La doctora Sara Bravo // Foto: Melania Ramos
Por Melania Ramos (*)
No sé ni cómo empezar esto. Ni siquiera estoy segura de ser la persona adecuada, ya que no formaba parte de tu círculo más íntimo de seres queridos -a quienes les envío un gran abrazo-. Sin embargo, debido al cariño inmenso que te tenía y te tengo, no podía perder la oportunidad de dedicarte unas palabras.
Cuando vi tu nombre mediante un tweet informando de tu fallecimiento, junto a una foto de tu rostro en blanco y negro, quedé en shock. ¿Sara? ¿Sara Bravo? ¿Mi Sara, esa chica risueña y extrovertida con la que hice piña en el campamento, con la que luego he seguido manteniendo contacto y habíamos hablado alguna vez de volver a vernos? No me lo podía creer. Al final del día, todavía pensaba que había sido una confusión con alguien que se parecía mucho a ti… cualquier cosa, antes que aceptarlo.
Luego, fui enterándome de más detalles y la confusión dio paso a la tristeza más profunda, a la rabia… y también a la admiración. No eras solo Sara. Eras la doctora Bravo. Y así te contagiaste, haciendo tu trabajo, ayudando a personas que presentaban síntomas. Tú, que eras grupo de riesgo al presentar una patología pulmonar previa, aun así, seguiste ejerciendo. Debido a esto, lo que en principio tenía pinta de ser una pequeñez, se fue convirtiendo poco a poco en algo fatal para ti. Hasta que te fuiste, con 28 años, en la flor de la vida y con un alentador futuro que se te ha -se nos ha- arrebatado.
Sara junto a su amiga Meli, autora de este texto.
Aunque te hayas ido, hay cosas que se quedan para siempre. Como el recuerdo de tu sonrisa y de tu amabilidad, pues le tendías la mano a cualquiera que lo necesitara. Tu cabello rizado, medio rubio en el momento en el que te conocí. O tu amor por la cocina y esos postres fabulosos que hacías. Los momentos en el campamento, siendo prácticamente niñas, donde nos apoyamos mutuamente y forjamos una conexión duradera, a pesar de la distancia y haber tomado caminos distintos. Quizá esos dibujos que nos hicimos, los cuales sé de buena tinta que guardaste con cariño… todos estos retazos de ti se quedan en mi corazón.
Te mereces un monumento, Sara, de verdad te lo digo. Aunque cualquier homenaje supondrá poco alivio para lo que ha sido la mayor catástrofe: perderte. En cuanto a mí, me he quedado sin la ocasión de volver a tomarme un café contigo y abrazarte, y la lección de que las oportunidades no deben desaprovecharse. Nunca sabes cuándo tendrás que decir adiós.
Siempre en mi corazón. Nos volveremos a ver.
* Melania Ramos era amiga Sara Bravo (Ciudad Real, 20 de junio de 1991), médico de familia en el Centro de Salud de Mota del Cuervo (Cuenca), localidad en la que falleció el pasado 29 de marzo a los 28 años, víctima de la Covid-19.
Este obituario es un artículo de recuerdo de la serie “Más que un número. En memoria de las víctimas del Covid-19”, con el que tratamos de compartir los recuerdos de todas aquellas personas que se marcharon víctimas de la pandemia del coronavirus en Guadalajara y que ni siquiera sus familiares, amigos y conocidos pudieron despedirse de ellos. Trata por tanto de ser un espacio de memoria colectiva, que sean más que un número en las cifras oficiales.
Si conocías a alguna de las personas que lamentablemente han fallecido víctimas de esta pandemia en Guadalajara, compartimos aquí su recuerdo, en principio, todos los martes y viernes. Puedes hacernos llegar textos con enlaces y fotos de las personas recordadas a:
- Correo electrónico: elhexagonoguadalajara@gmail.com
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Se trata de recopilar buenos recuerdos. Confiamos en su veracidad.
¡Muchas gracias por vuestra colaboración!
El hexágono de Guadalajara 