Por Alberto Blecua*
Ha pasado ya un mes desde que se consiguió el ascenso a División de Honor en Elche. Fue algo que recordaremos siempre y que ya nadie podrá borrar de nuestra memoria. Un pueblo de menos de 3.000 habitantes se va a ver representado en la mejor liga del mundo y cuando alguien en el extranjero vea que el Inter Movistar o ElPozo Murcia van a jugar contra un equipo llamado Brihuega, van a pensar que es un error de bulto, pero van a meterse en Google y van a ver que, esa palabra que tantas veces se pronuncia mal, es en realidad un pueblecito de Guadalajara con una muralla antiquísima, una tradición taurina reconocida nacionalmente, una devoción a la Virgen María increíble y que, además, tiene un equipo en la élite del fútbol sala español.
Aunque ya había vivido un play-off de ascenso el año pasado, jamás pensaba que las semanas que vivimos jugándonos el ascenso iban a ser tan tranquilas para nosotros. La última semana de entrenamiento antes del partido decisivo ante el Elche, me quedé sorprendido al ver que estaba siendo una semana realmente normal. Seguíamos con nuestros entrenamientos por equipos, en competición, discutiendo por las mismas cosas, riendo por los mismos detalles, sin ningún tipo de presión, simplemente estábamos entrenando, como se debe hacer, como habíamos hecho durante todo el año. Al final habíamos comprendido que el nivel que se exige en unos play-off, no solo el nivel técnico, sino el nivel competitivo, nosotros ya lo teníamos desde hace meses. Por eso la sensación fue en todo momento de estar compitiendo al máximo, dando todo lo que teníamos y, lo más importante, dándolo todo por mantener una filosofía de juego, un sistema defensivo, un ataque directo, un juego sin descanso que aburría al rival.
Nos dimos cuenta de que todos perseguíamos, no solo el mismo objetivo, sino también el mismo modo de llegar a él y eso es lo que nos ha hecho un equipo de verdad, que ha conseguido rendir al unísono integrando a todos los miembros del equipo desde la directiva hasta las categorías inferiores.
Si tengo que decir cuál ha sido el éxito de que esto haya ocurrido, solo se me ocurre una cosa: hemos funcionado como una familia. Una familia de familias, porque el equipo estaba realmente formado por gente con sus trabajos, con sus negocios, con sus estudios, gente que se tenía que levantar todas las mañanas de madrugada para atender a sus hijos, para trabajar después o ir a la universidad. Personas enamoradas de este deporte, que llegaban todos los días a sus casas casi de madrugada por ir a entrenar a Brihuega. Al final cuando se sufre tanto por hacer lo que te gusta, valoras mucho más lo que estás haciendo y sobre todo lo que estás dejando de hacer por ello. Ése ha sido el plus de este equipo, el saber que aquí no se venía a perder el tiempo, se venía a hacer las cosas bien y a acabarlas para estar lo
antes posible en casa con nuestras familias. Familias que nos han estado aguantando todo el año entre trabajos, fútbol sala y miles de cosas, ellos sí que son héroes y son los que han permitido que todo haya salido adelante.
En Elche estábamos todos, el equipo, la directiva, familiares, amigos, juveniles,… Todos formando una gran familia. Cuando llegamos a Brihuega se unieron los que quedaban, todos ellos eran los que nos han sufrido toda esta temporada. Ese el distintivo de una familia, cuando sufre uno, sufren todos; cuando se alegra uno, se alegran todos. Eso es lo que ha sido el Club Deportivo Brihuega este año, una gran familia.
*Alberto Blecua de Pedro (Madrid, 1987) es el pívot titular del Brihuega FS que esta temporada ha conseguido el ascenso a Primera División. Con el equipo azulón, ya ha vivido dos ascensos en sus tres temporadas como jugador. Antes, el marchamalero siempre militó en el Ud. Guadalajara FS donde se formó como jugador y en donde pisó por primera vez los pabellones de División de Honor.
Un, tío, totalmente normal, cualidad. que no se suele valorar en la actualidad. Enhorabuena.
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