
Cartel que indica el canal de trasvase del Tajo hacia el Segura. // Foto: Agencias
Por Patricia Biosca
En mi trabajo, los lugares más sociales son las puertas de acceso, donde fuman los adictos a los palitos del cáncer, y el pasillo hacia el baño, donde se encuentran los adictos al café. Yo, que me he vuelto una versión edulcorada de mí misma para todos los públicos y ya no fumo y tomo té (que hace trabajar a mis riñones igual o más que el “aguachirri” de la máquina), me he encontrado a una amiga/compañera de camino a los urinarios. Me ha contado que estaba con el tema de la sentencia del Tribunal Supremo contra el Plan Hidrológico del Tajo, que le pilló de lleno en su sección y trabajando el fin de semana. “Yo creo que al final se va a quedar en nada”, le he dicho antes de despedirme para vaciar mis bolsitas de orín. “Pues yo creo que sí va a ser gordo”, me ha respondido ella después de intentar explicar a vuela pluma de qué va la “vaina loca” que algunos califican de “histórica”. Y ahí me he quedado con el runrún, pensando si esta sentencia es un “one hit wonder” del momento o realmente nos llevará a poder escuchar en directo la preciosa melodía de un Tajo con agua.
El realidad todo el lío empezó en 2016, cuando se aprobó el Plan Hidrológico del Tajo en un momento en que Mariano Rajoy era presidente de España y María Dolores de Cospedal la presidenta regional. Aunque ellos estaban muy contentos con el acuerdo, la Plataforma en Defensa de los Ríos Tajo y Alberche de Talavera de la Reina, la asociación GRAMA (Grupo de Acción para el Medio Ambiente), la asociación Plataforma de Toledo en Defensa del Tajo, el Ayuntamiento de Mantiel (Guadalajara) y la asociación de Municipios Ribereños de los Embalses de Entrepeñas y Buendía no lo estaban tanto, así que apelaron ante el Tribunal Supremo ese mismo año. Tres años después, la Justicia da la razón a estos colectivos, que llevan haciendo todo el ruido, manifestaciones, pancartas, pegatinas en lugares insospechados y caravanas de coches que han podido.
Según reza la sentencia, se establecieron caudales ecológicos solo en 16 de las “masas tipo río” de las 309 en total que existen. Para los mortales: esta ley establece que solo en 16 puntos del río Tajo debe respetarse el caudal ecológico, por el que se asegure la vida, tanto vegetal como animal, de la zona. Vamos, que no quede hecho un secarral como hemos visto en las fotografías del “antes y después” que circulan por Facebook. Entre los puntos excluidos se encuentran las ciudades de Aranjuez, Talavera de la Reina y Toledo, en las que solo se fijaba un “caudal mínimo circulante” de entre 6 y 10 metros cúbicos por segundo. Sin diferenciar las estaciones de sequía o los meses lluviosos. O sea, que en estos puntos en los que viven entre 55.000 y 84.000 personas, la ley decía que era legal que apenas un hilito recorriera (recorra) la cuenca, y nada de que los corzos vengan a beber de estas aguas, que no pagan impuestos. Esta “treta” permitía que se trasvasara más agua en la cabecera, ya que no era necesario que el río llevase demasiada agua en su recorrido.
