
“II Encuentro de pobladores rurales de Guadalajara”, Hontanillas, pedanía deshabitada de Pareja, el 24 de julio de 2010. Foto: Fernasam
«En la nueva fase de la movilidad espacial de la sociedad postindustrial, el motivo fundamental de las migraciones ha pasado de ser el trabajo y los estudios a otro nuevo tipo de motivaciones relativas a cambios, en ocasiones radicales, de modos de vida. Así, los nuevos inmigrantes rurales inciden en la composición de la estructura de las comunidades rurales rompiendo en muchos casos la homogeneidad de los núcleos rurales en mayor o menor medida, y proponiendo un escenario nuevo que es preciso determinar, medir y valorar respecto de las políticas de desarrollo rural». (*)
Por Gloria Magro.
Hoy sábado 27 de abril es jornada de reflexión y después del frenesí electoral de estas últimas semanas se agradece un poco de tranquilidad, aunque vaya a durar poco. En la mayor parte de los pequeños pueblos de la provincia lo que hay de sobra es tranquilidad, demasiada tranquilidad y no solo hoy, sino todo el año. Es lo que tiene la escasez de población, cuando no su ausencia total. Sus habitantes, donde aún los hay, también acudirán mañana domingo a las urnas, con la diferencia de que en aquellas localidades en las que pese a lo escueto del censo todos los vecinos voten y lo hagan a primera hora, el Ayuntamiento, la escuela local o el centro social habilitado para ubicar la urna se podrá cerrar con llave hasta que a última hora de la tarde se haga el recuento.
Sin embargo, lo más probable es que en pueblos con apenas un puñado de votantes censados eso sea imposible: muchos de los empadronados en localidades en la práctica despobladas a lo largo de toda la provincia no acudirán mañana a votar por la sencilla razón de que no viven realmente en esos pueblos. Me siento a hablar de esta paradoja y de las consecuencias que esto tiene para la provincia de Guadalajara con Isaac Alcázar –Isato de Ujados como se le conoce-, uno de los primeros repobladores de Fraguas, hecho por el que está condenado y a la espera de que se resuelva el recurso interpuesto ante el Tribunal Constitucional. Mientras tanto, Isaac baja los lunes desde Ujados (28 habitantes según la Wikipedia), en el extremo norte de la provincia, a Madrid, donde imparte clases avanzadas de Química Orgánica en la Universidad. Nuestro tema de conversación bordea Fraguas y su situación procesal. Detrás de todo ese penoso asunto y su complicada resolución legal, subyace un proyecto vital de éxito en cuya base hay una esperanza de futuro para el medio rural.
Isaac no tiene raíces rurales, es de Moratalaz, y pese a ello es probable que acabe en la cárcel por implicarse en un proyecto de repoblación del que ya no forma parte. Poner en marcha una comunidad para la recuperación de un antiguo pueblo deshabitado en el Parque Natural de la Sierra Norte, un espacio protegido, le ha llevado a ser condenado por usurpación de monte público y cometer un delito contra la ordenación del territorio en un enclave protegido por la legislación ambiental actual, según la sentencia. Esto fue en 2013 y la utopía duró algo más de un año. Desde entonces él y un grupo de repobladores escindidos de Fraguas por desavenencias en el modelo de proyecto allí, viven en Ujados agrupados como Colectivo Plántate y acogidos por la gente de la localidad, para quienes Isaac solo tiene palabras de agradecimiento dada la facilidad con la que les han aceptado y permitido llevar a cabo una iniciativa que va más allá de un modo de vida alternativo.
Charlamos de lo que implica hoy ser un neorrural y de la incidencia que tiene el factor demográfico en las elecciones de mañana domingo y sobre todo, en las próximas elecciones municipales de mayo. Todo el pensamiento construido alrededor de este movimiento lento pero inexorable que atrae hacia los pueblos a gente joven urbana, con formación universitaria y una visión utópica que pretende crear nuevas comunidades basadas en la autogestión de los recursos tradicionales, se puede encontrar en los múltiples artículos escritos bajo el nombre Isato de Ujados en la revista La Plazuela, de Sigüenza. El trabajo teórico de este universitario es amplio y abarca un compromiso vital primero en movimientos de liberación de espacios en Madrid, después puesto en práctica en Fraguas y ahora y a futuro como proyecto ya asentado en un recóndito pueblo cercano a Atienza; lo que toda la vida se ha dicho que era predicar con el ejemplo, en este caso llevado hasta sus últimas consecuencias.
