La soledad del estudiante universitario

Por Sonsoles Fernández Day

Son tiempos en que lo normal no es como era, hasta las tormentas ahora parecen tropicales, y la pandemia o la crisis sanitaria, como prefieran, ha transformado casi todas nuestras rutinas. Nada tiene que ver la vida de un estudiante universitario que se pasa horas encerrado en su habitación sentado frente al ordenador con la de vivir la experiencia junto a los compañeros en una clase llena, en la biblioteca de la Uni o en el bar de la Facultad. Aunque la mayoría de los chavales de dieciocho años no conocerán la letra, diremos ‘triste y sola, queda la Universidad’ este año más que nunca. La Universidad, y los universitarios.

Algunas universidades han mantenido las clases presenciales, limitando el aforo del aula. La asistencia de los alumnos, en el caso de que sea superior al aforo establecido, se alterna entre presencial y telemática. De esta forma, aunque el alumno esté en su casa, lo que está siguiendo online es una clase real. En cambio, en otras, como es el caso de la Universidad de Alcalá de Henares, tanto allí como en el Campus de Guadalajara, las clases son principalmente por internet. El profesor imparte su clase desde su ordenador, en su casa o en algunos casos donde le funcione el wifi, y el alumno atiende o se duerme, según le plazca porque nadie vigila, delante de su pantalla.

Aunque lo más generalizado es un sistema mixto de una semana presencial y otra telemática, en algunos Grados los alumnos solo van a clase dos días cada quincena, y, a veces, de esos dos días, hay algún profesor que elige el otro método. Es decir, que, en el mismo día, tienen clases presenciales y online. Para volverse loco. El Campus de Guadalajara acoge a alumnos de otras Comunidades Autónomas. Algunos no viven en la ciudad, sino que pagan un alquiler o una habitación en Alcalá de Henares o Torrejón de Ardoz, quizás porque les apetecía estar más cerca de Madrid.  Sin clases y sin una vida universitaria real, muchos se han ido desilusionando. Es posible que hasta un 60% de los alumnos abandone este año la carrera.

La cifra es brutal, pero se corresponde con la falta de motivación y la fatiga mental que les produce esta situación. Se quejan de que no están aprendiendo lo que debieran. De que hacen más trabajos y estudian menos. Dicen que algunos profesores no están familiarizados con la tecnología y se pierde mucho tiempo, que no se les oye bien o que no hay quien les siga. Recuerdo clases en la Facultad que requerían de una puesta en común con los compañeros para rellenar los huecos en los apuntes. A ver cómo se hace eso ahora desde tu cuarto. Lo harán, pero no tendrá la misma gracia.

También puede ser el alumno el que no tenga una buena conexión, no disponga de un espacio para él o esté obligado a compartir un ordenador con sus hermanos o con sus padres. La brecha económica es real y no todos los jóvenes tienen las mismas facilidades.

Además de los problemas de comunicación preocupa la falta de contacto social. Los estudiantes se sienten solos, se aburren metidos en casa. Un alumno de primero de Grado probablemente creía que entraba en la mejor etapa de su vida, y resulta que apenas conoce a sus compañeros de clase, porque casi no se ven. Por increíble que parezca, asistir a clase es lo mejor que les puede pasar. Solo los más perezosos tienen ahora ganas de hacer novillos.

Cualquiera se preguntaría por qué los colegios y los institutos han conseguido, gracias al empeño de los profesores y a la disciplina de los alumnos, seguir con las clases presenciales a pesar de los vaivenes del coronavirus, y no ha podido hacerse lo mismo en las universidades. Los desplazamientos, no son todos del barrio como en el colegio, y las múltiples interacciones sociales propias de la edad, parecen ser los principales motivos para que se mantenga a los estudiantes universitarios más tiempo en casa. Alejados del contacto social de clase por exceso de interacción el fin de semana. Triste e irónico.

No sé si estoy aprendiendo algo’. Esta es la principal frustración de los jóvenes que han dado el curso mayoritariamente online. Puede que tengan que repasar las materias, si es que les hace falta en el futuro, pero no duden que más adelante se darán cuenta de que la vida siempre enseña. Y este año, todos hemos aprendido mucho.

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