
Emiliano García Page (PSOE) y José Manuel Molina (Podemos). // Foto: ABC (EFE)
Por Álvaro Nuño.
Tras volver de nuestras vacaciones de Semana Santa, muchos de nosotros nos hemos encontrado con multitud de noticias que anuncian una especie de apocalipsis regional. Los miembros del Gobierno de Castilla-La Mancha, empezando por el presidente y terminando por el último director general, pasando por todos los diputados del Grupo Socialista y los delegados provinciales se están encargando de trasladar a dos centenares de colectivos de la región el grave problema que supone el rechazo de los presupuestos de este año, tras el sorpresivo voto en contra de los dos diputados de Podemos sobre los que hasta ahora sostenía su mayoría simple Emiliano García Page. Por su puesto, el Partido Popular cumplió con su papel de oposición e hizo lo mismo, pero eso ya estaba previsto y parece doler menos. El PSOE regional ha sacado su artillería pesada y desde ese viernes 7 bombardea sin piedad las posiciones podemitas en la región, culpándoles de la muerte de Manolete -y de no poderla retransmitir por la tele regional por falta de presupuesto-.
La rabia socialista ha estallado por lo sorpresivo de la traición de los dos diputados de la formación morada. Ni los más pesimistas presagiaban su voto en contra en el proyecto más importante del año, los Presupuestos, donde las políticas, los proyectos y las promesas deben ponerse negro sobre blanco, cuantificarse y, por supuesto, después ejecutarse. Parecía que todo estaba atado y bien atado entre el PSOE y Podemos. En enero habían llegado a un acuerdo para aprobar la tramitación del proyecto de Presupuesto de este ejercicio, que ascendía a casi 8.920 millones de euros, un 5,9% más que en 2016, y también coincidieron en marzo en rechazar la enmienda a la totalidad que presentó el PP. Incluso, todavía el pasado 28 de marzo Podemos y el PSOE aprobaron el proyecto de Presupuestos en la comisión correspondiente, como paso previo para su aprobación en Pleno. ¿Por qué entonces Podemos se salió por la tangente el fatídico viernes 7 y votó en contra junto a los populares a unas cuentas previamente pactadas? La verdad es que ninguno de los dos diputados regionales de Pablo Iglesias han bajado a la arena regional a explicar cuál ha sido la razón de esa negativa, con qué parte del Presupuesto no están de acuerdo o qué partidas echaban de menos para rechazarlo en bloque.
La lectura generalizada de esta ruptura de un pacto de no agresión que ha durado casi dos años y que desbancó a María Dolores de Cospedal de la presidencia regional, -prometiendo el final de la época de los recortes y de la vuelta a las políticas sociales- es que esto ha sido nada más y nada menos que un coletazo de Pablo Iglesias a la candidata a secretaria general del PSOE, Susana Díaz, en la cara de uno de los barones que la apoyan en las elecciones primarias socialistas en curso. Emiliano García Page junto a los presidentes extremeño, aragonés y valenciano se puso al frente del aparato socialista para derrocar a Pedro Sánchez en una deriva hacia la izquierda que casi hizo volcar a la nave del PSOE -y que todavía no se ha enderezado ni salido de la tormenta con un rumbo fijo-. Pasaron del «no es no» a Rajoy a la abstención y a denunciar un supuesto pacto de Sánchez con Podemos y los nacionalistas para conseguir la presidencia del Gobierno. ¿Curioso verdad, que Page no quisiera para España lo que él mismo tenía en Castilla-La Mancha? un gobierno en minoría con apoyo de los minoritarios. El tiempo le ha dado la razón, dicen ahora sus acólitos: no son gente de fiar.
Así las cosas, las salidas son pocas: o se negocia de nuevo el Presupuesto con Podemos, o se pacta con el PP, o se intenta terminar a regañadientes la legislatura hasta 2019. Y el PSOE se ha decidido por esta última vía, tirando con el presupuesto prorrogado de 2016 y lamiéndose las heridas en público. El diputado socialista José Luis Escudero enumeraba en rueda de prensa los proyectos que incluía el fallido proyecto de presupuestos para Gadalajara y que ahora está en peligro: la adquisición de los terrenos del campus universitario, los gimnasios nuevos centros educativos como el Maestra Plácida Herranz, en Azuqueca de Henares, y La Muñeca, en Guadalajara, y partidas para nuevos en Alovera y Sacedón y para la ampliación en Iriépal. En materia sanitaria, considera en «riesgo» los prometidos nuevos centros de salud de Azuqueca y de Cifuentes e, incluso, el ritmo -ciertamente pausado- de las obras de construcción de la ampliación del Hospital General. Son inversiones contantes y sonantes que contenía el presupuesto 2017 y que ahora deberán buscarse otra vía de financiación -pasar del capítulo de inversiones al de gastos o trasladar dinero de otras partidas a través de modificaciones puntuales de las cuentas prorrogadas de 2016-. Es labor del ejecutivo afrontar todas estas inclemencias, seguir gobernando y cumplir sus promesas.

David Llorente // Foto: ABC
En cuanto a los dos diputados de Podemos, ha demostrado una falta de seriedad y responsabilidad absoluta como fuerza política representante de los intereses de los ciudadanos castellano-manchegos, dejándose utilizar como peones en el gran tablero de la política nacional que representa Podemos en Madrid. Incluso su diputado por Guadalajara, David Llorente, confesó en un comunicado el pasado lunes que «la decisión de votar en contra de los presupuestos se tomó en el consejo de coordinación del partido y que se le comunicó una hora antes de la votación». Para Llorente, una decisión de este calibre debería haberse tomado en el Consejo Ciudadano Autonómico, como órgano de dirección que tiene funciones ejecutivas. Pero no se hizo así; la orden vino de arriba, Llorente agachó el pescuezo e hizo lo que le dijeron que hiciera. Con este cambio de rumbo radical, la formación morada habrá dejado boquiabiertos y completamente descolocados a muchos de sus votantes y simpatizantes, que ven como una organización que trata de representar la nueva política, participativa y asamblearia, toma las decisiones de arriba a abajo, sin tener en cuenta la opinión de sus bases, los llamados círculos, que no pasan de ser pecas sin ningún poder de decisión ni de opinión. Iglesias da más importancia a la goma de su coleta que a todos los círculos de su organización en Castilla-La Mancha juntos. Tras su victoria en Vistalegre tiene una organización hecha a su medida, donde la política local brilla por su ausencia por decisión propia. Y esa falta de conexión con la calle le hace patinar sin medir que los golpes de sus caídas los sufren otros.