El origen de «el problema»

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Imagen de las obras de ampliación del Hospital Universitario de Guadalajara, paralizadas en 2011 y retomadas con el cambio de Gobierno de 2015. // Foto: SER Guadalajara

Por Borja Montero

Desde hace unas semanas, el Equipo de Gobierno del Ayuntamiento de la capital, principalmente su alcalde, Antonio Román, y su concejala de Policía y Bomberos, Encarnación Jiménez, repite continuamente un mantra: «Quien genera un problema tiene que resolver el problema». Al margen de la evidente aliteración de la palabra protagonista de la frase, habría que advertir que el problema en cuestión se refiere al acceso del tráfico rodado al Hospital, que se ha complicado de forma evidente, a causa de las obras, cada vez más avanzadas, de construcción de la ampliación de este centro sanitario, un proyecto largamente esperado, ya que la construcción de los nuevos edificios se puso en marcha en el año 2010, se detuvo en 2011 con el cambio de Gobierno regional y no fue hasta el año pasado que se reiniciaron los trabajos en los inmuebles principales. 

El origen de «el problema» no es, sin embargo, las obras de ampliación del Hospital Universitario de Guadalajara, como se podría inferir de una lectura rápida de esta frase. No creo que ningún representante público que se digne de querer lo mejor para su ciudad, máxime cuando se trata a su vez de un trabajador de la casa como es el caso del alcalde capitalino, podría calificar de esta manera un proyecto de semejante envergadura y que, para más inri, ha sido insistentemente demandado por parte de los concejales populares del Ejecutivo municipal y los diputados de este partido desde la toma de posesión de Emiliano García-Page (evidentemente el tema pasó totalmente desapercibido para estos mismos políticos durante los cuatro años de Gobierno de María Dolores Cospedal en los que las grúas estuvieron paralizadas). El castellano es un idioma muy rico, como bien saben los políticos, que suelen retorcerlo a su antojo para crear epítetos inimaginables o para resignificar términos en su beneficio, y, a pesar de que la existencia de atascos y embotellamientos es evidente en los accesos y el aparcamiento del Hospital, alguien bienpensante podría utilizar multitud de términos para definir la situación: imprevisto, situación sobrevenida, complicaciones, molestias colaterales…

El origen de «el problema» se sitúa, pues, en una enfermiza confrontación entre el Ayuntamiento de Guadalajara y la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, un desencuentro que viene de lejos. En 2007, se produjo un cambio de Gobierno en el Consistorio, y tras cuatro años de perfecta colaboración entre Jesús Alique y José María Barreda, presidente regional que podía campar a sus anchas por la ciudad para situar nuevos edificios y proyectos de todo tipo, el Ejecutivo regional encontró en Román un negociador algo más respondón que su antecesor en la Alcaldía. Así, la relación se fue tensando y las inversiones fueron menguando y se hacían siempre sin las debidas consultas con los gestores municipales. El Consistorio se cansó de ser llamado únicamente para la foto, si acaso, y optó por la actitud del «no» por respuesta a absolutamente todo lo que viniera de Toledo, enrareciendo unas relaciones que son inevitables.

Y de aquellos polvos, de la poca cintura para negociar de la Junta entonces y del empecinamiento del Ayuntamiento desde entonces, estos lodos. Parecería evidente que, siendo las competencias de tráfico un asunto municipal, el Ayuntamiento debería haber planeado algunas medidas ante las previsibles complicaciones que podrían generarse en un edificio de tan alta utilización y con unas obras de tal magnitud. También parecería evidente que, antes de ello, responsables de la Consejería de Sanidad habrían convocado a alguna reunión a concejales y técnicos municipales para analizar detalladamente el proyecto y hacerles partícipes del mismo. Pero las cosas evidentes hace tiempo que dejaron de serlo tanto entre Guadalajara y Toledo. El diálogo está roto y solamente se produce a través de ruedas de prensa, de actos administrativos y de procesos judiciales, algo que dificulta eso de «remar en la misma dirección» y conduce indefectiblamente a «poner palos en las ruedas», por utilizar dos expresiones de las que se han apropiado los políticos de estas tierras.

1 comentario en “El origen de «el problema»

  1. Las obras del hospital ya estaban paradas en los ultimos meses de Barreda porque no se pagaba a los constructores. El analisis del ninguneo de Toledo a Guadalajara no es nuevo se viene padeciendo desde la epoca de los 30 años de rodillo de Bono. Guadalajara no existia para ellos, sin más. Luego viniron los 4 años del ladrillo de Alique, Araceli y compañia despilfarro a manos llenas, rascacielos (torres) de cajas de ahorros…. un teatro sin planificar, un polideportivo desmesurado para las necesidades de la ciudad (que menos mal que Freijo y Roman se han encargado de llenar si no menuda ruina de edificio), una ubicacion horrorosa para la universidad y para la ciudad (donde la Renfe). Vamos un desproposito continuo, que no es de ahora. Lo que pasa que el actual alcalde, con buen criterio en mi opinión, se ha cansado de tanto desman y ninguneo, y sobre todo de los brindis al sol de Toledo de »yo invito pero paga el ayuntamiento» (como en lo del plan de empleo), y se ha plantado. Les ha dicho que Guadalajara se lo tienen que tomar en seri, que no valen las fotos y las maquetas, que queremos inversiones serias y realidades.
    Es curioso que tras 30 años de Bono y Barreda y ya dos de Page, se siga recurriendo a Cospedal. Poquita vergüenza tienen algunos

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