Una vez fuera de Fraguas, en 2004, el germen del Colectivo Plántate se instaló en Hontanillas, una pedanía deshabitada de Pareja, dispuesto a definir de nuevo un proyecto rural con futuro y en este caso con una base legal. De los siete que allí empezaron, cinco acabaron en una finca cedida en Ujados. Allí han construido una comunidad autogestionada en sintonía con los habitantes del pueblo. «Nos hemos convertido en una referencia», cuenta Isaac y considera que el proyecto está siendo un éxito: ha conseguido repoblar el pueblo e integrar a un colectivo de gente joven y forastera y que además está dinamizando la vida local. «En Ujados llevaban quince años sin celebrarse las Fiestas y ahora vamos a tener las primeras Fiestas autofinanciadas: una semana de talleres y actividades, con un costo de siete euros por vecino«, explica. Acaban de fijar que las fiestas serán del 12 al 18 de agosto, el pueblo lo ha decidido en asamblea, y también han decidido que harán una paella para 270 personas que deben de ser la población estacional de Ujados en verano.

Ujados. La falta de viviendas disponibles imposibilita el crecimiento demográfico en muchas y envejecidas localidades de la provincia. Foto: J.V.Serrano.
El modelo cooperativo que han puesto en marcha en la localidad está saliendo adelante por la colaboración de los vecinos, que han cedido tierras y compartido conocimientos agrícolas con el grupo de repobladores. Sin esta convivencia cordial, la experiencia habría sido otra muy distinta y seguramente inviable. La cohesión dentro del grupo también es fundamental. Isaac y sus compañeros han logrado en unos años dejar atrás la subsistencia de muchos de estos proyectos de vida rural alternativa y logrado la viabilidad económica. No solo han aprendido a labrar la tierra y sacarle rendimiento, sino que tienen una destilería en la que producen cerveza y sidra a pequeña escala y de la que obtienen ingresos. A cambio, vuelcan en el pueblo su experiencia en comunidades urbanas autosuficientes: han abierto un centro social autogestionado y ofrecen hasta clases de yoga. La localidad también cuenta ahora con un grupo de música, Cacharreando, y tienen una asociación, la de Amigos de la Fragua de Ujados, a cuyo cargo corren las actividades culturales. El pueblo ha recobrado la vida, en definitiva.
Esta «feliz austeridad libremente elegida», puede parecer un espejismo a ojos profanos, pero la realidad es que en estos momentos el colectivo de Ujados tiene a su disposición más tierras de las que pueden labrar y resulta simbólico que hayan conseguido recuperar la vieja reguera del pueblo, una reliquia propia de otra época hoy perdida en la mayor parte de las localidades de la provincia una vez los huertos han sido convertidos en urbanizaciones.
La apuesta por el campo en sí mismo, al margen de ese pueblo-ciudad que es a lo que se aspira en muchas ocasiones cuando se habla de vuelta al medio rural, lleva a pensar que este modelo es replicable en otras zonas de la provincia. El colectivo de Ujados cree que hay mucha gente joven deseando salir de las ciudades y que según su propia experiencia, el primer escollo con el que se topan en estos pequeños pueblos es la falta de viviendas disponibles. Eso ha ocurrido ya en Ujados, pese a que muchas casas de la localidad permanecen cerradas y vacías la mayor parte del año. Otras pertenecen a herencias muy repartidas que hacen en la práctica imposible que se vuelvan a habitar. Hablamos de la posibilidad de que en estas situaciones los herederos las donen a los pueblos, algo que también está sobre la mesa en otros pueblos con la misma problemática.
Y ante la inminencia de las elecciones, Isaac me cuenta algo que le preocupa y que ya ha tratado en profundidad en sus artículos para La Plazuela: la desvirtuación del padrón municipal, aunque él prefiere llamarlo corrupción generalizada del padrón: el falseamiento de las cifras reales de habitantes de los pueblos, lo que acaba condicionando tanto el acceso a las ayudas existentes como la misma consideración de zonas desfavorecidas y despobladas en las estadísticas de administraciones públicas a todos los niveles, como por ejemplo de la Unión Europa.
Coincidimos los dos en que el movimiento neorrural es amplio, abarca realidades muy diversas, desde la okupación y la ilegalidad y las consecuencias que conlleva enfrentarse a la administración, como Isaac sabe muy bien, hasta las experiencias que se están llevando a cabo en comunidades como la Navarra, donde desde la Comunidad Foral se fomentan incubadoras de ideas que hacen posible modelos de autogestión rural novedosos y aún en construcción, como son las ecoaldeas. Se trata de superar el modelo de hostelería y casas rurales de fin de semana. Isaac es un experto en recetas que no funcionan, a pesar de que hasta ahora se creían la panacea del medio rural y las administraciones públicas siguen obcecadas en fomentar este modelo pese a que la realidad actual de los pueblos demuestra que no logra fijar población ni contribuye a mejorar la vida en ellos.
La próxima semana más experiencias rurales de repoblación en Guadalajara, en este caso ligadas a familias que han optado por criar a sus hijos en un entorno rural saludable, en la certeza de que tanto ellos como la comunidad, en este caso un pueblo a los pies del Alto Rey, ganan con el cambio.
(*) José Antonio Pérez Rubio y Marcelo Sánchez-Oro, «Motivaciones y orientaciones de los nuevos pobladores en áreas rurales alejadas», en Revista Española de Sociología