Es curioso el paso del tiempo y su efecto en nuestros cuerpos. Quizá tenga algo que ver que cada diez años todas y cada una de las células de nuestro cuerpo se han renovado, convirtiéndonos en un ser totalmente nuevo al del principio, al que parió nuestra madre; o a nuestro ‘yo’ adolescente, si han pasado los suficientes años; incluso al veinteañero que se comía el mundo a la vez que se moría de la vergüenza por tonterías. Eso podría explicar que, de pequeña, las torrijas y el potaje fueran dos de mis penitencias de Semana Santa, un peaje a pagar por unas vacaciones que gastaba en procesiones de enigmáticos capuchinos y violentas imágenes en procesión (ver cargar con una cruz a un señor casi esquelético coronado por espinas no es precisamente equiparable a un capítulo de los Teletubbies) que me permitían ver uno de los temas tabú por excelencia: la muerte. Sin embargo, crecí y curiosamente las torrijas y el potaje se convirtieron en los mayores alicientes de esta pausa laboral que en realidad tampoco es tan larga. Más aún cuando, de repente, una pandemia mundial azota al planeta Tierra y nos deja durante dos convocatorias sin más planes que acercarnos a Cuenca (en el caso de los castellanomanchegos, claro).
Tras obtener un meritorio tercer puesto en el Campeonato de España sub-18, asciende, con 18 años, hasta el puesto 1045 del ranking mundial. En julio viajará a Estados Unidos para estudiar en la Universidad de Mississippi.
Yo nací bebé, como nos recuerda Roberta Marrero en su libro “El Bebé Verde”. Pues eso, nací bebé y me hizo falta tiempo para saber que, además de bebé, también era una mujer. Mi entorno no me reconocía como yo era, y sin embargo no tuve, o no la encontré hasta mucho más tarde, la forma de mostrarme, la mayor parte de mi vida nadie me reconoció mujer.
«El desarrollo de un pueblo va unido al de su lengua» E. B. De Condillac.
Quién no ha dicho alguna vez las siguientes expresiones sin sentir el más mínimo atisbo de culpabilidad: Me engañaron como a un chino, No hay moros en la costa, Vas hecha una gitana, Trabajo como un negro… Las frases que aluden a otras comunidades en su versión más peyorativa son habituales en nuestro lenguaje diario y están totalmente aceptadas; después de todo el lenguaje es eso, solo lenguaje. Las palabras no matan ni hieren y sin embargo, los microrracismos se nutren de ellas, de los códigos compartidos que para comunicarnos usamos como sociedad. El Ayuntamiento de Guadalajara pone el acento en estas conductas lingüísticas en su última campaña audiovisual con motivo del Día Internacional de la Eliminación de la Discriminación Racial.
Que el centro político en nuestro país está herido de gravedad a tenor de los últimos acontecimientos parece una obviedad a estas alturas. Y saber si está herido de muerte o logrará reponerse a las últimas crisis de transfuguismo murciano y Toni Cantó a lo Simeone “partido a partido” resulta una incógnita.
Lo que sí resulta de interés es saber cuáles fueron aquellos polvos que trajeron estos lodos. Por hablar de lo que conocemos, podemos analizar cuál ha sido la trayectoria del partido Ciudadanos en Guadalajara y Castilla-La Mancha. Guadalajara ha acogido 28 Maratones de Cuentos y solo en una ocasión el alcalde de la ciudad no lo ha inaugurado. Era el año 2015 y Antonio Román andaba encerrado negociando el acuerdo con Ciudadanos que al día siguiente le convertiría en alcalde por tercera ocasión. Cuatro años después, en 2019, ese mismo partido hacía alcalde a Alberto Rojo. Entre Antonio Román y Alberto Rojo lo único que hay en común son las iniciales de sus nombres. Y sin embargo ha sido el mismo partido el que les ha hecho alcaldes a ambos. ¿Qué podría haber en común entre los programas electorales del PP en 2015 y el PSOE en 2019? Imaginamos que la respuesta de Ciudadanos sería que en los dos acuerdos de investidura han incluido proyectos beneficiosos para Guadalajara. Pero claro, es que gobernar con el PSOE habría de significar compartir parte de sus idearios en materia de igualdad de oportunidades, feminismo, lgtbiq+, presión fiscal, muerte digna, aborto, dependencia… Y en la misma línea, gobernar con el PP habría de significar compartir parte de su ideario en torno a estas cuestiones. ¿O no?
Un vecino o una vecina de Guadalajara hoy tendría bastante complicado saber qué votó cuando eligió la papeleta de Ciudadanos en las últimas Elecciones Municipales. Y si esas mismas personas ese mismo día eligieron la papeleta de Ciudadanos en las Elecciones Autonómicas sus dudas serán mayores. Ciudadanos en Castilla-La Mancha alcanzó un acuerdo de legislatura con el PSOE de Castilla-La Mancha en el que se incluía gobernar juntos varias alcaldías entre las que se encuentran las de Guadalajara, Ciudad Real y Albacete. Carmen Picazo sintoniza con las políticas de García-Page en Castilla-La Mancha y a pocos kilómetros Ignacio Aguado ha sustentado desde su vicepresidencia las políticas de Isabel Díaz Ayuso en Madrid.
