Por Celia Luengo

La entrada a Guadalajara desde la N-320 sufre atascos kilométricos especialmente con la vuelta del fin de semana
Si tuviéramos que nombrar los puntos “negros” de Guadalajara a nivel de tráfico, muchos sin duda mencionaríamos dos zonas que se han ganado a pulso su denominación de “nudos”, el conocido como “de los Faroles” y el del Hospital Universitario de Guadalajara, en la Nacional 320.
Los problemas generados en ambos puntos han hecho que se conviertan en una piedra realmente molesta en el zapato de cualquier alcalde, lo fueron para el socialista Jesús Alique durante la única legislatura que gobernó en Ayuntamiento de Guadalajara y lo siguen siendo para Antonio Román justo diez años después de ganar sus primeras elecciones municipales.
A quien haya tenido la oportunidad de circular en alguna ocasión por alguno de estos nudos (algunos se ven obligados a hacerlo cada día) les habrá llamado la atención el planteamiento totalmente erróneo de ambas comunicaciones, una “chapuza” de ingeniería cuya solución a día de hoy no sólo es difícil si no también carísima. Y ahí es donde estos puntos se convierten en una piedra en el zapato del Ayuntamiento, quien no tiene ni el dinero ni la competencia para afrontar una obra de esta magnitud, por lo que sólo le queda el recurso de llamar a las puertas del estado hasta que le hagan caso, o no.
Hace pocos días el alcalde de Guadalajara fue recibido por el Ministro de Fomento, Íñigo de la Serna, quien al parecer recibió con buena disposición la petición de Antonio Román de construir la variante entre la Nacional 320 a la altura del Hospital y la A-2, en el nudo de los Faroles. Este proyecto que ya se planteó hace más de un lustro y que quedó paralizado por la crisis, consistiría en construir un ramal subterráneo que uniría la carretera de los pantanos con la autovía, eliminando una parte muy importante del tráfico que circula diariamente en superficie por el nudo del Hospital. Este proyecto podría ser aprovechado, además, para redibujar y remodelar el nudo de los Faroles, en el que nacería o moriría esta conexión, lo que supondría una mejora sustancial y un alivio para miles de conductores.

El acceso desde la A-2 al nudo de los Faroles supone un galimatías que causa graves problemas de tráfico en las horas punta. Foto: lacronica.net
El que fuera alcalde de Guadalajara de 2003 a 2007, Jesús Alique, ya planteó una solución parecida que tras presentar al Ministerio incluyó en el programa con el que concurrió a las elecciones de 2007. Fruto quizás de aquella petición o por propia iniciativa ministerial, no lo sé, se llevaron a cabo unas obras que consistieron en construir un paso subterráneo a la altura del Hospital al que acceden los vehículos desde la Nacional 320 y que cuenta con dos graves inconvenientes, el primero que consta de un solo carril lo que supone un embudo en una carretera nacional con una alta densidad de tráfico, y el segundo es que sale a la superficie unos metros más allá del centro hospitalario, trasladando el problema en vez de solucionarlo. En resumen, una obra cara que no solucionó el problema y que supuso la pérdida de una oportunidad de oro para construir ese ramal de conexión con la A-2 con el que hoy el problema estaría solucionado.

El túnel construido a la altura del Hospital General no solucionó el problema, sólo lo trasladó hacia Cuatro Caminos. Foto: lacronica.net
Lo cierto es que hasta que la solución llegue ambos nudos seguirán siendo una ratonera para los conductores, el del Hospital por los atascos monumentales que se montan especialmente durante las tardes de domingo con la vuelta de guadalajareños y madrileños de los pueblos de nuestra provincia y en algunas horas “punta” como las de entrada a los colegios. En cuanto al de los Faroles, ese es otro cantar porque ahí no sólo hay colas interminables de aquellos coches y camiones que quieren acceder desde la A-2 a la Nacional 320 o al polígono de Cabanillas, o a la calle Francisco Aritio, o a la R-2, sino que además constituye un punto con un alto índice de siniestralidad no sólo por su mala señalización, que la tiene, sino por el nefasto trazado de todo ese conglomerado de intersecciones que hace complicada la incorporación a cualquiera de las carreteras a las que este nudo da acceso.
No hay ni una sola vez que no haya pasado por este enlace de los Faroles que no me haya preguntado quién fue el ingenioso hidalgo que ideó tal despropósito de la ingeniería civil española, más que nada por no repetir en el error. Espero que la solución llegue pronto y esta vez, sí, esa buena disposición del Ministro de Fomento sea la definitiva porque si algo está claro es que de nada sirven las buenas disposiciones si no van acompañadas de compromisos firmes.