
La administración local y regional apoya el proyecto de aprovechamiento forestal. Foto: Rebi.
Por Gloria Magro.
Las obras marchan a buen paso en la nueva central térmica de biomasa que la empresa soriana Rebi está construyendo en la calle Méjico. Una vez en funcionamiento, este proyecto en el que colaboran el Ayuntamiento y la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, dará lugar a una nueva red de calor -la cuarta de la comunidad autónoma- que permitirá abastecer de calefacción y agua caliente sanitaria a colegios y edificios públicos de Guadalajara, además de hasta a seis mil viviendas de la ciudad. La biomasa a partir de desechos forestales se perfila en la actualidad como una alternativa de futuro a los combustibles fósiles, además de una oportunidad económica de aprovechamiento para los montes de coníferas de la provincia. No obstante, también presenta algunos interrogantes medioambientales y de viabilidad económica a tener en cuenta.
Hasta treinta kilómetros de tuberías se van a enterrar en el casco urbano de Guadalajara para preparar las acometidas de los futuros enganches a la red de calor de la ciudad. El soterramiento ha comenzado estos días en la calle Antonio Buero Vallejo, mientras que en las futuras instalaciones del Polígono del Balconcillo se ha colocado la primera nave prefabricada y se está trabajando en la cimentación del depósito de inercia. Con la primera de las calderas ya ubicada, si todo se desarrolla según lo previsto, la central térmica estaría terminada la próxima primavera. No obstante, según Rebi, la red de calor tardará en ejecutarse al menos dos años más. La planta para el almacenamiento de astillas -biomasa- procedentes de los montes de la provincia está previsto que se construya en Garbajosa, una pedanía de Alcolea del Pinar, después de que se barajasen varios emplazamientos posibles en diversos puntos de la provincia.
El consumo previsto del conjunto de la red es de cien mil kWh anuales, alimentado con veinticinco mil toneladas de astillas al año. Con su puesta en marcha se espera que Guadalajara reduzca en quince mil toneladas las emisiones de CO2 a la atmósfera al año. Además del componente medioambiental del proyecto, también está el económico. El mantenimiento y suministro de la infraestructura supondrá la creación de sesenta puestos de trabajo directos e indirectos y llevará aparejado el aprovechamiento de los deshechos de los montes, lo que tendrá también repercusión en la economía de amplias zonas de la provincia. En este sentido, según el director provincial de Agricultura, Medio Ambiente y Desarrollo Rural en Guadalajara. Santos Lopez Tabernero, «matamos dos pájaros de un tiro, además de instalar una empresa más en Guadalajara, limpiamos los montes y proporcionamos calor limpio a las viviendas».
El costo de esta iniciativa se estima entre los 18 y los 20 millones. La adjudicataria, Rebi, es una empresa de servicios energéticos que cuenta con experiencia acreditada en el diseño, gestión y explotación de instalaciones térmicas para uso residencial, terciario e industrial en la comunidad vecina de Castilla y León. Entre sus proyectos, la red de calor de Soria, la de Ólvega y la de la Universidad de Valladolid. La futura red de Guadalajara cuenta con el aval del gobierno regional y en su presentación el pasado mes de mayo contó con la presencia del vicepresidente primero de la región, José Luis Martínez Guijarro, y del alcalde de Guadalajara, Antonio Román, para quien todo el proyecto encaja con la Estrategia Local de Lucha contra el Cambio Climático.
No obstante, el proyecto genera dudas entre los vecinos de la zona y los ecologistas, dada la cercanía del polígono de El Balconcillo al barrio de Los Manantiales. Las posibles emisiones contaminantes y de ruido, así como el tratamiento de las cenizas resultantes de la combustión de la biomasa suscitan varios interrogantes. También su viabilidad.
