
Cartel de la manifestación del 26 de marzo // Foto: Henares Al Día.
Por Julio Martínez
La sangría que no cesa. Ésta es la historia del Tajo–Segura. Raro es el mes en el que no se anuncia una derivación de agua. Da igual si la situación de la cabecera es buena, mala o regular. O si la cuenca receptora ha tenido un año hidrológico positivo. La cuestión es satisfacer las exigencias de un reducido grupo de grandes empresarios. La pela es la pela.
El último capítulo de este culebrón ocurrió hace tan sólo unos días. El Ejecutivo de España, presidido por Mariano Rajoy, aprobaba un nuevo trasvase de 20 hectómetros cúbicos. La Orden la firmaba el 24 de febrero la ministra de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, Isabel García Tejerina. No le importó que Entrepeñas y Buendía se encontrasen al 16,10% de su capacidad, acumulando únicamente 398,4 hm3. Y eso que estamos en invierno. ¿Qué pasará en verano?
Por tanto, la decisión gubernativa ha provocado una cascada de críticas y reacciones. La consejera de Fomento de Castilla–La Mancha, Elena de la Cruz, señalaba que el trasvase podía ser “ilegal”, al no respetar los límites mínimos para derivar agua. Por ello, desde Toledo se recurrirá la resolución de Tejerina. El PSOE, por su parte, calificaba de “atropello” la derivación aprobada, mientras que los pueblos ribereños han anunciado movilizaciones contra la medida de la ministra. El 26 de marzo han convocado una marcha que partirá de Sacedón para llegar a Pareja.
El fin último es mostrar el descontento con una infraestructura que lleva en funcionamiento desde 1979. Durante este tiempo, el agua trasvasada ha sido mucha. Ha habido años en los que se han superado los 600 hm3. Una barbaridad si se tiene en cuenta que la cabecera del Tajo no está muy sobrada recursos hídricos. La pluviometría en el entorno de Entrepeñas y Buendía apenas supera los 500 mm. anuales. Estas cifras no invitan al optimismo. Sobre todo con el cambio climático que sufrimos. La Península Ibérica padece un proceso desertificador muy pronunciado.
De hecho, la mencionada aridez también se soporta en la zona receptora –la cuenca del Segura–. Sus precipitaciones se ubican en torno a los 300 mm. al año. Muy poquito. Pero, precisamente dicha sequedad, no se puede implantar un modelo económico basado en la utilización del agua.
Es cierto que el sureste peninsular –con un alto número de horas de Sol, unas heladas muy escasas y una gran riqueza de suelos– cuenta con rendimientos agrícolas muy positivos. Siempre que exista agua suficiente, claro. Y el líquido elemento es lo que escasea en la zona. Sin embargo, el problema no sólo procede de la producción agrícola, que en los últimos años ha avanzado mucho en eficiencia hídrica.
Al mismo tiempo hay que observar el tipo de desarrollo urbanístico y turístico que ha vivido el país entero. También la Costa Mediterránea. Han aflorado urbanizaciones, campos de golf, parques temáticos… ¿Quién abastece todo esto? ¿Es el modelo de crecimiento que queremos para el Levante y España?
En los territorios secos se ha de tener un cuidado exquisito con la utilización del líquido elemento. El modelo económico no se puede basar exclusivamente en un elemento muy escaso. Se debe diversificar. Se han de buscar fórmulas que fomenten una utilización sostenible de los recursos. E, incluso, hay que invertir en I+D+i, con objeto de encontrar soluciones originales ante los nuevos problemas. Y, para ello, se requieren gobernantes con amplitud de miras.
Y el Gobierno de Rajoy, ¿mostrará predisposición para aceptar estos retos? Visto lo visto, no existen muchas esperanzas. No parecen muy receptivos. Nunca lo han sido. Prefieren una economía que crezca rápidamente –cueste lo que cueste–. No contemplan un sistema sostenible y sostenido en el tiempo. Por tanto, si se busca el fin del trasvase hay que impulsar un cambio de mentalidad en algunos gestores políticos y empresariales para que –de una vez por todas– apuesten por una opción respetuosa con el entorno. La producción económica a cualquier precio no puede pasar por encima del futuro del medio ambiente y de las nuevas generaciones.