Lucía de Diego Babarro*

Lucía de Diego, autora del artículo de hoy. // Foto: Lucía de Diego.
Hola, muy buenos días.
Bueno, o quizás debería decir buenas tardes o incluso buenas noches. Es una de las particularidades (diría ‘magia’, pero no quiero que me tachen de cursi), de la literatura. La palabra escrita es intemporal y es el lector el que la completa y la vuelve plena.
Pero bueno, discúlpenme que me enrollo. Mi nombre es ‘Libro’ y pertenezco a una inmensa familia. Sin duda, ustedes conocerán a muchos de mis tíos, primos, sobrinos, etc. Puede que quizás también a algún hermano. Por si acaso, háganme un favor y denles recuerdos a todos.
Pero vayamos al grano. Hoy les hablo a petición de mis amigos de El Hexágono que me han solicitado unas líneas sobre la Feria del Libro que concluye este domingo.

Cartel de la Feria del Libro de Guadalajara 2016. // Foto: Ayuntamiento de Guadalajara.
No les voy a mentir. Cuando ustedes lean esto, ya habrán pasado varias horas, muchas, desde que volqué mis pensamientos sobre una hoja de papel (por cierto, gracias al transcriptor de esa hoja al formato digital, porque yo y las nuevas tecnologías…). El caso es que o me adelantaba a los acontecimientos o si no, complicado. Porque entenderán que para todos nosotros los libros, esta Feria viene a ser como la semana grande de sus Ferias y Fiestas de Guadalajara. De hecho, este año se ha parecido aún más porque las lluvias también han querido estar presentes.
Poco nos imaginábamos, nosotros los libros, los libreros, las editoriales y las instituciones, que durante tanto tiempo y con tanta dedicación hemos preparado el conjunto de actividades que completan la Feria; que, llegado el Día D, iban a regresar las nubes.
Pero bienvenidas sean, ellas y todos ustedes. Que cuantos más seamos, mejor lo pasaremos. Además, había ganas tras el parón del año pasado.
Tanto que nosotros, los libros, tuvimos que refrenar el ímpetu de los libreros. Querían traernos a todos, todos los ejemplares de sus librerías. Están locos estos libreros. Locos de amor por su trabajo, porque, aunque yo soy libro y no librero o quizás precisamente por eso, veo sus caras cada día.
Ojo, que a veces tienen ojeras y hasta mal humor como todos; pero en general, se les ve que disfrutan con nosotros. Y en estos días de Feria aún más porque sacan las casetas a la calle, la decoran con esmero y sienten la cercanía de la gente, muchos de los cuáles es probable que no pisen la librería durante el año, pero sí que acuden con sus familias hasta la Plaza Mayor.
Como para no acudir, todo sea dicho. Porque la Feria del Libro es mucho más que libros. Mi primo segundo, llamado ‘Programa Feria del Libro 2016’, aunque a veces lo llamamos simplemente ‘Guía’; me lo contó el otro día con detalle. Madre mía, la de actos previstos. Se nota que la gente tenía ganas de volver con fuerza.
A mí, los eventos que más corte me dan son las presentaciones. Sí, lo admito, soy un libro tímido y tener tan cerca a mi creador, hablando de mí, de mi alumbramiento… ¿A ustedes no les pasa cuando sus padres rememoran el embarazo y el posterior parto? Digamos que prefiero que sean presentaciones de otros libros, sobre todo si son familia cercana. Entonces, me siento orgulloso.
Pero vamos, que yo disfruto más con la poesía, el teatro, los talleres y los cuentacuentos. Aluciné cuando los oí en inglés. Menos mal que tenía cerca a mi tío ‘Mi primer diccionario de inglés’ que si no… Eso sí, los pequeños no perdieron detalle. Tampoco se perdieron las ‘perfomance’ (aquí, tuve que llamar de nuevo a mi tío para que me explicase qué significaba exactamente), y la música que nos acompañó.

Imagen de la Plaza Mayor en la Feria del Libro de la capital en 2014. // Foto: Guadaque.
Sin embargo para mí lo mejor sin duda es ver pasar a la gente. Nos cogen a unos y otros, nos ojean, pasan nuestras páginas y miran y miran hasta encontrar al afortunado que se irá a casa con ellos.
Y no podemos olvidar a esos niños y niñas que, aunque `machacan´ a mis nietos `los libros infantiles´ también les regalan sonrisas y sus primeras palabras leídas. Este año recompensamos a esos niños dándoles la oportunidad de conocer a algunos de sus personajes preferidos. La Ardilla Rasi y Greg adquirieron un cuerpo con el que poder darles un efusivo abrazo. Lo que les decía, la magia de la literatura. La magia de ida y vuelta porque hablé con ambos, con Rasi y Greg y no se imaginan lo felices que estaban al recibir tanto cariño por parte de los pequeños
También he disfrutado mucho viendo cómo dos genios de la talla de Buero Vallejo y Camilo José Cela se convertían en referentes de esta edición de la Feria. Ambos lo merecen siempre, pero celebrándose el centenario del nacimiento de ambos, la cortesía era obligada.
En el caso de Cela, además de la presentación de mi sobrino ‘Cela, retrato de un Nobel’, de Francisco García Marquina, la biografía más completa según los entendidos; se celebró una perfo-lectura del ‘Viaje a la Alcarria’ a cargo de los universitarios participantes en el ‘Journey to the Alcarria’. Ahí, he de reconocer que me quedé un poco descolocado, porque mi tío, el que les mencioné antes de ‘Mi primer diccionario de inglés’, se quedó en blanco cuando los universitarios leyeron la obra en otros idiomas. Tendré que hablar con mi librera para pedirle que el próximo año se traiga a familiares de otros idiomas.
Pero eso será para 2017, que esperemos que repitamos la experiencia ya sea aquí, en la Plaza Mayor, ya sea en la Concordia. Hasta entonces sean ustedes felices y lean, lean mucho. Ya verán cómo les sienta bien.
PD: Permítanme un consejo. En cuanto tengan un rato o incluso cuando no lo tengan y estén agobiados, acudan a una librería, a la que ustedes quieran y caminen por ella. Vean la cantidad de obras, de conocimiento, de cultura, de experiencias tienen al alcance de su mano. Con sólo coger uno de esos libros podrán viajar al otro lado del mundo, vivir el amor más apasionado, reír a carcajadas, aprender un nuevo idioma y una infinidad de cosas más. Y además, si cogen cualquiera de esos libros, ya sea a mí o uno de mis familiares, nos llenarán de vida porque los libros sólo somos completos cuando alguien nos lleva para leernos.
Lucía de Diego Babarro*, gran amante de la literatura y orgullosa trabajadora de librería LUA, donde tengo la oportunidad de trabajar rodeada de cultura. No puedo evitar emocionarme al reflexionar sobre las ventajas de mi trabajo: todos los días descubro libros que me encantaría leer, asisto a presentaciones de libros, ayudo a la gente a buscar regalos perfectos o el siguiente libro que ocupará su mesilla de noche, hablo con autores, representantes… Pero cuando más disfruto es cuando vienen ratoncillos de biblioteca que miran las estanterías y sus pequeñas caras se iluminan ante la próxima aventura que disfrutarán, pues no me negarán que la lectura es toda una aventura.