Por Gustavo García
La que se ha montado con la extraña actitud que de un tiempo a esta parte han adoptado las entidades bancarias de nuestro país. Memes por todos los lados, recogidas de firmas y peticiones en contra que se cuentan ya en muchos miles, cartas, escritos o tweets a ‘tutiplén’, con todas las redes sociales echando humo… Todo por el cambio brusco hacia el trato deshumanizado que vienen dando en los últimos años a los clientes.
Quienes somos de pueblo todavía recordamos como si fuese ayer cuando los empleados de las cajas de ahorro se acercaban casa por casa en los municipios, por más pequeños que estos fueran. Allí, el trato cercano y amable era una constante. Sus recompensas tendrían, pero se lo ganaban. Y, la empresa más, claro está, no ellos precisamente. La cordialidad es lo que nos dejaron esas entidades de antaño que ahora quedan en un recuerdo nostálgico del pasado. Tan abrupto ha sido el cambio que la moda en estos momentos, ya no es dejar de visitar a los clientes –que en su mayor parte eran mayores–, no. Hoy en día, las fusiones bancarias han ido dejando paso a unos ‘entes’, que con la pretensión de ahorrar en gastos, lo único que consiguen es encabritar al personal. Y, normal. La gente no aguanta más.
Resulta que a cada fusión llega un cierre de oficinas y prejubilaciones. La antigua Caja Provincial de Guadalajara ha derivado en Caixabank. Y es como si hubiese pasado de la amistad y el trato amable, al helador y sombrío que supone el que ni siquiera atiendan en persona a esos mayores –ni a nadie– que antes iban a ver a sus propias casas. Les envían a los cajeros, cuando no saben manejarse con esas máquinas a estas alturas de su vida; les cierran sucursales y les ponen un vehículo algunos días a la semana para que hagan como puedan en él sus gestiones y no les importa que, en esas furgonetas o en las oficinas que mantienen físicamente abiertas sólo las jornadas que ellos marquen, esas personas tengan que aguardar largas colas a la intemperie, como son los casos más recientes en esta provincia de localidades tan significativas como Cogolludo, Tamajón o el mismísimo Fontanar, ya incluso en pleno Corredor del Henares –ni siquiera en la Guadalajara Vaciada–.
Pero, vamos a ver. Hay que imaginarse a las mentes de estos bancos calibrando sus balances y recortando de donde les apetece. Sí, del personal. Entonces, nos preguntamos que para qué prejubilan a los 52 años a trabajadores en plena madurez y con la mejor experiencia en la gestión y el trato humano, más el añadido de que es un agravio comparativo con el resto de currantes, si no eres telefónico, eléctrico o maestro. Y, no es que haya que envidiarles, sino alegrarse como personas y en caso de la Caja, donde todos tenemos conocidos, amigos o familiares, es el ejemplo que más a mano nos toca. Pero, volvemos al origen. ¿Para qué eliminan a personal y luego envían a nuestros padres o abuelos a pelearse con las máquinas para sacar 50 o 100 euros de su cuenta o a cualquiera a cobrarte 3 € de comisión por hacer un ingreso de un recibo de un AMPA si no eres cliente? No se entiende. Esas mentes pensantes deben de tener una veintena de másteres en Economía, Marketing, Gestión y dirección de Empresas…Sin embargo, como visionarios de futuro para sus propias entidades no parece que sean tan lúcidos. Porque, ¿creen que con este tipo de actitudes los clientes van a aguantar mucho? Sí, las nuevas generaciones, puede que tengan que seguir adaptándose poco a poco a las cuentas online, a los pagos con dispositivos electrónicos u ordenadores, etc., pero, en este momento, ¿qué ocurre con los mayores?¿Les volatizamos?¿Nos olvidamos de ellos?¿Les hacemos todo la familia, aunque se sientan inútiles en la sociedad, cuando no lo son?…

A veces se gana más perdiendo a corto plazo e invirtiendo para el futuro. Eso lo sabemos aunque no tengamos titulaciones en Economía. Aunque, tal premisa no quiera decir que los bancos piensen sólo en los jóvenes. Esos nietos e hijos no van a olvidar así como así el trato vejatorio, humillante y sin escrúpulos que sus abuelos y padres están recibiendo actualmente por su parte. Y los demás, tampoco. Hay que tener mayor sensibilidad, señores. En algo tan así como es el dinero, hace falta más corazón caliente y menos cerebro frío. De hecho, hasta hace pocos años las entidades bancarias presumían de su labor de destino de parte de sus beneficios en revertirlos –como ellas mismas decían– a favor de sus clientes. Incluso, por ley, tienen lo que se llama ‘Obra Social’. ¿Ya se han olvidado de eso o simplemente lo disfrazan con exposiciones, actos culturales, deportivos y otros, que siguen siendo muy loables y dignos de todo elogio, pero que quedan en nada si luego ni siquiera puedes hacer un ingreso en caja a la hora que te venga mejor o tienes que contratar cinco seguros diversos para que no te cobren comisiones por mantenimiento de las cuentas o de las tarjetas de crédito? Eso, añadido a la domiciliación de la nómina, la pensión o la hipoteca. ¿En qué nos hemos convertido? ¿Éste es el futuro de la banca? Pues, preferíamos las antiguas cajas de ahorro y sus entrañables cajeros –no las máquinas, sino los seres humanos–.
Mientras cambian o no de rumbo, por esos oscuros vericuetos en los que se han enzarzado, el personal se moviliza con firmas en charge.org (con cerca ya de 600.000 del famoso Carlos San Juan y que pretende alcanzar el millón), huelgas de tarjetas (5 de marzo), etc. Y, nos siguen llegando ejemplos sangrantes. Sin ir más lejos, al hilo de todo esto, hace unos días un cliente de 77 años, que vive en la zona centro de Guadalajara, recibía una carta de Ibercaja –que no tiene desperdicio–, en la que, después de agradecerle su confianza, le conminaba a usar sus ‘nuevos y más modernos cajeros automáticos’ –“más rápidos y con más funcionalidades”– para decían, literalmente, “atenderte con más dedicación y que tu relación con el banco mejore día a día”. Y, además se le recordaba que podía “hacer sus consultas y operaciones más comunes cuándo y dónde quieras a través de nuestra banca online y la app”. Todo ello para rematar apostillando que “a partir del 21 de marzo de 2022 esta oficina de Ibercaja suprime el servicio de atención en caja”. Eso sí, se le remite de nuevo a los cajeros o a otras oficinas cercanas para ser atendido.
A veces este tipo de gestores que imponen tales normas parece que tienen el síndrome del político. Viven levitando cuando los demás estamos con los pies en el suelo. Como cierre de lo dicho, otra línea del extracto habla de esa mentalidad que no necesita mayor comentario porque ella misma en sí lo dice todo: “Estaremos encantados de enseñarte todo lo que los nuevos cajeros pueden hacer por ti”.