Por Juan José Cabrera *

Juan José Cabrera, ingeniero y miembro fundador de INSPIDE. / Foto: J.C
Cuando nos hablan de Seguridad Vial, en seguida se nos vienen a la cabeza los controles de velocidad y de alcoholemia, el uso del cinturón o las distracciones al volante. Llevamos años escuchando el mismo discurso, un discurso basado en el miedo y en las terribles consecuencias que supone tener un accidente de tráfico.
Los miembros de INSPIDE, una pequeña-pequeñísima empresa alcarreña, pensamos que en una sociedad donde la tecnología está al alcance de todos, ese discurso se había quedado obsoleto.
Es cierto que la industria del automóvil se ha puesto las pilas en lo que a “seguridad tecnológica” se refiere. Todos trabajan en la creación del famoso coche conectado, capaz de “hablar” con otros coches, motos y demás actores, y de detectar todo lo que está pasando a su alrededor para actuar en consecuencia. Pero mientras los fabricantes continúan elaborando sofisticados sistemas para hacernos sentir más seguros -y subir el precio de los vehículos o cobrarnos por suscribirnos a ciertos servicios- los ciudadanos de a pie seguimos utilizando métodos analógicos que no nos aseguran una protección 100% eficaz. ¿Se siente seguro un conductor cuando tiene un incidente y debe salir a colocar los triángulos en plena autovía? ¿Se siente seguro un ciclista por llevar un chaleco reflectante? Está claro que no.