Salud también para la prensa

Por Gustavo García

El pasado 3 de mayo se celebraba el Día Mundial de la Libertad de Prensa. Unos tiempos estos en los que cada vez más se ataca a dicha profesión por parte de diferentes sectores. Hasta tal punto es así que la Federación de Asociaciones de la Prensa en España (FAPE) y la propia organización del sector en la provincia de Guadalajara hicieron públicos sendos comunicados –además de otras asociaciones– en los que se denunciaban estas prácticas y se defendían los derechos y bondades del periodismo.

La apuesta es por el valor esencial del “periodismo independiente y veraz» y “liberarse de las noticias falsas gracias al papel de los medios de comunicación de calidad”.

La Asociación de la Prensa de Guadalajara (APG) pedía en esa jornada que los informadores “se basen siempre en hechos veraces y verificados” y recalcaban que ello es “un bien público y un servicio esencial para asegurar la supervivencia de la democracia”. Y, añadía: “Este valor está siendo amenazado, entre otras cosas, por la exacerbada polarización política que sufrimos y que socaba a diario la convivencia, la tolerancia, el diálogo y la posibilidad de alcanzar pactos que den solución a los problemas de los ciudadanos”.  Pide también el fin del “hostigamiento que algunos políticos tienen contra los periodistas, a modo de veto, señalamientos o descalificaciones”. “Este arma política sólo pretende silenciar a los profesionales de la información. Algo que, inevitablemente, afecta al derecho de los ciudadanos de estar informados. Todo esto está suponiendo la pérdida de confianza de la sociedad en los medios”, matizaba.

Las agrupaciones de periodistas apuestan por el papel de reporteros, blogueros y medios de comunicación locales y nacionales para mantener informadas a las personas sobre lo que está sucediendo en el mundo que les rodea. “Un objetivo que se consigue cuando la libertad de prensa se respeta y reconoce, lo que permite al público poder entender o participar del debate público”. La FAPE elevó su tono al exigir la necesidad de «más libertad de prensa que nunca» y pidió a los gobernantes que respondan “con la máxima transparencia a la hora de informar de lo que está pasando y de rendir cuentas de sus decisiones».

Esto es otra cosa

No hace tanto tiempo, aunque parece que han pasado siglos, que en España gozábamos de una mayor salud, en lo literal y en las libertades. Sin embargo, lo único que ha ocurrido es el tránsito de una centuria a otra. Y, la verdad es que hemos ido a peor, con diferencia. Quienes ejercíamos la profesión en las últimas décadas del XX y la primera del XXI nos sentimos orgullosos de la manera en que se trataba a la prensa, incluso por parte de dichos poderes. Eso sí, nunca faltaba, como ocurre ahora, esa idea de control que otorga una sensación diferente de bienestar interno para quien la intenta ejercer. Y, lo cierto es que, pensando en las vivencias de antaño y por nuestra relación con ellos –­a veces personal–, las ansias de poder de algunos políticos van más allá de la propia efectividad que como tal suponen para sus fines este tipo de prácticas. En esencia, cabría pensar que, al final, se trata de algo más psicológico que verdaderamente decisivo. O sea, que saber y tener en la mano el control de un periodista o un medio parece que pone más a algunos que lo que luego esas acciones les puedan reportar de beneficio real y palpable para lograr sus objetivos. Y estos no son otros que conseguir más votos o mantenerse en la picota durante el mayor tiempo posible.

Podríamos contar diferentes ejemplos, que, en los años de profesión y de roce con tanta personalidad, nos las hemos visto de todos los colores. Pero, mejor lo dejamos ahí. Solamente apuntar que el mensajero es mala gente cuando al personaje de turno –que no tiene por qué ser de la clase política– no le gusta lo que se dice de él, siempre partiendo desde la mayor objetividad posible y sin que puedan mediar intereses personales o de otro tipo del informador o del medio, que también las hay a veces. Quizás ahí viene el problema y la falta de credibilidad de algunos periodistas. Pero, eso amigos míos, se gana o se pierde con el tiempo y con la profesionalidad que cada cual sepa aplicar en esta noble tarea. Sí que tengo claro que esa idea de poder para cualquier cosa –por insignificante que sea–, seduce más que nada a la clase dirigente, en general. Sin embargo, la simbiosis entre ambos colectivos siempre es básica para el desarrollo de sendas actividades. Cuando el respeto es mutuo la fricción no existe. Si ocurre lo contrario ahí es cuando empiezan los problemas.

En esa época que mencionábamos anteriormente no había lugar para las comparecencias públicas sin preguntas, las ruedas de prensa on line, los vetos a medios de comunicación, etc., etc. En este momento asistimos perplejos a la proliferación de esas infames prácticas que coartan sobremanera la libertad de prensa y no dejan trabajar en condiciones a los periodistas. Sí que hemos observado que también estos tienen sus trucos y el corporativismo les ayuda a, por ejemplo, repreguntar si un informador ha terminado su turno sin opción a otra pregunta, y el compareciente se ha ido por las ramas, pues otro compañero vuelve sobre la carga. La pandemia ha ampliado esa grieta de la libertad, aunque estas malas costumbres para la salud social no son nuevas, principalmente, a lo largo de la última década.

En un reciente informe de Reporteros sin Fronteras, se asegura que la libertad de prensa se había visto afectada en España durante 2020 “por la falta de transparencia informativa durante la pandemia y por el odio al periodista,derivado del clima de polarización política que está afectando a los medios de comunicación”.

Según la clasificación mundial sobre la libertad de prensa que cada año recoge esta organización internacional, nuestro país sigue en el puesto 29.  Y continúa en esa posición “en parte, por el movimiento de los países aledaños, y también porque lo que ha ganado al disminuir las agresiones a periodistas, tras tres años de ellas por la situación en Cataluña, lo ha perdido por esos otros factores mencionados”.

Lo que pasa es que esto ya no es lo que era.

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