Que todos los partidos son iguales y que estas estrategias las utilizan todas las formaciones no sirve para justificar las incoherencias en las que este partido se ha visto inmerso hasta que este constante baile de la yenka ha desembocado en la deserción de los diputados murcianos de la línea oficialista que les marcaban desde Madrid.
El resultado es que, lastimosamente, el centro político en nuestro país se debilita y dejamos huérfanos a un buen número de vecinas y vecinos que realmente han confiado en las diferentes opciones de centro que han aparecido en España en democracia. Empezando por el CDS y acabando por UPyD la suerte que han corrido estas formaciones ha sido similar. Cada una ha aparecido como respuesta a una realidad muy concreta que finalmente ha acabado por fagocitarla. Ciudadanos nació para frenar al independentismo en Cataluña y ese germen le hizo crecer y extenderse por todo nuestro país. Pero una vez que su victoria en las elecciones catalanas de 2017 se mostró pírrica para impedir que las fuerzas que reclaman la autodeterminación en Cataluña siguieran gobernando, su encaje en las políticas locales de cada territorio se convirtió en una pérdida identitaria que les ha llevado a encadenar fracasos electorales desde 2019.
Alejados de la alta política, las concejalas y los concejales del Ayuntamiento de Guadalajara y de todos los ayuntamientos de España que con ilusión, compromiso y lealtad a las siglas de Ciudadanos tienen que seguir dando la cara día a día, siguen siendo la esperanza de que en nuestro país pueda seguir existiendo un amplio espectro donde haya espacio para opciones políticas moderadas.
Para la mayoría de nosotros no era algo habitual hace unos meses estar escaneando códigos QR con el móvil. Ha sido por la pandemia que lo hemos incorporado a nuestras costumbres y al paisaje, como las mascarillas y el gel hidroalcohólico. Los códigos QR se han convertido en aliados de la hostelería y otros muchos servicios, ayudando a minimizar los contactos y mantener la distancia social. Han supuesto una solución a cartas menú, programas de espectáculos o instrucciones de cualquier tipo. Pobre de aquel que prefiere lo tradicional o quien se haya quedado sin batería en el móvil. El miedo al contagio nos hace tocar lo menos posible y, gracias al código QR, no tocas, escaneas. Frío, pero práctico.
Hay iniciativas que, por pequeñas que puedan parecer, tienen especial trascendencia en el medio rural y pocas o raras veces se destacan lo suficiente en tribunas como ésta u otras de similar apariencia. Una de esas ideas que lleva ya varios años materializándose con éxito es la puesta en marcha por la Diputación Provincial de Guadalajara consistente en la entrega gratuita de árboles a los municipios de la provincia para su plantación allá donde consideren oportuno.
Cuando empezó este 2021 me dije a mí misma que sería el año de los poetas. Si el 2020 había sido un año autobiográfico (2 ceros, 0 unos, 2 doses y 0 treses), de los que se escriben a sí mismos y hacen historia; el 2021, un año que llevaba en sus entrañas las cifras del día de la Poesía, a pesar de todas las apariencias pandémicas y de inmovilidad con que iniciaba, en mi imaginación y desde mis deseos, venía arropado por el manto de la poesía. Ahora que arranca la primavera este domingo y que celebramos el Día Mundial de la Poesía por todo lo alto, Le Printemps des Poètes que dicen los franceses, espero que así sea y que, nos quede lo que nos quede de COVID, nos acojamos a la poesía y a lo que hay en ella de valioso.
Los primeros edificios del Balconcillo con la chimenea de Calorcope en primer término.Foto: Nueva Alcarria
Los baños estaban alicatados en pequeños gresites de un vistoso color verde. El lavabo tenía dos grifos de rosca y enfrente había una bañera inmensa, un invento maravilloso que pocos de aquellos nuevos propietarios habían visto hasta entonces en una vivienda. Pero el verdadero milagro ocurría cuando se giraba el grifo de la izquierda y como por arte de magia salía un caudal inagotable de agua caliente sanitaria. Hoy nos parece una necesidad básica en la que apenas reparamos, pero el suministro de agua caliente era un verdadero lujo en 1971, cuando llegaron los primeros ocupantes a los bloques de nueva construcción del Polígono El Balconcillo. Desde entonces, Calorcope, la primera central de calor de la ciudad, abastece a más de mil quinientas viviendas de lo que en su día fue la primera operación urbanística de envergadura en Guadalajara. Cincuenta años después, la cooperativa continúa funcionando a pleno rendimiento, siendo aún objeto de estudio para los nuevos ingenieros.