Ingredientes para una sociedad sana

Por Sonia Jodra

Se me ocurren muchos ingredientes para colaborar a “guisar” una sociedad un poco más sana cada día. La creatividad, el arte y la cultura creo que son imprescindibles en este recetario que sin duda ha de fomentar la participación ciudadana, el compromiso cívico, la creación de nuevos espacios de convivencia y la transformación social de calles y plazas. Son algunas de las propuestas que contenía el mural colectivo que hasta esta semana se podía ver en la calle La Normal. Desde luego no era estéticamente perfecto ni constituía un ejemplo de técnica pictórica, pero era el resultado de personas diversas, de diferentes edades y variadas inquietudes, trabajando en un mismo proyecto juntas.

Que ha sido un lamentable error llevado a cabo por los servicios municipales de limpieza en plena campaña de retirada de grafitis parece fuera de toda sospecha, pero resulta hiriente que se haya puesto tan poco celo sobre esta obra que constituía uno de los pocos ejemplos recientes de trabajo colaborativo en nuestras calles, después de meses en los que nada tenía color y nada se podía realizar de forma conjunta.

No se les puede reprochar a los operarios de limpieza su falta de visión crítica para diferenciar este mural de otros, en ocasiones también realizados por artistas urbanos, que ensucian el mobiliario público. Pero no es menos cierto que un mural de esta envergadura no se elimina de un plumazo y a conciencia con rodillo y litros de pintura gris sin que la decisión haya sido sometida a la supervisión de varios responsables. Resulta, cuanto menos, llamativa la metedura de pata. Una metedura de pata que cuenta con todos los elementos cromáticos para elaborar el bonito relato. En pleno centro capitalino, que desde hace años agoniza, se oculta el colorido mural emanado de un proceso de participación ciudadana con el color gris, ese que se achacaba en los pasados lustros a la gestión política de los gobiernos del PP.

Sí hay que subrayar la rapidez y anticipación con la que el Ayuntamiento reconoció el error cometido, adelantándose a las numerosas muestras de desaprobación llegadas desde distintos colectivos de la ciudad, principalmente todos aquellos que participaron en la elaboración del mural.

Itinerart, Econoplastas y El Rincón Lento emitían un comunicado en la misma mañana del acontecimiento en el que lo consideraban “una falta de respeto hacia el trabajo de una artista y de muchas personas que se implicaron y disfrutaron de lo que fue mucho más que pintar letras sobre un muro”. La artista que impulsó el trabajo con la colaboración de estas tres organizaciones fue Pimpilipausa, quien señalaba tras conocer el suceso, “esta mañana la Calle La Normal amanecía gris, sin un ápice del color que imprimió el mural tras más de una semana de trabajo colectivo”.

El mural se realizó la pasada primavera y tal como señalan desde los colectivos organizadores, se trata de un proyecto del colectivo Itinerart que contaba con el apoyo del Ayuntamiento de Guadalajara, la misma administración que ahora ha procedido a eliminarlo. “Se financió con dinero público, con cargo a la subvención de la asociación cultural El Rincón Lento, que invirtió ese dinero en un ‘artivismo’ que implicase a la ciudad, incluyendo a colectivos vulnerables”, explican en su comunicado.

Descartando la oscura intencionalidad en el hecho, resulta sorprendente que el Ayuntamiento de Guadalajara, impulsor de la creación del mural, haya sido ahora la institución que procede a su eliminación. Entre los colectivos implicados en el proyecto ponen de manifiesto que el mural forma parte de un proyecto mayor destinado a intervenir en distintos solares vacíos del centro de la ciudad. Y que, hasta ahora, no habían logrado los permisos necesarios para realizar el resto de intervenciones. A la espera de poder realizarlas, la eliminación del único mural que hasta la fecha había podido llevarse a cabo constituye un terrible mazazo para las aspiraciones de estos grupos que promueven “la expresión artística como vehículo y motor cultural de grupos, de encuentros”.

Un error monumental, que genera malestar entre todos los colectivos que desde noviembre de 2020 habían puesto su trabajo, creatividad y esfuerzo al servicio de esta bonita idea de crear, compartir y llenar de bellas palabras los muros que, cuando no se pueden derribar, al menos hay que colorearlos.

Tiempo ahora de que las disculpas se traduzcan en hechos, de esos que colorean muros e incluso los llegan a derribar.

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