Por Gloria Magro.

Los cuerpos de ventidos represaliados en la posguerra no reclamados por sus familias acaban de ser dignificados con una sepultura a cargo del Ayuntamiento de Guadalajara. Foto: D. Barbas
Durante décadas muchas familias solo pudieron acudir a rezar a sus muertos al cementerio el 1 de noviembre, único día del año en el que se abría el recinto civil. En este lugar, un espacio entonces oculto tras un muro en el Patio 4 o de Santa Isabel, tuvieron lugar cientos de ejecuciones sumarísimas a partir de 1939, una vez acabada la Guerra Civil. Los fusilados eran acusados de un único crimen, según se puede leer hoy en las sentencias: su filiación política a partidos y sindicatos de izquierda legales durante la Segunda República.