Por Ana G. Hernández

Casi un centenar de hinchas rojinegros se desplazaron hasta Arroyo. // Foto: CD Azuqueca.
El equipo de la ciudad

Plantilla del BM Guadalajara al inicio de la temporada. // Foto: Ignacio Izquierdo.
Por suerte o por desgracia, el fútbol es el deporte rey. Un deporte que no es excesivamente brillante, con permiso del Barcelona y de Pep, ni excesivamente espectacular y que durante largo rato puede llegar a ser insulsamente aburrido. Un deporte que, por suerte o por desgracia, ensombrece a los demás. De hecho, en Guadalajara, a estas alturas, es más desgracia que suerte. El cataclismo del Deportivo Guadalajara sigue sin dejarnos ver que tenemos un equipo en la máxima categoría de otro deporte, que digo, un gran equipo en un deporte espectacular y brillante: El Balonmano Guadalajara. Viste de morado, como el Depor, y, un año más, han conseguido la permanencia en unas pésimas condiciones económicas que afectan a toda la Liga Asobal.
De hecho, a falta de que acabe la temporada, la última jornada se disputara el primer fin de semana de junio, el BM Guadalajara ya ha comenzado a planificar la siguiente anunciando bajas y renovaciones. Cierto es que empezó esta campaña dubitativo, como cada verano los jugadores más destacados se marcharon en busca de prados más fértiles, como es lógico, y César Montes tuvo que volver a inculcar a otros jugadores su metodología y su estilo. Y los resultados, a la vista están. Permanencia a falta de tres jornadas y un reguero de grandes partidos, incluyendo un empate ante el Granollers y otro contra el Ademar León. Y por grandes partidos me refiero no solo a ganar, que a la postre es lo de menos, sino a estar disfrutando durante la hora y media que esos dos equipos dejan todo sobre el parqué. El BM Guadalajara, por méritos propios y ajenos, se merece ser el equipo de la ciudad. Merece más atención y mucho más cariño de una ciudad que no sabe disfrutar de lo que tiene.