Por Álvaro Nuño.
Queridos Melchor, Gaspar y Baltasar, os escribo de nuevo como cada año para invocar vuestra magia y pediros esas cosas que parecen imposibles de conseguir si no es mediante vuestra divina influencia. Por supuesto no me estoy refiriendo a regalos materiales que se puedan empaquetar y a las que se les pueda poner un lazo. Lamentablemente, hace muchos años que ya no las espero con la misma ilusión que las pedía en mi infancia, cuando pegaba mi mocosa nariz al siempre deslumbrante escaparate de la juguetería Lirón, en plena Calle Mayor, o cuando bajaba de la mano de mi padre y junto a mis primos y hermanos a meter esta misma carta por las temibles y doradas fauces de los leones de Correos. La ilusión ha mutado y, con la edad, el valor de las cosas materiales cada vez se difumina más (aunque nunca renuncio a un buen viaje, o a ese barco de vela con amarre incluido en algún puerto paradisiaco, que os quede claro).
Pero, en fin, sueños personales a parte, comparto en esta carta virtual algunas de aquellas cuestiones por las que no parece pasar el tiempo, o este pasa tan despacio, que parecen no solucionarse nunca. Ni siquiera la monarquía real -no la vuestra si no la Felipe, como cabeza visible de este Estado de derecho en el que todavía vivimos- parece poder solucionar. Sin duda, entre sus poderes no se encuentra la magia que detentáis vosotros en Oriente y que esparcís graciosamente cada año llegadas estas fechas por el resto de continentes.
Centrándonos ya en esta parte de Castilla llamada Guadalajara, algunas de las cosas que os pedía el año pasado, parece que han ido mejorando, pero insisto en ellas porque nunca dejaré de pedir que las 14.246 personas que todavía no tienen trabajo y lo buscan, puedan encontrarlo. Ya sé que habéis hecho lo que habéis podido en este asunto y que hoy son un millar de parados menos que el año pasado pero creedme por haberlo conocido muy de cerca que esta sigue siendo una tragedia personal y colectiva en la que no hay que cejar, ni vosotros, ni trabajadores, ni empresarios y -por supuesto- ni los responsables de la cosa pública que tienen algo que ver en su gestión para poder ayudar a todas estas familias, con «nuestra» ministra, Magdalena Valerio al frente de todos (no sé si vosotros habéis intervenido también en esto, porque tampoco sé si ella os lo pidió el año pasado en su propia carta), pero si eso nos beneficia en algo a todos, bienvenido sea.
También se ha visto vuestra mágica influencia en presencia de la ansiada lluvia a lo largo de 2018, tras la desesperante sequía de 2017. Eso ha servido en parte para mejorar el aspecto de nuestros pantanos, que hoy sobrepasan los 600 hectómetros cúbicos del líquido elemento -más del triple que hace un año-. Pero si parece que las nubes nos han sido propicias, no se puede decir lo mismo de los responsables de gestionar esa tubería por la que periódicamente se siguen llevando la riqueza y el crecimiento de una tierra a otra. Estábamos los municipios ribereños relativamente ilusionados, primero con este aumento del nivel de Entrepeñas y Buendía y, después por el, en principio, cambio en el criterio de la nueva ministerio de Transición Ecológica, Teresa Ribera, que afirmó tras tomar posesión que los trasvases serían «algo extraordinario». Seis meses después se ha comprobado que todo sigue más o menos igual y que la llave del trasvase sigue en manos de los insaciables regantes murcianos. Así lo expresaba hace quince días el secretario de Estado de Medio Ambiente, Hugo Morán, en su visita a esa región: «No hay ninguna razón para que no siga funcionando como hasta ahora», dijo literalmente. Sabemos, por tanto, que habrá que seguir peleando desde Guadalajara para que esta injusticia no se mantenga sin límite como hasta ahora. En cualquier caso, Sus Majestades pueden llevar a abrevar sus camellos a Entrepeñas porque para eso no se le niega el agua aquí a nadie. Además, se sentirán un poco como en casa cuando vean el desértico aspecto de sus orillas.
Clásicos como un hospital nuevo terminado -para 2018 pedíamos la apertura del aparcamiento y este podríamos hacerlo con el nuevo acceso al mismo-, o el comienzo de las obras del prometido campus universitario –os lo pedíamos también en 2016 sin mucha suerte por lo que parece-, podríamos ponerlos de nuevo en esta carta, añadiendo la de un nuevo Museo Provincial en un Palacio del Infantado completamente público y remozado, pero son cuestiones que dependerán en gran medida de nuestra petición principal que no es otra que el sentido común, la honradez y la defensa de los intereses comunes guíen siempre a nuestros representantes políticos en todos los ámbitos y en todas las administraciones, a los actuales y a los que vayamos a elegir en las próximas elecciones locales, regionales, europeas -y quién sabe también si generales- durante este 2019. Que la luz de vuestra estrella guíe sus pasos y que estos vayan en beneficio de todos para seguir construyendo una sociedad justa, solidaria e igualitaria, sobre todo con aquellos que más lo necesitan, basada en el diálogo y la convivencia en paz.
Majestades, finalizo ya esta carta porque sé que esto es mucho pedir, pero espero contar con vuestra mágica acción durante este 2019.
¡Feliz año a todos!