
Voluntarios de Didesur frente al local municipal que les servía de sede. // Foto: Objetivo CLM
Por Álvaro Nuño.
La guerra abierta entre los dos bandos del PSOE en el municipio de Azuqueca de Henares sigue abierta y más enconada que nunca. El último navajazo -muy bajo, por cierto- lo asestaba el alcalde, José Luis Blanco, sobre sus enemigos políticos dándoles donde más les duele, en un intento de terminar con la pequeña ONG Didesur (Dignidad y Desarrollo para el Sur) que pusieron en marcha hace más de dos décadas y de la que todavía forman parte hoy como voluntarios algunos de sus hoy rivales internos como su antecesor Pablo Bellido o el actual consejero de Desarrollo Sostenible, José Luis Escudero, echándoles del local municipal que mantenían abierto en el Foro Joven de la localidad y que prestaba las funciones de sede, además de tienda de productos de comercio justo, por cierto el primer centro de este tipo en toda Castilla-La Mancha.
«Es el día más triste de los 22 años de existencia de Didesur», afirmaba ante su sede a principios de esta semana la coordinadora de esta ONG, Teresa Luengo. La causa, «el Ayuntamiento de Azuqueca y en concreto su alcalde, José Luis Blanco ha decidido que dejemos el local en el que venimos trabajando en los últimos años». Todo esto lo decía acompañada de miembros de la ONG y del exalcalde de la localidad, Florentino García Bonilla, a quien agradeció haberles cedido hace más de quince años, ese pequeño local en los bajos del entonces Foro Cívico, al igual que al resto de gobiernos que lo han mantenido. De hecho, todo parecía indicar que seguiría igual en el actual mandato porque la Asociación había recibido una comunicación por escrito de la técnica de Participación Ciudadana el pasado 1 de septiembre ampliando la cesión del uso del local un año más.
Pero, de manera sorpresiva, un nuevo comunicado esta vez de la propia concejala del área, Charo Martín, revocaba esta decisión apenas un mes después, apelando de manera muy escueta a la «escasez de espacios municipales». Primero por correo electrónico el 1 de octubre les daba un plazo de quince días para dejar libre el local y al cumplirse dicho plazo sin llevarse a cabo el desalojo de manera voluntaria por parte de Didesur, les mandó una carta fechada el 7 de noviembre en que les daba cinco días más «para que el espacio quede totalmente libre y vacío». Y como concejala de Desarrollo Sostenible les comunicaba que necesitan disponer de ese espacio de 94 metros cuadrados concedido sin limitación de horario, lo que el Ayuntamiento considera «un agravio comparativo con lo que cedemos a otras asociaciones del municipio». A cambio, el Consistorio les ofrecía un despacho, un lugar que los voluntarios de Didesur consideran inapropiado e insuficiente para llevar a cabo sus actuales actividades como tienda de comercio justo.
«El actual alcalde ha decidido resolver algunas cuitas internas con personas de su partido que son voluntarias en esta asociación, cerrando este espacio». afirma Luengo y añade, «para quien se pregunte qué pasa entre el 1 de septiembre y el 1 de octubre es una sentencia del Juzgado nº 5 de Guadalajara que dice que José Luis Blanco ha perdido una denuncia que presentó contra algunas personas que son voluntarias de esta asociación -entre ellas, ella misma- en las que les acusaba de vulnerar su derecho al honor». Otros de los denunciados en este caso es el también azudense José Luis Escudero, además de otras dos personas, que vertieron varias críticas contra la figura de Blanco como alcalde, en su labor política, justo cuando este presentó su candidatura para desbancar a Emiliano García Page en las primarias regionales del año 2017, críticas realizadas en perfiles sociales y luego reproducidas en varios medios de comunicación y que finalmente, el juzgado ha creído que están amparadas en la libertad de expresión y dentro de los límites de la crítica política y por tanto sin ser insultos, ofensas o injurias, como Blanco creía y por las que les demandó.
