A palabras necias…

FERNANDEZ DIAZ  SIN DUDA  EN ESPANA SE HAN EVITADO ATENTADOS YIHADISTAS

El ministro del Interior en funciones, Jorge Fernández Díaz, ha tenido, con sus çultimas declaraciones, mucho que ver en esta reflexión política que ahora se desarrolla. // Foto: EFE

Por Borja Montero

Vayamos al grano. No me han gustado las palabras del ministro del Interior en funciones, Jorge Fernández Díaz, acerca del entuerto político en el que se encuentra el Govern de Catalunya desde ayer. Es cierto que, en general, la dialéctica de este ínclito personaje no me agrada mucho, si bien no es de extrañar dentro del hooliganismo político propio de muchos ministros del PP (no todos, que ha habido honrosas excepciones en las tres legislaturas de mandato de los populares en la democracia de las ultimas dos décadas), que se olvidan de que no son deidades capaces de una superioridad moral sobre el resto y cuya misión es dar lecciones, siempre ajustadas al ideario y al argumentario de su partido, sino altos funcionarios del Estado, representantes de los ciudadanos (no de su partido). No creo que la fórmula más apropiada para hablar del morrocotudo problema al que se enfrentan las instituciones catalanes, en buena medida por sus propios pecados, sea utilizar un hiriente refrán como el empleado por el responsable de Interior.

Como yo no soy ministro, y solamente debo respeto reverencial a aquellos que se aventuren a leer estas líneas, voy a aprovechar la extraña estrategia de comunicación de Fernández Díaz para realizar un análisis somero de cómo se presenta el panorama político de cara a las elecciones del próximo 26 de junio. Espero no incumplir tampoco alguna de las exigencias de la Ley Electoral y de la Junta Electoral Provincial, aunque tampoco me son de aplicación, creo.

“Quien con niños se acuesta, mojado se levanta”. Empiezo con el refrán empleado por Fernández Dïaz. Y tiene doble destinatario, ya que son dos los partidos que podrían verse perjudicados por los compañeros de viaje elegidos para estos comicios o durante la breve legislatura que ahora termina: el PSOE y Unidos Podemos. Los primeros pueden verse damnificados por haber intentado poner en marcha un Gobierno nacional, no tanto por el hecho en sí de atreverse con la improbable misión de erigirse como responsables de los destinos del país, sino por asociarse con Ciudadanos y hacerlo de una forma tan lastimera, plegándose a gran parte de las exigencias económicas del partido naranja solamente por revertir algunas leyes aprobadas por el PP. En el segundo caso, y a pesar de que las encuestas, siempre tan peligrosas a estas alturas del partido, parecen señalar lo contrario, Podemos podría verse penalizado por la radicalización de la que le acusan desde otros partidos, por el tan cacareado argumento de juntarse con “comunistas y antisistemas”.

“Quien bien te quiere te hará llorar”. Este consejo ha de anotarlo bien Pedro Sánchez. Y es que, a pesar de que esta campaña electoral parece centrada, por parte del PSOE, en destacar las flaquezas de Podemos y, sobre todo, la actitud de Pablo Iglesias durante las negociaciones de los últimos meses, los del puño y la rosa no pueden olvidar que la formación morada, ahora coaligada con Izquierda Unida, es el aliado más natural de todos aquellos que optan a conseguir una representación de cierto peso en el Congreso de los Diputados. Se produzca el tan cacareado ‘sorpasso‘ o no, con pasokización (me encanta este concepto) de por medio o sin ella, Iglesias y Sánchez están condenados a entenderse, a pesar de todas las palabras, gruesas o hirientes en ocasiones, que se han dedicado mutuamente. Los distintos escenarios que pueden darse tras las elecciones solamente cambian quién debe tener la iniciativa. La alternativa a una nueva falta de acuerdo será un nuevo Gobierno del PP, que es lo que todos los partidos parecen querer evitar.

“Juan Palomo: yo me lo guiso, yo me lo como”. Al Partido Popular le viene grande la nueva situación política en España. El hecho de haberse convertido en la única fuerza política de cierto tirón que cubría las necesidades y apetencias de toda la derecha y gran parte del centro en España, lo que supone un abanico ideológico tremendamente amplio y que, en ocasiones, le ha traído algún que otro quebradero de cabeza, ha provocado que sus resultados electorales en las últimas décadas hayan sido incontestables, con mayorías absolutas en muchas parlamentos regionales y también en el Congreso de los Diputados. Cuando uno se acostumbra a hacer y deshacer a su antojo, a imponer su voluntad sin cortapisas, tener que hacer concesiones, consensuar medidas y, en general, ceder siquiera un ápice no es fácil, y lo es mucho menos cuando la actitud es de total inmovilismo, quizás con más miedo de que te puedan poner la cara ‘colorá‘ por la gestión anterior que ganas y proyectos para mejorar la situación de cara al futuro.

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Portada del nuevo programa electoral de Podemos, que ha tomado el formato de un catálogo de una conocida marca de muebles. // Foto: Podemos

 

“Aunque la mona se vista de seda, mona se queda”. Que la imagen tiene cada vez más importancia en política, es un hecho indiscutible, dando un mayor peso a los discursos, los eslóganes repetidos hasta la saciedad, los carteles y a los actos públicos que a lo que realmente hay en los programas electorales y, sobre todo, en la gestión real del día a día. Por el momento, y antes de que se inicie la campaña electoral oficialmente, los grandes debates se han centrado en cuestiones cosméticas y en etiquetas, tales como tachar de “neo-comunistas” y “antisistemas” a unos o disputarse agriamente la etiqueta de “socialdemocracia”, un título que tampoco es excesivamente decoroso. Cabe entonar el ‘mea culpa’ en el sentido en que parte de la culpa de estas nuevas estrategias políticas la tenemos los medios de comunicación, que compramos este tipo de discursos y noticias y nos quedamos con anécdotas como programas electorales con formato de catálogo de muebles o discusiones acerca de la conveniencia de llevar corbata o no como titulares esenciales para el debate político.

 

“Nunca digas: de este agua no beberé (ni este cura no es mi padre)”. Gran parte del peso político que han ganado Podemos y Ciudadanos proviene de su condición de ‘Pepito Grillo’ de la política nacional, denunciando los casos de corrupción, imponiendo modelos de conducta para los cargos públicos, ejerciendo de analistas de la situación antes de haberse convertido en parte participante, poniendo líneas rojas acerca de lo que van a hacer con su representación parlamentaria o de su intención de pactar con unos o con otros. Ahora, cuando ya llevan algunos años en activo, plagados de apariciones públicas, en ocasiones con discursos tremendamente atractivos con el fin de llamar la atención de los medios y los ciudadanos, llega el momento en que, indefectiblemente y por contraste entre lo dicho y lo realmente plasmado en la realidad, habrán de tragarse sus palabras. Por ahora, Podemos ha tenido cierta mano izquierda para capear estas críticas, si bien sus rivales las exprimen hasta la saciedad aunque no tengan más enjundia, mientras que a Ciudadanos no les han enfrentado intensamente a estas contradicciones, que las tienen.

No olviden en los próximos días otro refrán importante en estos periodos tan intensos en lo político: “A palabras necias (que las va a haber, y muchas), oídos sordos”. ¡Ah! Y cuando finalmente decidan el destino de su voto, o si participan en los comicios y de qué forma (abstención, voto nulo, en blanco), recuerden uno quizás más importante: “mal de muchos, consuelo de tontos”.

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