
Concentración en la PLaza de la Constitución de Azuqueca, ayer a las 12 de la mañana // Foto: SER Guadalajara.
Por Álvaro Nuño.
Se llamaba Arantxa. Tenía 37 años, 3 hijos de 12, 10 y un año y medio. Vivía en Azuqueca y trabajaba en una gasolinera. Era inocente, como sus tres hijos. Como las 47 mujeres que han sido víctimas mortales este 2017 de violencia de género, como las 40.366 víctimas de maltrato con denuncia interpuesta. A las 7:45 de la mañana, en su domicilio de la calle San Miguel -en pleno centro de la localidad campiñera-, que compartía desde hace cuatro años, su compañero, un hombre de 40 años, con antecedentes de violencia de género con otra mujer ya en 2007, la ha asesinado con un cuchillo delante de sus hijos. Después, el muy cobarde se ha «autolesionado» y ha sido trasladado al Hospital de Guadalajara, donde dicen que no se teme por su vida. Muchos piensan que estos asesinos podrían cambiar el orden e intentarse suicidarse antes de matar si es que creen que su vida ya no merece la pena ser vivida, y que dejen a sus mujeres en paz.
La mayoría de las veces que los grandes medios de comunicación nos ponen en el mapa es por algo malo, por un suceso escabroso, por el nivel de los pantanos, el estado de las nucleares y, últimamente, por la despoblación. Aquí hay que hacer un inciso con el proyecto de hacer una playa en la vecina Alovera, playa de la que, los demás no sé, pero Arantxa nunca podrá disfrutar ya.
He visto en los telediarios y en los noticiarios nacionales al alcalde azudense, José Luis Blanco, «roto de dolor», «consternado, abatido y desolado», decía ayer en un solitario mensaje de Twitter. En la concentración en la plaza de La Constitución, frente al ayuntamiento, toda España ha podido notar la emoción en sus palabras y como esos sentimientos afloraban en sus ojos y en su expresión. Creo que representaba muy bien el estado de ánimo de su ciudad, de una provincia y de un país que no consigue atajar esta lacra.
A su lado, la directora del Instituto regional de la Mujer, la también alcarreña Araceli Martínez, responsable de las políticas que tratan de erradicar el machismo y la desigualdad en una sociedad que, sin embargo, sigue siendo machista y desigual. «La violencia de género sólo tiene un origen, el machismo» decía contundente en Azuqueca pocas horas después de este cruel asesinato esta mujer que se sienta en las reuniones del Consejo de Gobierno de la Junta en Toledo, porque el presidente Page quiso dar a este organismo el mismo rango que a una Consejería, toda una declaración de intenciones aunque sea simbólica. Son muchas las campañas que este instituto lleva a cabo a lo largo del año intentando concienciar a la población a través de la educación y sobre todo dirigidas a los y las jóvenes. Desconocemos sus resultados y tampoco sería justo achacar este suceso a la mayor o menor calado que hayan tenido estas u otras acciones llegadas también desde otras administraciones y difundidas por los medios de comunicación.
Y hablando de medios de comunicación, más allá del tratamiento de este tipo de noticias en los informativos, nuestra televisión pública regional no se caracteriza por establecer unos criterios de igualdad o de lucha contra el machismo o la violencia de género en su parrilla. Sólo hay que fijarse, por ejemplo, en las películas diarias del oeste -casitodas de serie B- que emite, o los filmes tardofranquistas y setenteros que abundan por CMM, reducto de la España más casposa, que no son justamente unos contenidos en los que abunden los mensajes de igualdad de género sino todo lo contrario, donde la aspiración de la mujer siempre es encontrar un marido que le compre una plancha eléctrica y tener hijos para él, por no hablar de los rudos vaqueros americanos, que resuelven sus relaciones con las pocas mujeres que se encuentran -en muchas casos latinas- con besos forzados o con guantazos como alternativa. Señora Martínez, creo que su Instituto también debería intervenir en el Consejo de la televisión regional y adaptar los contenidos al siglo XXI y a sus propias campañas.
Esa, sin duda sería una de esas «medidas” que hay que tomar para acabar con la violencia de género, y que se han de adoptar fundamentalmente en el ámbito educativo. “Tenemos que educar a nuestras niñas y a nuestros niños en el respeto a la diversidad, a la igualdad, a la diferencia, a que nos enriquece el saber convivir”, ha señalado la directora del Instituto de la Mujer , en una día en el que “más que nunca” ha mostrado el compromiso del Gobierno de Castilla-La Mancha “de seguir adelante con el proyecto de ley para una sociedad libre de violencia de género, con especial énfasis en el ámbito de la sensibilización, de la prevención y de la educación”.
Ojalá no se queden en compromisos, leyes y palabras huecas, de las que la sociedad no se siente partícipe ni se da por aludida. Ojalá el dolor no se disipe tras los tres días de luto oficial y de banderas a medias asta en Azuqueca. Ojalá que el espíritu de Arantxa nos acompañe a todos los que vivimos ayer el Día de los Inocentes acordándonos de sus tres hijos hoy huérfanos de madre. #NiUnaMás #NiUnaMenos.