
Mural en la calle Antonio del Rincón.
Por Concha Balenzategui
Paredes de colores en lugar de tapias de obra. Rincones sugerentes donde había huecos vacíos. Esta es la idea que llevaba unos meses rondando por redes sociales y mentideros de Guadalajara, y que se hará realidad a partir del próximo año, una vez aprobada la moción que ha articulado cómo llevar el arte los «rincones de la nada» que horadan la ciudad.
La idea no es nueva ni es nuestra. El propio grupo Ahora Guadalajara, que la llevó a pleno la semana pasada, explicaba la fórmulas que han inspirado esta iniciativa, para la que ha conseguido recabar el apoyo del PP y del PSOE: festivales como el ‘Asalto’ de Zaragoza, el ‘Polizina’ de la Universitat Politècnica de València o el Urban Art Festival de Ingenio (Gran Canaria). En Guadalajara también hemos tenido ya pinturas urbanas: algunas desaparecidas -los murales de Rafael Boch en la calle Mayor y el de las culturas precolombinas de la plaza de Beladíez-, y otras que se conservan -el astronauta de Antonio del Rincón, la pequeña orquesta de la calle Mayor alta o el boticario de la plaza Lope de Haro-, pasando por algunas más modestas realizadas en ocasiones singulares en centros educativos.
Ahora, el Ayuntamiento convocará un concurso nacional para elegir los trabajos que después se convertirán en pinturas al fresco. Obras bien pagadas para conseguir a un tiempo belleza y reclamo económico. Guadalajara, el reino de las medianerías ciegas y el poliuretano rebosante, podría sacar partido a la que hoy por hoy es, a su pesar, una de sus señas de identidad: sus solares vacíos. Dicho de modo nada elegante pero muy gráfico, esta moción encarna ese viejo dicho de “hacer de la mierda estiércol”.
La iniciativa es sugerente, y más si se acompaña de algunas ideas más que ya se ha lanzado, como la celebración de conciertos mientras se ve crear a los artistas. En este punto, si me permiten quienes confeccionen las bases del concurso, rescato la idea que se lanzaba en el debate sobre cómo hacer una ciudad de cuento, de cubrir los solares con escenas alusivas a los cuentos y contribuir a conferir la personalidad de Guadalajara en torno al Maratón, que es uno de sus eventos más potentes. Y quien dice cuentistas -que sería de agradecer- dice embozados mendocinos, peñistas festivos, hinchas de Dépor o alcarreños célebres. En definitiva, cualquier escena que nos refleje y nos represente, que sirva para reconocernos y ante la que un guía de turismo tenga algo nuestro que contar a los visitantes. Incluso se podría pintar -seguro que en los archivos se encuentran huellas- retazos de las arcadas o atrios de las casonas o conventos que desaparecieron merced al desarrollismo primero, y a la crisis después. Y por cierto, apunto también que se incluya en las bases que no nos hacen falta más caballeros andantes ni más escuderos manchegos de los que ya tenemos en las rotondas y ahora en los carteles que dan la bienvenida a la supuesta tierra de don Quijote. Por si alguien tiene de nuevo la ocurrencia o el empecinamiento, quiero decir.

Imágenes del desaparecido mural de Rafael Bosch y del derribo del inmueble. // Fotos: Pablo Aparicio.
Con todo lo que nos puede gustar la moción que ha salido adelante – lo que en Guadalajara no significa necesariamente que se vaya a hacer- no podemos perder de vista que la idea solo es un apaño. Lo del estiércol, insisto. Porque aunque el solar se cubra de arte, solar se queda. Detrás estará el hueco en lugar de la casa de vecinos. Por eso quiero llamar la atención sobre otra iniciativa que se aprobó en el Pleno, menos llamativa, pero que incide directamente en la raíz del problema. Se trata de la propuesta de una ordenanza de rehabilitación. Porque en una ciudad donde la mitad de los barrios están al borde de celebrar sus bodas de oro, la rehabilitación tiene un crucial papel que cumplir. Y no debemos olvidar que uno de los sectores más castigados por la crisis en nuestra provincia, el de la construcción, podría encontrar en la rehabilitación un nuevo nicho de ingresos y empleo, si es que se incentiva.
La propuesta, esta vez del PSOE, es la de traspasar a la realidad de Guadalajara, en el plazo de ocho meses, el borrador de ordenanza que ya está impulsando la Federación de Municipios y Provincias. Sea por esta vía, o actualizando las normas que ya existen, trabajo queda por delante para pulir y rodar la iniciativa. Hay que reconocer que pocos asuntos más urgentes, en este terreno, que dar una alternativa a los derribos. Pocos momentos más oportunos que ahora, cuando se está elaborando el nuevo Plan de Ordenación Municipal. Regular las vías, esclarecer las fórmulas, y si es posible, impulsar las ayudas para incentivar a salvar y conservar los edificios.
De momento, ya se sabe, son solo ideas debatidas en un salón de plenos un viernes al filo de la tarde. Pero si la voluntad y el buen tino se alían con estas dos iniciativas, nuestro casco, y mucho más allá, podrían ofrecer dentro de unos años un aspecto bastante más amigable que el que ahora nos acoge.
Cada vez que veo la foto de lo de Rafael Bosch, todavía es peor lo que siento, como se pudo hacer en estos tiempos, destruir un mural de un gran artista. Es alucinante, cada vez me duele más. Y cada vez que recuerdo las explicaciones que dieron, me ………
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