Por David Sierra
Vienen para amedrentar. Para destrozarlo todo y sacudir a diestro y siniestro. Bajo el manto de las ideologías totalitarias, que exhiben sin pudor desde sus lugares de origen. Sin control y sin censuras. Lo hacen por todo el continente. Como seres supremos, superiores. En manada. Viajan con armas o, simplemente las adquieren allá donde paran. Y el sistema se caga cuando anuncian sus visitas, enmascaradas entre la grada. Aficionados a la violencia; que han vivido desde su niñez, en su infancia, en su entorno. Enfrentados a las normas con idea de transgredirlas y si se da el caso, hasta la muerte. Lo llevan dibujado. En el pecho o en el brazo. Son sus documentos de identidad. Los que permiten reconocer al salvaje y le diferencian del ciudadano que aparece en la imagen del pasaporte.