Decepción

2018.07.13 Ministra trasvase

La ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera // Foto: mapama.gob.es

Por Álvaro Nuño.

«¡Qué poco dura la alegría en la casa del pobre!» deben estar murmurando los vecinos de los municipios ribereños de los pantanos de la cabecera del Tajo. Las perspectivas de la temporada estival este año eran halagüeñas. Con Entrepeñas «disfrutando» de un 42% de su capacidad a comienzos de julio y el agua entrando generosamente por Trillo -el Ayuntamiento ha tenido que suspender dos veces sus populares «Vacas por el Tajo» por exceso de caudal-, en la zona se respiraba mucha más alegría que en años anteriores, puesto que agua significa visitantes, turismo, ingresos, desarrollo, empleo, vida en una zona castigada desde hace décadas por unas tuberías que se llevan todo eso a zonas mucho más prósperas de España, donde incluso se especula con el preciado elemento, privatizado en su destino de la costa levantina por el lobby de los regantes.

Pero este año todo parecía diferente, no sólo porque la climatología ha sido benévola, -la nieve ha sido copiosa en el Alto Tajo en invierno y las lluvias cuantiosas en primavera-, sino también porque se cumplía el memorándum que no permitía trasvasar por debajo de los 400 hectómetros cúbicos -única medida efectiva que hasta el momento se ha dejado notar en el muro de la presa y en las orillas del pantano y que fue pactada por la anterior presidenta regional, María Dolores de Cospedal con el gobierno de su partido- y por unas recientísimas declaraciones de la nueva ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, el 2 de julio, en las que, ante la pregunta directa de si pondrá fecha de caducidad al trasvase del Tajo al Segura, contestaba: «Las aportaciones extraordinarias deben ser eso. Durante muchos años hemos tenido delante el mito del déficit hídrico, cuando en realidad no hay cuencas deficitarias ni excedentarias, porque cada cuenca tiene lo propio de cada una. Puede ser que en algún momento se necesite un apoyo extraordinario, pero hay que dimensionar las cosas y que no pase a ser la regla: lo extraordinario no se puede convertir en ordinario, que todos los meses o todos los años tengamos que hacerlo».

¡Aleluya! Por fin una autoridad con competencia en la materia, en este caso nada menos que la ministra del ramo, venía a decir que los trasvases no pueden ser algo ordinario y que la política hídrica de este país no puede sustentarse en presuponer que hay cuencas excedentarias -en este caso la del Tajo- y deficitarias -la del Segura-, sino que cada una debe apañarse con lo suyo -los pantanos aquí, las desaladoras allí, las aportaciones de caudales en ambas- y, lo más importante, «dimensionar las cosas», es decir, que no se puede seguir plantando y regando si no hay agua, como ocurre en los mares de plástico de los invernaderos murcianos.

Pero, como comenzábamos, poco ha durado la alegría en la casa del pobre. Ayer mismo conocíamos que la Comisión de Explotación -que palabra más acertada en este caso- del Trasvase Tajo-Segura aprobaba una nueva derivación de hasta 38 hectómetros cúbicos. Esta reunión ha estado presidida por el también director general del Agua del Ministerio para la Transición Ecológica, Manuel Menéndez, es decir un cargo del nuevo gobierno del PSOE, responsable por tanto de la decisión. La ministra, claro, ha justificado esta derivación por «la necesidad de asegurar el agua de boca -es decir, para consumo humano- y las necesidades básicas» y que «mientras no haya otra alternativa, habrá que hacer uso del trasvase». Frente a este argumento, los municipios ribereños -que hay que recordarle a la señora Ribero que también beben (y comen) de los pantanos- dicen abiertamente que eso es mentira y que de esa cantidad, tan solo 8 hectómetros son para consumo y el resto son para regadío, como siempre. Habría que recordar a la señora ministra además que este trasvase no es algo «extraordinario» puesto que las bombas de Bolarque llevan mandado agua al Segura desde el pasado 1 de abril, a una media de 10 metros cúbicos por segundo, o lo que es lo mismo, 20 hectómetros al mes los últimos 3 meses.

Pero esta no es la única decepción que el gabinete de Pedro Sánchez ha provocado entre los vecinos de la provincia esta semana. A la vez que el nuevo Subdelegado del Gobierno tomaba posesión de su cargo en su sede del paseo de Las Cruces, los miembros de la Plataforma «Abraza el Infantado», oían por boca de responsables del Ministerio de Cultura, que este sigue con su intención de recurrir la denegación por parte del Ayuntamiento capitalino de la licencia de construcción del dúplex que el fallecido Duque del Infantado quería hacerse para uso particular en el palacio que lleva su nombre pero que ya no es suyo, como todo el mundo sabe, excepto parece que algunos funcionarios del Ministerio. También los miembros de esta plataforma albergaban la esperanza de que con el cambio en el Ejecutivo Central, las cosas en este conflicto se recondujesen y la cordura volviera a imponerse, evitando una privatización parcial del monumento más emblemático de Guadalajara. Uno de sus portavoces, el aparejador Jorge Riendas, admite que con el cambio de Gobierno se confiaba en un cambio de posición: «Lo tienen fácil y es tan sencillo como no recurrir, y se acaba todo».

Pero para decepción de todos, aquí parece que la continuidad también se impone, tanto en la presentación del recurso, como en la inacción por parte del Ministerio a la hora de llevar a cabo unas pruebas que obligaron a cerrar el edificio con urgencia hace ya dos meses. Volviendo a recurrir al sabio refranero castellano, «las cosas de palacio, van despacio» y allí no se ha movido una piedra desde entonces.

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1 comentario en “Decepción

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