Por ello, la solución hace temblar a los que apoyan el trasvase Tajo-Segura, a pesar de que en ningún momento se habla de los embalses, que aquí serían el “daño colateral” de la guerra del agua. El Supremo exige ahora aumentar el nivel del río en estos puntos, cuestión poco baladí: “Cada metro cúbico por segundo que aumente el caudal ambiental en Aranjuez, por ejemplo, equivale a 30 hectómetros anuales que se restarían al trasvase”, explican con mucho acierto mi amiga y un compañero acerca del tema. Teniendo en cuenta que ahora nos encontramos en nivel 2 y se hace una transferencia casi automática de 38 hectómetros al mes a la cuenca del Segura, esta sentencia puede hacer mucha “pupa” a la hora de llevarse agua de los embalses. Porque si la sed del río es prioritaria, tal y como recalca la sentencia, los embalses “sufrirán” las consecuencias: mientras no podamos fabricar agua, nos tendremos que conformar con la que tenemos. E inevitablemente, “si tienes que soltar más agua por un lado, tendrás que recortar por el otro”, que dice Francisco Pérez, presidente de la Asociación de Municipios Ribereños de Entrepeñas y Buendía. A todo esto, el presidente de Castilla-La Mancha Emiliano García-Page, se ha puesto espléndido y anuncia que va a pedir en Bruselas que el mínimo en los embalses se establezca en 800 metros cúbicos, el doble de lo que marca la ley ahora. Esta cantidad dejaría en K.O. técnico al trasvase y le hacen chiribitas los ojos con una sentencia que realmente es un logro ciudadano pero que le pilla muy cerca de elecciones. ¿Casualidad? No lo creo…
Después de empaparme bien con toda esta farragosa información (les pido perdón si a estas alturas aún me leen y no se han enterado ni jota de la trama del agua) y como soy un poco masoca, he decidido ver de una vez el corto documental que todo hijo de vecino de Guadalajara me había enviado por WhatsApp: “El agua secuestrada”, de Montse de la Cal y Luis Moreno. Aquí se expone la visión (única, la única pega junto con el par de emojis que salen en algún momento del vídeo y que alimentan mi tic del ojo) del hidrogeólogo Francisco Turrión, quien ha trabajado casi tres décadas en la Conferencia Hidrográfica del Segura (río a donde va a parar el agua del Tajo trasvasada). Básicamente expone que debajo de las zonas regadas por el Segura o el Júcar existe el triple de agua que podría utilizarse en los regadíos de la zona, sin que fuese necesario trasvasar desde cientos de kilómetros más allá. Y lo dice un señor que vive en Murcia y sabe del tema (y no es un chiste). Es decir: los murcianos, alicantinos y almerienses, aka “la huerta de Europa”, tienen agua bajo sus pies para seguir regando sus tomates. Y sería una ventaja para todos, más ahora que muchos están llorando con la sentencia. Así que ¡bajen las armas, hay soluciones!
Las dos páginas virtuales que llevo escritas me indican mi error esta mañana: puede que estemos ante algo “gordo”, como decía mi amiga, y que cambie la banda sonora de un río que agoniza en su réquiem. Puede que, incluso y soñando mucho, en algún momento volvamos a verlo como lo disfrutaron nuestros abuelos. Aunque lo más seguro es que ahí me haya pasado con la fanfarria. O puede que no y que la ciencia ficción se haga realidad, como mi abandono del tabaco. Voy a por un poco de agua y a hacerme un té, que el de antes ha sido bastante provechoso.
Lamento comunicarte, amiga Patricia, que lo que dice este señor es puro cuento. Básicamente se dedica a decirle a todo el mundo lo que quiere oir: al Tajo que puede cerrarse el Trasvase, al Segura que puede seguir ampliando regadíos -que de hecho cualquiera podría abrirse un pozo, con tal de contratar a algún hidrogeólogo «que sepa» (¿él?)-, y a la vez prometiendo que no habría impacto ambiental negativo alguno. La cuadratura del círculo.
Luego le echas un vistazo a sus números, y no se basan ni por asomo en su especialidad sino en una burda cuenta de sumar y restar al alcance de cualquiera. Dice que el Plan Hidrológico del Segura no cuenta las aguas subterráneas (algo que es falso, pues el término «escorrentía total» incluye las aguas subterráneas), y pasa entonces a sumar por segunda vez la infiltración de la lluvia al subsuelo. Chim-pum, me saco de la chistera unos cuantos cientos de hectómetros de agua y puedo seguir con mi cuento de contentar a todos.
¿Cuál es la realidad -constatada por innumerables hidrogeólogos-? Pues la realidad es que las dos terceras partes de los acuíferos de la cuenca del Segura están gravemente sobreexplotados (se han sacado, de forma acumulada, 13.000 hm3 de agua más de la que se puede sostener), y los acuíferos que no lo están se encuentran en la cabecera drenando íntegramente al río (por lo que si los «pinchas» le quitas agua al río: haces trampas jugando al solitario).
Y ojo, con esto no quiero decir que el Trasvase sea «necesario». No es de recibo que los que estamos en el Segura os matemos el río para hacer negocios de exportación. Aquí el gran problema es que la cuenca del Segura es, con mucha diferencia, la que mayor superficie tiene de regadío de toda España. Se supone que es la más seca, pero a la vez es la que más riega. ESE es el problema. Allí es donde hay que actuar.
Y recuérdese que las concesiones de agua del Trasvase son «a precario», por lo que pueden anularse en cualquier moment sin derecho a indemnización. Otra cosa es que políticamente no interese, dado el discurso monolítico del «agua para todos» (la típica estrategia de buscar un enemigo externo para ocultar las tensiones internas, causadas por el robo de agua).
Si te interesa algo más el asunto, pregunta por la Plataforma en Defensa de las Fuentes, la plataforma Segura Transparente, etc.
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