
Oficina del Servicio de Empleo de Guadalajara // Foto: María Ruiz (Eldiario.es)
Por Álvaro Nuño.
El paro bajó en Guadalajara en 2.500 personas entre los meses de abril y junio de este año respecto al primer trimestre de 2017, según los datos de la última Encuesta de Población Activa (EPA) que se conocían ayer mismo. Son unos buenos datos, sin duda y sin paliativos y, como ha dicho el propio Presidente del Gobierno, «una buena noticia» que, en el caso de Guadalajara, se reproduce en 2.500 hogares donde alguno de sus integrantes ha sufrido la terrible situación de intentar trabajar y no poder hacerlo, con las penurias que eso conlleva. Desde luego hay que felicitar a todos esos trabajadores que vuelven a tener un jornal que llevar a casa pero, como siempre hemos dicho, también hay que felicitar a los empresarios, que realmente son los que al final contratan. Ellos son los verdaderos hacedores de estas buenas noticias, más allá de los ciclos económicos, las políticas de las administraciones o la situación financiera.
Además, nuestra provincia sigue teniendo el mejor comportamiento de Castilla-La Mancha, ya que la tasa de paro ha bajado aquí en 1’8 puntos, cuatro décimas por encima que en el resto de la región, donde se sitúa en el 1’4, y el mismo porcentaje que baja en el conjunto del país. Así, Guadalajara tiene un tasa actual de paro del 15’4% de la población activa frente al 17’22 de Castilla-La Mancha y el 22’22 por ciento de España. Haciendo una somera lectura de estas cifras, se puede concluir sin mucho margen de error que nuestra provincia y en especial el parece que otra vez pujante Corredor del Henares tienen un comportamiento que se asemeja más a la vecina Comunidad de Madrid -donde el paro se sitúa en un 13’04%- que al resto de las provincias de nuestra región. No en vano, este eje económico lo compartimos madrileños y guadalajareños y las fronteras políticas afortunadamente se difuminan en este sentido.
Aun así, todavía hay 20.300 guadalajareños que no pueden trabajar pudiendo hacerlo, por lo que todos los agentes políticos, sociales y económicos deben mantener la prudencia ante estas buenas noticias y seguir en el empeño de facilitar las condiciones a nuestros empresarios para que la tendencia siga así.
Nos hace albergar buenas esperanzas noticias como la de la puesta de la primera piedra que tenía lugar hace dos semanas de una factoría americana que fabricará latas de aluminio para bebidas y refrescos desde uno de los polígonos de Cabanillas del Campo. «Ball» -que es como se denomina esta multinacional- tiene previsto invertir 100 millones de euros en su puesta en marcha y crear 120 empleos en la localidad campiñera. La noticia es magnífica no sólo para Cabanillas -donde la empresa espera reclutar a buena parte de su plantilla- sino para todo el Corredor del Henares puesto que se trata de una industria del primer sector, manufacturera y que suelen crear empleo estable, bien formado y de calidad, características que se estaban echando un poco de menos con la llegada casi en exclusiva de grandes empresas todas ellas dedicadas a la logística.
Y si de desarrollo industrial hablamos, casi todos los ojos se dirigen a Azuqueca de Henares, municipio que no se puede desligar de sus polígonos ni de sus grandes empresas. Una de ellas, la marca Flaper dedicada a la producción de aperitivos desde hace 15 años en la localidad campiñera, con un rendimiento de más de dos dígitos en la última década según confesaron sus propios responsables, ha duplicado su plantilla desde 2015 hasta superar el centenar de trabajadores. Gracias a las ayudas del Focal para el fomento de la industria agroalimentaria -gestionados por la Junta de Castilla-La Mancha-, esta empresa ha adquirido nuevas instalaciones y más suelos, a donde trasladarán próximamente la producción de otra factoría que tienen en Torrejón de Ardoz.

Actual aspecto del polígono de El Ruiseñor de la capital // Foto: GD
Cabanillas y Azuqueca de Henares son dos de los municipios del Corredor del Henares que están aprovechando este nuevo y próspero ciclo económico, anunciando ambos nuevos desarrollos de suelo industrial y terciario para acoger más empresas que se traduzcan a la postre en nuevos puestos de trabajo. No parece que ocurra así en la capital, donde proyectos de polígonos como el del Ruiseñor -iniciado en 2005 y sin finalizar siquiera su urbanización tras dos prórrogas concedidas por el Ayuntamiento-, la Ciudad del Transporte –aprobada desde febrero de 2015– o la fachada de uso terciario y comercial de la autovía A2 -en parte urbanizada y recepcionada en 2014– parecen dormir el sueño de los justos, no se sabe a ciencia cierta si por falta de impulso administrativo o económico.