Por Sonsoles Fernández Day
Ya le pueden echar la culpa a la burocracia europea, a los tejemanejes de las empresas farmacéuticas o a la borrasca Filomena, pero lo cierto es que la campaña de vacunación contra la Covid-19 en España va mucho más lenta de lo que nos habían prometido. Bastante más lenta. Aunque en la tele veamos una y otra vez imágenes de hombros al aire recibiendo el anhelado pinchazo, las estadísticas nos ponen en los últimos puestos de la cola en Europa.
Cuando a primeros de noviembre se confirmaba la eficacia de la vacuna de Pfizer, el entonces ministro de Sanidad, Salvador Illa, auguraba una vacunación ‘masiva’ para la primavera. Su sucesora, Carolina Darias, decía este lunes que el objetivo del Gobierno es que el 70% de la población esté vacunado, esta vez, antes del final del verano y que habrá una llegada ‘importante’ de dosis de la vacuna de Pfizer en el mes de abril. Y así, vacilando entre la masa y la importancia, van pasando las semanas.
A principios de la semana, 1.096.922 afortunados en España habían recibido las dos dosis que se prescriben de la vacuna contra el coronavirus. Esta cifra supone solamente el 3,1% de la población total del país, de lo que cualquiera puede deducir que, o cambia mucho la estrategia, o estamos muy lejos de conseguir el prometido 70% de población felizmente inoculada por la vacuna, de la marca que sea, para el próximo verano.
En Castilla-La Mancha son casi 50.000 personas las que ya han completado la vacunación con sus dos dosis. Según el Consejero de Sanidad, Jesús Fernández, ya se ha vacunado el 80 por 100 de los sanitarios del sector público, así como los residentes y trabajadores de centros de ancianos. Esta semana deberían vacunarse los sanitarios del sector privado y los mayores de 95 años y sus cuidadores y, a partir de la semana que viene, los mayores de 80 años. Según la información de la Consejería, Castilla-La Mancha ‘es una de las regiones donde el número de dosis administradas es mayor al de las recibidas’. Debo ser muy torpe porque no consigo asimilar este dato. O tenemos la capacidad de multiplicarlas, como el milagro de los panes y los peces, o se las hemos tomado prestadas a los maños o a los valencianos cuando pasaban por aquí. Que me lo expliquen.
En otra fuente escriben que se han administrado el 91,4 por ciento de las dosis que han sido entregadas a la Comunidad Autónoma. Esto sí tiene lógica pero tampoco quiere decir que estemos a tope de vacunados. Recuerden que, aunque sea casi la totalidad, si ésta no es muy elevada, seguimos yendo a paso de tortuga.
Emiliano García-Page dice que confía en que los mayores de 70 años estén vacunados a lo largo del verano. Y, aunque aún faltarían los de 60 para abajo, el presidente de la Comunidad manifiesta estar esperanzado en que, para el otoño, ‘la región viva en una razonable normalidad’. Conclusión: que nos queda mascarilla, distancia y limitaciones para varias temporadas. Eso, sin mencionar cepas llegadas de otros países y vacunas que no sirven para combatirlas. De ese tema no se habla. Por no poner nervioso al personal, imagino.
El alcalde de Guadalajara, Alberto Rojo, ha ofrecido las instalaciones de la ciudad que sean necesarias para ayudar al proceso de vacunación, como el pabellón multiusos, el polideportivo David Santamaría o el complejo deportivo Fuente de la Niña. Aunque en algunos lugares se ha recurrido ya a estos espacios para vacunaciones masivas, Fernando Simón, director del Centro de Alertas y Emergencias Sanitarias, decía esta semana que ‘no es necesario preparar hoy en día grandes infraestructuras para vacunaciones porque no hay suficientes vacunas en España y, en un futuro, el sistema nacional de salud debería ser capaz de gestionarlo sin recurrir a este tipo de soluciones’. Sabiendo el índice de aciertos al que nos tiene acostumbrados el señor Simón, yo de usted, señor Rojo, iría preparando también el campo de fútbol Pedro Escartín y una carpa en el recinto ferial. Si vienen las importantes dosis prometidas en abril, la siguiente catástrofe sería tener vacunas y no poder administrarlas. De paso, vayan preparando también personal cualificado para pegarnos el pinchazo, que de eso, tampoco hay suficientes.
Si tienen curiosidad por saber aproximadamente cuándo les tocará vacunarse y cuántas personas tienen por delante, existe una herramienta llamada Omnicalculator que en razón de sus características de edad, trabajo y salud les calcula su posición en esa cola virtual y les dice el tiempo de espera que les queda. Los que se han atrevido a entrar, descubren que la espera va a ser larga. Igualmente pueden consultar el Tarot o hacer que les lean las líneas de la mano. En vista de los patinazos que están dando, la garantía y credibilidad de aquel y estos recursos es parecida.
Vacilar puede significar falta de estabilidad o equilibrio, estar indeciso o titubeante y también, tomar el pelo a una persona. ¿Les parece a ustedes, como a mí, que con esto de las vacunas, vacilan y nos vacilan? Una campaña de vacilación y vacunación y la paciencia ciudadana.
Salud y prontas vacunas para todos.