasiado bueno, porque aquel artículo no era más que un ejercicio de matemáticas de lo más corriente y ramplón, de esas primeras cuentas sin llevar del cuadernillo Rubio, en las que 2 y 2 eran y siguen siendo cuatro y con dos más, suman 6, solo que, entonces, más bien, se trataba de restar.
Según datos facilitados por CC.OO., el año pasado el dispositivo contaba con 280 trabajadores, un centenar menos que en 2012 y cuarenta por debajo del mínimo establecido en la directriz técnica sobre la organización y operatividad del Servicio Operativo de Extinción de Incendios Forestales (SEIF); dos retenes habían sido sustituidos por vehículos autobomba, lo que suponía 8 efectivos menos; y de las 19 patrullas de vigilancia existentes dos años antes, sólo estaban operativas cinco. Asimismo, alertaban sobre la desaparición de14 torres de vigilancia y el mal estado de las que continuaban activas.

Las labores de extinción de incendios se alargaron durante varios días, en los que el fuego permaneció activo. // Foto:abc.es
Como decía, un simple ejercicio de matemáticas, porque está claro que si se reducen los efectivos de extinción y prevención de incendios y los medios de vigilancia, lo más probables es que se incrementen los tiempos de respuesta, al mismo tiempo que aumentan las probabilidades de que el incendio sobrepase el simple nivel de conato y adquiera unas dimensiones mayores, lo que sumado a una menor disponibilidad de efectivos y a unas condiciones climatológicas adversas, deja el plato servido para una intervención complicada. Si además se declara un nuevo incendio, que requiera el desplazamiento de efectivos a otro frente el resultado es el que aconteció como consecuencia de los incendios de Aleas y Bustares: 3.100 hectáreas calcinadas en la Sierra Norte de Guadalajara, llegando a afectar al Parque Natural y 150 vecinos evacuados de Gascueña de Bornova y Prádenas de Atienza.
Además, por caprichos del destino y como si el relato de los hechos quisiera seguir el dictado de aquel artículo, los fuegos se declaraban en unas fechas que, inevitablemente, reavivaron en nuestra memoria el fatídico incendio de julio de 2005, justo cuando se conmemoraba el noveno aniversario de la tragedia y muy cerca del retén al que pertenecían las once víctimas mortales.

La presidenta de la Castilla-La Mancha, María Dolores de Cospedal, se desplazó al lugar del incendio. // Foto: lacerca.com
Por no faltar en aquel pronóstico certero –más que una profecía cumplida, la crónica de una muerte anunciada- no faltó ni la UME, que se acercó hasta el lugar en el momento justo para que la presidenta regional, María Dolores Cospedal, se hiciera la foto.

