Ansiedades

Firma del pacto de investidura entre PSOE y Podemos, ayer en Las Cortes.

Firma del pacto de investidura entre PSOE y Podemos, ayer en Las Cortes, ante notario.

Por Concha Balenzategui

«Si no se hacen las cosas bien, estaremos en la calle como hemos estado estos últimos cuatro años». Lo decía Helena Galano, la portavoz de la Asamblea en Defensa de la Sanidad Pública, el pasado sábado en la plaza de Zocodover de Toledo, al término de una manifestación en la que se pedía al nuevo Gobierno que mejore el estado de la Sanidad en la comunidad. No ha esperado los cien días de rigor este colectivo para lanzar su aviso a navegantes. Ni siquiera a la investidura del nuevo presidente, que se desarrolla entre hoy y mañana en las Cortes Regionales.

Aún así, no es de extrañar que en pleno tiempo de «entregobiernos», este beligerante grupo ya esté reclamando lo que ha venido defendiendo durante estos años. Son los de la Sanidad Pública, pero lo mismo podían haber sido los trabajadores de Geacam, los defensores de la Escuela Pública, o cualquier otro colectivo que ha pasado una legislatura detrás de las pancartas contra las políticas de Cospedal. Quizá no lo digan públicamente, pero muchos ciudadanos lo piensan y lo comentan.

Las Elecciones Autonómicas, que no son presidencialistas sino representativas, tienen estas cosas. Que transcurre casi un mes desde que los ciudadanos votan hasta que sus representantes toman posesión de los escaños, lo que ocurrió el pasado 18 de junio con las Constitución de las Cortes. O que el presidente elegido no lo será de facto hasta el próximo sábado, 4 de julio, cuarenta días después del dictamen de las urnas. Sin mayorías absolutas, esta “cuarentena” da margen para negociar los pactos, como el que han ido puliendo estos días podemitas y socialistas. Pero también para generar ciertas ansiedades, claro.

Emiliano García-Page, que este martes afronta su discurso de investidura y su primer cara a cara con María Dolores de Cospedal, lo sabe. Ayer mismo, tras firmar el acuerdo de investidura con el representante regional de Podemos, dijo que “una clave va a estar en gestionar la ansiedad”. Y a mí también me da la sensación de que hay mucha gente ansiosa.

García Page en la sesión de Constitución de las Cortes. // Foto: Europa Press

García-Page, en la sesión de Constitución de las Cortes. // Foto: Europa Press

García-Page ha anunciado que va a decir quiénes forman su gobierno en unos días. Ha tenido tiempo suficiente para pensar nombres y tantear voluntades. Y tanto él como los elegidos saben que este año se quedan sin vacaciones, porque hay unos cuantos asuntos que no pueden esperar a después del verano. La lista de deberes se la ha ido poniendo el nuevo presidente durante estos años en que ha encarnado la oposición política contra Cospedal, y especialmente en los meses de campaña.

Y le ha añadido una serie de prioridades en virtud del acuerdo con Podemos, cuyos diputados han anunciado que pasan a la oposición constructiva. Antes han dejado rubricados 13 ambiciosos puntos ante notario, lo que no deja de ser una escenificación, pero la escenificación de un compromiso. Y para postre, encima de la mesa tiene las decisiones «póstumas» del Gobierno saliente, que en el “tiempo de descuento” ha realizado adjudicaciones, calculan que por valor de 41 millones. Mucha tela que cortar.

García-Page no tiene excusas. Conoce la región y la forma de gobernarla. Ha pasado muchos años con cargos de responsabilidad en Fuensalida e incluso ha puesto su cara como portavoz. No sabemos si tendrá que rebuscar muchas facturas por los cajones, pero sí que tiene tajo por delante. No hay tiempo de protocolos, ni siquiera de gestos. No puede dedicarse al aterrizaje, ni a criticar la herencia recibida, como hicieron sus predecesores. Tiene que salir llorado de casa.

Representantes de la Asamblea por la Sanidad Pública, el pasado sábado, en Zocodover. // Foto: encastillalamancha.es

Representantes de la Asamblea por la Sanidad Pública, el pasado sábado, en Zocodover. // Foto: encastillalamancha.es

Para empezar por los que han inspirado este artículo, los de la Sanidad, el nuevo presidente debe revisar si Castilla-La Mancha puede afrontar el verano con las camas y los medios humanos fijados a la mínima por el PP y criticados duramente por los sindicatos. Tendrá que revisar qué hace con un convenio sanitario con Madrid que Podemos quiere eliminar y que hoy por hoy no se está cumpliendo, pues en el Hospital de Guadalajara siguen derivando a pacientes para hacerse pruebas diagnósticas a Ciudad Real.

Otro tanto ocurre con la campaña contra incendios: Habrá que examinar si los dispuestos son los medios suficientes para afrontar con garantías el verano que ya está en marcha y de manera furibunda. Y un asunto de calado que no puede esperar es el educativo, puesto que tiene que organizar un comienzo de curso escolar en el que lo previsto era el avance en la aplicación de la LOMCE, una ley con la que el PSOE y Podemos se han mostrado en desacuerdo y cuya marcha inexorable decretó Cospedal una semana antes de hacer las maletas.

Son solo tres ejemplos, pero hay muchos más, si preguntamos a cada uno de los colectivos interesados. No en vano, en el pacto de investidura se ha diseñado un Plan de Rescate Ciudadano, un rescate que se presume urgente. Los vecinos más dañados por la crisis y por las políticas de recorte de Cospedal no se pueden permitir dilaciones.

El nuevo presidente sabe que le espera una legislatura a cara de perro desde el minuto cero, porque además va a estar examinado con cien ojos. Nadie le va a dar cien días de margen, como no se le ha dado ni una semana de cortesía a los nuevos gobiernos municipales que han tomado posesión el 13 de junio. García-Page no puede fallar, porque está en el disparadero antes incluso de calentar. Le tachan de radical, por pactar con Podemos, y auguran que su política nos llevará a los desastres de Grecia. Ya denostan lo que llaman “pacto entre perdedores”, reduciendo medio millón de votos (los que obtuvieron el 24 de mayo PSOE y Podemos), a 1.727, que son los castellano-manchegos que han ratificado el acuerdo de investidura en el partido de García Molina.

Pero el nuevo presidente sabe que no solo tendrá enfrente a la oposición popular y a sus medios afines. Va a estar mirado con lupa por la comisión de seguimiento del propio pacto con Podemos. Y también va a ser juzgado por las muchas voces que ya están en forma después de salir a la calle a gritar contra los recortes. Si sabe leer entre esas ansiedades, en esas primeras manifestaciones como la del sábado, verá que en el reverso de la pancarta -o quizá en el anverso- está escrito un mensaje muy clarito: “No nos falles”.

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