«Él quiere que Didesur no exista en Azuqueca. La mala noticia para él es que vamos a seguir existiendo», afirmaba tajante la portavoz de la ONG. «No nacimos para ser serviles, ni para callarnos y no lo vamos a hacer. No sabemos cómo continuaremos, pero lo haremos», espetaba directamente dirigiéndose al alcalde campiñero.
Está claro que la cosa huele a venganza por parte de Blanco ante sus rivales políticos Bellido y Escudero. Además, ha ido a hacerles daño donde más les duele, en ese rincón que mantenían, no como cargos políticos ni como miembros del PSOE, sino como personas comprometidas con aquellos que menos tienen, con los desfavorecidos del planeta, fines y objetivos que mantiene la ONG a la que pertenecen. Y en el ataque se lleva por delante la acción social y humanitaria de toda la asociación, en un intento claro de hacerla desaparecer del mapa, sin importarle nada más.
Sin embargo, desde el otro lado de la trinchera, las cosas se ven de muy diferente modo. «Me parece que, una vez más, algunos colectivos quieren utilizar un problema que ellos mismos han generado para hacer daño al equipo de Gobierno cuando bastaría con echar un vistazo a los nombres de los integrantes de esta asociación para entenderlo todo», afirmaba en un comunicado sobre este conflicto abierto la edil de Desarrollo Sostenible, que piensa que son Bellido, Escudero y compañía los insolidarios con el resto de asociaciones al no conformarse con el despacho que les ofrece el Ayuntamiento: «Espero que deje de servir a intereses sectarios y partidistas y sepa compartir El Foro con el resto del tejido asociativo de esta ciudad». Con estas declaraciones de Charo Martín queda claro que esta no es sólo una cuestión de falta de espacio ni de reparto de recursos sino que es un nuevo capítulo barriobajero de una lucha intestina entre militantes de un mismo partido en una pequeña localidad -cierto es que cada vez menos pequeña- pero que se disputa en las distancias cortas y donde una de las partes, la de Blanco y su Equipo de Gobierno, ha decidido utilizar el desalojo como arma más efectiva contra el otro sector, claramente mayoritario fuera de Azuqueca -no hay que olvidar que Bellido es el secretario provincial del PSOE y hombre de confianza de Page, que le elevó a segunda autoridad civil de la región como presidente de las Cortes, sólo por detrás de él-.
El ya penúltimo desencuentro fue el propio cierre hace dos años de la Casa del Pueblo de Azuqueca, un local que albergaba la sede del PSOE y que los militantes afines a Bellido y a Escudero acusaban a Blanco de no pisar, a pesar de llevar sus siglas como alcalde, con lo que no daba cuenta de su gestión ante sus propios compañeros. Entonces la ejecutiva local tuvo que tomar esa decisión dijo que, obligada por las deudas provocadas a su vez por el reiterado impago de las correspondientes cuotas de buena parte de los militantes de la agrupación local, poniendo el dedo acusatorio, claro está, en José Luis Blanco y la mayoría de los miembros de su Equipo de Gobierno. Para más inri, se daba la circunstancia de que la casera era una concejala socialista del bando del alcalde, aunque ignoramos si alguien la pidió que aguantara sin cobrar por solidaridad obrera o si esta forzó el cierre exigiendo el pago de la deuda.
En cualquier caso, es público y notorio que la división entre socialistas en Azuqueca no solo va a menos, sino que se agrava con el tiempo, utilizando ambos bandos todas las armas a su disposición para dañar al contrario, pero formalmente compañero, aunque sea sólo de carné. El partido a nivel regional y provincial ninguneando con sus ausencias a la segunda localidad en importancia de Guadalajara -como se pudo comprobar en la presentación del nuevo polígono industrial ALMA– y la otra con la entrada a la espinilla sin balón, en el ámbito estrictamente local y rozando lo sentimental.