El día de la salud

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A pesar de que la estadística no está de parte de ninguno de los jugadores, la participación en el Sorteo Extraordinario de Navidad es siempre bastante alta. // Foto: Pepe Zamora (EFE)

Por Borja Montero

El día 22 de diciembre debería ser un día triste, más o menos gris, en el que los condicionantes externos tendrían, en condiciones normales, un efecto negativo en nuestro estado de humor. Se trata de la primera jornada totalmente invernal, después de que la estación fría se haya instalado entre nosotros el día anterior; venimos de la noche más larga del año; el mercurio del termómetro hace días que viene marcando cada vez registros más bajos… Sin embargo, hemos sido capaces de revertir todas estas señales negativas a través de festividades, fiestas y liturgias de todo tipo que convierten los días finales del año, los primeros del periodo invernal, en una sucesión de emociones que sirven para mantener nuestras depresiones ocupadas hasta bien volteada la hoja del calendario. La celebración de la Navidad, con todo lo que ello conlleva de reuniones familiares y sociales desde mediados de diciembre hasta el Día de Reyes, que ya será en terreno de 2017, amén de las ansiadas vacaciones para quien puede disfrutarlas, se une al cierto furor que nos produce la caducidad del año en curso en unos días en los que parece que tenemos que apretar nuestras agendas para dejar cerrados ciertos asuntos y besadas ciertas personas. Y todo ello comienza, en muchas ocasiones, con el Sorteo Extraordinario de Navidad de la Lotería Nacional, más conocido como «El Gordo», más conocido como «el día de la salud».

Si alguien lee estas líneas a partir del mediodía, y sin tener yo bola de cristal u oráculo alguno, podrá certificar mi previsión de que, una vez más, los premios más importantes no se han dejado ver por Guadalajara. Si uno lo piensa detenidamente, es lo más probable. España es muy grande, con miles de administraciones de lotería en todas y cada una de sus localidades; el sorteo tiene 100.000 números repartidos, en diferentes series, por todas ellas, así que la estadística no es nada halagüeña para los intereses de nuestra provincia. Ni para la de al lado, que esto del azar es lo que tiene, que democratiza las posibilidades. Además, las frías cifras, que en lo que a suerte se refiere no tienen por qué ser un indicador fiable, nos recuerdan que la consignación de billetes por parte de Loterías y Apuestas del Estado en la provincia de Guadalajara es algo inferior a la media nacional por habitante, lo cual no quiere decir que en nuestra tierra se juegue menos, que en este aspecto, como en tantos otros, el efecto frontera con al Comunidad de Madrid también influye. También existe la venta por internet, tanto desde la web oficial de la sociedad estatal que organiza el sorteo como en las páginas de administraciones físicas y en portales especializados, una posibilidad que ha revolucionado esta costumbre prenavideña, sobre todo para aquellos supersticiosos que van buscando un número en concreto y ahora, redes mediante, lo tienen mucho más sencillo para localizarlo e, incluso, para adquirirlo sin moverse de casa. De hecho, según las estadísticas de la web especializada Ventura24, Guadalajara está un poco por encima de la media en compra por internet, apenas dos o tres euros con respecto a los 50 euros que calcula este portal que se gasta cada cliente online.

Pero, en este caso, lo bueno del azar es, como ya decía antes, que poco sabe de estadísticas o de precedentes históricos, por lo que la consignación en las administraciones, los décimos y participaciones de asociaciones y empresas compradas más allá de la frontera madrileña o los ya lejanos recuerdos de «El Gordo» caído en la capital en 1970 (la biología hace imposible que alguien se acuerde del otro precedente del primer premio en la provincia, en Molina de Aragón en 1852) no son razones ni a favor ni en contra para que la suerte sea aliada en esta ocasión de los intereses de algún barrio o pueblo guadalajareño. Así que, si alguien lee estas líneas a partir del mediodía, puede que lo esté haciendo desde una administración de lotería con una botella de cava en la mano.

Las tradiciones, por regla general, no tienen más valor real que lo que uno haga de ellas, que la manera en que las viva o en que le afecten, amén de otras consideraciones sociológicas o antropológicas que los especialistas en la materia pudieran sacar. Al igual que uno se deleita con una canción folklórica o aprovecha para juntarse con los amigos y pasar un buen día en romerías y celebraciones de todo tipo que se basan precisamente en la tradición, y salvando las diferencias materiales evidentes entre unos tipos y otros de eventos y celebraciones grupales, este Sorteo Extraordinario de Navidad no es algo muy diferente, una excusa como otra cualquiera para preguntarle al vecino de lado por cómo le ha ido, desearle lo mejor en el futuro y, si hay suerte, hacer recuento de las potenciales ganancias. Y, si no toca ninguno de los números que llevamos, siempre nos quedará la salud.

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