
Por Patricia Biosca
Como manda la costumbre, cada cierto tiempo, el presidente de la Junta (aunque esto pasa aquí, en Castilla-La Mancha, y en la China Popular, sin variación) sale de la capital de su reino regional para darse un garbeo por las tierras provincianas colindantes. Este fenómeno de “tourné política” se repite sin periodicidad precisa -si bien se suele dar con más intensidad en momentos cercanos a los electorales-, pero con la certeza de que volverá a ocurrir, incluso aunque no queramos. Como la erupción de un volcán, un terremoto, la gota fría o los chistes de Matías Prats. Es algo inevitable. En este “pirulo”, se suele aprovechar para anunciar compromisos, dar buenas nuevas que pongan una sonrisa y esperanza en el rostro del cansado pueblo, una gota de ilusión y novedad. Sin embargo, esta semana estoy experimentando un dejavu. Un fallo en Matrix. Un día de la marmota. Page ha estado de nuevo aquí, sí. Pero hablando del Hospital de Guadalajara, del Campus alcarreño de la UAH, del Parador de Molina. ¿Les suena a “breaking news”? ¿Estamos en 2020 o a principios de los 2000? Indíquenme, porque estoy a punto de sacar mis calentadores fucsias…
El periplo empezó el domingo, día del Señor y en el que se celebraba también el Día Mundial del Turismo. El presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, viajaba a Molina de Aragón para visitar las obras del parador. Ese que lleva prometido desde 2005 por sus propias siglas (y, aunque sea de letras, me salen 15 años, no una década tal y como apuntó en rueda de prensa el presidente). Según Page, ataviado con mascarilla, chaleco reflectante y gorrito de albañil, él estaba allí para dar “certidumbre absoluta” de que la infraestructura estará lista en 2021 y funcionando a pleno rendimiento en 2022. El presidente sabe que el anuncio suena a chiste malo (pero que los de Matías), por lo que no dudó en remarcar que su anuncio es una “noticia realista”. No hay más comentarios, señoría.
El lunes el viaje se precipitaba, pareciendo la adaptación al cine de la novela de Dan Brown, “El código Da Vinci”, en la que el argumento está tan apretado que no sabes si estás viendo una película de intriga o al señor de Crónicas Marcianas que sumaba a una velocidad vertiginosa. No en vano Page calificaba a su nuevo compañero de camino, el alcalde de Guadalajara, Alberto Rojo de “Red Bull”. “Eres energético”, de decía entre risas, con una camaradería palpable rozando el esférico botando de forma innecesaria en múltiples ocasiones de lado a lado de la cancha. Mientras, las reuniones y los anuncios se sucedían como una ametralladora. Primero, la noticia de que, si todo va bien, el Hospital Universitario de Guadalajara comenzará su mudanza al flamante edificio nuevo en mayo. Eso sin que las obras, que se anunciaron allá por 2008 la primera vez, estén terminadas aún. Tras acostumbrarnos a las grúas paradas como algo característico del paisaje arquitectónico de la capital alcarreña, “movida” con el parking y fotos con figurantes incluidas, el culebrón del Hospital se terminará en mayo, según nuestro presidente. Permítanme que guarde algo de escepticismo.
Después, y casi sin desayunar, reunión en el Infantado para tratar el tema del Campus Universitario (¿Han cantado bingo?) junto con el alcalde de Guadalajara, quien adelantaba que en “las próximas semanas” empezará un proyecto “revolucionario” en el suelo de Las Cristinas -aunque el primer proyecto que data de 2006 se ideó para el polígono en el extrarradio de El Ruiseñor- del que no se ha avanzado nada. Y como “bola plus” del sorteo -si bien con un premio irrisorio-, ambos hicieron mención a la inversión de 3 millones de euros en el Fuerte de San Francisco, un tema que lleva entre el olvido y la gresca política desde hace 30 años, tal y como explicó mi compañero Álvaro Nuño. Uno de los lugares más emblemáticos y abandonados de la ciudad, que volvió a resurgir en las pasadas elecciones autonómicas, momento en el que la Junta y el Ayuntamiento de Guadalajara -en ese momento regido por el PP con Antonio Román a la cabeza- utilizaron el lugar como escenario de Guerra Fría provincial, si bien todos los equipos de Gobierno, tanto regionales como provinciales y locales, han dejado a su suerte a los vecinos que aún moran aquellas casas en situación alegal. Sin embargo, en el anuncio del lunes, tras promesas de que se devolverá su uso a la ciudadanía y de que hay que pensar muy bien qué se hará con aquel complejo, ni una propuesta concreta de sus usos futuros. Un bingo sin mucho bote, vamos.
Y quizá alimentado por la taurina natural que corre por sus venas, Rojo también tuvo tiempo de hablar delante del presidente de la integración del Henares en la ciudad, del centro de Salud de Los Valles, la creación de un “gran intercambiador” de autobuses donde se encuentra la actual estación o las conexiones de Cuatro Caminos con las principales vías de comunicación. Todo sin haber llegado al almuerzo. Me da que alguien va a dormir bien esta noche…