Por Sergio Alberruche Oter *
Hace un par de meses, el 13 de junio, mientras la humedad ambiental posterior a una tormenta se hacía palpable en la noche de Torrent, los aficionados deportivistas, con los integrantes de la Peña La Zorra Alkarreña a la cabeza, trataban de insuflar ánimo entre sus propias lágrimas a los desconsolados jugadores del CD Guadalajara, que habían acariciado esa tarde su pase a la final de ascenso a Segunda División, pero que acababan de ser eliminados por el Huracán Valencia CF, después de once duros meses de trabajo en los que, para todos aquellos que vivimos su día a día, quizá hubieran merecido una mayor recompensa en su cénit. Pero, en realidad, lo verdaderamente sorprendente del fútbol, su mayor atracción, es su capacidad para vivir en un presente persistente, su capacidad de continua revancha con el pasado, y apenas dos meses después llega ya una nueva temporada, con sus partidos y entrenamientos, que esconde esa instantánea mental en algún lugar reservado de la memoria y que permite cambiar los llantos de los espectadores por unas nuevas sonrisas, los pretéritos objetivos no alcanzados por unos nuevos objetivos a alcanzar.
Decía el mítico entrenador Brian Clough (me van a permitir, si les gusta el fútbol y el cine, que les recomiende la película The Damned United, centrada en los 44 días de 1974 en los que el británico ostentó el cargo de mánager en el Leeds United) que en el fútbol “no hay punto medio”, y esa máxima parece perfectamente aplicable a la realidad de la reciente historia del Dépor: el ascenso es siempre el objetivo. También en el renovado conjunto morado de esta temporada 2015/2016. Un objetivo que se ha convertido en la propia razón de existir del club alcarreño y que encuentra su sustento en los exitosos datos deportivos: desde que en el curso 2006/2007 Guadalajara dejara de ser con el ascenso del Dépor la única provincia que nunca había tenido un equipo más allá de Tercera División (“Había una vez un equipo de Tercera, que no podía, no podía ascender”, cantaban los integrantes de «La Zorra» por aquel entonces), la entidad deportivista acumula dos temporadas en Segunda División, un ascenso a la categoría de plata y otros dos play-off de ascenso más en ocho campañas ligueras. La ambición como camino y destino, como principio, nudo y desenlace.
Este caluroso verano ha supuesto el final de la época de Carlos Pérez Salvachúa como entrenador del primer equipo (un play-off de ascenso, un quinto puesto y un subcampeonato de la Copa Federación en su haber) y la vuelta a la dualidad director deportivo y entrenador en la parcela deportiva. Para el primer cargo, la gerencia del CD Guadalajara ha apostado por Quini Álvarez, un histórico con más de 350 partidos y 100 goles entre Segunda División y Segunda B, y que afronta su segunda etapa como director deportivo tras su primera experiencia en el Eldense. Junto a él ha llegado Manolo Cano, exsegundo entrenador del CD Numancia, para encabezar el cuerpo técnico morado. A priori, el técnico cordobés cuenta con todos los condicionantes para triunfar en la ribera del Henares: joven y preparado, con ambición y talento, ilusionado en busca de hacerse un hueco en la élite del balompié profesional, como el Dépor. Forjado a lo largo de los últimos siete años al lado de Anquela, la mitad pensante de aquel Alcorcón que sorprendió al Real Madrid en la Copa del Rey y que llegó a jugar viniendo desde Segunda B el play-off de ascenso a Primera División (una categoría en la que Anquela y Cano recalarían tras fichar por el Granada), el nuevo preparador deportivista ya ha dejado claras en esta pretemporada sus intenciones futbolísticas (muy del gusto del respetable del Municipal Pedro Escartín): quiere un equipo dominador, profundo y veloz, con sus líneas juntas y la defensa adelantada, solidario, que sepa jugar posicionalmente y en transición, en largo y en corto, efectivo a balón parado e intenso en la presión. Competitividad, ambición e ilusión como señas de identidad. Y una consecuencia a ese trabajo y a esa filosofía: estar arriba en la clasificación del Grupo II de Segunda División B y poder lograr dentro de diez meses el objetivo, el siempre presente ascenso.
