Por Concha Balenzategui
El pasado sábado volvieron a abrir los centros de interpretación turística y puntos de información de los parques naturales de Castilla-La Mancha, que fueron objeto de severos recortes durante la pasada legislatura, durante la cual la mayoría abrió entre poco y nada. Lo anunciaba el consejero de Agricultura, Medio Ambiente y Desarrollo Rural, Francisco Martínez Arroyo, desde el propio centro de Corduente, que es uno de los más interesantes y completos con los que contamos en la provincia.
Son 17 de las 21 instalaciones de información a visitantes de los parques que hay en la comunidad autónoma las que se vuelven a poner en marcha hasta finales de año. No abrirán todos los días, pero sí los fines de semana, puentes, festivos y en vacaciones de verano. En lo que respecta al parque del Alto Tajo, abren por tanto, además del de Corduente, los centros de Zaorejas, dedicado al río Tajo; el de Checa, que es un completo museo de la trashumancia, y el de Orea, centrado en la micología. Además, hay tres puntos de información en los municipios de Peralejos de las Truchas y Ocentejo, y en el puente de Poveda de la Sierra, que también vuelven a atender a los excursionistas.
Fuera de este parque, Guadalajara cuenta además con dos centros en el Parque Natural del Río Dulce (Mandayona y Peregrina), y otro en el Hayedo de Tejera Negra. No abre, de momento, la instalación de El Cardoso, en la Sierra Norte, puesto que ha sufrido desperfectos, fundamentalmente por haber estado cerrado tanto tiempo, y necesita reparaciones.
Lo cierto es que estos servicios se han echado muchísimo de menos estos años. Era muy triste ver pasar cientos de excursionistas ante la caseta cerrada del puente de Poveda de la Sierra, o comprobar cómo Peralejos bullía de visitantes un puente de primavera, y eran los alojamientos rurales y restaurantes los que tenían que repartir folletos con las rutas recomendadas. Y en estos dos casos, se trata de meras casetas de madera, muy prácticas, pero levantadas con poca inversión. En este sentido, se hacía aún más sangrante el caso de grandes centros de interpretación, como los de Mandayona, Checa o Corduente (los tres fantásticos, por cierto), que han supuesto un importante gasto del dinero público. Estoy de acuerdo con el consejero en que era intolerable mantenerlos cerrados. Aprovechen para conocerlos si tienen ocasión estos días. Pueden llevarse una grata sorpresa.

Visita del consejero de Agricultura y Medio Ambiente al centro de interpretación de Corduente. // Foto: Guadaqué
Los centros de interpretación cumplen un papel de gran repercusión para el turismo y el medio ambiente de nuestra provincia, rica en extensión de parajes protegidos. En primer lugar, porque aportan valor a la oferta turística y atraen visitantes. Es evidente que si un excursionista se entera de que en un punto hay uno de estos servicios, entenderá que en el municipio y en la zona hay algo de interés que visitar, y se interesará por ir. Eso lo saben muy bien quienes planificaron (no siempre con los criterios más objetivos, todo sea dicho) dónde colocar los centros de interpretación del Alto Tajo.
En algunos casos, añadir una visita de dos horas a una de estas instalaciones hará que el turista prolongue su estancia, o disfrute de una actividad complementaria. Pensemos, por ejemplo, en días de lluvia o en visitantes que no se pueden permitir una caminata de cuatro horas por sus condiciones físicas, pero sí les gusta un acercamiento a la naturaleza. Conocer tradiciones como los gancheros o los pastores trashumantes, cómo se han formado los farallones y el valor de esas aves nos sobrevuelan, como se explica y se observa -incluso de palpa- en estos lugares, añade conocimiento de interés. Nos permite leer mejor el territorio que pisamos, los seres vivos y las gentes que lo pueblan. Nos enseña a respetarlo y a valorarlo.
Pero es que además, estamos hablando de parajes naturales de alto valor que tienen una regulación y requieren de una protección y vigilancia. Un centro de información puede controlar el número de vehículos que acuden a las puertas de un paraje (como en el caso del hayedo de Tejera Negra) y orienta a los excursionistas sobre dónde bañarse, comer, acampar o tirar la basura, lo que ahorra riesgos y contraviene malos hábitos.
Y aún tengo más argumentos: suponen una inyección económica. Son puestos de trabajo, si bien no todo lo estables y continuos que se desearía, pero al menos un ingreso allí donde las oportunidades laborales son escasas. Según los datos proporcionados por la Junta, se han contratado 15 monitores y 6 peones en toda la región para atender a los visitantes en estos puntos, a través de la empresa pública Geacam. El hecho de que en estos puntos se proporcione información sobre alojamientos, comercios o restaurantes, redunda en el beneficio de la comarca.
Hay por último, no necesariamente por este orden de importancia, otra cuestión menos tangible, más subliminal si quieren, en el hecho de mantener un puesto de información abierto: para los turistas, la sensación de que esa tierra está abierta y dispuesta a recibirle. Para el habitante, que a veces ha interpretado que la declaración de parque natural supone una limitación de sus usos y sus beneficios directos, la percepción de que la Administración le da algunos medios para aprovecharlo, le apoya en su desarrollo, y no se olvida totalmente de él. Indudablemente, y no hablo a humo de pajas, la sensación es la opuesta cuando la instalación está cerrada: engaño, despilfarro y abandono.
Esto de aparecer de nuevo en “modo abierto”, naturalmente, tiene un coste, que según las cifras es de 400.000 euros para este año, lo que haciendo una sencilla división sale a 23.500 euros por centro. Yo los doy por bien empleados. Al menos, mucho mejor que otros.
De monumentos y visitas
Hablando de turismo y de aperturas, también se anuncia estos días, como cada periodo festivo en que pueden acudir forasteros a nuestra capital (y que también puede ser aprovechado por los propios) el horario ampliado de acceso a los monumentos que gestiona el Ayuntamiento, y la celebración de visitas guiadas, algunas novedosas. Es una estupenda iniciativa que supone gastos y que también doy por bien empleados, no cabe duda.
Pero me da pie a una reflexión y una petición. La reflexión es sobre esa nueva ruta dedicada al público infantil (y además gratuita) que el Ayuntamiento ha preparado para el sábado 26. Se trata de un recorrido por las casonas y palacios del centro histórico que se ha bautizado (no sé de dónde viene tanto ingenio) como “¡Cuánta casa!”. Solo deseo que tenga éxito. Por lo menos el mismo que aquellas “Rutas de las eras” que organizaron hace meses la Asociación de Guías de Guadalajara y Amigos del Moderno para denunciar la proliferación de derribos y solares en el casco. Ojalá esos pequeños, a la vuelta de unos años, lleguen a pasear por el centro de la ciudad con la sensación (ahora imposible) de admirar “cuánta casa”.
La petición, con acuse de recibo al Ayuntamiento, se refiere al Museo Sobrino, un centro de gran interés para los amantes de las artes plásticas, que ha supuesto (aun con sus retrasos y encarecimientos) una apuesta doble por la recuperación del patrimonio y por la difusión cultural. Pequeño, pero muy interesante, tanto en el continente como en el contenido, está siendo impulsado con atractivas actividades para todos los públicos y con exposiciones de mucha entidad. Si no fuera así, tan interesante como para querer volver cada poco tiempo, no me dolería tanto el rácano horario que tiene los fines de semana, dando con la puerta en las narices a los visitantes y a los vecinos en su tiempo de ocio. Sábados por la tarde y domingos, cerrado.
Pues eso. Que hay que plantearse poner el Museo Sobrino, y esperemos que pronto el de Carlos Santiesteban, también en modo abierto.