Por David Sierra
Era uno de esos niños descarriados. Pertenecía a ese grupito de tres o cuatro que había en cada aula cuyos padres habían optado por salirse de la regla dominante preestablecida, para inscribirlos en algo que se conocía como la Ética, una asignatura de las considerada “maría” que de alguna manera permitían diferenciarte del resto. Los desafortunados debían acudir a un aula aparte, donde se juntaban con otros estudiantes herejes del mismo curso para completar el grupo. Como los garbanzos negros que se apartan en un cocido. La figura de Don Juan Carlos ya imperaba en las paredes de la escuela pública – que no laica -, junto con el Cristo crucificado, símbolo de la trascendencia que aún tenía la religión en la vida social.

En el patio, los devotos utilizaban el vocabulario insertado en sus mentes para dotar de calificativos tan despectivos como “comunista” o “ateo” a quienes sus tutores habían orientado hacia esa formación errónea en la materia de valores cívicos. En esos pupitres se aprendía a respetar a los demás, a concebir los sustentos constitucionales como normas para el buen funcionamiento de la sociedad, a la igualdad entre hombres y mujeres, a la aceptación del ser humano sin importar su color de piel o condición, a ayudar a los que más lo necesitan. E incluso a perdonar. Estipulaba cuáles eran las obligaciones y deberes que las personas tenían como seres individuales y colectivos. También había un apartado incipiente donde el término ciudadanía adquiría un sentido más extenso que trascendía fronteras. Y ni la virgen o ningún Dios les salvaba de reproducir unos cuántos cientos de veces, a modo de castigo, la frase correcta a la transgresión de alguno de estos postulados. Pero era una “maría”. La alternativa a los carentes de devoción divina.
A lo largo de la historia reciente de nuestro país, esta conflictiva materia – por ser alternativa a la religión – ha pasado por el calvario de diversas modificaciones en cuanto a su contenido y relevancia en el peso académico del estudiante en función de las alternativas políticas dominantes en cada momento. Del ostracismo a una importancia trascendental para recalar de nuevo en el olvido. La adaptación de esta asignatura al modelo educativo tendente en la Unión Europea sobre los principios y valores regidos en el ámbito de la generación de una concienciación más europeísta tuvo como resultado la polémica Educación para la Ciudadanía surgida del gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero.
Palabras y conceptos como adoctrinamiento, ideología de género, sexualidad o afectividad han formado parte de la retahíla de argumentos sobre los que han basado su crítica aquellos sectores más conservadores interesados en frenar una materia fundamental para garantizar la convivencia en un entorno social cada vez más expuesto a los cambios favorecidos por el proceso globalizador imperante en la mayor parte de los ámbitos. Asignaturas que hablen al alumno sobre la vida y el modo de organizarse del ser humano son fundamentales, más aún si se atiende a la eliminación de materias que fomentan el espíritu reflexivo tal como la Filosofía. El resultado es evidente y desemboca en una banalización de la sociedad amplificada por la presencia de redes sociales que ensalzan más la cubierta que el trasfondo.
La puesta en marcha de una iniciativa piloto por parte del Gobierno regional para implantar la asignatura Educación para la Igualdad, la Tolerancia y la Diversidad es un nuevo intento para dotar a los alumnos del presente y del futuro las herramientas precisas para formar parte de ese nuevo modelo de convivencia que, desde hace algunos años, vienen promoviendo instituciones como la Fundación para la Cultura Europea, de la mano de asociaciones comprometidas con la tolerancia, la responsabilidad y la autocrítica.
En la provincia de Guadalajara, los centros de Primaria elegidos donde se impartirá esta nueva materia son: ‘Rufino Blanco’, ‘José Maldonado y Ayuso’ de Mondéjar, ‘Badiel’, ‘Río Henares’, ‘Pastrana’, en Pastrana, ‘Las Castillas’, de Torrejón del Rey Guadalajara, ‘La Arboleda de Pioz’, en Pioz, y en el ‘María Montessori’ de El Casar. Mientras que en Secundaría estará presente en el ‘San Isidro’ de Azuqueca de Henares, ‘Mar de Castilla’, de Sacedón y ‘Clara Campoamor’, de Yunquera de Henares.

Como era de esperar, ya ha habido varias asociaciones de marcado carácter impositivo ideológico – incluso en su denominación -, tal como la Concapa (Confederación Católica de Padres), la Asociación de profesores Educación y Persona y la Federación España Educa en Libertad que han puesto el grito en el cielo utilizando las expresiones de costumbre.
Hasta la fecha, la ampliación de centros educativos donde desarrollar esta experiencia pone de manifiesto la voluntad del ejecutivo autonómico de apostar de manera fuerte y decidida por una escuela de futuro alejada de las creencias, las supersticiones y los estereotipos para fundamentarse en los valores del civismo y la integración en la diversidad como motores del bienestar social e individual. Y sólo falta que la Administración dote a las aulas de los recursos necesarios y profesionales adecuadamente formados y capacitados para que esta gran apuesta no se trunque antes de empezar. En sus manos está.