Por Álvaro Nuño.
«Mal, sin paliativos». Así es como definió el estado de la región el mismísimo presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García Page, en el primer debate sobre este asunto de esta legislatura y que se celebraba en las Cortes de Toledo esta semana. El presidente se refería concretamente a la situación económica, pero podríamos ampliarla al resto de los ámbitos en una Comunidad Autónoma con más de 47.000 casos de infectados desde el comienzo de la pandemia y la friolera de 3.235 personas fallecidas. Con ese panorama, se agradece el reconocimiento de la situación, más cuando estamos acostumbrados a oír habitualmente como un discurso preconfigurado a los responsables de la gestión que todo el monte es orégano. Lamentable y dolorosamente, hoy no puede decir nadie eso, ni en Toledo, ni en Madrid, ni en Guadalajara, donde nos acercamos a la espantosa cifra de los 300 muertos –ayer íbamos por 292-. «Todos los datos van mal», reconoció Page, aunque aseguró que como en otras ocasiones «saldremos de esta». Tiene razón el barón socialista, la esperanza es lo último que debemos perder y si quien está al frente del timón del barco tira la toalla, apaga y vámonos.
Siguiendo con los símiles acuáticos, es el momento de remar todos al unísono en la misma dirección y, en este caso, además hay que remar contracorriente, contra una corriente fuerte que nos lleva a la deriva. Así lo piensa el propio presidente y dijo estar dispuesto a mantener una política de moderación y de consenso… con los agentes sociales, y solo con ellos porque a tenor de los resultados de las votaciones, se ve que es imposible que los dos principales partidos de la región -PSOE y PP- se pongan de acuerdo en algo, ni siquiera en esta situación tan grave. Y la gente de a pie se pregunta: Si no se ponen de acuerdo ahora con la grave crisis en la que ya estamos inmersos, ¿qué se necesita para que lo hagan?
Escuchando el debate, tanto al líder socialista como después al popular Paco Núñez, está claro que el entendimiento entre ambos es imposible. Suenan ridículos los reproches mutuos seguidos de los aplausos de los propios y algún aspaviento en la bancada contraria. Eso resulta un circo de una única pista –presidido por el azudense Pablo Bellido, que la verdad es que tuvo que intervenir poco. Incluso el albaceteño le propuso al toledano suscribir justos los futuros presupuestos para 2021, como un símbolo de unidad de acción entre sus dos partidos, aunque la mayoría absoluta del PSOE hace sus votos completamente innecesarios: Núñez, propuso desde el atril a Page, trabajar «juntos» por la región y pactar «unos nuevos presupuestos que den respuesta a las reclamaciones de la sociedad». Y este le respondió estar «dispuesto por el interés de la comunidad autónoma, por el interés de todos a llegar a acuerdos en todos los sentidos (../..) y, además, sin insultos y sin política sucia”.
Pero cualquiera que viera el desarrollo del debate se habría dado cuenta de que las intenciones de ambos se diluyeron como un azucarillo. No hay más que ver el resultado de las votaciones de las resoluciones, en las que cada uno voto a favor de las suyas y en contra de las de enfrente. Así, el PSOE -apoyado en nuestra región por Ciudadanos- aprobó todas sus iniciativas -sobre la Constitución, desarrollo económico, sanidad, agua e infraestructuras; educación, cultura, juventud y deporte; bienestar social e Igualdad; y agricultura, agua y desarrollo sostenible- además de respaldar con sus votos otras cuatro de los naranjas sobre tensión política y consensos, atención primaria, inmersión digital educativa. y atención a personas mayores. Ambos, sin embargo, rechazaron las siete propuestas de resolución presentadas por el Grupo Popular, lo que demuestra que el consenso planteado el martes se fue por el váter sólo 24 horas más tarde.
Queda lejos, por ejemplo, la unanimidad conseguida por todos los partidos políticos en el cercano -geográficamente hablando- Ayuntamiento de Madrid, donde el Pleno aprobó sin ningún voto en contra un documento con 352 medidas para reactivar la ciudad tras la pandemia el pasado mes de julio. ¿Son del mismo partido los populares del Ayuntamiento madrileño -allí gobiernan- que los que aquí ocupan los bancos de la oposición? Podemos hacernos la misma pregunta con los socialistas, que allí apoyan al gobierno del PP conscientes de la gravedad de la situación y de la necesidad del tan cacareado consenso. Y también Ciudadanos apoya allí al gobierno, como también lo hace aquí, aunque tengan colores diferentes y allí sus votos sean más necesarios que aquí. Pero tiene más mérito José Luis Martínez Almeida, porque allí hay siete grupos municipales y aquí sólo tres.
Señor Page, señor Núñez y señor Ruiz, por una vez y ante la reconocida gravedad de la situación, consensuen el rumbo que debe tomar la nave, pónganse de acuerdo, repártanse el trabajo y remen en la misma dirección, que no puede ser otra que la administración regional despliegue todas las herramientas que tenga a su disposición para que se produzcan el menor número de infectados posibles, que los que lo hagan tengan un tratamiento rápido y eficaz, que se frene el sangrante número de fallecidos, y que, a los que todavía no hemos sido atacados por el bicho o ya lo hemos pasado, tengamos la posibilidad de ganarnos la vida honradamente, recibir las ayudas necesarias, estudiar o desarrollar cada uno nuestra vida lo mejor posible en la nueva normalidad. Eso sería intentar conseguir un buen estado de la región. Y los 33 diputados en Cortes deben intentarlo con todas sus fuerzas porque para eso están allí, no sólo para jalear al propio y pitar al contrario.