Una plantilla remozada
Para lograrlo, Manolo Cano contará con una plantilla totalmente remozada. De hecho, únicamente cinco jugadores continúan del pasado curso: el portero Kevin, los laterales Moyano y Dani Gómez, el central Rangel y el extremo Manzano. En la enésima reinvención morada, ellos serán los encargados de trasladar la idiosincrasia deportivista a sus nuevos compañeros (Sumy, Edipo, Diakité, Miguélez, Iván Rubio, José Ángel, Robin, Dani Ponce, Ferrán Ferri, David y los que faltan por venir antes de que acabe el plazo de fichajes), que llegan al Dépor con un patrón motriz bien definido: la ilusión. Ilusión por ascender, pero también ilusión por crecer y mejorar. Ilusión por lograr el objetivo, por formar parte del equipo. Por ser uno más. Porque en el fútbol el individuo no es lo importante, sino el todos.
Tras una optimista pretemporada (el triunfo en el Triangular de las Bermudas ante el Atlético de Madrid de Primera División y el CD Leganés de Segunda División como anecdótica muestra) e inaugurar ayer en el Paquito Giménez ante el Yugo UD Socuéllamos la temporada liguera, quedan muchos viajes, muchos entrenamientos, muchos partidos, muchas lesiones, muchos goles, muchas tarjetas, faltas y factores más para saber si el conjunto alcarreño regresará esta temporada a Segunda División. Pero sí que les puedo asegurar algo en mi versión más valiente y profética: apuesten todo al Dépor. Deportivamente hablando, el Dépor es siempre un valor seguro. Y este año también lo será.
Así que ya únicamente faltas tú, aficionado deportivista, para que jugadores, entrenadores y público empecéis a escribir juntos la historia de esta nueva temporada. Una temporada ilusionante, la de la ilusión deportivista. Por estas fechas, yo siempre me acuerdo de una frase que dijo Carlos Terrazas, exentrenador del Deportivo Guadalajara, en una entrevista a la página web Esedosuno. “Una característica de Guadalajara que siempre me ha llamado la atención es que es una ciudad un poco pesimista”, dijo. Quizá Terrazas, perspicaz tanto en los análisis balompédicos como en los sociológicos, lleve razón en su sentencia, pero la ciudad de Guadalajara está a tiempo de demostrarle que no es pesimista. Está todavía a tiempo de apoyar cada semana al Dépor y acompañar con sus fuerzas a unos jugadores que han prometido dejar sobre el terreno de juego hasta la última gota de su sudor. Está a tiempo de desterrar la melancolía del pasado con una nueva revancha en el presente. Porque quizá dentro de diez meses ninguno quiera ya esconder otra instantánea mental, la de las lágrimas de un ascenso en vez de una eliminación, en algún lugar reservado de su memoria.
* Sergio Alberruche Oter (1982) es periodista y escritor. Comenzó su andadura profesional en el año 2004 en el bisemanario Guadalajara Dosmil, medio de comunicación en el que permaneció ocho años. Asimismo, también ha sido corresponsal en Guadalajara del Diario Sport y del Diario As, cofundador de la extinta página web Esedosuno y colaborador de decenas de programas de radio y televisión, entre los que destacan su presencia en ‘El Sanedrín’ de Ser Deportivos Guadalajara (Cadena Ser) y su labor de narrador y comentarista en ‘La Liga Viva’ de Punto Radio Guadalajara. Su desempeño periodístico le ha llevado a recibir varios galardones, como el primer puesto de la primera edición del Premio de Periodismo Deportivo de Guadalajara 2008, el primer puesto de la tercera edición del Premio de Periodismo Deportivo de Guadalajara 2010 o el segundo puesto en la categoría de Deportes del concurso a nivel nacional Terra de Bloggers 2012, de Terra España. Actualmente, el periodista alcarreño ocupa desde el pasado mes de julio del 2014 el puesto de responsable del Departamento de Comunicación del C.D. Guadalajara y, en su faceta de escritor, acaba de publicar su novela ‘Una canción’ (2015, megustaescribir, ISBN9788416339778).
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