Se considera que la energía obtenida a través de este proceso de combustión es renovable porque las las emisiones de CO2 a la atmósfera que produce son menores que las que absorbieron los árboles en su crecimiento; por tanto, todo el CO2 emitido en ls quema de la biomasa es neutro. Sin embargo, la combustión de las astillas produce humo, que a su vez contiene dióxido de nitrógeno, partículas en suspensión, dióxido de azufre e hidrocarburos, todo un cóctel de agentes contaminantes que se relacionan con posibles enfermedades pulmonares. Resulta por tanto fundamental que las centrales que procesan biomasa de origen vegetal, como la de Guadalajara, utilicen una tecnología que minimice las emisiones.
En este sentido, en Monzón, Huesca (17.000 habitantes), se paralizó el pasado mes de mayo el proyecto de una incineradora de biomasa debido a la presión de la ciudadanía y la oposición de los grupos ecologistas, pese a que contaba con la autorización del Instituto Aragonés de Gestión Ambiental (INAGA) La central de la empresa Forestalia contemplaba la quema de más de un millón de kilogramos de virutas de madera al día, generando a juicio de Ecologistas en Acción ingentes cantidades de humo y contaminantes como dioxinas y benzopirenos. Su instalación estaba prevista a escasa distancia del casco urbano de la localidad.
En el caso de Guadalajara, se ha optado por encargar a un organismo externo un Estudio de Dispersión Atmosférica de los gases de combustión de la central, a partir de los datos proporcionados por Rebi. Según sus conclusiones, la instalación no vulnerará los valores límite de emisiones y calidad del aire según establece la legislación vigente. No obstante, están previstos controles trimestrales de las emisiones. La empresa asegura, por su parte, que los filtros que se van a utilizar en estas instalaciones son de última generación y que van más allá de la actual legislación europea, como así lo avala la licencia concedida y el estudio de impacto ambiental aprobado.
Lo cierto es que el documento de evaluación ambiental del proyecto de Guadalajara respalda su ubicación en la calle Méjico al considerarla una zona de uso industrial, pero sin valorar su proximidad a Los Manantiales. En cuanto a la generación de ruido por su actividad, el proyecto se somete a la Ordenanza Municipal contra la Contaminación Acústica y Térmica. La consideración de instalación de uso industrial establece ciertos límites de emisión acústica según el área circundante, en este caso un polígono, aunque ahora mismo no sea exactamente así debido a la expansión de Guadalajara. Desde Rebi aseguran que la emisión de ruidos es mínima e inapreciable, y remiten a las centrales que la empresa ya ha puesto en marcha en otras localidades.
Otro problema asociado a este tipo de centrales térmicas es el tratamiento de los residuos resultantes, las cenizas. El Plan Estratégico Regional de la biomasa en Castilla-La Mancha se centra en el análisis del sector forestal para su aprovechamiento como recurso energético renovable y como impulsor económico del sector primario, pero no entra en la cuestión de los residuos. La empresa asegura que «se extraen y almacenan de forma hermética y se llevan a un lugar de tratamiento de residuos orgánicos». En este caso no se reutilizan para abono ni son tratados directamente por Rebi, sino que se desechan.
La viabilidad de empresas de estas características también se pone en cuestión en Guadalajara dado el precedente de Corduente, donde la central de biomasa construida para aprovechamiento de los pinares del ducado de Medinaceli tras el incendio de 2005 suspendió su actividad tres años después de su puesta en marcha, en 2009, debido, según su propietaria, Iberdrola «a las pérdidas continuas y constantes». En la actualidad es explotada por la empresa Norvento, tras su reapertura en 2017.
La futura red de calor de Guadalajara proporcionará en el plazo de dos años calefacción y agua caliente sanitaria a colegios públicos y edificios de la administración regional y local. Está previsto que la nueva conducción tenga dos ramales, uno por la calle Layna Serrano y otro por la avenida del Ejército hacia la Escuela de Magisterio y el Palacio del Infantado. A partir de estos puntos, el resto de conexiones se irán sucediendo en función de la demanda. Para ello, ya está abierta al público una oficina de información en la plaza Alfonso Lopez de Haro, 4, donde se pueden consultar las ventajas económicas y medioambientales que tendrá este nuevo suministro energético también para las comunidades de vecinos. La planta en construcción en la calle Méjico permitirá el abastecimiento de hasta a seis mil vecinos. (Continuará).