El adiós de Guarinos

Por Sonia Jodra

Ana Guarinos junto a María Dolores de Cospedal.

Llegó hace 9 años a la presidencia provincial del PP y en este tiempo ha tenido que hacer frente a todo tipo de dificultades, externas e internas (las peores). Si ya es difícil manejar un partido, lo es doblemente cuando eres mujer. Fue presidenta de la Diputación en 2011, un mérito que se ganó a pulso después de convertirse en la peor pesadilla del PSOE en el Gobierno de Castilla-La Mancha. Fue “la cabeza de turco” en 2015 para gobernar con Ciudadanos el Ayuntamiento de la capital y la Diputación. Y ha tenido que hacer frente a los últimos dos años, los peores del Partido Popular en Guadalajara. Con aciertos y errores, mantenerse nueve años en el poder con puñaladas de los compañeros incluidas merece el reconocimiento de la política provincial, donde ella ya tiene un hueco. La lástima es que cada vez que una mujer sale del puesto de mando al que tanto le ha costado llegar, la releva un hombre. Me temo que tampoco esta vez será diferente.

No es santa de mi devoción ni yo de la suya. Pero ello no es óbice para reconocerle las muchas virtudes que a lo largo de los años ha ido incorporando a su bagaje personal. Hasta convertirse en una gran política. Sinceramente escucharla hablar en la tribuna de las Cortes es un placer para los “raritos” que entre Netflix y Netflix nos cascamos un debate sobre el Estado de la Región. La provincia ha cambiado poco en estos 9 años, pero la política mucho. Siempre decimos que en política los meses son años y los años siglos. Y si no, que se lo digan a Ciudadanos, que ha vivido el ascenso y el ocaso en apenas un par de legislaturas. El Partido Popular de Guadalajara cosechó en los comicios generales, locales y autonómicos de 2019 los peores resultados de su historia. Perdió el Ayuntamiento de Guadalajara, la gran joya de lo corona que no soltaba desde 2007, después del mandato de Alique y Jordi Badel, que supuso un muy breve paréntesis tras los 15 años de Gobierno del popular José María Bris. Pero es que además perdió la Diputación, gobierna en solo uno de los diez municipios más grandes de la provincia y perdió todas las capitales comarcales -Sigüenza, Molina de Aragón, Cifuentes, Brihuega, Cogolludo, Sacedón…-. Y en las Generales las cosas no fueron mucho mejor.

¿Estos resultados se le pueden achacar a Guarinos como responsable provincial del partido? Por supuesto que no. Se trata de causas multifactoriales y en general es la consecuencia de una tendencia nacional que en Guadalajara caló profunda. La irrupción de Vox en el panorama electoral generó un daño sin precedentes en las aspiraciones del PP provincial. A lo que sin duda hay que añadir el desgaste sufrido por la marca por la Trama Gürtel y todos los casos de corrupción que asolaron a la cúpula nacional hasta obligar al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, a dimitir cuando ya el agua le llegaba al cuello. Lo recuerdo porque a algunos ya se les ha olvidado y constituye un hecho sin precedentes en nuestra democracia y con escasos símiles en las democracias occidentales. Y ahí es cuando los políticos locales peor lo pasan. Sufren los reproches hacia otros en carnes propias. Porque los alcaldes, los concejales y los cargos locales son los que salen a la calle cada día y tienen que dar la cara, aún a riesgo de que se la partan.

Guarinos ha sido una experta en comerse marrones. Cuando María Dolores de Cospedal salió del Gobierno de Castilla-La Mancha en 2015 por el pacto de PSOE y Podemos, Guarinos se quedó en las Cortes para recibir todos los reproches, que por cierto eran abundantes -despido interinos, despido profesores, cierres urgencias rurales, recortes en sanidad, en educación…-, mientras Cospedal marchaba a Madrid y lograba ser ministra.

No es menos cierto que Ana Guarinos ha sido despiadada con sus enemigos. Su dialéctica áspera, su oratoria severa, su mirada punzante y su gesto impenetrable la convertían en una política letal para quienes tenía enfrente. Entendamos que sabía que esas eran sus armas y que saber utilizarlas en el momento oportuno le garantizaría la supervivencia en los años dulces, pero sobre todo en los amargos.

La dama de hierro, la teniente O’Neil o cualquier otro apodo destinado a definir a las mujeres que se ven obligadas a imponer su criterio en un mundo de hombres podrían encajar para definir su trayectoria. Para despedirla, el inevitable lamento de que lo más probable es que un hombre la sustituya al frente del partido. A las mujeres nos cuesta mucho llegar a estos puestos y, sobre todo, mantenernos. Por eso es triste que pocas veces el relevo se realice a una compañera. A Cospedal la sustituyó un hombre. Ella ha sido la única presidenta de Castilla-La Mancha. Después de María Antonia Pérez León y Ana Guarinos, se han sucedido dos presidentes hombres en la Diputación y Blanca Calvo sigue siendo la única alcaldesa que ha tenido la capital (durante poco más de un año). Un orgullo comprobar que la Guardia Civil de Guadalajara es -con la nueva teniente coronel Cristina Moreno– más feminista que los principales partidos políticos de la región.

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