Parte de la superficie calcinada en el incendio de Bustares, durante una visita de García Page. // Foto: lacronica.net
Si alguien estaba esperando una señal del cielo que pusiera sobre aviso sobre el peligro de recortar en materia de prevención y extinción de incendios, ahí estaba. De hecho, estos sucesos desataron una reacción en cadena de los trabajadores de Geacam que comenzaron a denunciar en las redes sociales las carencias del dispositivo.
Sin embargo, y aunque todavía es pronto para conocer el Plan de Incendios correspondiente a la campaña de 2015, con la encomienda que ha realizado el Gobierno regional a la empresa pública Geacam en las manos, la cosa ya no pinta demasiado bien. La estimación para el dispositivo de este verano alcanza los 308 trabajadores y según datos facilitados por el delegado sindical de CC.OO. en Geacam, Iñaki Blanco, se continúa perdiendo efectivos, ya que la empresa sigue inmersa en un ERE, por lo que no se reponen los trabajadores que se marchan. En la actualidad, y en base a los cálculos de Blanco, estaría integrado por 271 trabajadores, que en términos reales serían aún menos, si se tiene en cuenta el personal que está de baja o las plazas en excedencia, así como los que resulten incapacitados en los reconocimientos médicos, para trabajar en extinción.
También hay que tener en cuenta que se trata de un primer balance, a falta de que se resuelva la convocatoria para la provisión de vacantes por su personal de plantilla, mediante los procedimientos de concurso y promoción. La previsión es que se contraten un centenar de trabajadores en toda la región para cumplir con la encomienda, pero el delegado sindical apunta que el mes pasado se eliminó la bolsa de interinos creada en 2009 para suplir estas plazas, integrada por trabajadores preparados y formados, para crear otra nueva con una intención, a su criterio, “electoralista”, aun a riesgo de dejar en la estacada a compañeros que han estado nutriendo el dispositivo en periodos de necesidad, una medida que, asegura, ya ha sido denunciada.
La encomienda de este año, por otra parte, viene marcada por tres circunstancias de consideración. La primera, una modificación de las Brigadas Terrestres en todas las provincias, que en la mayoría de los casos pasan a tener la consideración de unidades helitransportadas. En Guadalajara, a día de hoy, existen cuatro brigadas terrestres, El Vado, Mazarete y Taravilla, de las cuales El Vado se convierte en retén autobomba y los otros tres, pasan a ser brigadas helitransportadas, sumando dos responsables más cada una de ellas. Lo curioso de todo ello es que, según documentos a los que ha tenido acceso este medio, relativos a las actas de la reunión correspondiente con la empresa, no está previsto un incremento en los medios aéreos, ni tampoco una mayor dotación presupuestaria destinada a sufragar los gastos salariales que conllevará el cambio de categoría profesional de estos trabajadores. La empresa tampoco ha especificado el objetivo de estas modificaciones, que en vistas de las valoraciones iniciales, no supondrán un mayor número de dispositivos en los cielos de nuestra región, sino en todo caso, una mayor versatilidad de los trabajadores, formados “in extremis” a menos de un mes del inicio de la campaña. Además, este cambio se realizará de manera obligatoria, sin tener en cuenta a los trabajadores, que podrían sufrir vértigos o incompatibilidades no demostrables mediante prescripción médica.
La segunda, tiene que ver con la eliminación de las dos torres de vigilancia de 24 horas, ubicadas en Aragoncillo y Almiruete, que prescinden de dos trabajadores cada una, para velar los montes durante sólo 10 horas, como el resto de las torres existentes en la provincia, por lo que no habrá ninguna atalaya vigía en horario nocturno, cuando mejor se divisa el fuego.
Por último, se elimina el retén de Almadrones, que quedará reducido a dos brigadas de vigilancia móvil, con un total de cuatro trabajadores, seis menos que el año pasado.
Por otra parte, si el año pasado se denunciaba la situación de muchas torres, que no cumplían con las condiciones mínimas de seguridad y salud, por lo que las labores de vigilancia debían realizarse desde un vehículo, a pie de tierra, este año, desde CC.OO. aseguran que no se ha invertido ni un euro en su rehabilitación y además llama la atención sobre el estado de otras bases y de los accesos a las mismas. En este sentido, aseguran que el retén de Cercadillo presenta grietas de consideración que van en aumento y que carecen de luz eléctrica. Además, los trabajadores no pueden acceder al mismo en sus vehículos y tienen que salvar a pie, un puente, por el riesgo que entraña. También denuncian el pésimo estado de los accesos a los torres de Aragoncillo y Atienza, cuyos trabajadores ya han sufrido varias averías en el cárter de sus vehículos a consecuencia de ello.
En vistas de los registros meteorológicos de este año, con un invierno muy seco y una primavera sin demasiadas lluvias los montes de nuestra provincia son, en palabras del delegado sindical de Geacam, “un polvorín”. De hecho, “ya se han dado varios incendios”, apunta.
Todavía es pronto para valorar un Plan de Prevención de Incendios que todavía no se ha presentado y que los propios trabajadores desconocen, pero si el año pasado se destacaba el incremento de la vigilancia en las labores de la cosecha, cuando se habían reducido a cinco las patrullas responsables de realizar esta labor, este año imagino que las novedades mirarán al cielo, eso sí, con el mismo número de helicópteros y con trabajadores polivalentes, preparados de alguna manera en el último momento .
El año pasado, el incendio de Bustares quería iniciarse a consecuencia de la chispa de una cosechadora. Podría entenderse como una señal divina o mera casualidad, pero desde mi punto de vista no fue más que la crónica de una muerte anunciado, o un mero ejercicio de matemáticas en el que, simplemente, las cuentas van saliendo.